La luz detras de la puerta.pdf - Biblioteca Mexiquense del ...
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104 <strong>La</strong> <strong>luz</strong> <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>puerta</strong><br />
Rimbaud ha ido a Abisinia para enriquecerse con el tráfico <strong>de</strong> esc<strong>la</strong>-<br />
vos. Wittgenstein, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>sempeñarse durante un tiempo como<br />
maestro <strong>de</strong> escue<strong>la</strong> en una al<strong>de</strong>a, ha optado por un trabajo humil<strong>de</strong><br />
como enfermero <strong>de</strong> hospital. Duchamp se ha <strong>de</strong>dicado al ajedrez. Al<br />
mismo tiempo que renunciaban <strong>de</strong> manera ejemp<strong>la</strong>r a su vocación,<br />
cada uno <strong>de</strong> estos hombres proc<strong>la</strong>maba que sus logros anteriores en<br />
el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong> poesía, <strong>la</strong> filosofía o el arte habían sido triviales, habían<br />
carecido <strong>de</strong> importancia. Pero <strong>la</strong> opción por el silencio permanente no<br />
anu<strong>la</strong> su obra. Por el contrario, otorga retroactivamente un po<strong>de</strong>r y una<br />
autoridad adicionales a aquello <strong>de</strong> lo que renegaron: el repudio <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
obra se convierte en una nueva fuente <strong>de</strong> vali<strong>de</strong>z, en un certificado <strong>de</strong><br />
indiscutible seriedad. Esta seriedad consiste en no interpretar el arte<br />
(o <strong>la</strong> filosofía practicada como forma artística: Wittgenstein) como<br />
algo cuya seriedad se perpetúa eternamente, como un “fin”, como un<br />
vehículo permanente para <strong>la</strong> ambición espiritual. <strong>La</strong> actitud realmente<br />
seria es aquél<strong>la</strong> que interpreta el arte como un “medio” para lograr algo<br />
que quizá sólo se pue<strong>de</strong> alcanzar cuando se abandona el arte. 8<br />
Salinger <strong>de</strong>cidió retirarse <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida pública tras el éxito <strong>de</strong> El guardián<br />
entre el centeno. Se borró <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida literaria y social. No volvió<br />
a conce<strong>de</strong>r entrevistas a los medios <strong>de</strong> comunicación, incluso<br />
no volvió a publicar nada. So<strong>la</strong>mente su círculo íntimo <strong>de</strong> amigos<br />
tenía acceso a él. El escritor parecía ajeno a los admiradores<br />
que le rondaban para tener unos minutos <strong>de</strong> diálogo con su autor<br />
preferido. Salinger parecía olvidar el propio anhelo literario que<br />
había puesto en boca <strong>de</strong> Hol<strong>de</strong>n Caulfield: “Los que <strong>de</strong> verdad me<br />
vuelven loco son esos libros que cuando acabas <strong>de</strong> leerlos piensas<br />
que ojalá el autor fuera amigo tuyo y pudieras l<strong>la</strong>marle por teléfono<br />
cuando quisieras”. 9 Pero Salinger estaba harto <strong>de</strong> locos que<br />
8 Ibid., p. 16.<br />
9 J.D. Salinger, El guardián entre el centeno, p. 31.