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Corporalidad y subjetividad. Claves para un nuevo humanismo 160 María Laura Ávalos – Universidad Nacional de Córdoba Lucía Noelia Ríos –Universidad Nacional de Córdoba A lo largo del siglo XX la filosofía de inspiración fenomenológica y existencial ocupó un papel central en la revitalización del problema del cuerpo como dimensión constitutiva de la subjetividad. Uno de sus principales aportes fue la distinción entre la representación científica del cuerpo y la experiencia del cuerpo propio, lo cual posibilitó multiplicar el número de sentidos en que podemos referirnos al cuerpo y enriquecer su significación. A su vez, el reconocimiento de esta dimensión vivida de la corporalidad y su descripción minuciosa, pusieron en cuestión la posibilidad de reducir el cuerpo a mero organismo y en virtud de ello, el monopolio que la ciencia parecía tener para dar cuenta de la corporalidad. Al restablecer el carácter enigmático del cuerpo y otorgarle valor filosófico, la fenomenología puso en cuestión de manera decisiva una larga tradición que redujo el cuerpo a un objeto para una conciencia, en virtud de lo cual le asignó un papel contingente y accesorio en la delimitación de lo propiamente humano. En este trabajo nos interesa recuperar algunas herramientas de la fenomenología merleau-pontyana para poder pensar el cuerpo fuera de la pasividad que tradicionalmente se le asignó en tanto objeto. Nuestra apuesta es la de un rescate del cuerpo considerado en sí mismo como potencialidad, expresión y posibilidad. En otras palabras, lo que aquí nos proponemos plantear es que la existencia como subjetividad es una sola cosa con la existencia como cuerpo, con lo cual se pone de relieve que una revalorización de la dimensión corporal conduce a un nuevo modo de comprender al hombre. Finalmente, a partir de este acercamiento a lo humano, se plantean elementos clave para pensar la elaboración de nuevos humanismos que incluyan las cuestiones anteriormente mencionadas. Nuestro punto de partida para este recorrido estará dado por el diagnóstico que nos proporciona David Le Breton, en tanto nos permitirá poner en evidencia la ruptura con el cuerpo que tiene lugar en la modernidad, en particular a partir de la fuerte impronta dualista por la cual se pensó al hombre como un espíritu que posee un cuerpo. Es importante subrayar que esta comprensión del cuerpo y del hombre subyace en perspectivas teóricas contemporáneas en la medida en que el cuerpo sigue siendo el espacio accesorio de proyección de algo que es distinto al sujeto.

I. Le Bretón comienza su análisis haciendo hincapié en que las representaciones que se poseen sobre el cuerpo y los saberes que se constituyen en torno y a través de éste, están íntimamente ligados a un determinado estado social y a una definición de la persona que se inscribe en una visión de mundo mas abarcativa. En tren de justificar esta afirmación, realiza un estudio sobre los modos en los cuales el cuerpo fue concebido a lo largo de la historia en función de esos elementos, a partir del cual se hará visible el movimiento epistemológico y ontológico que culmina con la invención del cuerpo moderno. En el periodo medieval y en la época renacentista estaríamos en presencia de un “cristianismo folklorizado”; enfocado en las relaciones que se establecen entre el hombre y la naturaleza como así también entre estos elementos y su entorno social. El elemento clave en estos periodos radica en que no hay un cuerpo individualizado, sino por el contrario, el hombre se encuentra inevitablemente unido a las fuerzas que rigen el mundo. La carne no es el límite entre el hombre y el mundo, por el contrario, la persona siempre se encuentra subordinada tanto a un orden cósmico que lo excede, como así también a la totalidad social en la cual se encuentra. En la modernidad el hombre se convierte en un hombre separado de sí mismo, de los otros y del cosmos. Se vuelve un individuo, ya no es mas parte del cosmos que lo rodea, adquiere características especiales porque comienza a ser concebido como desdoblado en pensamiento y materia. El cuerpo comienza a convertirse en objeto escindido del yo, puede ser objeto de exposición, de curiosidad, pero no hace a la definición de hombre como sucedía en los pensamientos más tradicionales, hay un deslizamiento del cuerpo por fuera de la persona a partir de la visión dualista de las sustancias, lo cual repercutirá en las prácticas disciplinares que tendrán como supuesto una nueva conceptualización de la corporeidad. Citando al autor, vemos que: “La invención del cuerpo como concepto autónomo implica una mutación de la situación del hombre. La antropología (…) ya no está incluida dentro de una cosmología sino que plantea la singularidad del hombre, su soledad y, paralelamente, actualiza un resto que se denomina cuerpo. La medicina moderna nace de esta fractura ontológica y la imagen que se hace del cuerpo humano tiene su fuente en las representaciones anatómicas de estos cuerpos sin vida en los que el hombre no existe más” 1 1 Le Breton, David. (2010) Pág. 58-59 161

Corporalidad y subjetividad. Claves para un nuevo humanismo<br />

160<br />

María Laura Ávalos – Universidad <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> Córdoba<br />

Lucía Noelia Ríos –Universidad <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> Córdoba<br />

A lo largo <strong>de</strong>l siglo XX la filosofía <strong>de</strong> inspiración fenomenológica y existencial<br />

ocupó un papel central en la revitalización <strong>de</strong>l problema <strong>de</strong>l cuerpo como dimensión<br />

constitutiva <strong>de</strong> la subjetividad. Uno <strong>de</strong> sus principales aportes fue la distinción entre la<br />

representación científica <strong>de</strong>l cuerpo y la experiencia <strong>de</strong>l cuerpo propio, lo cual posibilitó<br />

multiplicar el número <strong>de</strong> sentidos en que po<strong>de</strong>mos referirnos al cuerpo y enriquecer su<br />

significación. A su vez, el reconocimiento <strong>de</strong> esta dimensión vivida <strong>de</strong> la corporalidad y su<br />

<strong>de</strong>scripción minuciosa, pusieron en cuestión la posibilidad <strong>de</strong> reducir el cuerpo a mero<br />

organismo y en virtud <strong>de</strong> ello, el monopolio que la ciencia parecía tener para dar cuenta<br />

<strong>de</strong> la corporalidad. Al restablecer el carácter enigmático <strong>de</strong>l cuerpo y otorgarle valor<br />

filosófico, la fenomenología puso en cuestión <strong>de</strong> manera <strong>de</strong>cisiva una larga tradición que<br />

redujo el cuerpo a un objeto para una conciencia, en virtud <strong>de</strong> lo cual le asignó un papel<br />

contingente y accesorio en la <strong>de</strong>limitación <strong>de</strong> lo propiamente humano.<br />

En este trabajo nos interesa recuperar algunas herramientas <strong>de</strong> la fenomenología<br />

merleau-pontyana para po<strong>de</strong>r pensar el cuerpo fuera <strong>de</strong> la pasividad que tradicionalmente<br />

se le asignó en tanto objeto. Nuestra apuesta es la <strong>de</strong> un rescate <strong>de</strong>l cuerpo consi<strong>de</strong>rado<br />

en sí mismo como potencialidad, expresión y posibilidad. En otras palabras, lo que aquí<br />

nos proponemos plantear es que la existencia como subjetividad es una sola cosa con la<br />

existencia como cuerpo, con lo cual se pone <strong>de</strong> relieve que una revalorización <strong>de</strong> la<br />

dimensión corporal conduce a un nuevo modo <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r al hombre. Finalmente, a<br />

partir <strong>de</strong> este acercamiento a lo humano, se plantean elementos clave para pensar la<br />

elaboración <strong>de</strong> nuevos humanismos que incluyan las cuestiones anteriormente<br />

mencionadas.<br />

Nuestro punto <strong>de</strong> partida para este recorrido estará dado por el diagnóstico que<br />

nos proporciona David Le Breton, en tanto nos permitirá poner en evi<strong>de</strong>ncia la ruptura con<br />

el cuerpo que tiene lugar en la mo<strong>de</strong>rnidad, en particular a partir <strong>de</strong> la fuerte impronta<br />

dualista por la cual se pensó al hombre como un espíritu que posee un cuerpo. Es<br />

importante subrayar que esta comprensión <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong>l hombre subyace en<br />

perspectivas teóricas contemporáneas en la medida en que el cuerpo sigue siendo el<br />

espacio accesorio <strong>de</strong> proyección <strong>de</strong> algo que es distinto al sujeto.

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