ciencia - IMSS

Adoptar estrategias de solidaridad intergeneracional.
educación, seguridad social y atención
de salud.
Soluciones globales
La solución reside en la adopción de
estrategias que enfaticen la solidaridad
intergeneracional y la inclusión de todas
las personas, de todas las edades,
en la lucha común por el desarrollo social
equitativo. Se requieren políticas
que reporten beneficios demostrables
a todos, en áreas claves como la salud,
educación, gobernabilidad, género,
empleo y seguridad material.
Juan Somavía, director general de la
Organización Internacional del Trabajo
(OIT), declaró hace poco que “si la
economía globalizada no está prestando
servicios a la población, si no está
dando mayor seguridad... debe ser
cambiada”. La globalización reconoce
que el empleo, el avance tecnológico y
sus beneficios forman parte integral de
la erradicación de la pobreza y la integración
social. Pero, ¿cómo asegurar
que el cambiante mundo del trabajo
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DOCTRINA Y ESTUDIO
incorpore efectivamente a personas de
todas las edades? En el caso de las personas
mayores, la solución está en desarrollar
programas que reconozcan y
aprovechen sus destrezas, aumenten el
apoyo a la alfabetización y garanticen
un mejor acceso a quienes proceden de
ambientes rurales y urbanos pobres;
promover regímenes laborales flexibles
que tomen en cuenta los problemas
relacionados con la edad. Y, como
ha sucedido en el sector femenino, el
valor económico del trabajo no remunerado
que realizan las mujeres mayores
y los hombres de todas las edades,
todavía está a la espera de ser medido
y reconocido por los diseñadores de
políticas sociales. La promoción de
servicios de salud de buena calidad
para la tercera edad es un ingrediente
clave para que dicho trabajo continúe;
por lo menos estos servicios deben
recibir un respaldo adecuado en las
políticas nacionales.
En América Latina se han dado pasos
alentadores para garantizar que las legislaciones
nacionales sean compati-
bles con los tratados de derechos humanos
ratificados por los gobiernos, lo
cual implica que existe un reconocimiento
y un compromiso público con la
defensa de los derechos de las personas
mayores, y deben reflejarse ahora en
las políticas y programas nacionales.
Las alianzas entre el gobierno y la sociedad
civil –a las que el Banco Mundial
se refiere como: “tienden puentes”
y “vinculan” actividades– constituyen
claramente estrategias claves para fortalecer
el capital social de los pobres y
asegurar un impacto intergeneracional
beneficioso. Para que los sectores empobrecidos
participen plenamente de la
vida económica, social y política deben
realizar alianzas con los de la tercera
edad y sus representantes.
Por esta razón, en HAI se considera que
un aspecto decisivo de cualquier iniciativa
para la protección social, debe consistir
en fortalecer la organización y
representación de las personas mayores,
de manera que su voz sea escuchada
y sus opiniones incorporadas a los
debates nacionales junto con las de
otros sectores. Los acuerdos de esta naturaleza
implican salir al encuentro de,
y dar una voz a las personas mayores,
que a menudo son relegadas a los márgenes
de las asambleas comunales, o no
pueden concurrir al diálogo con el sector
civil porque el sistema de transporte
es inadecuado. Se encuentra un ejemplo
reciente de este enfoque en Bolivia,
donde se ha formado una comisión nacional
multisectorial presidida por el
Viceministerio de Género y Generación,
que trabaja con la red “Defensa
del Anciano” en el desarrollo de servicios
y un mejor acceso para las personas
mayores en los campos de la
salud, derechos legales y bienestar social.
El trabajo previo en Bolivia de este
grupo, ha generado conciencia sobre la
necesidad de políticas que están comenzando
a responder a las demandas
de las personas mayores; no en vano su
lema reza “Personas mayores por el
cambio”. La experiencia de HAI ha demostrado
que el cambio se puede producir
y de hecho se produce enseguida,
cuando las personas mayores se
organizan en grupos para hacer oír sus
propias voces.