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PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...

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El problema <strong>de</strong>l homo faber es entonces que: “no mantiene con el campo público y su<br />

carácter <strong>de</strong> tal la misma relación que, a través <strong>de</strong> su aspecto, configuración y forma,<br />

mantienen con ese ámbito las cosas que él hace.” (Arendt, 1996: 229). En éste sentido, la<br />

figura <strong>de</strong>l homo faber no se correspon<strong>de</strong> con el campo público y aquí entramos en la<br />

cuestión <strong>de</strong>l juicio tal como lo plantea Arendt. El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l juzgar <strong>de</strong>scansa justamente en<br />

la relación con lo <strong>de</strong>más, en acuerdos y en lo “potencialmente válido” (Arendt, 1996: 232).<br />

Pues el juicio “<strong>de</strong>be liberarse <strong>de</strong> las condiciones privadas subjetivas” (Arendt, 1996: 232).<br />

El sentido <strong>de</strong> la vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l juicio radica en la presencia <strong>de</strong> otros, en su capacidad <strong>de</strong><br />

transmitirse mediante acuerdos. En éste sentido, el juicio es generalizable, es <strong>de</strong>cir, se<br />

“i<strong>de</strong>ntifica intersubjetivamente mediante el sentido común” (Broncano, 2009: 238). Cuando<br />

se juzga un objeto producido en éste caso, por el homo faber, las condiciones <strong>de</strong><br />

posibilidad <strong>de</strong>l juicio llevan a proyectar. Esto significa en primer lugar, que el “objeto<br />

artificial” humano producido con vistas a un fin <strong>de</strong>terminado implica saber cuál es ese fin.<br />

Y en segundo lugar, significa o expresa el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> imaginar cuál sería ese fin. Este<br />

último es el sujeto frente al objeto producido en intensa interacción. Pues llamamos<br />

imaginación a la capacidad en términos <strong>de</strong> Arendt, <strong>de</strong> “hacer presente aquello que está<br />

ausente” (Arendt, 1992: 66), es <strong>de</strong>cir, “proyectarse en un espacio no presente” (Brentano,<br />

2009: 237).<br />

Imaginar es entonces, el modo en cómo proyectar y en cómo juzgar. Así, en el terreno<br />

político, la función <strong>de</strong> la imaginación cobra en Arendt un papel muy importante. No sólo<br />

porque se pue<strong>de</strong> mirar hacia el futuro, sino también porque previene estados no<br />

<strong>de</strong>seados. Quien regula esta “previsibilidad” es el juicio. Pues la formación <strong>de</strong>l juicio<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> las <strong>de</strong>cisiones presentes y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> cómo quisiéramos<br />

proyectarnos. El rol <strong>de</strong> la imaginación en éste caso, no previene sino que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> un<br />

estado en don<strong>de</strong> “en común” se piensa la “mejor” posibilidad <strong>de</strong> transformar aquello que<br />

en el ámbito <strong>de</strong> lo político no resultó benéfico para lo que Brentano llama “i<strong>de</strong>ntificación<br />

intersubjetivas”: Así, hablar <strong>de</strong> la imaginación es hablar <strong>de</strong> lo “imprevisible”, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong><br />

aquellos medios que escapan a lo regulado por los juicios sin llegar al fin <strong>de</strong>seado. El<br />

estado <strong>de</strong> “aparición” en un mundo en común don<strong>de</strong> puedan regularse las acciones: “es el<br />

campo <strong>de</strong> la acción y el discurso, es <strong>de</strong>cir, el campo <strong>de</strong> las activida<strong>de</strong>s políticas, don<strong>de</strong><br />

las cualida<strong>de</strong>s personales [como el caso <strong>de</strong>l homo faber] pasa a primer plano público,<br />

don<strong>de</strong> se manifiesta el que `uno es`, más que las cualida<strong>de</strong>s y talentos singulares que<br />

pueda tener. En este sentido, el espacio político, una vez más, es la antítesis <strong>de</strong>l campo<br />

en el que viven y trabajan el artista y el fabricante”. (Arendt, 1996: 236).<br />

Pareciera que en Arendt se mezcla el objeto producido y sus efectos con el sujeto<br />

productor. En primer lugar porque el rasgo productivo en el ámbito <strong>de</strong> la técnica por<br />

ejemplo, no tiene que ver concretamente con cuestiones intersubjetivamente<br />

consensuadas, sino más bien con una política intencional es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> medios para llegar<br />

a un fin supuestamente previsto. Y en segundo lugar, pareciera que el objeto producido<br />

tiene vida propia en el mundo <strong>de</strong> los artificios. Pues entra en un sistema técnico en don<strong>de</strong><br />

escapa a los principios que, mediante el juicio, regulan a los hombres productores. El<br />

problema no es, como se pregunta Broncano “¿cómo po<strong>de</strong>mos juzgar como valioso un<br />

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