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sobre las posibilidades de existencia del hombre. La propuesta marcuseana surge de la necesidad de comprender el auténtico ser del hombre que es “impulsada por la urgencia de una existencia convertida en insoportable.” (Marcuse, 1928: 129). El intento de Marcuse en este ensayo propone reunir los aportes del primer Heidegger, del joven Marx y los suyos propios, para alcanzar un esclarecimiento de las potencialidades del hombre que oriente la praxis hacia su realización. Habermas observa que, en esto, Marcuse se anticipa a Sartre y al conjunto de los existencialistas de izquierda de París, a lo que agrega que …no está al abrigo de materiales errores y equívocos el que no sea ya capaz de adivinar siquiera, tras las categorías de la doctrina freudiana de los instintos, de las que Marcuse desarrolló una construcción histórica marxista, y tras la antropología que hoy de nuevo pone en primer plano, la oculta presencia de las categorías de Sein und Zeit. (Habermas, 1969: 12) Las Contribuciones… son el primero de los textos que hemos seleccionado para este rastreo de la antropología de Marx en el pensamiento de Marcuse. En los siguientes apartados, propuestos cada uno en torno a una de las categorías mencionadas al principio, centraremos la atención en otros tres textos, donde la presencia de Heidegger se desvanece y el diálogo con Marx es cada vez más profundo. I. Trabajo Las Nuevas fuentes para fundamentar el materialismo histórico de 1932 centran su atención en la noción de trabajo alienado que para Marcuse es el fundamento a partir del cual Marx realiza la crítica a la economía burguesa. Marx se enfoca en el ser humano como tal y no en el trabajador o el sujeto económico. La perspectiva para la crítica de Marx de la economía política clásica es entonces filosófica y centrada en la “esencia del hombre”. La interpretación de Marcuse supone la crítica a toda escisión entre la filosofía, la economía y la práctica revolucionaria en la teoría marxista. En este sentido, cita tres definiciones ontológicas del concepto de trabajo por Marx, que desde su perspectiva arraigan en el núcleo de la problemática filosófica de Hegel: “El trabajo es el devenir — para sí— del hombre, dentro de la alienación o como hombre alienado”; “es la “autocreación o el acto de auto-objetivación por parte del hombre”; es “la actividad vital, la 176

vida productiva misma”. (Marcuse, 1969: 22) En el trabajo se realiza y confirma el ser humano, es decir se objetiva. El segundo apartado del texto de Marcuse trata específicamente sobre el humanismo, entendido en el sentido de comunismo positivo. Para su exposición, se centra en el desarrollo de la tercera determinación del trabajo alienado, es decir, la alienación del ser genérico y de la naturaleza. Dice Marx: El hombre es un ser genérico, no solo porque práctica y teóricamente convierte en objeto suyo al género, tanto al propio como al de las restantes cosas, sino también, y esto es solo otra expresión para la misma idea— porque se relaciona consigo mismo como con el género actual y vivo, porque se relaciona consigo mismo como con un ser universal y, por ello, libre. (Marx, 2004: 111) El género es, en palabras de Marcuse, “lo universal que perdura siendo igual a sí mismo en todas las individualidades, el ser universal de este ente” (Marcuse, 1969: 26). La importancia de esta definición del hombre como ser genérico, universal y libre radica en que el ser humano “puede percibir y aprehender las ‘posibilidades’ que residen en todo ente” (Marcuse, 1969: 26), más allá de lo inmediato y lo particular. El trabajo, como la actividad humana específica, fundamenta al ser genérico, como poder de comportarse frente a los objetos, captando la universalidad de los mismos. La relación con el género propio, el género humano, fundamenta la libertad, la auto-creación. La naturaleza toda es un medio de vida del ser humano, en lo inmediato, pero también como objeto e instrumento del trabajo como actividad vital. La naturaleza no es sólo un medio de vida en el ámbito de la necesidad física inmediata. A diferencia del animal, la naturaleza es para el ser humano, un medio de vida espiritual, pertenece también al ámbito de la libertad. El ser humano es naturaleza, no está en ella. La historia humana es la historia de su mundo objetivo, de la naturaleza. Marcuse concluye que el humanismo es al mismo tiempo un naturalismo. En la objetivación, el ser humano como ser esencialmente objetivo, fundamenta su unidad con la naturaleza. El ser humano se despliega en objetos exteriores, de modo que el mundo de los objetos es la condición previa del ser del hombre. Pero si el objeto se independiza y se enfrenta al sujeto “la objetivación puede convertirse en cosificación y la exteriorización en enajenación”. (Marcuse, 1969: 30) Si el objeto se independiza y domina al hombre, la objetivación se convierte en cosificación y la exteriorización en extrañamiento (enajenación), como sucede en el trabajo alienado del capitalismo. De lo que se sigue que la cosificación y el extrañamiento son posibles porque está en la esencia del hombre el estar instituido mediante los objetos. Encontrarse entre 177

vida productiva misma”. (Marcuse, 1969: 22) En el trabajo se realiza y confirma el ser<br />

humano, es <strong>de</strong>cir se objetiva.<br />

El segundo apartado <strong>de</strong>l texto <strong>de</strong> Marcuse trata específicamente sobre el<br />

humanismo, entendido en el sentido <strong>de</strong> comunismo positivo. Para su exposición, se<br />

centra en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la tercera <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong>l trabajo alienado, es <strong>de</strong>cir, la<br />

alienación <strong>de</strong>l ser genérico y <strong>de</strong> la naturaleza. Dice Marx:<br />

El hombre es un ser genérico, no solo porque práctica y<br />

teóricamente convierte en objeto suyo al género, tanto al propio como al<br />

<strong>de</strong> las restantes cosas, sino también, y esto es solo otra expresión para la<br />

misma i<strong>de</strong>a— porque se relaciona consigo mismo como con el género<br />

actual y vivo, porque se relaciona consigo mismo como con un ser<br />

universal y, por ello, libre. (Marx, 2004: 111)<br />

El género es, en palabras <strong>de</strong> Marcuse, “lo universal que perdura siendo igual a sí mismo<br />

en todas las individualida<strong>de</strong>s, el ser universal <strong>de</strong> este ente” (Marcuse, 1969: 26). La<br />

importancia <strong>de</strong> esta <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l hombre como ser genérico, universal y libre radica en<br />

que el ser humano “pue<strong>de</strong> percibir y aprehen<strong>de</strong>r las ‘posibilida<strong>de</strong>s’ que resi<strong>de</strong>n en todo<br />

ente” (Marcuse, 1969: 26), más allá <strong>de</strong> lo inmediato y lo particular. El trabajo, como la<br />

actividad humana específica, fundamenta al ser genérico, como po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> comportarse<br />

frente a los objetos, captando la universalidad <strong>de</strong> los mismos. La relación con el género<br />

propio, el género humano, fundamenta la libertad, la auto-creación.<br />

La naturaleza toda es un medio <strong>de</strong> vida <strong>de</strong>l ser humano, en lo inmediato, pero<br />

también como objeto e instrumento <strong>de</strong>l trabajo como actividad vital. La naturaleza no es<br />

sólo un medio <strong>de</strong> vida en el ámbito <strong>de</strong> la necesidad física inmediata. A diferencia <strong>de</strong>l<br />

animal, la naturaleza es para el ser humano, un medio <strong>de</strong> vida espiritual, pertenece<br />

también al ámbito <strong>de</strong> la libertad. El ser humano es naturaleza, no está en ella. La historia<br />

humana es la historia <strong>de</strong> su mundo objetivo, <strong>de</strong> la naturaleza. Marcuse concluye que el<br />

humanismo es al mismo tiempo un naturalismo.<br />

En la objetivación, el ser humano como ser esencialmente objetivo, fundamenta su<br />

unidad con la naturaleza. El ser humano se <strong>de</strong>spliega en objetos exteriores, <strong>de</strong> modo que<br />

el mundo <strong>de</strong> los objetos es la condición previa <strong>de</strong>l ser <strong>de</strong>l hombre. Pero si el objeto se<br />

in<strong>de</strong>pendiza y se enfrenta al sujeto “la objetivación pue<strong>de</strong> convertirse en cosificación y la<br />

exteriorización en enajenación”. (Marcuse, 1969: 30) Si el objeto se in<strong>de</strong>pendiza y domina<br />

al hombre, la objetivación se convierte en cosificación y la exteriorización en<br />

extrañamiento (enajenación), como suce<strong>de</strong> en el trabajo alienado <strong>de</strong>l capitalismo.<br />

De lo que se sigue que la cosificación y el extrañamiento son posibles porque está<br />

en la esencia <strong>de</strong>l hombre el estar instituido mediante los objetos. Encontrarse entre<br />

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