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El Hombre y su singularidad Antonio Gala, Eduardo Quiles ...

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Libro recomendado<br />

Fragmentos del libro De dramaturgos: teatro latinoamericano actual<br />

Osvaldo Dragún: texto dramático y medios de producción<br />

[Cuadro 1]<br />

[…] Los signos del “texto de la puesta en escena” serán tanto de orden material como de naturaleza<br />

diversa. Estos signos están determinados por elementos de orden socioeconómicos, es decir, los medios<br />

concretos de que dispone el puestista para realizar el propio texto que culminará en la representación dramática<br />

o texto espectacular como prefieren otros críticos.<br />

Es evidente que esto añade complejidad al análisis. En el caso de dramaturgos como Dragún, el<br />

impacto de los signos materiales afecta incluso al texto dramático previo al texto de la puesta en escena,<br />

por el simple hecho de que Dragún produce, por lo menos durante <strong>su</strong>s primeros años, ligado a un teatro<br />

concreto: el Teatrro Polpular Independiente Fray Mocho. Sus obras, entonces, revelan de alguna manera<br />

<strong>su</strong> experiencia en el movimiento, <strong>su</strong> aprendizaje no sólo como escritor, sino como escritor de teatro que<br />

ve sometido <strong>su</strong> texto a las condiciones de produción escénica y que se ve obligado a aceptar y aprender<br />

de esta relación de modificicación mutua. […]<br />

[…] A pesar de que estas obras (Historia de mi esquina, Los de la mesa diez e Historias para ser<br />

contadas), se han montado con algún tipo de escenografía, y también sin ninguno, de entrada el texto<br />

queda abierto a la interpretación del puestista y a los medios de que dispone. Esto se debe a que el<br />

dramaturgo renuncia a crear un mundo material específico en las direcciones escenográficas y por lo<br />

que muchas veces este nivel de signos se reduce a un leve esquema, a un espacio vacío, y es, como<br />

veremos más adelante, absorbido por la palabra que se encarga de construirlo para la actividad inaginaria<br />

del espectador.<br />

<strong>El</strong> lenguaje se apropia de la creación del mundo material; el mundo es creado por el lenguaje, por lo<br />

que el re<strong>su</strong>ltado es una escenografía construida por la palabra. Dada esta posibilidad, los parlamentos iniciales<br />

en las tres obras fijan las “reglas del juego” dentro de las cuales se desarrollarán las historias. […]<br />

[…] Y es aquí, una vez más, donde descubrimos la naturaleza de la imaginación condicionada por los<br />

medios materiales que organizan la creación teatral. <strong>El</strong> teatro —incluso en <strong>su</strong> expresiones más abstractas<br />

o minimalistas, o en el espacio vacío— depende de los objetos y <strong>su</strong> estatus social (marginamos lo que<br />

refiere al cuerpo mismo del actor).<br />

En este caso, la creación de entorno deja ver las relaciones económicas, técnicas e ideológicas que<br />

proceden y condicionan al texto y que son los pilares del proyecto estéticos. Pero también dejan ver las<br />

marcas del TEATRO sobre el TEXTO. Un “narrador” o “narradores” de tipo omnisciente nos propone e impone<br />

mediante la palabra, la creación conjunta de un ámbito escénico sin existencia concreta; y aquí la operación<br />

se hace in situ, pues la participación del espectador es obligatoria en este nivel. Por ejemplo: “Aquí<br />

atrás está mi esquina, la esquina de Gaona y Paysandú. Allí está el café Ricardito” (Historia de mi esquina).<br />

O: “Estoy en la esquina de Carlos Pellegrini y Corrientes”. (Historias para ser contadas). Y también:<br />

“Yo vivo aquí… No hable muy fuerte, mis padres duermen en el primer piso, sobre la calle y no quiero despertarlos…”<br />

(Los de la mesa diez). Son apelaciones a un público con informaciones específicas (la geografía<br />

de Buenos Aires), y con capacidad de participar en el mundo del Espectáculo. […]<br />

Inmigración y exilio: el limbo del lenguaje<br />

[Cuadro 2]<br />

[…] Con estos condicionantes, el mercado de trabajo se hace prácticamente inaccesible. La edad, clima<br />

y costumbres inciden en el agravamiento del problema. Si a ello añadimos la mayor o menor cantidad de<br />

masas que es capaz de soportar el país de asentamiento con la secuela de más o menos manifiestas xenofobias,<br />

vamos acercádonos a la obra de Discépolo y De Rosa. […]<br />

[…] En ambas obras el habla desempeña una función fundamental en los planteamientos dramáticos.<br />

Si por un lado, técnicamente, es un medio de caracterización de los personajes, por otro, es un arma de<br />

denuncia social, pues, en el campo referencial, revela situaciones reales especialmente en un país como<br />

Argentina de fuertes componentes inmigratorios. Por añadidura, los que emigran y regresan a <strong>su</strong> lugar de<br />

origen tras una larga estancia, van a padecer una pérdida de identidad paralela a la inicial. Por lo cual se<br />

completa el círculo del desarraigo. […]<br />

[…] Si ahora nos fijáramos en los contenidos semánticos de las conversaciones de la primera generación<br />

observaríamos que <strong>su</strong> vocabulario reducido no va más allá de expresar la comida, las dificultades<br />

De dramaturgos: teatro latinoamericano actual, de M. A. Giella 19

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