PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...

PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ... PDF - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento ...

12.05.2013 Views

contingencia. La libertad no es el devenir necesario de la subjetividad que puede también quedar sujeta a la necesidad, y simplemente seguir pulsando asubjetivamente. Para que se dé ese rodeo, esa vía larga, son necesarias una serie de identificaciones. La identificación, éste sí un término del campo psicoanalítico, es el movimiento de incorporación de rasgos del otro, madre, padre, en definitiva, el orden de la cultura. Principio de regulación conforme al cual se figurativiza un sujeto. Dialéctica de la identidad y de la diferencia, por la cual donde era el ello adviene un sujeto. Pero el sometimiento tiene un carácter paradojal. La formación del sujeto depende de ese poder que le da forma por el solo hecho de nominarlo. Es que lo propio se arma a partir de esa frontera que hace diferencia entre un adentro y un afuera. El sometimiento consiste en esta dependencia fundamental ante un discurso que no hemos elegido pero que sustenta nuestra posibilidad de ser. Sujeción es entonces el proceso de devenir sujeto y a la vez asunción de las formas que provienen de la exterioridad. Pero no se trata de un poder exterior que actúa unilateralmente sobre un individuo determinado. No hay nada previo sobre lo que el poder actúe, sino que la dominación es la que prescribe la forma del sujeto. Esa nada es la materia prima indeterminada - aristotélica - como principio inteligible al que la forma en tanto principio de determinación informa. La condición de posibilidad del sujeto es un poder que actúa in-formándolo. Ese poder es represivo pero a la vez es la figura que asume del sujeto. De ahí que la sujeción no sea simplemente la dominación del sujeto ni su producción. Es el momento de constitución del ideal del yo. Lacan redefine este ideal como la posición del sujeto dentro de lo simbólico, la norma que lo instala en el lenguaje y por tanto, dentro de los esquemas propios del horizonte temporal y espacial que habitará como su mundo. Estas instancias normativas permanecen inconscientes. ¿Cómo es posible socavar la red simbólica existente que predetermina el único espacio dentro del cual puede existir el sujeto? No se trata sólo del entramado social, ni del inconsciente, sino del modo en que esas apelaciones funcionan sin que sean reconocidas para efectivamente garantizar su eficacia. La sujeción es al mismo tiempo subordinación y devenir del sujeto, en una lógica temporal paradójica. Dado que el poder parece ser anterior al sujeto y le prescribe sus formas (sujeto como súbdito del poder) pero luego ese mismo poder potencia al sujeto que asume su actuación y eclipsa esas condiciones haciéndolas propias (sujeto de poder), lo que se articula es una temporalidad lógica (anterioridad/posterioridad) que no puede ser pensada en términos cronológicos. Los mecanismos regulatorios del poder ejercidos sobre el sujeto son internalizados como condición de posibilidad de existencia de ese mismo sujeto. Esa es la erotización del vínculo subjetivante: se quiere lo que se es, ya que no hay, en apariencia, otro modo de ser por fuera de los lazos en los que fuimos engendrados/nombrados. Pero esto significa también que se naturalizan esos vínculos fundantes como si no pudieran ser otros. Este es el punto nodal para comprender la servidumbre “voluntaria”. Sólo es obvio para quien no está en esa relación que hay otras formas de subjetivarse. Los sujetos sometidos son configurados en una estructura bivalente: únicamente hay lugar para el amo y para el esclavo. Por lo tanto cuando llegan al punto de odiar su posición de siervo, es nada más que para añorar la posición que les fue negada pero en relación a la que se constituyó: la del amo. Lo que resulta difícil advertir es cómo esos mecanismos regulatorios, que se manifiestan en la red simbólica, son investidos de tal modo que funcionan como fuente de satisfacción y por lo tanto dificultan su modificación. El goce del esclavo, equivalente a su dolor, puede explicar lo “perpetuo” de la servidumbre. Pero la pregunta política es por las posibilidades de que, a partir de una retórica diversa, una tropología - un cambio de figuras -, el sujeto pueda sujetarse de otro modo, aun a esos mismos lugares o 140

significantes. Manera que le permita cambiar de posición no de siervo a señor, sino armar con esas posiciones y esas reglas, otras estrategias. Esa tropología es la potencia (como poder ser o poder emerger en un lugar) que produce un corte en el discurso, realizando el pasaje de la servidumbre voluntaria al deseo de libertad, o la salida de la compulsión de la repetición o la mala infinitud hegeliana, a la creación. Incluso aunque pudieran plantearse algunos de los mecanismos psíquicos que explican la sujeción, la pregunta formulada por La Boétie seguiría siendo válida. Opera como una intervención política que no justifica el sometimiento en ninguna causa. Por eso más que buscar explicaciones o comprender por qué los hombres no somos ni siquiera animales que aman su libertad, es imprescindible mantener la tensión de la pregunta, y pensar las estrategias, siempre cambiantes, necesarias para hacer el giro tropológico que ubique a los hombres en una comunidad de palabra y ley. Únicamente si se sostiene la pregunta por la servidumbre y la crítica a toda institución se puede construir una reflexión sobre la capacidad de generar sentido y de hacerlo circular en un espacio político que es creado performativamente por el acto de tomar la palabra. Porque la retórica no debe ser considerada únicamente como la conformación de la figurabilidad en el discurso sino también como la manera en que se modela y se hace aparecer el propio sujeto en el espacio público. Según Freud la formación de la conciencia instituye un vínculo con la prohibición que funda al sujeto en su reflexividad. Bajo la presión de las leyes éticas, esa interdicción primordial, la conciencia se halla a una distancia infinita del origen como mero viviente. El sujeto emerge como mero viviente sólo a condición de una separación impuesta por la prohibición, es formado mediante la vinculación con la prohibición. Sometido a ella, surge el deseo de transgredirla. Así la voluntad de servidumbre se asocia al deseo de libertad, como los dos extremos de una misma línea. Cuando hablamos de deseo[19], opuesto a voluntad, se cambia a una lógica distinta. Las dificultades se plantean en el momento de gobernar el deseo para que acabe con el sometimiento, cuando se intenta convocar al sujeto hacia un lugar diverso al del amo o el esclavo. Althusser[20] fue quien ligó la apelación al tema de la subjetivación, el modo en que los individuos se experimentan como sujetos frente a un llamado del otro. Ese gesto por el cual se da el reconocimiento a partir del llamado es performativo. La pregunta, formulada en otros términos, no pierde su revulsivo contenido político: ¿Cómo sería posible modificar el orden de la dominación? Si bien es cierto que la matriz de la existencia social es una elección forzada, y que para poder existir en el espacio público hay que aceptar la alienación fundamental, la definición de la propia existencia en los términos del otro, es posible otra instancia. Salir del campo de la repetición... Y por medio del salto cualitativo, perder nombre, ser y lugar[21]. Tropología es el nombre que le da Judith Butler. Cambio de lugar que permite otros efectos de sujeto por un movimiento de ese mismo sujeto. Ese es el acto político: el que reestructura el espacio sociosimbólico. Un acto irreductible a un acto de habla. El que desmorona las identidades porque destraba la dialéctica del amo y el esclavo. Se formula así la no correspondencia de los nombres con las cosas o con los hombres tomados como cosas. Al menos de un nombre: el que nos designa de un único modo. Encontrar otro diverso, o como un modo de 141

significantes. Manera que le permita cambiar <strong>de</strong> posición no <strong>de</strong> siervo a señor, sino armar<br />

con esas posiciones y esas reglas, otras estrategias. Esa tropología es la potencia (como<br />

po<strong>de</strong>r ser o po<strong>de</strong>r emerger en un lugar) que produce un corte en el discurso, realizando el<br />

pasaje <strong>de</strong> la servidumbre voluntaria al <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> libertad, o la salida <strong>de</strong> la compulsión <strong>de</strong> la<br />

repetición o la mala infinitud hegeliana, a la creación.<br />

Incluso aunque pudieran plantearse algunos <strong>de</strong> los mecanismos psíquicos que<br />

explican la sujeción, la pregunta formulada por La Boétie seguiría siendo válida. Opera<br />

como una intervención política que no justifica el sometimiento en ninguna causa. Por eso<br />

más que buscar explicaciones o compren<strong>de</strong>r por qué los hombres no somos ni siquiera<br />

animales que aman su libertad, es imprescindible mantener la tensión <strong>de</strong> la pregunta, y<br />

pensar las estrategias, siempre cambiantes, necesarias para hacer el giro tropológico que<br />

ubique a los hombres en una comunidad <strong>de</strong> palabra y ley. Únicamente si se sostiene la<br />

pregunta por la servidumbre y la crítica a toda institución se pue<strong>de</strong> construir una reflexión<br />

sobre la capacidad <strong>de</strong> generar sentido y <strong>de</strong> hacerlo circular en un espacio político que es<br />

creado performativamente por el acto <strong>de</strong> tomar la palabra. Porque la retórica no <strong>de</strong>be ser<br />

consi<strong>de</strong>rada únicamente como la conformación <strong>de</strong> la figurabilidad en el discurso sino<br />

también como la manera en que se mo<strong>de</strong>la y se hace aparecer el propio sujeto en el<br />

espacio público. Según Freud la formación <strong>de</strong> la conciencia instituye un vínculo con la<br />

prohibición que funda al sujeto en su reflexividad. Bajo la presión <strong>de</strong> las leyes éticas, esa<br />

interdicción primordial, la conciencia se halla a una distancia infinita <strong>de</strong>l origen como mero<br />

viviente. El sujeto emerge como mero viviente sólo a condición <strong>de</strong> una separación<br />

impuesta por la prohibición, es formado mediante la vinculación con la prohibición.<br />

Sometido a ella, surge el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> transgredirla. Así la voluntad <strong>de</strong> servidumbre se asocia<br />

al <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> libertad, como los dos extremos <strong>de</strong> una misma línea.<br />

Cuando hablamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>seo[19], opuesto a voluntad, se cambia a una lógica<br />

distinta. Las dificulta<strong>de</strong>s se plantean en el momento <strong>de</strong> gobernar el <strong>de</strong>seo para que acabe<br />

con el sometimiento, cuando se intenta convocar al sujeto hacia un lugar diverso al <strong>de</strong>l<br />

amo o el esclavo. Althusser[20] fue quien ligó la apelación al tema <strong>de</strong> la subjetivación, el<br />

modo en que los individuos se experimentan como sujetos frente a un llamado <strong>de</strong>l otro.<br />

Ese gesto por el cual se da el reconocimiento a partir <strong>de</strong>l llamado es performativo. La<br />

pregunta, formulada en otros términos, no pier<strong>de</strong> su revulsivo contenido político: ¿Cómo<br />

sería posible modificar el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la dominación? Si bien es cierto que la matriz <strong>de</strong> la<br />

existencia social es una elección forzada, y que para po<strong>de</strong>r existir en el espacio público<br />

hay que aceptar la alienación fundamental, la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> la propia existencia en los<br />

términos <strong>de</strong>l otro, es posible otra instancia. Salir <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> la repetición... Y por medio<br />

<strong>de</strong>l salto cualitativo, per<strong>de</strong>r nombre, ser y lugar[21]. Tropología es el nombre que le da<br />

Judith Butler. Cambio <strong>de</strong> lugar que permite otros efectos <strong>de</strong> sujeto por un movimiento <strong>de</strong><br />

ese mismo sujeto. Ese es el acto político: el que reestructura el espacio sociosimbólico.<br />

Un acto irreductible a un acto <strong>de</strong> habla. El que <strong>de</strong>smorona las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s porque<br />

<strong>de</strong>straba la dialéctica <strong>de</strong>l amo y el esclavo. Se formula así la no correspon<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los<br />

nombres con las cosas o con los hombres tomados como cosas. Al menos <strong>de</strong> un nombre:<br />

el que nos <strong>de</strong>signa <strong>de</strong> un único modo. Encontrar otro diverso, o como un modo <strong>de</strong><br />

141

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!