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Con un ademán furtivo, Stevens se tocó la garganta. El aparatito alojado en ella iba a<br />
ser necesario ya; con su ayuda podría ganar la partida. Aquel Imperio no tenia subradio; en<br />
este hecho residían todas sus esperanzas y las de la Tierra. Pero ante Arntibis Isis, aquella<br />
esperanza le pareció fútil.<br />
—Puesto que ya estoy aquí, es necesario que me someta a vuestro juicio — dijo Stevens<br />
—. Aunque en el lugar de donde vengo, la costumbre civilizada consiste en decir al acusado de<br />
qué se le acusa, cómo puede conseguir la absolución y a qué castigo se expone por su<br />
pretendido delito. También tenemos la cortesía de anunciar el comienzo del juicio, sin lanzarlo<br />
bruscamente sobre el reo.<br />
El murmullo que recorrió la reunión le dijo que se había apuntado un pequeño tanto. Tal<br />
como Stevens veía el problema, los Ultraseñores buscaban la existencia de alguna virtud<br />
cardinal en el Hombre que, si Stevens la ponía de manifiesto, salvaría a la Tierra; pero... ¿qué<br />
virtud consideraba importante aquella abigarrada multitud? Tuvo que parar su mente<br />
desbocada para escuchar lo que respondería Arntibis Isis a su arremetida.<br />
—Nos hablas de una costumbre local que sólo se practica en un rincón de mala muerte<br />
de la Galaxia — dijo la voz serena del altísimo ser —. No obstante, teniendo en cuenta tu nivel<br />
intelectual, enumeraré los cómos y los porqués. Debes saber, pues, David Stevens de la<br />
Tierra, que en ti se juzga a tu mundo ante la Dieta Suprema de los Ultraseñores de la<br />
Segunda Galaxia. No se trata de una acción de carácter personal; en realidad, tú apenas<br />
haces aquí otro papel que el de un portavoz. Si sales airoso de la prueba, (y te aseguro que<br />
nosotros somos más que imparciales, deseamos tu éxito, si bien no abrigamos grandes<br />
esperanzas), la raza del Hombre será reconocida como miembro joven, pero con plenitud de<br />
derechos en nuestro gran concurso de razas que comparten nuestros descubrimientos y<br />
problemas. Si fracasas, tu planeta, la Tierra, será borrado del universo..., aniquilado.<br />
—¿Y tú llamas a eso civilización?... — empezó a decir Stevens con acaloramiento.<br />
—Todas las semanas juzgamos aquí a cincuenta planetas — le interrumpió Mordregón<br />
—. Es el único sistema posible... suprime interminables trámites burocráticos.<br />
—Sí, y además ten en cuenta que no podemos disponer de las flotas suficientes que harían<br />
falta para vigilar a estas comunidades inestables — intervino uno de los Ultraseñores que se<br />
hallaban en la sala —. Los gastos serían demasiado cuantiosos...<br />
—¿Os acordáis de aquel terrible reptil devorador del <strong>tiempo</strong> que procedía de un punto<br />
cualquiera de la Nube de Magallanes? — dijo Ped2, riendo al recordarlo —. Tenía un plan<br />
diabólico para conseguir que su raza sobreviviese mil años.<br />
—Yo me hubiera muerto de aburrimiento al cabo de una hora de observarlos — dijo<br />
Mordregón, encogiéndose de hombros.<br />
—¡Orden en la sala! — gritó Arntibis Isis. Cuando se produjo silencio, dijo a Stevens —:<br />
He aquí cuáles son las reglas del juicio. Primera: el veredicto es inapelable; cuando se levante<br />
la sesión, serás transportado de nuevo a la Tierra sin pérdida de momento y el veredicto será<br />
pronunciado así que desembarques en ella.<br />
»Segundo, te doy mi seguridad de que nuestra decisión será absolutamente justa y<br />
ecuánime, aunque debemos reconocer que la definición de justicia difiere de un lugar a otro.<br />
Tal vez nos consideres despiadados, pero la Galaxia es un lugar muy pequeño y no hay sitio en<br />
ella para los inútiles. Además, tenemos el problema del gobierno de la Undécima Galaxia, que<br />
está en nuestras manos desde hace poco. Sin embargo...<br />
»Tercero, muchos de los aquí presentes poseen poderes que tú considerarías como<br />
supranormales, tales como telepatía, clarividencia, precognición, telequinesis, y otros. Estas<br />
facultades no se ejercerán en ningún momento durante el juicio, para que tú puedas ser<br />
juzgado en igualdad de condiciones, hasta allí donde esto sea posible. Te damos nuestra<br />
seguridad de que no leeremos en tu mente.