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huella. Señal que deja el pie del hombre o del animal en la tierra por donde pasa. (Diccionario Real Academia Española) jagüel: pozo artificial que se cava hasta una napa subterránea, para extraer agua que se vuelca en un pozo donde abreva el ganado. (Nuevo diccionario de Americanismos. Tomo II: Nuevo diccionario de argentinismos. Dirigido por Günther Haensch y Reinhold Werner, Santa Fé Bogotá 1993) lucero. (De luz). Dicho de un toro o de un caballo: De pelo oscuro y con una mancha blanca en la frente. (Diccionario Real Academia Española) mate: infusión de hojas trituradas de yerba mate que se sirve en un recipiente pequeño. (Nuevo diccionario de Americanismos. Tomo II: Nuevo diccionario de argentinismos. Dirigido por Günther Haensch y Reinhold Werner, Santa Fé Bogotá 1993) mensual. (Del lat. mensuālis). Arg. y Ur. Peón contratado por meses para realizar diversos trabajos en el campo. nazarenas. Arg. y Ur. Espuelas grandes tradicionalmente usadas por los gauchos. (Diccionario Real Academia Española) ñandú. Ave corredora americana, muy veloz, que habita las grandes llanuras, se alimenta de plantas e insectos y anida, como el avestruz, en depresiones del terreno. (Diccionario Real Academia Española) orejano. Dicho de una res: Que no tiene marca en las orejas ni en otra parte del cuerpo. (Diccionario Real Academia Española) poncho. Prenda de abrigo que consiste en una manta, cuadrada o rectangular, de lana de oveja, alpaca, vicuña, o de otro tejido, que tiene en el centro una abertura para pasar la cabeza, y cuelga de los hombros generalmente hasta más abajo de la cintura. (Diccionario Real Academia Española) potro. Caballo desde que nace hasta que muda los dientes de leche, que, generalmente, es a los cuatro años y medio de edad. (Diccionario Real Academia Española) puestero. Arg., Chile, Par. y Ur. Persona que tiene a su cargo un puesto de una hacienda de campo. (Diccionario Real Academia Española) querencia. Inclinación o tendencia del hombre y de ciertos animales a volver al sitio en que se han criado o tienen costumbre de acudir. (Diccionario Real Academia Española) relincho. Voz del caballo. (Diccionario Real Academia Española) tacuara. Arg., Bol., Chile, Par. y Ur. Planta gramínea, especie de bambú de cañas huecas, leñosas y resistentes, que alcanzan los doce metros de altura. Se usó para fabricar astiles de lanzas. (Diccionario Real Academia Española) taba. Juego en que se tira al aire una taba de carnero, u otro objeto similar, y se gana o se pierde según la posición en que caiga aquella. (Diccionario Real Academia Española) tropilla. Arg. y Bol. Conjunto de yeguarizos guiados por una madrina. Arg. y Ur. Conjunto de caballos de montar, que se tienen juntos por un tiempo. (Diccionario Real Academia Española) zorzal. Nombre vulgar de varias aves paseriformes del mismo género que el mirlo. El común tiene el dorso de color pardo y el pecho claro con pequeñas motas. (Diccionario Real Academia Española) 104
Repensando las prácticas etnográficas a la luz de las tradiciones académicas El surgimiento de la Etnohistoria Andina 105 Carlos Zanolli – UBA, INAPL Julia Costilla – UBA, Conicet Alejandra Ramos - UBA A mediados del siglo XX tuvo lugar un acercamiento entre la Antropología y la Historia (Viazzo 2003) resultado de transformaciones propias al interior de cada una de las disciplinas. En Historia, la expansión internacional de la escuela de Annales impulsó una apertura temática y un mayor contacto con otras ciencias, en Antropología, los exponentes del estructuralismo y del funcionalismo buscaron dinamizar sus modelos y en 1950, Evans-Pritchard se pronunció a favor de un vínculo más estrecho entre las dos disciplinas (Evans-Pritchard 1950, Viazzo 2003). Por otra parte, las problemáticas sociales emergentes (Lorandi y del Río 1992) de la época interpelaron a los investigadores a desarrollar nuevas aproximaciones; así la American Society of Ethnohistory tuvo sus raíces en el grupo de antropólogos que se vio obligado a familiarizarse con los archivos cuando fue aprobada el Indian Claims Act (1946) que permitía a los grupos indígenas reclamar mediante un juicio al gobierno estadounidense, una indemnización en el caso de que sus tierras hubiesen sido expropiadas tras las firmas de tratados que protegían sus derechos de propiedad. En los juicios que se iniciaron muchos antropólogos fueron requeridos como expertos y realizaron estudios diacrónicos con el fin de aportar información para avalar o desestimar las demandas (Krech 1991). Asimismo, el proceso de descolonización impulsó historiografías especializadas entre la que se destacó la Historia de África, que se nutrió tanto de documentos como de fuentes orales (Vansina 1962). Tanto en México como en Perú los grupos indígenas contemporáneos cobraron relevancia en el marco de reclamos y luchas campesinas. De manera que en estos países el término Etnohistoria comenzó a utilizarse para designar a recientes investigaciones que conjugaban los aportes de la Arqueología, la Antropología y la Historia para el estudio de las sociedades precolombinas, así como también para referir trabajos que ya se venían realizando en esta línea (Pérez Zeballos y Pérez Gollán 1987). La Etnohistoria andina surgió en este contexto y se impuso como respuesta a la necesidad de investigar las sociedades indígenas que no podía ser satisfecha por “una historiografía que había ponderado el análisis histórico de las sociedades coloniales haciendo hincapié en su herencia hispánica, por un lado y, por otro, una práctica antropológica circunscripta a los estudios etnográficos de comunidades contemporáneas” (Boixadós 2000:133). La especificidad de la Etnohistoria andina se definía por una triple confluencia teórica y metodológica: 1) el interés antropológico por el análisis de las estructuras sociales; 2) la transformación de las mismas estudiada por los historiadores; 3) el apoyo de esta combinación en el uso de distintos tipos de fuentes (Lorandi y del Río 1992). En 1970 Murra realizó una evaluación de los cambios producidos en la Etnohistoria andina respecto de las dos décadas previas, los mismos se resumían en cuatro avances significativos: 1) la publicación de fuentes clásicas, lo que facilitaba su acceso y conducía a un incremento en las investigaciones; 2) el aumento de los estudios
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Repensando las prácticas etnográficas a la luz <strong>de</strong> las tradiciones académicas<br />
El surgimiento <strong>de</strong> la Etnohistoria Andina<br />
105<br />
Carlos Zanolli – UBA, INAPL<br />
Julia Costilla – UBA, Conicet<br />
Alejandra Ramos - UBA<br />
A mediados <strong>de</strong>l siglo XX tuvo lugar un acercamiento entre la <strong>Antropología</strong> y la<br />
Historia (Viazzo 2003) resultado <strong>de</strong> transformaciones propias al interior <strong>de</strong> cada una <strong>de</strong><br />
las disciplinas. En Historia, la expansión internacional <strong>de</strong> la escuela <strong>de</strong> Annales impulsó<br />
una apertura temática y un mayor contacto con otras ciencias, en <strong>Antropología</strong>, los<br />
exponentes <strong>de</strong>l estructuralismo y <strong>de</strong>l funcionalismo buscaron dinamizar sus mo<strong>de</strong>los y en<br />
1950, Evans-Pritchard se pronunció a favor <strong>de</strong> un vínculo más estrecho entre las dos<br />
disciplinas (Evans-Pritchard 1950, Viazzo 2003). Por otra parte, las problemáticas sociales<br />
emergentes (Lorandi y <strong>de</strong>l Río 1992) <strong>de</strong> la época interpelaron a los investigadores a<br />
<strong>de</strong>sarrollar nuevas aproximaciones; así la American Society of Ethnohistory tuvo sus<br />
raíces en el grupo <strong>de</strong> antropólogos que se vio obligado a familiarizarse con los archivos<br />
cuando fue aprobada el Indian Claims Act (1946) que permitía a los grupos indígenas<br />
reclamar mediante un juicio al gobierno estadouni<strong>de</strong>nse, una in<strong>de</strong>mnización en el caso <strong>de</strong><br />
que sus tierras hubiesen sido expropiadas tras las firmas <strong>de</strong> tratados que protegían sus<br />
<strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> propiedad. En los juicios que se iniciaron muchos antropólogos fueron<br />
requeridos como expertos y realizaron estudios diacrónicos con el fin <strong>de</strong> aportar<br />
información para avalar o <strong>de</strong>sestimar las <strong>de</strong>mandas (Krech 1991). Asimismo, el proceso<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>scolonización impulsó historiografías especializadas entre la que se <strong>de</strong>stacó la<br />
Historia <strong>de</strong> África, que se nutrió tanto <strong>de</strong> documentos como <strong>de</strong> fuentes orales (Vansina<br />
1962). Tanto en México como en Perú los grupos indígenas contemporáneos cobraron<br />
relevancia en el marco <strong>de</strong> reclamos y luchas campesinas. De manera que en estos países<br />
el término Etnohistoria comenzó a utilizarse para <strong>de</strong>signar a recientes investigaciones que<br />
conjugaban los aportes <strong>de</strong> la Arqueología, la <strong>Antropología</strong> y la Historia para el estudio <strong>de</strong><br />
las socieda<strong>de</strong>s precolombinas, así como también para referir trabajos que ya se venían<br />
realizando en esta línea (Pérez Zeballos y Pérez Gollán 1987).<br />
La Etnohistoria andina surgió en este contexto y se impuso como respuesta a la<br />
necesidad <strong>de</strong> investigar las socieda<strong>de</strong>s indígenas que no podía ser satisfecha por “una<br />
historiografía que había pon<strong>de</strong>rado el análisis histórico <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s coloniales<br />
haciendo hincapié en su herencia hispánica, por un lado y, por otro, una práctica<br />
antropológica circunscripta a los estudios etnográficos <strong>de</strong> comunida<strong>de</strong>s contemporáneas”<br />
(Boixadós 2000:133). La especificidad <strong>de</strong> la Etnohistoria andina se <strong>de</strong>finía por una triple<br />
confluencia teórica y metodológica: 1) el interés antropológico por el análisis <strong>de</strong> las<br />
estructuras sociales; 2) la transformación <strong>de</strong> las mismas estudiada por los historiadores;<br />
3) el apoyo <strong>de</strong> esta combinación en el uso <strong>de</strong> distintos tipos <strong>de</strong> fuentes (Lorandi y <strong>de</strong>l Río<br />
1992).<br />
En 1970 Murra realizó una evaluación <strong>de</strong> los cambios producidos en la<br />
Etnohistoria andina respecto <strong>de</strong> las dos décadas previas, los mismos se resumían en<br />
cuatro avances significativos: 1) la publicación <strong>de</strong> fuentes clásicas, lo que facilitaba su<br />
acceso y conducía a un incremento en las investigaciones; 2) el aumento <strong>de</strong> los estudios