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concibiéramos a este grafiti y a cualquier arte urbano fuera de este continente, de este párergon, dejaría de ser tal, se transformaría en otro arte, su esencia mutaría. Quizá, si se nos permite, este arte grafitero, y feminista, del que hemos hecho mención, debe estar necesariamente en la calle, en el lienzo más grande, porque de lo contrario se volvería academia, académico y academicista. Parafraseando a Butler a finales del Género en disputa, podemos decir que lo que se necesita es que las ideas feministas se traduzcan en la realidad concreta, porque la teoría ha sido desarrollada, aunque no así la práctica de esa teoría. Claro está, quizá sin esa teoría la práctica nunca se pudiera desarrollar; eso no lo sabemos aún, ya que implicaría otro tipo de análisis y otro tipo de problema, el de la relación entre teoría y práctica. Lo que no puede desconocerse es que, para lxs transeúntes cotidianxs, el efecto del contenido efímero – dentro de lo que contiene permanente- en fundamental, ya que genera “mella” en ellxs. El grafiti: una forma habitual de habitar el espacio del mundo La ciudad es un escenario en la que los grafitis colorean los grises decorados. Modifican la escenografía, confunden a lxs actorxs, desestructuran el rutinario transcurrir por el espacio. Imponen ritmos desconocidos, nos hacen dudar de la linealidad del tiempo, renuevan el misterio en cada muro que miramos. Nos devuelven el asombro, aquel que lxs humanxs solían tener antes, mucho antes de pasar a ser una sociedad planificada, en la que el asombro se des-asombró. El grafiti se apodera del espacio construyendo lugares. Solemos encontrarlo en cada cuadra, en cada rincón de las ciudades que habitamos. Habita espacios y, en la medida que los habita, construye lugares. Un lugar surge en tanto se hace presente. Sólo por él y no antes de él, el lugar es. El grafiti habita el espacio y el género desborda al grafiti y al espacio. El género no es una irrupción -más o menos irruptora- como podría ser el grafiti, aunque su tematización, su problematización y su visibilización sí lo son, al menos en este momento socio-histórico en el cual estamos. Los espacios se construyen en cuanto los habitamos. El grafiti interviene los espacios, y en tanto interviene construye lugares. ¿Cómo? Tal vez una de las armas más poderosas y seductoras que utiliza sea el lenguaje, la palabra y la imagen cumplen un rol fundamental en tanto, sólo por él, lxs artistas callejerxs construyen. Pues, una de las fascinaciones que despiertan los grafitis está relacionada con cómo sus autorxs manejan los códigos poéticos… 196
A través de las palabras de Hörderlin, Heidegger dice: “Poéticamente habita el hombre 1 ”. Al acto de hacer se lo llama en griego ποίησις (poíesis) que significa creación y construcción. En este sentido el hombre habita poéticamente sobre la tierra, porque tiene que crearse a sí mismo, tiene que crear una cultura que le dé cobijo. Ésta creación, esta poíesis, también es política en los grafitis de género. Es creación política, es decir, es construcción de apertura, de nuevos sentidos, pero a su vez es la práctica de éstos conceptos, es la puesta en acto que antes reclamamos citando a Butler. Para lxs artistas callejerxs, el grafiti es su forma habitual de habitar el espacio del mundo. El espaciar origina el situar que prepara a su vez el habitar. Lxs seres humanxs construyen porque previamente habitan, y no habitan porque construyen. El grafiti es una extensión, una prolongación, una ramificación de quien lo hace y al hacerlo crea y decora su escenario para la habitalidad. Para la suya y para la de otrxs. Funciona como puente permitiendo, siempre y cuando le brindemos tiempo y lo dejemos habitar nuestro espacio del mundo, que lo hagamos nuestro, que lo llenemos de sentido, que lo tomemos, que lo necesitemos. O simplemente puede pasar inadvertido y lo ignoramos… como dice Heidegger: “Los espacios se abren por el hecho de que se los deja entrar en el habitar de los hombres”. 2 El habitar y el construir están ligados, ensamblados con el pensar. Pensar y construir, ambos le dan apertura al Ser, creando un espacio habitable. Es en el habitar donde se percibe el sentido del espacio y el pensar acoge e instala al ser. “Construir y 3 pensar son siempre, cada uno a su manera, ineludible para el habitar”. Una colaboración a la apertura… Como todo arte, el grafiti se ve afectado a los cambios y movimientos del mundo que lo contiene. Tal vez una de las principales funciones del grafiti sea la de provocar al espectadorx o, porque no, a la sociedad en general. Pues si para Baudrillard “todos jugamos a disimular la indiferencia”, lxs artesanxs callejerxs proponen un juego distinto; su arte genera rechazo, asco, risas, adhesión o polémica, pero difícilmente indiferencia. Entonces sí, el grafiti es provocación. Pero… provoca sólo a aquellxs que se lo permiten, que se permiten verlo, que le ceden y detienen su tiempo. A quienes se percatan de su existencia, a quienes se sientan 1 Heidegger, M. Conferencias y Artículos, Odós, Barcelona, 1994. Cap. 8. “…Poéticamente habita el hombre…”. 2 Ídem 3: 138. 3 Ídem 3: 141 197
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A través <strong>de</strong> las palabras <strong>de</strong> Hör<strong>de</strong>rlin, Hei<strong>de</strong>gger dice: “Poéticamente habita el<br />
hombre 1<br />
”. Al acto <strong>de</strong> hacer se lo llama en griego ποίησις (poíesis) que significa creación y<br />
construcción. En este sentido el hombre habita poéticamente sobre la tierra, porque tiene<br />
que crearse a sí mismo, tiene que crear una cultura que le dé cobijo. Ésta creación, esta<br />
poíesis, también es política en los grafitis <strong>de</strong> género. Es creación política, es <strong>de</strong>cir, es<br />
construcción <strong>de</strong> apertura, <strong>de</strong> nuevos sentidos, pero a su vez es la práctica <strong>de</strong> éstos<br />
conceptos, es la puesta en acto que antes reclamamos citando a Butler.<br />
Para lxs artistas callejerxs, el grafiti es su forma habitual <strong>de</strong> habitar el espacio <strong>de</strong>l<br />
mundo. El espaciar origina el situar que prepara a su vez el habitar. Lxs seres humanxs<br />
construyen porque previamente habitan, y no habitan porque construyen.<br />
El grafiti es una extensión, una prolongación, una ramificación <strong>de</strong> quien lo hace y<br />
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habitar nuestro espacio <strong>de</strong>l mundo, que lo hagamos nuestro, que lo llenemos <strong>de</strong> sentido,<br />
que lo tomemos, que lo necesitemos. O simplemente pue<strong>de</strong> pasar inadvertido y lo<br />
ignoramos… como dice Hei<strong>de</strong>gger: “Los espacios se abren por el hecho <strong>de</strong> que se los<br />
<strong>de</strong>ja entrar en el habitar <strong>de</strong> los hombres”. 2<br />
El habitar y el construir están ligados, ensamblados con el pensar. Pensar y<br />
construir, ambos le dan apertura al Ser, creando un espacio habitable. Es en el habitar<br />
don<strong>de</strong> se percibe el sentido <strong>de</strong>l espacio y el pensar acoge e instala al ser. “Construir y<br />
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pensar son siempre, cada uno a su manera, ineludible para el habitar”.<br />
Una colaboración a la apertura…<br />
Como todo arte, el grafiti se ve afectado a los cambios y movimientos <strong>de</strong>l mundo<br />
que lo contiene.<br />
Tal vez una <strong>de</strong> las principales funciones <strong>de</strong>l grafiti sea la <strong>de</strong> provocar al<br />
espectadorx o, porque no, a la sociedad en general. Pues si para Baudrillard “todos<br />
jugamos a disimular la indiferencia”, lxs artesanxs callejerxs proponen un juego distinto;<br />
su arte genera rechazo, asco, risas, adhesión o polémica, pero difícilmente indiferencia.<br />
Entonces sí, el grafiti es provocación.<br />
Pero… provoca sólo a aquellxs que se lo permiten, que se permiten verlo, que le<br />
ce<strong>de</strong>n y <strong>de</strong>tienen su tiempo. A quienes se percatan <strong>de</strong> su existencia, a quienes se sientan<br />
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Hei<strong>de</strong>gger, M. Conferencias y Artículos, Odós, Barcelona, 1994. Cap. 8. “…Poéticamente habita<br />
el hombre…”.<br />
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