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mucho más ronca y aguardentosa que la del profesor de anglosajón de su antiguo Colegio...<br />
¿Cuántos siglos hacía de aquello?<br />
—¿En qué año estamos? — preguntó.<br />
—En circuito cero, época 82, según la nomenclatura moderna. En el año 2500 de la Era<br />
Cristiana, según la antigua denominación.<br />
Era la primera confirmación directa de sus sospechas: aquella voz tranquila no mentía.<br />
—Gracias — dijo, sonriendo —. Ahora, si me lo permite, voy a pensar.<br />
El pensamiento, sin embargo, de poco le servía.<br />
Posiblemente, lo más acertado sería ponerse a la merced de alguna autoridad civilizada... si<br />
es que existían aún autoridades civilizadas. ¿Y tenía la seguridad de que lo más prudente en el<br />
siglo XX sería también lo más prudente en el siglo XXVI?<br />
—Oiga, conductor, ¿existe un Oxford?<br />
—¿Qué es Oxford, señor?<br />
Una nota de ansiedad sonaba en su voz cuando preguntó:<br />
—Esto es Inglaterra, supongo.<br />
—Sí, señor. Acabo de encontrar a Oxford en mi guía, señor. Es una fábrica de motores y<br />
astronaves de los Midlands, señor.<br />
—Continúe.<br />
Rebuscando en su bolsillo, encontró y sacó el folleto que había cogido en la celda y<br />
examinó su alegre tipografía, tratando de descubrir algo que le ayudase.<br />
«Cronoarqueología S. A. presenta una sorprendente serie de miradas en el pasado. Días<br />
enteros de las vidas de: a) Un dinosaurio madre, b) El malvado sobrino de Guillermo el<br />
Conquistador, c) Un ciudadano del aterrorizado Londres de los Estuardos durante la epidemia<br />
de peste, d) El maestro enamorado del siglo XX.»<br />
«¡No se ha expurgado ni añadido nada! ¡Mejor que las Sensaciones! Todo en magnífico<br />
4D; no hacen falta estéreos.»<br />
Furioso ante la descripción de sí mismo, Rodney arrugó el folleto en su mano,<br />
preguntándose amargamente cuántos hombres y mujeres de su propia generación tenían que<br />
soportar impotentes aquel ultraje en todas las barracas de feria del mundo. Cuando su ira<br />
menguó, la curiosidad volvió a dominarle; alisando el folleto, leyó una breve descripción del<br />
espectáculo que « transporta el entusiasmo a las multitudes al poner todas las épocas a su<br />
alcance».<br />
Bajo el encabezamiento «Espectáculo fabuloso», leyó: «Del mismo modo como la<br />
antigravedad levanta a un hombre en dirección contraria a su peso, la cronosujeción puede<br />
elevar a una máquina fuera de la dirección del <strong>tiempo</strong>, para enviarla velozmente hacia los<br />
siglos más remotos. La máquina puede ser guiada con exactitud desde el presente para que<br />
recoja un fragmento del pasado, lanzándolo ante nosotros, sin que sus protagonistas se<br />
enteren. Apenas hace falta decir que se trata de un procedimiento complicadísimo y<br />
extraordinariamente costoso...»<br />
—¡Conductor! — gritó Rodney —. ¿Sabe usted algo acerca de esto que se llama<br />
cronosujeción?<br />
—Solo lo que he podido oír, señor.<br />
—¿Qué quiere usted decir con eso?