PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...
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En la obra <strong>de</strong> Nietzsche, Dios también muere por su ina<strong>de</strong>cuación con el buen<br />
gusto, y a causa <strong>de</strong> la risa ridiculizadora. Pero más allá <strong>de</strong> las diferentes formas <strong>de</strong><br />
muerte, nos interesa aquí poner el ojo en el asesino. ¿Quién mata a Dios? ¿El último<br />
hombre, el hombre superior, el más feo <strong>de</strong> los hombres, Zaratustra? ¿Todos? Como se<br />
ve, es discutible. Foucault da por sentado que el último hombre es el asesino <strong>de</strong> Dios, lo<br />
cual no constituye una falsedad si consi<strong>de</strong>ramos que lo hemos matado todos, o que lo<br />
han matado (la primera vez, cuchillo en mano) los hombres <strong>de</strong>l mercado. El problema es<br />
otro: a pesar <strong>de</strong> que Foucault las mencione como equivalentes, las figuras <strong>de</strong>l hombre y<br />
<strong>de</strong>l último hombre son bien distintas. Mientras que el primero alberga ambigüeda<strong>de</strong>s, el<br />
segundo es, como enseña la quinta parte <strong>de</strong>l Prólogo <strong>de</strong> Así habló Zaratustra, una<br />
planicie <strong>de</strong>sértica sin espesor alguno. El último hombre es el ateo vulgar: no cree en Dios<br />
porque es una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong> para él, así como lo son el amor, la creación y el<br />
anhelo, no porque se haya <strong>de</strong>shecho <strong>de</strong> Él como una sombra que <strong>de</strong>bía superar. El último<br />
hombre todo lo empequeñece: su estirpe es in<strong>de</strong>structible y es el que más tiempo vive.<br />
Todos son iguales y, sigue Nietzsche con lo que ahora se nos aparece como una<br />
resonancia foucaultiana, envían al manicomio a quien tiene sentimientos distintos. De<br />
hecho, constituye una objeción consi<strong>de</strong>rada por Nietzsche a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l eterno retorno,<br />
puesto que si todo retorna tal como ocurrió (cf. “De la visión y <strong>de</strong>l enigma”), también<br />
retorna el último hombre...<br />
Foucault pue<strong>de</strong> haber extraído <strong>de</strong> Nietzsche cierto <strong>de</strong>sdén por el humanismo. Por<br />
ejemplo, Zaratustra afirma que “una sucia corriente es el hombre” (2007, 35) y que se<br />
necesita un mar (el superhombre) para no volverse impuro al integrarlo. Más a<strong>de</strong>lante, es<br />
más directo en sus diatribas: “La tierra (…) tiene una piel; y esa piel tiene enfermeda<strong>de</strong>s.<br />
Una <strong>de</strong> ellas se llama, por ejemplo: 'hombre'” (2007, 193). Nietzsche no alberga ninguna<br />
nostalgia hacia el hombre: no lo mira con compasión ni con lástima, no lo consi<strong>de</strong>ra una<br />
víctima más que <strong>de</strong> sí mismo, y no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> exigirle que esté no a su misma altura sino<br />
más arriba.<br />
Pero así como hay <strong>de</strong>sprecio hay amor. Aun más: hay <strong>de</strong>sprecio porque hay amor.<br />
Es necesario ser fuerte para <strong>de</strong>spreciar lo que en uno <strong>de</strong>be ser <strong>de</strong>sechado o mejorado. La<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> hombre está cargada <strong>de</strong> ambigüeda<strong>de</strong>s. En el primer encuentro que protagoniza<br />
al <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la montaña don<strong>de</strong> ha estado, Zaratustra le respon<strong>de</strong> al santo que dice<br />
amar a Dios y que a causa <strong>de</strong> ese amor abandona a los hombres: “yo [en cambio] amo a<br />
los hombres” (2007; 32). Y poco más a<strong>de</strong>lante, a los hombres mismos, no les prescribe la<br />
eliminación ni les anuncia su muerte: “Yo os enseño al superhombre. El hombre es algo<br />
que <strong>de</strong>be ser superado” (2007; 34).<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> constituir un tránsito, un <strong>de</strong>venir, hombre significa para Nietzsche “el que<br />
realiza valoraciones” (cf. 2007; 96): Andrés Sánchez Pascual, traductor y responsable <strong>de</strong><br />
las notas <strong>de</strong> la edición castellana <strong>de</strong> Así habló Zaratustra, informa en la nota número 82<br />
que “Nietzsche basa esta afirmación en su creencia <strong>de</strong> que la palabra alemana Mensch<br />
(hombre) viene <strong>de</strong>l latín mensuratio (medida). Esta misma opinión la aduce también en<br />
Genealogía <strong>de</strong> la moral” (en Nietzsche, 2007; 441). La transvaloración <strong>de</strong> los valores<br />
implica la transformación <strong>de</strong>l hombre. Un cambio <strong>de</strong> los valores equivale a un cambio <strong>de</strong><br />
los creadores porque sólo por el valorar existe el valor. Los problemas podrían provenir<br />
incluso <strong>de</strong> la ausencia <strong>de</strong> Humanidad. El hecho <strong>de</strong> que falte una única meta es sospecha<br />
para Zaratustra <strong>de</strong> que falte humanidad (cf. Nietzsche 2007; 97).<br />
Zaratustra dice caminar entre los hombres “como entre fragmentos <strong>de</strong> futuro: <strong>de</strong><br />
aquel futuro que yo contemplo” (Op. Cit; 204). Los hombres albergan un futuro que no se<br />
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