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objetos hace del ser humano un ser sensible. La sensibilidad también lo define esencialmente porque implica la capacidad de ser afectado por las cosas. Ser sensible es ser paciente, indigente, necesitado. La sensibilidad, en la tradición del idealismo alemán, es el fundamento de la ciencia. Como recuerda Ferrari, …con Marx, se realiza, precisamente en torno al concepto de sensibilidad (como objetivación), colocado en el centro de la determinación del ser del hombre, aquel giro decisivo desde la filosofía clásica alemana a la teoría de la revolución, ya que Marx introduce las determinaciones del ser práctico y social en la determinación del ser del hombre. (Ferrari, 2009: 100) Marcuse se propone analizar la relación entre el concepto de trabajo y la idea de hombre como ser natural y sensible, es decir objetivo. Los objetos son para Marx objetos de la necesidad humana y no principalmente objetos de la contemplación. La necesidad atañe al hombre en su totalidad, el ser humano necesita de la exterioridad y se compromete con ella transformando al objeto en medio de vida. La objetivación es también una actividad colectiva. La vida de género implica que el hombre no trabaja aislado. La realidad objetiva es social y por lo mismo histórica. A lo que se suma el hecho ineludible de que la vida humana es la vida productiva, la vida creativa. En este punto, Marcuse vuelve a la definición del trabajo como categoría ontológica: …en cuanto el hombre se confiere su propia realidad en la creación, la transformación y la apropiación del mundo objetivo, en cuanto su “conducta frente al objeto” es precisamente “la afirmación de la realidad humana”, el trabajo se convierte, por lo tanto, en la verdadera expresión de la libertad humana. (Marcuse, 1969: 39) La inclusión de la historicidad en la definición de ser humano no supone la confusión de la historia esencial con la historia real, la esencia y la existencia se distinguen en el hombre: “su existencia es un “medio” para la realización de su esencia o, —en la alienación— su esencia es un medio para lograr su mera existencia física” (Marcuse, 1969: 44). Por ello el capitalismo implica la destrucción del ser humano como tal. La intención de recuperar aquí las categorías centrales de la lectura que hace Marcuse de los Manuscritos es mostrar el contenido de una dialéctica negativa que se centra en la humanidad. El humanismo presentado tiene como principal objetivo señalar 178
las posibilidades de emancipación de una humanidad cuyas condiciones de desalienación radican aún en una utopía que sigue siendo un ideal regulador de la teoría crítica. II. Libertad En 1936, en sus Estudios sobre autoridad y familia, Marcuse analiza la dialéctica autoridad-libertad en relación con la cultura burguesa. En la filosofía burguesa (desde Lutero hasta Hegel), tal como Marcuse muestra también en Acerca del carácter afirmativo de la cultura un año más tarde, la libertad queda reducida a la intimidad de los individuos, al campo “espiritual”. Esto concedía la falta de libertad exterior como algo aceptado y aceptable. Frente a esta visión cristiana de la libertad, aparecen otras corrientes filosóficas que se le oponen, tal es el caso del Iluminismo francés, que puso en el centro de sus preocupaciones a la libertad y la felicidad terrenales. Desde el punto de vista antropológico, Marcuse sostiene que Marx ve en esta contradicción entre el fomento de la libertad interior y la negación de la libertad exterior, una interpretación cristiana del hombre como ser abstracto, alejado de la praxis (social y concreta). De este modo, todos son considerados como sujetos naturales de derecho, libres e iguales, más allá de las diferencias materiales que determinan sus distintas condiciones sociales. A esta imagen le corresponde la sociedad burguesa como una sociedad de mercancías con la cual los hombres se enfrentan, no como individuos concretos, sino como compradores y vendedores abstractos de mercancías: su ‘trabajo privado’ se expresa como ‘trabajo humano abstracto e igual para todos y se mide en función de un tiempo abstracto y social de trabajo (Marcuse, 1969: 172). Para Marx, la mercancía reviste un carácter místico que la torna en fetiche. De este modo, la mercancía antepone su valor de cambio al valor de uso y los hombres se someten a ella en lugar de controlarla en tanto cosa. Afirma Marx que el dinero, como la forma más acabada de la mercancía, vela, oculta el carácter social de los trabajos privados, abstrayendo las desigualdades reales bajo la forma de la igualdad del trabajo abstracto. 179
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hombre. (Ferrari, 2009: 100)<br />
Marcuse se propone analizar la relación entre el concepto <strong>de</strong> trabajo y la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />
hombre como ser natural y sensible, es <strong>de</strong>cir objetivo. Los objetos son para Marx objetos<br />
<strong>de</strong> la necesidad humana y no principalmente objetos <strong>de</strong> la contemplación. La necesidad<br />
atañe al hombre en su totalidad, el ser humano necesita <strong>de</strong> la exterioridad y se<br />
compromete con ella transformando al objeto en medio <strong>de</strong> vida. La objetivación es<br />
también una actividad colectiva. La vida <strong>de</strong> género implica que el hombre no trabaja<br />
aislado. La realidad objetiva es social y por lo mismo histórica. A lo que se suma el hecho<br />
ineludible <strong>de</strong> que la vida humana es la vida productiva, la vida creativa. En este punto,<br />
Marcuse vuelve a la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l trabajo como categoría ontológica:<br />
…en cuanto el hombre se confiere su propia realidad en la creación,<br />
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“conducta frente al objeto” es precisamente “la afirmación <strong>de</strong> la realidad<br />
humana”, el trabajo se convierte, por lo tanto, en la verda<strong>de</strong>ra expresión<br />
<strong>de</strong> la libertad humana. (Marcuse, 1969: 39)<br />
La inclusión <strong>de</strong> la historicidad en la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> ser humano no supone la<br />
confusión <strong>de</strong> la historia esencial con la historia real, la esencia y la existencia se<br />
distinguen en el hombre: “su existencia es un “medio” para la realización <strong>de</strong> su esencia o,<br />
—en la alienación— su esencia es un medio para lograr su mera existencia física”<br />
(Marcuse, 1969: 44). Por ello el capitalismo implica la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l ser humano como<br />
tal.<br />
La intención <strong>de</strong> recuperar aquí las categorías centrales <strong>de</strong> la lectura que hace<br />
Marcuse <strong>de</strong> los Manuscritos es mostrar el contenido <strong>de</strong> una dialéctica negativa que se<br />
centra en la humanidad. El humanismo presentado tiene como principal objetivo señalar<br />
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