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El comandante lanzó una carcajada.<br />
—Le aseguro a usted que no lo sabemos — me dijo —. La verdad es ésta. Puede creerlo.<br />
El Paull se erguía ante mí, fino, austero, «un hombre muy apuesto». Se acercó a la<br />
ventana para mirar por ella, con las manos a la espalda, y yo comprendí por su mirada que<br />
contemplaba a los Fracasados que se encontraban allí abajo, a la luz pálida de la tarde.<br />
Volviéndose, me dijo:<br />
—Este sanatorio fue construido para los hombres Fracasados. Pero en lugar de esto, lo<br />
estamos llenando de personal nuestro, que no ha sido capaz de hacer frente al problema.<br />
—Lo comprendo perfectamente — dije —. Yo no tardaré tampoco en ingresar en el<br />
hospital si no consigo llegar a la raíz del misterio.<br />
Él extendió una mano.<br />
—Esto es lo que dicen todos. Pero el misterio no tiene raíz... o al menos una raíz que<br />
nosotros podamos comprender. También es posible que nosotros mismos formemos parte de ella.<br />
Si al menos pudiésemos clasificar su fracaso, atribuyéndolo a causas religiosas, espirituales,<br />
económicas...<br />
Él me miró en silencio. Yo dije entonces, bruscamente:<br />
—Ustedes disponen de las naves temporales. ¿Por qué no viajan hacia el pasado para<br />
averiguar la causa del problema?<br />
Esta solución era tan sencilla que no comprendí cómo no se les había ocurrido; pero, al<br />
parecer, así era.<br />
—Ya lo hemos hecho — repuso secamente el comandante —. Los problemas mentales<br />
(suponiendo que se trate de un problema mental) no se ven. Lo único que vimos fueron los seis<br />
millones de fracasados enterrándose en esas fosas que ellos mismos se habían excavado. Este<br />
proceso abarcó más de un siglo; algunos de ellos llevaban trescientos años enterrados cuando<br />
fuimos a rescatarlos. No, eso de nada sirve. En nuestra opinión, el problema es lingüístico.<br />
—Los aparatos de traducción no sirven — dije, desolado —. Esta tarea es demasiado delicada<br />
para una máquina. ¿No podría disponer de un ser humano?<br />
Por último accedió a hacer de intérprete personalmente. Quería y no quería, a la vez. ¿Y<br />
cómo podía traducir una máquina semejante afirmación? Sin embargo, tú y yo la<br />
comprendemos perfectamente.<br />
Una mujer perteneciente a aquella raza de Fracasados paseaba por el patio. Tal vez era<br />
aquella con quien yo había hablado. Pero yo no la reconocí ni ella pareció reconocerme. Nos<br />
acercamos a ella y probamos suerte.<br />
—Pregúntele por qué se encierran, para empezar — dije.<br />
El Paull tradujo la pregunta y ella contestó lacónicamente con voz agorera.<br />
—Dice que se consideró necesario, pues ayudaba a la unión antes de que comenzase el<br />
intento —me dijo él.<br />
—Pregúntele de qué unión se trata.<br />
Ambos hablaron en tono fúnebre.<br />
—La unión de la unión que ellos intentaban... No sé qué hay que entender por eso.<br />
—¿Ambas «uniones» le parecieron lo mismo?<br />
—Una estaba declinada, como si se hallase en el caso posesivo — dijo el Paull —. Aparte<br />
de esto, me parecieron iguales.