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Dialéctica entre naturaleza y cultura: la propuesta superadora de Merleau-Ponty 204 Ernestina Godoy - UNC-SECyT Paula Díaz Romero - UNC-SECyT En la obra póstuma Lo visible y lo invisible del filosofo francés Merleau-Ponty, el concepto de Naturaleza adquiere un papel fundamental. La naturaleza no es sólo el “mundo físico” o “material”, sino el horizonte originario. Este modo de comprender lo natural deviene de la propuesta ontológica del autor: la carne como elemento primordial tiene carácter reversible: es visible e invisible, sentido y sentiente, natural y cultural. Estas parejas no contienen términos opuestos, sino el anverso y el reverso del tejido del que está hecho el mundo. Es así que la relación entre el ser natural y el ser cultural es una relación hiperdialéctica, es decir, una relación en la que la síntesis nunca es lograda, sino como un intercambio inagotable de los dos términos. El ser es “ser salvaje” al cual se accede por la percepción, pues percibir es percibir naturaleza, pero a su vez el ser es cultural, pues es ser expresivo, ser simbólico. El mismo Merleau-Ponty considera abstracta la distinción entre naturaleza y cultura, pues todo es natural en nosotros, nuestra percepción es cultural e histórica, a la vez que todo es cultural pues hasta la cultura se apoya en el polimorfismo del Ser salvaje. Por lo que será lo corporal (cuerpo salvaje y expresivo) en tanto variante del ser carnal, el nexo que permitirá entender la relación entre el ser natural o salvaje, en el que se funda la experiencia perceptiva, y el ser cultural que implica la intersubjetividad o intercorporeidad. Esta última noción será retomada aquí para considerarla dentro de la relación dialéctica naturaleza-cultura. Es en este contexto en el que analizamos la “Ontología de la carne”, bajo el supuesto de que ésta constituye una superación de la dicotomía “cultura-naturaleza”. Para la exposición estableceremos tres ejes temáticos. En el primero nos detendremos en el concepto de naturaleza que funda el llamado “ser natural” o “ser salvaje”. En el segundo, consideraremos la ontología fundada en lo visible y lo invisible, la Ontología de la carne. Por último abordaremos a la luz de dicha ontología, las relaciones intersubjetivas a partir del concepto merleau pontiano de “intercorporeidad”, que se vincula estrechamente con el de reversibilidad. A partir de estos ejes pretendemos mostrar cómo esta dimensión [intercarnal o intercorporal] permite salvar la supuesta diferencia entre naturaleza y cultura. El ser salvaje Nos ocuparemos en primer lugar del concepto de Naturaleza tal como lo recupera Merleau-Ponty. Volver a lo natural 1 se torna imprescindible para dar cuenta del cuerpo, pues “una ontología que omite la Naturaleza se encierra en lo incorporal y da, por esta razón, una imagen fantástica del hombre, del espíritu y de la historia” 2 . 1 Debemos aclarar que Merleau-Ponty no está entendiendo naturaleza en el sentido de sostener un naturalismo, como se verá a lo largo del apartado. 2 Merleau Ponty, M.; Filosofía y lenguaje…, pág. 74.
En primer lugar, la filosofía cartesiana es, en este marco, el paradigma de la comprensión de la Naturaleza como una cosa en-sí. El autor nos advierte además, que esta concepción continúa siendo el telón de fondo de muchas de las filosofías posteriores a Descartes. Refiriéndose a este paradigma, dice Merleau-Ponty Conforme a una distinción muy anterior a Descartes, pero a la que el pensamiento de éste da nuevo vigor, lo que llamamos Naturaleza es un naturado, un puro producto hecho de partes absolutamente exteriores, rigurosamente actuales y claramente ligadas. ‘Cascara vacía’, dirá Hegel. Todo lo interior pasa a ser cosa de Dios, naturante puro. Histórica y filosóficamente, nuestra idea del ser natural como objeto, en sí -que es lo que es porque no puede ser otra cosa-, emerge de una idea del ser sin restricción, infinito o causa de sí, y éste, a su vez, de una alternativa : el ser o la nada 1 . Al interior de la filosofía cartesiana, la naturaleza no es más que un mecanismo a partir de cuyas leyes se deriva el ‘rostro de este mundo’. Este mecanismo no hace más que expresar la fuerza interna de la productividad infinita [Dios]. Lo que destaca Merleau- Ponty es que Descartes, al concebir la naturaleza de este modo, se ve obligado a distinguir el conocimiento que tenemos, por medio de los sentidos, de la naturaleza existente, del conocimiento dado por el entendimiento puro. La relación vital que tenemos con la Naturaleza está medida por el cuerpo. Pero la experiencia que por “inclinación natural” tenemos de la Naturaleza, no coinciden con las dadas por el entendimiento, y en este sentido el cuerpo, también entendido como máquina, queda relegado al ámbito de la res extensa, como una cosa más del mundo natural. Contra este tipo de perspectiva dualista se esgrime la filosofía merleau pontiana. Si bien, excede a este trabajo echar luz sobre las críticas de éste último a la perspectiva cartesiana, mencionarla se torna imperioso. Lo que realmente importa aquí es recuperar la Naturaleza como trasfondo ontológico, ya que el ser salvaje o bruto es ser natural, o en palabras de nuestro autor, la naturaleza es un pliegue del Ser. En este contexto se considera al cuerpo como nexo entre la naturaleza y la cultura. La recuperación del cuerpo, no como máquina sino como cuerpo vivido, como cuerpo percipiente y motriz, le permite al filósofo francés romper con la dicotomía entre el ser salvaje y el ser cultural, pues es el cuerpo la encrucijada donde se encuentra naturaleza y cultura. El cuerpo comprendido como enlace entre estos dos ámbitos forma parte del mismo tejido de las cosas, del mundo, porque “la naturaleza fuera de nosotros ha de ser desvelada por la naturaleza que somos”. Lo que nos hace seres naturales expresivos es la pertenencia del cuerpo a la carne. Pues bien, el ser bruto es el horizonte perceptivo que se abre como mundo compartido, con un estilo común. A él no accedemos por la reflexión, sino por lo que Merleau-Ponty denomina “fe perceptiva”. Si entendemos desde esta perspectiva lo percibido -el plano fenomenológico- como lo salvaje y sedimentado, lo que denominamos cultura -lo que es propiamente simbólico- pertenece a lo instituido. “Merleau-Ponty interpreta lo percibido como lo ‘natural’, o sea como lo contrario de lo expresado, lo constituido o lo instituido” 2 . Pero como vimos, la concepción quiasmática del cuerpo permite remitir a su realidad 1 Ibíd. pág. 79. 2 Bech, J.M.; El proyecto filosófico…, pág. 2. 205
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En la obra póstuma Lo visible y lo invisible <strong>de</strong>l filosofo francés Merleau-Ponty, el<br />
concepto <strong>de</strong> Naturaleza adquiere un papel fundamental. La naturaleza no es sólo el<br />
“mundo físico” o “material”, sino el horizonte originario. Este modo <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r lo<br />
natural <strong>de</strong>viene <strong>de</strong> la propuesta ontológica <strong>de</strong>l autor: la carne como elemento primordial<br />
tiene carácter reversible: es visible e invisible, sentido y sentiente, natural y cultural. Estas<br />
parejas no contienen términos opuestos, sino el anverso y el reverso <strong>de</strong>l tejido <strong>de</strong>l que<br />
está hecho el mundo.<br />
Es así que la relación entre el ser natural y el ser cultural es una relación<br />
hiperdialéctica, es <strong>de</strong>cir, una relación en la que la síntesis nunca es lograda, sino como un<br />
intercambio inagotable <strong>de</strong> los dos términos. El ser es “ser salvaje” al cual se acce<strong>de</strong> por la<br />
percepción, pues percibir es percibir naturaleza, pero a su vez el ser es cultural, pues es<br />
ser expresivo, ser simbólico. El mismo Merleau-Ponty consi<strong>de</strong>ra abstracta la distinción<br />
entre naturaleza y cultura, pues todo es natural en nosotros, nuestra percepción es<br />
cultural e histórica, a la vez que todo es cultural pues hasta la cultura se apoya en el<br />
polimorfismo <strong>de</strong>l Ser salvaje. Por lo que será lo corporal (cuerpo salvaje y expresivo) en<br />
tanto variante <strong>de</strong>l ser carnal, el nexo que permitirá enten<strong>de</strong>r la relación entre el ser natural<br />
o salvaje, en el que se funda la experiencia perceptiva, y el ser cultural que implica la<br />
intersubjetividad o intercorporeidad. Esta última noción será retomada aquí para<br />
consi<strong>de</strong>rarla <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la relación dialéctica naturaleza-cultura.<br />
Es en este contexto en el que analizamos la “Ontología <strong>de</strong> la carne”, bajo el supuesto<br />
<strong>de</strong> que ésta constituye una superación <strong>de</strong> la dicotomía “cultura-naturaleza”. Para la<br />
exposición estableceremos tres ejes temáticos. En el primero nos <strong>de</strong>tendremos en el<br />
concepto <strong>de</strong> naturaleza que funda el llamado “ser natural” o “ser salvaje”. En el segundo,<br />
consi<strong>de</strong>raremos la ontología fundada en lo visible y lo invisible, la Ontología <strong>de</strong> la carne.<br />
Por último abordaremos a la luz <strong>de</strong> dicha ontología, las relaciones intersubjetivas a partir<br />
<strong>de</strong>l concepto merleau pontiano <strong>de</strong> “intercorporeidad”, que se vincula estrechamente con el<br />
<strong>de</strong> reversibilidad. A partir <strong>de</strong> estos ejes preten<strong>de</strong>mos mostrar cómo esta dimensión<br />
[intercarnal o intercorporal] permite salvar la supuesta diferencia entre naturaleza y<br />
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El ser salvaje<br />
Nos ocuparemos en primer lugar <strong>de</strong>l concepto <strong>de</strong> Naturaleza tal como lo recupera<br />
Merleau-Ponty. Volver a lo natural 1 se torna imprescindible para dar cuenta <strong>de</strong>l cuerpo,<br />
pues “una ontología que omite la Naturaleza se encierra en lo incorporal y da, por esta<br />
razón, una imagen fantástica <strong>de</strong>l hombre, <strong>de</strong>l espíritu y <strong>de</strong> la historia” 2<br />
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1<br />
Debemos aclarar que Merleau-Ponty no está entendiendo naturaleza en el sentido <strong>de</strong> sostener un<br />
naturalismo, como se verá a lo largo <strong>de</strong>l apartado.<br />
2<br />
Merleau Ponty, M.; Filosofía y lenguaje…, pág. 74.