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En esta forma no auténtica de la existencia del trabajo humano, todos los conceptos ligados a la esencia del hombre, y el hombre mismo, adquieren ese mismo rasgo de inautenticidad: Para que la fuerza de trabajo se convierta en una mercancía tiene que existir el trabajo libre; el individuo ha de ser libre a fin de vender su fuerza de trabajo a quien es libre y capaz de comprarla. El contrato de trabajo representa esta libertad, igualdad y justicia en la sociedad civil. Esta forma histórica de la libertad, la justicia y la igualdad es, pues, la condición misma de la explotación. (Marcuse, 2003: 307) Los apuntes de Marcuse revelan entonces que uno de los grandes descubrimientos de la teoría de Marx es que en la forma y el proceso de la sociedad capitalista la libertad produce y perpetúa su opuesto, es decir, la esclavitud. Por esto mismo, la posibilidad real de la felicidad solo puede darse a través de la negación de las relaciones sociales existentes y del develamiento de la auténtica naturaleza universal del hombre. A lo largo de toda su obra, pero de manera especial en estos textos tempranos cuyo sentido intentamos retomar aquí, Marcuse insiste en pensar el problema del hombre desde algunas categorías profundamente marxianas que giran en torno a las nociones de libertad y felicidad del hombre. Breves palabras de cierre Nos ha interesado señalar la continuidad, en Marcuse, de las categorías esenciales de la reflexión antropológica del joven Marx. A lo largo del trabajo hemos querido dejar en evidencia que las categorías de trabajo, libertad y felicidad vertebran el pensamiento de ambos autores y se ligan a otras tantas nociones antropológicas como las de naturaleza, objetivación, sensibilidad, historicidad y emancipación. Desde esa lectura, no debe extrañarnos que, en la filosofía de Marcuse, Marx sea presentado como uno de los principales pensadores de la lucha por la transformación del mundo en términos de la esencialidad humana, de su autenticidad y plenitud. Pero tampoco deberá extrañarnos que las nociones centrales de la antropología, elaborada desde esa perspectiva del joven Marx, aparezcan en Marcuse teñidas de elementos heideggerianos o freudianos. Este rasgo, señalado con frecuencia como una limitación 184
del marxismo de Marcuse, tal vez –por el contrario- forme parte de su aportación más relevante. Creemos que la relación entre el joven Marcuse y el joven Marx cobra entonces su principal fuerza allí donde excede la común raíz hegeliana e identifica lo humano, también, con la felicidad. Como señala Castellet en su breve texto, Marcuse acepta a Marx en su totalidad, pero quiere subrayar aquel temario del derecho a la felicidad, muchas veces voluntariamente puesto en olvido –por razones políticas inmediatas, y tal vez por políticos cortos de alcances-, porque sin él, piensa, la obra de Marx no tiene toda la trascendencia que con él cobra, y porque, amputándolo, el establecimiento de un socialismo que se titula marxista puede formar también una sociedad totalitaria. (Castellet, 1969: 63) Un año antes de su muerte y a más de treinta y cinco años del más tardío de los textos expuestos aquí, Marcuse aún respondía una pregunta acerca del “hombre nuevo” con la mirada puesta en aquella noción de felicidad para la cuál consideraba indispensable una modificación profunda en la estructura de la personalidad. Así, la expresión “hombre nuevo” refería para él …a una transformación tal de la estructura pulsional que la energía destructiva vaya quedando sometida gradualmente a la energía erótica, hasta que la cantidad se transforme en cualidad y las relaciones humanas entre [los hombres y con la naturaleza] queden pacificadas y abiertas a la felicidad. (Habermas, 2000: 252). El anhelo del humanismo marxista no es otro que el de la plena realización de las potencialidades humanas. El actual estadio de desarrollo capitalista señala, una y otra vez, que este anhelo sigue muy lejos de convertirse en una realidad. En este escenario, creemos que la actualización de las categorías marcuseanas en diálogo con los primeros textos de Marx, se convierten en herramientas indispensables en el debate sobre el humanismo y en la reflexión, indispensable, acerca de los vínculos entre teoría y praxis social. 185
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En esta forma no auténtica <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong>l trabajo humano, todos los<br />
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Para que la fuerza <strong>de</strong> trabajo se convierta en una mercancía tiene<br />
que existir el trabajo libre; el individuo ha <strong>de</strong> ser libre a fin <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>r su<br />
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trabajo representa esta libertad, igualdad y justicia en la sociedad civil.<br />
Esta forma histórica <strong>de</strong> la libertad, la justicia y la igualdad es, pues, la<br />
condición misma <strong>de</strong> la explotación. (Marcuse, 2003: 307)<br />
Los apuntes <strong>de</strong> Marcuse revelan entonces que uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />
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capitalista la libertad produce y perpetúa su opuesto, es <strong>de</strong>cir, la esclavitud. Por esto<br />
mismo, la posibilidad real <strong>de</strong> la felicidad solo pue<strong>de</strong> darse a través <strong>de</strong> la negación <strong>de</strong> las<br />
relaciones sociales existentes y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>velamiento <strong>de</strong> la auténtica naturaleza universal <strong>de</strong>l<br />
hombre. A lo largo <strong>de</strong> toda su obra, pero <strong>de</strong> manera especial en estos textos tempranos<br />
cuyo sentido intentamos retomar aquí, Marcuse insiste en pensar el problema <strong>de</strong>l hombre<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> algunas categorías profundamente marxianas que giran en torno a las nociones <strong>de</strong><br />
libertad y felicidad <strong>de</strong>l hombre.<br />
Breves palabras <strong>de</strong> cierre<br />
Nos ha interesado señalar la continuidad, en Marcuse, <strong>de</strong> las categorías<br />
esenciales <strong>de</strong> la reflexión antropológica <strong>de</strong>l joven Marx. A lo largo <strong>de</strong>l trabajo hemos<br />
querido <strong>de</strong>jar en evi<strong>de</strong>ncia que las categorías <strong>de</strong> trabajo, libertad y felicidad vertebran el<br />
pensamiento <strong>de</strong> ambos autores y se ligan a otras tantas nociones antropológicas como<br />
las <strong>de</strong> naturaleza, objetivación, sensibilidad, historicidad y emancipación.<br />
Des<strong>de</strong> esa lectura, no <strong>de</strong>be extrañarnos que, en la filosofía <strong>de</strong> Marcuse, Marx sea<br />
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mundo en términos <strong>de</strong> la esencialidad humana, <strong>de</strong> su autenticidad y plenitud. Pero<br />
tampoco <strong>de</strong>berá extrañarnos que las nociones centrales <strong>de</strong> la antropología, elaborada<br />
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