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lento camino de la degradación, a partir del alejamiento de la justicia, como matriz existencial. El mito de las Edades ha llevado a Hesíodo a una visión pesimista del futuro inmediato, que se encamina peligrosamente a convertirse en el reino de la hýbris (desmesura). A continuación, Hesíodo introduce la fábula del halcón y el ruiseñor como un intento de ofrecer una serie de recomendaciones para evitar el mal futuro. La fábula enseña que el poderoso, encarnado en la figura del halcón, puede devorarse al más frágil, representado por el ruiseñor, así como los reyes, mientras son poderosos pueden hacer lo que quieren. La enseñanza a rescatar es la advertencia de la justicia; no de una justicia donde triunfe el más poderoso, como el halcón o el rey, sino de otro tipo de justicia, validada por Zeus, que hace engrandecer a quienes la acatan y destruye a quienes la transgreden, vale decir, a los injustos. El poeta está jugando con los mitos como logoi capaces de instituir modelos de conducta. Hesíodo está respondiendo con ello a la necesidad histórica de organizar el kosmos humano y éste no puede consolidarse, como sabemos, por fuera del reino de la justicia, como elemento cohesionante de los distintos actores que juegan la trama social. Esta es la justicia que el poeta reclama para la ciudad, al tiempo que contrasta el mundo animal de la fábula, con el mundo humano del mensaje. La advertencia es válida también para Perses, su hermano. “¡Oh, Perses! Grábatelo tú esto en el corazón: escucha ahora la voz de la justicia y olvídate por completo de la violencia. Pues esta ley impuso a los hombres el Cronión: A los peces, fieras y aves voladoras el comerse los unos a los otros, ya que no existe justicia entre ellos; a los hombres, en cambio les dio la justicia que es mucho mejor”. (Teogonía, 275-280). A continuación el autor presenta el proemio al trabajo y con ello la importancia de la virtud y el largo y fatigoso camino que a ella conduce. En realidad, si hasta ahora hemos puesto de manifiesto l relación trabajo-justicia como modo de instituir el orden tanto humano como social, la virtud, la arete, se alza como otro de los pilares de la gesta instituyente. La virtud del hombre es el pasaporte a la virtud familiar y social. “De la virtud, en cambio, el sudor pusieron delante los dioses inmortales; largo y empinado es el sendero hacia ella y áspero al comienzo; pero cuando se llega a la cima, entonces resulta fácil por duro que sea”. (Teogonia, 289-292). La relación virtud-trabajo se va hilvanando, al tiempo que se aleja de la vieja noción homérica de areté, donde la misma correspondía a los nobles. La virtud estaba fundida en un fondo aristocrático que ahora se desplaza, a partir de las transformaciones propias del siglo VIII, entre las cuales se cuenta precisamente la caída de esa nobleza. Ese viejo escenario homérico, donde brilla la virtud guerrera, cede su lugar para pensar una excelencia de perfil antropológico, más humano, si se quiere. Es la virtud del hombre de trabajo, del hombre de familia que instituye su oikos, desposando la mejor mujer que pueda y es también el hombre común de la ladea que lo cobija. Luego de ciertos consejos de administración familiar, Hesíodo presenta el proemio al calendario del labrador, los trabajos de otoño, los de invierno, los de primavera y los de verano. Constituye este apartado un panorama fantástico de los trabajos, las prácticas, las herramientas de la época. Un verdadero cuadro de conjunto, una pintura popular imprescindible para reconstruir las condiciones materiales de existencia del propio autor. El trabajo parece ser el gran motor de la consolidación del orden social. Hesíodo está mirando la polis incipiente y su logos se convierte en acción política. Otro tanto ocurre con el calendario de la navegación, infaltable en un pueblo que ha hecho de la navegación un medio de contacto con otros pueblos y de florecimiento económico. Dice Hesíodo: “Si se te despierta el deseo de la navegación, te advierto que cuando las Pléyades huyendo del forzudo Orión caigan al sombrío Ponto, entonces 16

soplan ráfagas de toda clase de vientos y entonces, acuérdate, ya no debes tener las naves en el vinoso ponto, sino trabajar en el campo recordando mis consejos”. (Teogonía, 617-624). En torno al matrimonio, Hesíodo se pronuncia en favor de su conveniencia. “A madura edad llévate una mujer a tu casa, cuando ni te falte demasiado para los treinta años ni los sobrepases en exceso; ese es el matrimonio que te conviene”. (Teogonía, 695-698). He aquí la nítida recomendación de la construcción familiar como soporte de la propia existencia. A su vez, los versos ponen de manifiesto la tarea pedagógica que le compete al hombre en la educación de su mujer; todo el dispositivo está pensado para consolidar las relaciones que, sin duda, irán de lo micro a lo macro. Se puede pensar cómo este modelo de constitución de la subjetividad ´pone en juego l.a noción de poder. Del poder que el hombre virtuoso ejerce sobre sí mismo, al poder que ejerce sobre la familia, al poder que se ejerce en la vida comunitaria. A continuación, una larga listas de prohibiciones, que evitarán la condena de los mortales, guardando la buena reputación. La lista culmina efectivamente con la siguiente conclusión: “Obra de este modo y evita la terrible reputación de los mortales; pues la mala reputación es ligera y muy fácil de levantar, pero dura de soportar, y es casi imposible quitársela de encima. Ninguna reputación desaparece totalmente si mucha gente la corre de boca en boca. Sin duda que también ella es un dios” (Teogonía, 760-764). Finalmente una advertencia sobre las bondades de ciertos días, propicios para ciertas tareas. La observancia de todas y cada una de las recomendaciones hará del hombre un hombre justo y por ende, feliz. El mismo Hesíodo lo dice en los últimos versos de la obra: “Feliz y dichoso el que conociendo todas estas propiedades de los días y trabaja sin ofender a los Inmortales, consultando las aves y evitando transgresiones”. (Teogonía, 827-829). Conclusiones El trabajo se ha movido en distintos frentes pero siempre desde un intento de lectura antropológica de la obra de Hesíodo. Tanto Teogonía como Trabajos y Días se erigen como discursos instituyentes de la legalidad, tanto cósmico-natural, como en el primer caso, como antropológico-político-social, en el segundo. Tanto Teogonía como Trabajos y Días se erigen como discursos instituyentes de la legalidad, entendida como el límite que se opone a lo caótico, oscuro, negativo, desmesurado. Pensar a Hesíodo desde la vertiente política de responder a las necesidades de la pólis supone problematizar ciertos conceptos nodulares de la organización socio-política: la justicia, el orden, el trabajo, el individuo, la familia, la sociedad como medios de acotar la posibilidad del khaos, al tiempo que se delinea la definición de un tipo de hombre, como presupuesto funcional a la incipiente organización política. Bibliografía DETIENNE, Marcel. 1981. Los maestros de verdad en la Grecia Arcaica. Madrid: Taurus. 3° Edición, 1986. GERNET, Louis. 1980. Antropología de la Grecia Antigua. Madrid: Editorial Taurus. 2° Edición, 1984. HESÍODO. 1995. Teogonía. Trabajos y días. Escudo. Barcelona: Editorial Planeta DeAgostini, 1997. COLOMBANI, María Cecilia. 2005. Hesíodo. Una introducción crítica. Buenos Aires: Santiago Arcos 17

lento camino <strong>de</strong> la <strong>de</strong>gradación, a partir <strong>de</strong>l alejamiento <strong>de</strong> la justicia, como matriz<br />

existencial.<br />

El mito <strong>de</strong> las Eda<strong>de</strong>s ha llevado a Hesíodo a una visión pesimista <strong>de</strong>l futuro<br />

inmediato, que se encamina peligrosamente a convertirse en el reino <strong>de</strong> la hýbris<br />

(<strong>de</strong>smesura). A continuación, Hesíodo introduce la fábula <strong>de</strong>l halcón y el ruiseñor como un<br />

intento <strong>de</strong> ofrecer una serie <strong>de</strong> recomendaciones para evitar el mal futuro. La fábula<br />

enseña que el po<strong>de</strong>roso, encarnado en la figura <strong>de</strong>l halcón, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>vorarse al más frágil,<br />

representado por el ruiseñor, así como los reyes, mientras son po<strong>de</strong>rosos pue<strong>de</strong>n hacer lo<br />

que quieren. La enseñanza a rescatar es la advertencia <strong>de</strong> la justicia; no <strong>de</strong> una justicia<br />

don<strong>de</strong> triunfe el más po<strong>de</strong>roso, como el halcón o el rey, sino <strong>de</strong> otro tipo <strong>de</strong> justicia,<br />

validada por Zeus, que hace engran<strong>de</strong>cer a quienes la acatan y <strong>de</strong>struye a quienes la<br />

transgre<strong>de</strong>n, vale <strong>de</strong>cir, a los injustos. El poeta está jugando con los mitos como logoi<br />

capaces <strong>de</strong> instituir mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> conducta.<br />

Hesíodo está respondiendo con ello a la necesidad histórica <strong>de</strong> organizar el<br />

kosmos humano y éste no pue<strong>de</strong> consolidarse, como sabemos, por fuera <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> la<br />

justicia, como elemento cohesionante <strong>de</strong> los distintos actores que juegan la trama social.<br />

Esta es la justicia que el poeta reclama para la ciudad, al tiempo que contrasta el<br />

mundo animal <strong>de</strong> la fábula, con el mundo humano <strong>de</strong>l mensaje. La advertencia es válida<br />

también para Perses, su hermano. “¡Oh, Perses! Grábatelo tú esto en el corazón: escucha<br />

ahora la voz <strong>de</strong> la justicia y olvídate por completo <strong>de</strong> la violencia. Pues esta ley impuso a<br />

los hombres el Cronión: A los peces, fieras y aves voladoras el comerse los unos a los<br />

otros, ya que no existe justicia entre ellos; a los hombres, en cambio les dio la justicia que<br />

es mucho mejor”. (Teogonía, 275-280).<br />

A continuación el autor presenta el proemio al trabajo y con ello la importancia <strong>de</strong><br />

la virtud y el largo y fatigoso camino que a ella conduce. En realidad, si hasta ahora<br />

hemos puesto <strong>de</strong> manifiesto l relación trabajo-justicia como modo <strong>de</strong> instituir el or<strong>de</strong>n<br />

tanto humano como social, la virtud, la arete, se alza como otro <strong>de</strong> los pilares <strong>de</strong> la gesta<br />

instituyente. La virtud <strong>de</strong>l hombre es el pasaporte a la virtud familiar y social. “De la virtud,<br />

en cambio, el sudor pusieron <strong>de</strong>lante los dioses inmortales; largo y empinado es el<br />

sen<strong>de</strong>ro hacia ella y áspero al comienzo; pero cuando se llega a la cima, entonces resulta<br />

fácil por duro que sea”. (Teogonia, 289-292). La relación virtud-trabajo se va hilvanando,<br />

al tiempo que se aleja <strong>de</strong> la vieja noción homérica <strong>de</strong> areté, don<strong>de</strong> la misma correspondía<br />

a los nobles. La virtud estaba fundida en un fondo aristocrático que ahora se <strong>de</strong>splaza, a<br />

partir <strong>de</strong> las transformaciones propias <strong>de</strong>l siglo VIII, entre las cuales se cuenta<br />

precisamente la caída <strong>de</strong> esa nobleza. Ese viejo escenario homérico, don<strong>de</strong> brilla la virtud<br />

guerrera, ce<strong>de</strong> su lugar para pensar una excelencia <strong>de</strong> perfil antropológico, más humano,<br />

si se quiere. Es la virtud <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> trabajo, <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> familia que instituye su<br />

oikos, <strong>de</strong>sposando la mejor mujer que pueda y es también el hombre común <strong>de</strong> la la<strong>de</strong>a<br />

que lo cobija.<br />

Luego <strong>de</strong> ciertos consejos <strong>de</strong> administración familiar, Hesíodo presenta el proemio<br />

al calendario <strong>de</strong>l labrador, los trabajos <strong>de</strong> otoño, los <strong>de</strong> invierno, los <strong>de</strong> primavera y los <strong>de</strong><br />

verano. Constituye este apartado un panorama fantástico <strong>de</strong> los trabajos, las prácticas,<br />

las herramientas <strong>de</strong> la época. Un verda<strong>de</strong>ro cuadro <strong>de</strong> conjunto, una pintura popular<br />

imprescindible para reconstruir las condiciones materiales <strong>de</strong> existencia <strong>de</strong>l propio autor.<br />

El trabajo parece ser el gran motor <strong>de</strong> la consolidación <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n social. Hesíodo está<br />

mirando la polis incipiente y su logos se convierte en acción política.<br />

Otro tanto ocurre con el calendario <strong>de</strong> la navegación, infaltable en un pueblo que<br />

ha hecho <strong>de</strong> la navegación un medio <strong>de</strong> contacto con otros pueblos y <strong>de</strong> florecimiento<br />

económico. Dice Hesíodo: “Si se te <strong>de</strong>spierta el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la navegación, te advierto que<br />

cuando las Pléya<strong>de</strong>s huyendo <strong>de</strong>l forzudo Orión caigan al sombrío Ponto, entonces<br />

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