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De nuevo estoy en la profunda oscuridad, suave y sedante. Vuelvo a ser un pez,<br />
coleteando con lentos movimientos por las aguas tranquilas. Aquí reina la calma, pero más<br />
allá... ¡La caída! Doy media vuelta y agito desesperadamente las aletas... pero es demasiado<br />
tarde, demasiado tarde.<br />
«Eh, no te asustes. Soy yo.»<br />
Me hablaste de peligro.<br />
«Mantén la calma y tranquilízate. Tienes que hacer lo que voy a pedirte. Hazlo por mí...<br />
por nosotros. Si lo haces, no habrá peligro.»<br />
Dímelo rápidamente.<br />
«Todavía es muy difícil. Dentro de algunos días ya estarías más preparado... pero yo no<br />
podré resistir tanto <strong>tiempo</strong>.»<br />
¿Por qué es difícil?<br />
«Porque aún eres tan pequeño.»<br />
¿Y tú, dónde estás?<br />
«Yo estoy en un mundo muy parecido a la Tierra, situado a noventa años-luz de ella y<br />
que se aleja cada vez más de ti, a cada momento que se alarga nuestra comunicación.»<br />
¿Por qué? ¿Cómo? No entiendo. Todo esto escapa a mi comprensión; antes de que tú<br />
vinieses, todo estaba tranquilo y oscuro.<br />
«Descansa y no te inquietes, hijo mío. Lo haces muy bien; comprendes las cosas en<br />
seguida, conseguirás llegar a la Tierra. Viajas hacia ella en una astronave que salió de<br />
Mirone, el planeta donde yo estoy, hace dieciséis días.»<br />
Envíame de nuevo esa imagen del astronave.<br />
«Ahí la tienes...»<br />
Es una especie de vientre metálico para todos nosotros. Esta idea la comprendo más o<br />
menos, pero no me explicas lo que son las distancias de una manera satisfactoria.<br />
«Se trata de grandes distancias, de lo que llamamos años de luz. No puedo explicarte<br />
bien lo que son, porque la mente humana nunca alcanza a entenderlos.»<br />
Entonces es que no existen.<br />
«Por desgracia existen, ya lo creo que existen. Pero sólo se les puede comprender como<br />
conceptos matemáticos. ¡Oh! Mi pierna...»<br />
¿Por qué te interrumpes? Recuerdo que antes también te interrumpiste de pronto. Me<br />
enviaste un terrible pensamiento de dolor y luego desapareciste. Contesta.<br />
«Espera un momento.»<br />
Apenas te oigo. Ahora siento interés. ¿Por qué no continúas? ¿Estás ahí?<br />
«...esto es superior a mis fuerzas. Estamos listos. Judy, amor mío, si pudieses oírme...»<br />
¿A quién hablas? ¡Respóndeme en seguida! Esto es desesperante. Te oigo tan<br />
débilmente que apenas entiendo tus palabras.<br />
«Te llamaré cuando pueda...»<br />
Miedo y dolor. Únicamente símbolos de su mente a la mía, pero tienen un significado<br />
siniestro... algo que se me escapa. Tal vez sea otro recuerdo atávico.