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—No puedo...<br />
Pero una mano firme le sujetó por el codo mientras la voz sibilante de Ojo de Ap le<br />
apremiaba:<br />
—Firma, estúpido... ¿No ves que estás enfermo? Firma y habremos terminado.<br />
¿Hipnotismo?<br />
—No puedo... — empezó a decir el rey de nuevo, pero terminó por sacar una pluma y<br />
firmó, haciendo maquinalmente su rúbrica. Al instante siguiente, se encontró tendido en el<br />
estrecho banco, con Ojo de Ap inclinado ansiosamente sobre él.<br />
—Vamos, mi viejo amigo, pronto te curarás. Ya no tendrás que preocuparte más por nada.<br />
Ahora mírame fijamente, ven hacia mí... de prisa...<br />
Los ojos, sólo los ojos, se hicieron de pronto más luminosos... Luego se posaron en las<br />
mejillas de Ojo de Ap, oscilando fugazmente sobre ellas. En aquellas cavidades había más ojos,<br />
pero aquellas lentes, extrañas, que giraban y parpadeaban, poseían un poder demasiado<br />
terrible para revelarlo ante los mortales. Bajo su efecto, el rey Horacio sintió cómo se<br />
desvanecía en una minúscula charca de luz.<br />
Y luego se confundió con Ojo de Ap.<br />
Experimentó un momentáneo dolor al encajar en el nuevo cerebro. Su consciencia había<br />
pasado de un cuerpo al otro con tanta facilidad como un líquido trasvasado de un recipiente a<br />
otro.<br />
Ojo de Ap se incorporó lentamente. El cuerpo del monarca yacía en el banco, respirando<br />
apaciblemente, tranquilo y abandonado.<br />
—Estarás sumido en una especie de trance hasta que yo te devuelva a tu cuerpo. Tu<br />
organismo funcionará mejor sin tu mente, causa de todos tus males.<br />
—Estoy asustado.<br />
—¿Por qué? ¿Por qué utilizas la misma boca que yo para comer y hablar? En tu vida<br />
has estado mejor, mi viejo amigo. Como sabes, este cuerpo es inmortal. Y ahora... a llevar<br />
nuestro documento a Swap. ¡Que tu sueño sea tranquilo, buen príncipe!<br />
No había ninguna interconexión entre sus especies u Ojo de Ap no permitía que la<br />
hubiese. Horacio — ya no se atrevía a pensar en sí mismo como en un soberano — era<br />
transportado de un lugar a otro al antojo del subhombre. La alucinante idea de que ya no<br />
tenía ser le obsesionaba; sin embargo era agradable sentirse parte integrante de un organismo<br />
perfecto, aunque comprendió más claramente que nunca, mientras acompañaba a Ojo de Ap,<br />
convertido en parásito suyo, que su incurable enfermedad residía en su mente.<br />
Contempló por los ojos del otro cómo la astronave se posaba en la Tierra. Su antiguo<br />
cuerpo (el juicio fue suspendido en vista de su «enfermedad» y de la promesa de Swap de<br />
asumir la custodia de aquel cadáver viviente) fue enviado a su palacio, donde Ojo de Ap<br />
recaudó dinero de las arcas reales y Swap inició un prolongado debate con la corte. Las dos<br />
enfermeras maduritas se escaparon para casarse con los dos fogoneros.<br />
El viaje a Globadán se comenzó al poco <strong>tiempo</strong>.<br />
Fue largo, pero no tuvo nada de monótono. A medida que recorrían los años-luz hacia el<br />
borde exterior de la Galaxia se fue haciendo perceptible el efecto Doppler... visto a través de los<br />
extraños órganos ópticos de Ojo de Ap. Todos cuantos les rodeaban, tanto pasajeros como<br />
tripulantes, empezaron a moverse con mayor lentitud. El proceso fue gradual, muy gradual... se<br />
inició con cosas apenas perceptibles, un pie que se arrastraba, una joven que parpadeaba con<br />
menos vivacidad...