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ciencia - IMSS

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imenta en el presente una tasa de 2.8,<br />

cuando casi todas las naciones que la<br />

conforman registraban más de 4.5 hace<br />

seis décadas; y, en América del Sur,<br />

donde era común observar tasas de 3.3<br />

por ciento alrededor de 1942, se registra<br />

en el presente un promedio de 2.4.<br />

La fuerte disminución en el número<br />

promedio de hijos por mujer, reflejada<br />

en los datos citados, revela un importante<br />

desarrollo social, pues por un lado<br />

es resultado del elevamiento de la condición<br />

femenina en muchos ámbitos, especialmente<br />

en el laboral, en el que ha crecido<br />

considerablemente la participación<br />

de la mujer, y por el otro, también es<br />

consecuencia de la mayor preeminencia<br />

que las familias otorgan, en la actualidad,<br />

a la educación de los hijos.<br />

La esperanza de vida, asimismo, se<br />

elevó considerablemente, lo cual es<br />

evidencia de que la salud de nuestras<br />

poblaciones ha mejorado: al fundarse<br />

la CISS, México y Brasil promediaban<br />

los 40 años, Chile, los 52, Estados<br />

Unidos y Canadá registraban alrededor<br />

de 70.<br />

Hoy, Chile y Argentina rebasan los 75<br />

años como expectativa de vida al nacer,<br />

Brasil y México, los 70, y Estados<br />

Unidos y Canadá alcanzan los 80 años.<br />

Y, al examinar las consecuencias de<br />

estos desarrollos demográficos sobre<br />

el peso de los adultos mayores en<br />

nuestras sociedades, recordemos primero<br />

lo jóvenes que eran los países de<br />

la CISS hace seis décadas.<br />

Alrededor de 1942, el porcentaje de<br />

personas de la llamada “tercera edad”<br />

apenas llegaba a 5 por ciento de la población<br />

en naciones como Costa Rica,<br />

Guatemala, México y Colombia; Brasil<br />

registraba 4 por ciento; Cuba, Chile<br />

y Argentina alcanzaban 6 por ciento;<br />

Jamaica y Trinidad y Tobago superaban<br />

apenas este mismo número; y Canadá<br />

y Estados Unidos tenían un poco<br />

más de 10 por ciento.<br />

En el presente, cuando la CISS llega a<br />

la tercera edad, en países como Brasil,<br />

Colombia, Costa Rica, Ecuador, Méxi-<br />

6<br />

INSTITUCIONAL<br />

co, Panamá, Perú, República Dominicana<br />

y Venezuela, las personas de 60<br />

años o más representan aproximadamente<br />

7 por ciento del total; y como<br />

promedio casi 13 por ciento en Argentina,<br />

Cuba, Chile y Uruguay. En Estados<br />

Unidos y Canadá también han envejecido,<br />

teniendo hoy una proporción<br />

de 17 por ciento de adultos mayores,<br />

sólo comparable a la de Uruguay.<br />

A la evolución demográfica se suman<br />

nuevas enfermedades que afligen a<br />

La diabetes es hoy más común.<br />

nuestras poblaciones: el VIH-sida alcanza<br />

tasas de incidencia de más de<br />

3.8 por ciento entre los hombres de<br />

algunos países del Caribe. Incluso<br />

donde el índice no es todavía alto, de<br />

acuerdo con los registros internacionales,<br />

como en México, atender a los<br />

enfermos de sida se lleva ya más de 10<br />

por ciento del presupuesto médico de<br />

entidades como la que represento, el<br />

Instituto Mexicano del Seguro Social.<br />

Y tan solo una de las enfermedades cuya<br />

incidencia crece con el envejeci-<br />

miento de la población, como la diabetes,<br />

puede llegar a representar hasta<br />

14 por ciento del gasto en medicamentos<br />

del <strong>IMSS</strong>, sin considerar otros padecimientos<br />

cronicodegenerativos,<br />

que seguramente prevalecen en otras<br />

naciones que han envejecido de manera<br />

pronunciada.<br />

Era difícil prever hace sesenta años las<br />

presiones a las que iban a ser sometidos<br />

nuestros sistemas de pensiones y<br />

de salud pública: las reformas en seguridad<br />

social se volvieron obligadas<br />

por el envejecimiento poblacional y el<br />

pobre desempeño económico durante<br />

las dos últimas décadas del siglo recién<br />

pasado.<br />

Pero también es cierto que muchas de<br />

las opciones de reforma se derivan<br />

igualmente del reconocimiento de<br />

aquellos antiguos problemas que, a<br />

pesar del progreso, todavía se mantienen<br />

vigentes.<br />

Porque también hay palabras de la<br />

seguridad social americana que no se<br />

van, ni cambian, como cuando se habla<br />

de la aplicación del seguro social a<br />

los trabajadores agrícolas, a los independientes<br />

y al personal doméstico; de<br />

la defensa de la salud a través del seguro<br />

social y sus relaciones con los<br />

problemas de sanidad y asistencia social;<br />

de los regímenes financieros más<br />

recomendables; o de la necesidad de<br />

organizar un sistema uniforme de bioestadísticas.<br />

Parecería que estamos enumerando los<br />

temas de algunas de las reuniones técnicas<br />

de las Comisiones Americanas<br />

de Seguridad Social que se llevarán a<br />

cabo hoy y mañana, pero en realidad<br />

estamos haciendo referencia al orden<br />

del día de los tópicos a discutir en la<br />

primera reunión de la CISS, en septiembre<br />

de 1942.<br />

Y es que, a pesar de las reformas hechas<br />

por varios países del Continente a<br />

los sistemas de pensiones, para intentar<br />

resolver las dificultades actuariales<br />

de los esquemas de reparto que surgen<br />

cuando envejece la población, y de los<br />

importantes esfuerzos de todas nues-

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