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Referencias bibliográficas BERCIANO, M. (1980), “Herbert Marcuse. El primer marxista heideggeriano”, en Revista Pensamiento. Revista de Investigación e información filosófica, Vol. 36, Nro.14, Abriljunio, Madrid, UNC. CASTELLET, JM. (1969), Lectura de Marcuse, Barcelona, Seix-Barral. FERRARI, O. (2009), Hegel-Marx. El método dialéctico. Contribución a una teoría crítica de la sociedad, Mendoza, EDIUNC. HABERMAS, J. (2000), “Herbert Marcuse”, en Perfiles filosófico-políticos, Trad. M. Jiménez Redondo, Madrid, Taurus. MARCUSE, H. (1928), “Contribuciones para una fenomenología del materialismo histórico”, en José Romero Cuevas, Marcuse y los orígenes de la Teoría Crítica, México, Plaza y Valdés Editores, 2010. MARCUSE, H. (1969) Para una teoría crítica de la sociedad. Caracas, Tiempo Nuevo. Contiene: “Nuevas fuentes para fundamentar el materialismo histórico” [1932], “Estudios sobre la autoridad y la familia” [1936] y “Hacia el concepto de negación en la dialéctica” [1967]. MARCUSE, H. (2003) Razón y Revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social, Trad. Fombona de Sucre y Rubio Llorente, Madrid, Alianza. MARX, C. (2004) Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Buenos Aires, Colihue. 186

El campo antropológico a partir de la crítica feminista de los ´70: de la antropología de la mujer a la antropología de género 187 Carolina Cravero Universidad Nacional de Córdoba – Centro de Estudios Avanzados - SECYT Entre las décadas de 1960 - 1970 el llamado feminismo de la diferencia introduce una tensión teórica en la mayoría de las disciplinas, especialmente dentro de las ciencias sociales y humanas, la antropología no estuvo al margen. Por otra parte, dentro del campo antropológico aparecía la reflexividad y el debate a partir de la publicación del diario de Bronislaw Malinowski en 1967. Así, antropólogos y antropólogas comienzan a devolver la mirada hacia sus propias prácticas y hacia sí mismos. Dentro de la disciplina antropológica se habla de la “revolución feminista” (existió?) y esto da cuenta del impacto que tuvieron dichos postulados críticos hacia la mirada androcéntrica que hasta el momento predominaba en la mayoría de los trabajos de campo. Así, por un lado, se modifica el quehacer y pensar antropológico y, por otra parte, la antropología proporciona su particular perspectiva intercultural permitiéndole al feminismo militante problematizar un estereotipo etno-céntrico asociado a la condición de las mujeres blancas, occidentales, heterosexuales y de clase media 1 . El actual debate político en torno al sujeto del feminismo que abrió el “posmodernismo” de Judith Butler (1992) nos coloca frente al tema de la alteridad, no sólo dentro de la producción teórica sino también en relación a la práctica política. Ya no se trata de una mera cuestión de singular y plurales a la hora de dirigirse a la/s mujer/es, sino de preguntarse acerca del proceso de construcción y sus consecuencias, en uno y otro sentido, de tomar al sujeto como pre-requisito. A partir de la pregunta de Butler (1992) sobre quién es el sujeto del feminismo se intensificó un debate que ya había sido abierto dentro de los movimientos. Dicho debate constituye el actual contexto de discusión teórica en los estudios de género y se encuentra estrechamente vinculado a la problematización que la crítica feminista de los ´70 introdujo en el campo antropológico, permitiendo el 2 tránsito de la llamada antropología de la mujer a la antropología de género. La antropología de la mujer La llamada antropología de la mujer planteaba en primer lugar recuperar la labor de etnógrafas opacadas por los “padres” de la antropología, así como derribar la mirada androcéntrica que había primado en los trabajos de campo antropológicos hasta el momento. Fue en esta línea que se planteó hacer investigación o etnografía feminista 1 Para Marta Lamas (1986) fue un acierto por parte del nuevo feminismo de los setenta la formulación de un interrogante clave: ¿Por qué la diferencia sexual se vuelve desigualdad social? considera que este hecho fue el que hizo de la antropología un terreno fértil para el feminismo. De esta forma el feminismo de los setenta se hará de conceptos y teorías ofrecidas por el campo antropológico para esclarecer qué era lo innato y qué lo adquirido en las características femeninas y masculinas de las personas. 2 Me interesa mencionar que hay autoras que lo plantean como diferentes momentos dentro de una misma antropología feminista. En este sentido son interesantes los trabajos de Marcela Lagarde (2006) y M. Patricia Castañeda Salgado (2007), así como Schulamit Reinharz y L. Davidman (1992).

El campo antropológico a partir <strong>de</strong> la crítica feminista <strong>de</strong> los ´70: <strong>de</strong> la antropología<br />

<strong>de</strong> la mujer a la antropología <strong>de</strong> género<br />

187<br />

Carolina Cravero<br />

Universidad <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> Córdoba – Centro <strong>de</strong> Estudios Avanzados - SECYT<br />

Entre las décadas <strong>de</strong> 1960 - 1970 el llamado feminismo <strong>de</strong> la diferencia introduce una<br />

tensión teórica en la mayoría <strong>de</strong> las disciplinas, especialmente <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> las ciencias<br />

sociales y humanas, la antropología no estuvo al margen. Por otra parte, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

campo antropológico aparecía la reflexividad y el <strong>de</strong>bate a partir <strong>de</strong> la publicación <strong>de</strong>l<br />

diario <strong>de</strong> Bronislaw Malinowski en 1967. Así, antropólogos y antropólogas comienzan a<br />

<strong>de</strong>volver la mirada hacia sus propias prácticas y hacia sí mismos.<br />

Dentro <strong>de</strong> la disciplina antropológica se habla <strong>de</strong> la “revolución feminista” (existió?) y esto<br />

da cuenta <strong>de</strong>l impacto que tuvieron dichos postulados críticos hacia la mirada<br />

androcéntrica que hasta el momento predominaba en la mayoría <strong>de</strong> los trabajos <strong>de</strong><br />

campo. Así, por un lado, se modifica el quehacer y pensar antropológico y, por otra parte,<br />

la antropología proporciona su particular perspectiva intercultural permitiéndole al<br />

feminismo militante problematizar un estereotipo etno-céntrico asociado a la condición <strong>de</strong><br />

las mujeres blancas, occi<strong>de</strong>ntales, heterosexuales y <strong>de</strong> clase media 1<br />

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El actual <strong>de</strong>bate político en torno al sujeto <strong>de</strong>l feminismo que abrió el “posmo<strong>de</strong>rnismo” <strong>de</strong><br />

Judith Butler (1992) nos coloca frente al tema <strong>de</strong> la alteridad, no sólo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />

producción teórica sino también en relación a la práctica política. Ya no se trata <strong>de</strong> una<br />

mera cuestión <strong>de</strong> singular y plurales a la hora <strong>de</strong> dirigirse a la/s mujer/es, sino <strong>de</strong><br />

preguntarse acerca <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> construcción y sus consecuencias, en uno y otro<br />

sentido, <strong>de</strong> tomar al sujeto como pre-requisito. A partir <strong>de</strong> la pregunta <strong>de</strong> Butler (1992)<br />

sobre quién es el sujeto <strong>de</strong>l feminismo se intensificó un <strong>de</strong>bate que ya había sido abierto<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los movimientos. Dicho <strong>de</strong>bate constituye el actual contexto <strong>de</strong> discusión teórica<br />

en los estudios <strong>de</strong> género y se encuentra estrechamente vinculado a la problematización<br />

que la crítica feminista <strong>de</strong> los ´70 introdujo en el campo antropológico, permitiendo el<br />

2<br />

tránsito <strong>de</strong> la llamada antropología <strong>de</strong> la mujer a la antropología <strong>de</strong> género.<br />

La antropología <strong>de</strong> la mujer<br />

La llamada antropología <strong>de</strong> la mujer planteaba en primer lugar recuperar la labor <strong>de</strong><br />

etnógrafas opacadas por los “padres” <strong>de</strong> la antropología, así como <strong>de</strong>rribar la mirada<br />

androcéntrica que había primado en los trabajos <strong>de</strong> campo antropológicos hasta el<br />

momento. Fue en esta línea que se planteó hacer investigación o etnografía feminista<br />

1 Para Marta Lamas (1986) fue un acierto por parte <strong>de</strong>l nuevo feminismo <strong>de</strong> los setenta la<br />

formulación <strong>de</strong> un interrogante clave: ¿Por qué la diferencia sexual se vuelve <strong>de</strong>sigualdad social?<br />

consi<strong>de</strong>ra que este hecho fue el que hizo <strong>de</strong> la antropología un terreno fértil para el feminismo. De<br />

esta forma el feminismo <strong>de</strong> los setenta se hará <strong>de</strong> conceptos y teorías ofrecidas por el campo<br />

antropológico para esclarecer qué era lo innato y qué lo adquirido en las características femeninas<br />

y masculinas <strong>de</strong> las personas.<br />

2 Me interesa mencionar que hay autoras que lo plantean como diferentes momentos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una<br />

misma antropología feminista. En este sentido son interesantes los trabajos <strong>de</strong> Marcela Lagar<strong>de</strong><br />

(2006) y M. Patricia Castañeda Salgado (2007), así como Schulamit Reinharz y L. Davidman<br />

(1992).

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