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La ética en Levinas como la dimensión de lo humano más allá de la ontología 234 Belén María Locatelli Universidad Nacional de General Sarmiento “Hasta una época relativamente reciente, la humanidad occidental buscaba en el humanismo su razón de ser. En un sentido amplio, el humanismo significaba el reconocimiento de una esencia invariable llamada “hombre”, la afirmación de su lugar central en la economía de lo Real y de su valor, que engendra todos los valores: respeto de la persona en sí y en los otros, como impone la salvaguarda de su libertad: florecimiento de la naturaleza humana, de la inteligencia en la Ciencia, de la creación en el Arte, del placer en la vida cotidiana; satisfacción de los deseos sin perjuicio para la libertad ni para los placeres de los otros hombres.” 1 Levinas afirma que sólo la relación con “el otro” nos hace humanos. Es más, o en todo caso otra cosa que una filosofía de un ser social, que se opone en gran medida a las concepciones de hombre que la Filosofía y la Antropología habían conocido. “La tendencia a retirarse a la subjetividad por una antropología negativa, la búsqueda de un concepto trascendental del hombre, la búsqueda de un pensamiento anterior al ser, no es un simple error o un sencillo devaneo, sino algo tan inevitable como este descubrimiento del ser antes de lo pensado”. 2 Lo propio del hombre para Levinas es “esa sensibilidad preoriginaria” que no está ordenada en razón de la conciencia sino que su modo de existencia es en tanto aquello que le sucede se realice sin la síntesis de esta conciencia. Y es anterior a la libertad porque es finita, porque tiene su límite ante la mirada del Otro. Porque si bien el Hombre está transido por esta finitud, lo que lo hace específicamente humano es una “sed de infinitud” traducida en un planteo filosófico sobre la relación interpersonal que será la trascendencia absoluta. 1 LEVINAS, E., “Antihumanismo y educación” en Difícil libertad y otros ensayos sobre judaísmo, trad. M. Mauer, Buenos Aires, Lilmod, 2008, p. 371. 2 LEVINAS, E., Dios, la muerte y el tiempo, trad., M. L. Rodríguez Tapia, texto fijado, notas y epílogo de J. Rolland, Madrid, Cátedra, 1998, p. 111.

El sujeto, la subjetividad, no se remitirá a sí mismo (en tanto identificación/unicidad), sino que la subjetividad será constituida, en relación con lo otro, como aquello que trasciende al yo y resulta inabarcable para el yo: el otro que lo trasciende como “lo absolutamente Otro”. Levinas señala que el Hombre puede ser un “sí mismo” en tanto está en relación con una trascendencia insuperable que se traduce en una “responsabilidad preoriginaria” hacia y para el Otro. Esa diferencia lo es para la intencionalidad “que no sabe más que abordar al ser a través de su pensamiento”. 1 Desde la fenomenología iniciada por Husserl, en el plano del conocimiento las cosas se vuelven una expresión (objeto) de la conciencia, se hacen propias. Levinas dice que lo absolutamente otro es aquello que no se puede aprehender, que no se puede hacer propio porque no puede ser objeto de la conciencia en tanto no se deja reducir a cosa. Levinas propone la relación ética como salida de la ontología, como la única manera del sujeto de salir de la cosificación. Teniendo en cuenta la tesis de Brentano según la cual “todo lo intencional que se vive, o bien es en sí una (simple) representación, o bien tiene una representación como base” 2 , Levinas propone la búsqueda de una “relación que sea sensata sin estar fundada en semejante objetivo teórico. La relación ética no es la revelación de algo concreto, sino mi exposición ante los otros, previa a cualquier decisión.” 3 El otro es lo incognoscible por esto mismo de desbordar el sentido, por no aceptar –debido a su misma alteridad, separación infinita- la determinación de la conciencia. Se hace necesario otro modo de relación, ya no de dominio como el que el yo ejerce sobre los objetos del mundo, porque el otro se revela y se rebela como soberanía ante el yo, soberanía en la indigencia, en la desnudez. La Ética es anterior a la ontología, es “evasión de la ontología”. En el mandato de la desnudez del otro, de un rostro dice Levinas, la orden es la responsabilidad hacia el otro más allá de la ontología. Porque este mandato es inapelable, y no proviene de especulación alguna ni de ningún saber que trascienda el saber: es una “Fenomenología del rostro”. La Filosofía se manifiesta entonces como un saber práctico, que se vuelve posible en la praxis: exige una relación que no se define por el lenguaje escrito sino por la palabra dicha que en Levinas es ir hacia el Otro. 1 LEVINAS, E., Dios, la muerte y el tiempo, p. 169. 2 LEVINAS, E., Dios, la muerte y el tiempo, p. 224. 3 LEVINAS, E., Dios, la muerte y el tiempo, ídem, p. 224. 235

El sujeto, la subjetividad, no se remitirá a sí mismo (en tanto<br />

i<strong>de</strong>ntificación/unicidad), sino que la subjetividad será constituida, en relación con lo otro,<br />

como aquello que trascien<strong>de</strong> al yo y resulta inabarcable para el yo: el otro que lo<br />

trascien<strong>de</strong> como “lo absolutamente Otro”. Levinas señala que el Hombre pue<strong>de</strong> ser un “sí<br />

mismo” en tanto está en relación con una trascen<strong>de</strong>ncia insuperable que se traduce en<br />

una “responsabilidad preoriginaria” hacia y para el Otro. Esa diferencia lo es para la<br />

intencionalidad “que no sabe más que abordar al ser a través <strong>de</strong> su pensamiento”. 1<br />

Des<strong>de</strong> la fenomenología iniciada por Husserl, en el plano <strong>de</strong>l conocimiento las<br />

cosas se vuelven una expresión (objeto) <strong>de</strong> la conciencia, se hacen propias. Levinas dice<br />

que lo absolutamente otro es aquello que no se pue<strong>de</strong> aprehen<strong>de</strong>r, que no se pue<strong>de</strong><br />

hacer propio porque no pue<strong>de</strong> ser objeto <strong>de</strong> la conciencia en tanto no se <strong>de</strong>ja reducir a<br />

cosa. Levinas propone la relación ética como salida <strong>de</strong> la ontología, como la única manera<br />

<strong>de</strong>l sujeto <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> la cosificación.<br />

Teniendo en cuenta la tesis <strong>de</strong> Brentano según la cual “todo lo intencional que se<br />

vive, o bien es en sí una (simple) representación, o bien tiene una representación como<br />

base” 2 , Levinas propone la búsqueda <strong>de</strong> una “relación que sea sensata sin estar fundada<br />

en semejante objetivo teórico. La relación ética no es la revelación <strong>de</strong> algo concreto, sino<br />

mi exposición ante los otros, previa a cualquier <strong>de</strong>cisión.” 3<br />

El otro es lo incognoscible por esto mismo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sbordar el sentido, por no aceptar<br />

–<strong>de</strong>bido a su misma alteridad, separación infinita- la <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> la conciencia. Se<br />

hace necesario otro modo <strong>de</strong> relación, ya no <strong>de</strong> dominio como el que el yo ejerce sobre<br />

los objetos <strong>de</strong>l mundo, porque el otro se revela y se rebela como soberanía ante el yo,<br />

soberanía en la indigencia, en la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z. La Ética es anterior a la ontología, es “evasión<br />

<strong>de</strong> la ontología”.<br />

En el mandato <strong>de</strong> la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l otro, <strong>de</strong> un rostro dice Levinas, la or<strong>de</strong>n es la<br />

responsabilidad hacia el otro más allá <strong>de</strong> la ontología. Porque este mandato es inapelable,<br />

y no proviene <strong>de</strong> especulación alguna ni <strong>de</strong> ningún saber que trascienda el saber: es una<br />

“Fenomenología <strong>de</strong>l rostro”.<br />

La Filosofía se manifiesta entonces como un saber práctico, que se vuelve posible<br />

en la praxis: exige una relación que no se <strong>de</strong>fine por el lenguaje escrito sino por la palabra<br />

dicha que en Levinas es ir hacia el Otro.<br />

1 LEVINAS, E., Dios, la muerte y el tiempo, p. 169.<br />

2 LEVINAS, E., Dios, la muerte y el tiempo, p. 224.<br />

3 LEVINAS, E., Dios, la muerte y el tiempo, í<strong>de</strong>m, p. 224.<br />

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