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Bajo estos términos, Merleau-Ponty desmonta en la percepción natural la exterioridad como propiedad cósica y la interioridad como propiedad de la conciencia, así la anterioridad lógica y metafísica del sujeto que percibe. De esta descripción del cuerpo viviente se pueden derivar un grupo de consecuencias atendibles para una hermenéutica acontecial, que nosotros reduciremos a cuatro. Por un lado, la sensación manifiesta a la consciencia corporal como aquello no asumible en su plenitud, muestra una opacidad que tiene de sí misma en la reconstitución que inscribe la sensación. Ella desarticula los sedimentos constituidos previamente, tal que “como sujeto sensor, estoy lleno de poderes naturales de los cuales soy el primero en sorprenderme. Entonces, no soy, según las palabras de Hegel, un “agujero en el ser”, sino un hueco, un pliegue que se ha hecho y que puede deshacerse” 1 . En segundo lugar, la percepción en tanto percepción del cuerpo se desarrolla como anónima y prepersonal, dado que la sincronía entre sentiente y sensible “se produce en la periferia de mi ser, tengo tanta consciencia de ser el verdadero sujeto de la sensación 2 como de mi nacimiento y mi muerte” . Pero ese estatuto impersonal tiene implicancias en lo personal, El sentir pone en tensión mi ipseidad, ella está del lado del percipiente marcando una bisagra con lo preadquirido, porque ella concierne a “un otro yo que ya tomó partido por el mundo, que se ha abierto a algunos de sus aspectos y que ha sincronizado con ellos” 3 . Merleau-Ponty no reduce la corporalidad al sistema abierto y cambiante de disposiciones pragmáticas. Validando un concepto de mundo natural como horizonte inagotable de todos los horizontes, éste tiene una dimensión apragmática correlativa a una corporalidad no-pragmática, dimensión no manipulable en la cual se sostiene el plano manipulable del mundo vivido. En tercer lugar, la percepción natural y carnal pone de manifiesto que su naturaleza 4 irrefleja es “un pasado que jamás ha sido presente” , la percepción siempre es el testimonio y la renovación de una prehistoria. Si bien Merleau-Ponty en la Fenomenología de la Percepción otorga una primacía al presente –dado que es la manera en la que el tiempo se confirma a sí mismo–, allí mencionará que el nacimiento es el acontecimiento transcendental 5 , y posteriormente, expresará en él la idea de un pasado transcendental puramente pasado que se enlaza en simultaneidad (está en quiasmo) con el presente 6 . Esta prehistoria es capaz de ser tematizada y clarificada a partir de la reflexión radical fenomenológica, que no cambia meramente la naturaleza del percipiente y lo percibido en pensante y pensado, sino que busca una clarificación de lo irreflejo que la presupone 7 . Y en último lugar, es lícito considerar que la fenomenología del cuerpo también tiene una comprensión acontecial de la experiencia en el sufrimiento. La enseñanza capital del problema del miembro fantasma es la indicación de una variación en la configuración de los posibles pragmáticos del cuerpo, es una “región de silencio” que coarta una potencia motriz, el cuerpo habitual se ve contrariado por el cuerpo actual en lugar de ser efectivizado en sus significaciones. El cuerpo actual muestra un cuerpo habitual trastornado en sus configuraciones. En este sentido, ese nuevo registro de posibilidades 1 Ibíd., 249. 2 Ibíd. 3 Ibíd., p. 250. 4 Ibíd, p. 280. 5 Ibíd., p. 466. 6 Cf. Maurice Merleau-Ponty. Le visible et l’ invisible, Gallimard, Paris, 1964, pp. 294-296. 7 Cabe señalar que durante toda la tercera parte de L’ événement et le monde, donde Romano trabaja el concepto de experiencia, nunca se menciona ni diferencia la lectura acontecial de la experiencia de la epokhé transcendental. 244
se hace presente por el pasado (el cuerpo habitual) de cara al advenir de las posibilidades (regiones de silencio). III. Lo acontecial en la facticidad Entendemos que estos puntos podrían considerarse de interés para esta hermenéutica acontecial. Sin embargo, creemos que desde los análisis de Merleau-Ponty existe una diferencia importante: no hay una escisión radical entre lo aconteciario y acontecial, no hay un dualismo de análisis entre hecho y acontecimiento. El método de la reflexión radical fenomenológica no es meramente la consideración de planos antinómicos y la decisión por uno de ellos como fundamento del otro, no reemplaza la actitud natural con una actitud transcendental. Su objetivo es superar el naturalismo que en el que pueden recaer ambas actitudes que se abren paso una sobre la otra constantemente 1 . En estos términos, una fenomenología que utilice como hilo conductor la corporalidad es capaz de superar el sentido empirista de la experiencia y puede trazar los hilos del sentido acontecial de los acontecimientos, sin que eso implique dejar de lado lo intramundano y lo fáctico como un campo de sentido que obtura aquello que está dirigido plenamente al hombre y lo constituye como tal, explicitando la facticidad como carne y como situación, asumiendo lo vital del co-funcionamiento entre lo transcendental y lo empírico. Bibliografía - Nicholas Beaudoin. “L’herméneutique événementiale de Claude Romano et sa critique de l’ontologie fondamentale”, en Science et esprit, vol. 56, n o 3, 2004, pp. 321-337. - Aníbal Fornari. “Venir al mundo-de-la-vida. Ontología del nacimiento y ampliación de la razón, en Tópicos, Nº 16, 2008, Santa Fe, 2008, pp. 87-110. - Michel Foucault. “Theatrum philosophicum”, en Michel Foucault y Gilles Deleuze, Theatrum Philosophicum seguido de Repetición y diferencia, trad. Francisco Monge, Anagrama, Barcelona, 1995. - Maurice Merleau-Ponty. Le visible et l’ invisible, Éditions Gallimard, Paris, 1964. ____________________. Phénoménologie de la perception, Éditions Gallimard, Paris, 1945. ____________________. Signes, Éditions Gallimard. Paris, 1960. - Claude Romano. L’ événement et le temps, P. U. F., Paris, 1999. ______________. L’ événement et le monde, P. U. F., Paris, 1998. 1 Cf. Maurice Merleau-Ponty. Signes, Gallimard, Paris, 1960, pp. 203-205. 245
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Bajo estos términos, Merleau-Ponty <strong>de</strong>smonta en la percepción natural la exterioridad<br />
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cuatro. Por un lado, la sensación manifiesta a la consciencia corporal como aquello no<br />
asumible en su plenitud, muestra una opacidad que tiene <strong>de</strong> sí misma en la reconstitución<br />
que inscribe la sensación. Ella <strong>de</strong>sarticula los sedimentos constituidos previamente, tal<br />
que “como sujeto sensor, estoy lleno <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res naturales <strong>de</strong> los cuales soy el primero en<br />
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un hueco, un pliegue que se ha hecho y que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse” 1<br />
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En segundo lugar, la percepción en tanto percepción <strong>de</strong>l cuerpo se <strong>de</strong>sarrolla como<br />
anónima y prepersonal, dado que la sincronía entre sentiente y sensible “se produce en la<br />
periferia <strong>de</strong> mi ser, tengo tanta consciencia <strong>de</strong> ser el verda<strong>de</strong>ro sujeto <strong>de</strong> la sensación<br />
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como <strong>de</strong> mi nacimiento y mi muerte” . Pero ese estatuto impersonal tiene implicancias en<br />
lo personal, El sentir pone en tensión mi ipseidad, ella está <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong>l percipiente<br />
marcando una bisagra con lo preadquirido, porque ella concierne a “un otro yo que ya<br />
tomó partido por el mundo, que se ha abierto a algunos <strong>de</strong> sus aspectos y que ha<br />
sincronizado con ellos” 3<br />
. Merleau-Ponty no reduce la corporalidad al sistema abierto y<br />
cambiante <strong>de</strong> disposiciones pragmáticas. Validando un concepto <strong>de</strong> mundo natural como<br />
horizonte inagotable <strong>de</strong> todos los horizontes, éste tiene una dimensión apragmática<br />
correlativa a una corporalidad no-pragmática, dimensión no manipulable en la cual se<br />
sostiene el plano manipulable <strong>de</strong>l mundo vivido.<br />
En tercer lugar, la percepción natural y carnal pone <strong>de</strong> manifiesto que su naturaleza<br />
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irrefleja es “un pasado que jamás ha sido presente” , la percepción siempre es el<br />
testimonio y la renovación <strong>de</strong> una prehistoria. Si bien Merleau-Ponty en la Fenomenología<br />
<strong>de</strong> la Percepción otorga una primacía al presente –dado que es la manera en la que el<br />
tiempo se confirma a sí mismo–, allí mencionará que el nacimiento es el acontecimiento<br />
transcen<strong>de</strong>ntal 5 , y posteriormente, expresará en él la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un pasado transcen<strong>de</strong>ntal<br />
puramente pasado que se enlaza en simultaneidad (está en quiasmo) con el presente 6 .<br />
Esta prehistoria es capaz <strong>de</strong> ser tematizada y clarificada a partir <strong>de</strong> la reflexión radical<br />
fenomenológica, que no cambia meramente la naturaleza <strong>de</strong>l percipiente y lo percibido en<br />
pensante y pensado, sino que busca una clarificación <strong>de</strong> lo irreflejo que la presupone 7<br />
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Y en último lugar, es lícito consi<strong>de</strong>rar que la fenomenología <strong>de</strong>l cuerpo también tiene<br />
una comprensión acontecial <strong>de</strong> la experiencia en el sufrimiento. La enseñanza capital <strong>de</strong>l<br />
problema <strong>de</strong>l miembro fantasma es la indicación <strong>de</strong> una variación en la configuración <strong>de</strong><br />
los posibles pragmáticos <strong>de</strong>l cuerpo, es una “región <strong>de</strong> silencio” que coarta una potencia<br />
motriz, el cuerpo habitual se ve contrariado por el cuerpo actual en lugar <strong>de</strong> ser<br />
efectivizado en sus significaciones. El cuerpo actual muestra un cuerpo habitual<br />
trastornado en sus configuraciones. En este sentido, ese nuevo registro <strong>de</strong> posibilida<strong>de</strong>s<br />
1 Ibíd., 249.<br />
2 Ibíd.<br />
3 Ibíd., p. 250.<br />
4 Ibíd, p. 280.<br />
5 Ibíd., p. 466.<br />
6 Cf. Maurice Merleau-Ponty. Le visible et l’ invisible, Gallimard, Paris, 1964, pp. 294-296.<br />
7 Cabe señalar que durante toda la tercera parte <strong>de</strong> L’ événement et le mon<strong>de</strong>, don<strong>de</strong> Romano<br />
trabaja el concepto <strong>de</strong> experiencia, nunca se menciona ni diferencia la lectura acontecial <strong>de</strong> la<br />
experiencia <strong>de</strong> la epokhé transcen<strong>de</strong>ntal.<br />
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