1 - Consello da Cultura Galega

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LOS ESCRITOS DE SA RMIENTO<br />

,E L S I G L O D E I' E IJOO<br />

y


PRÓLOGO


PRÓLOG O<br />

Nadie, y m ucho menos Fra y Martín Sarmiento<br />

, podía ignorar qu e el invento ma ravilloso de<br />

G ut enberg es palanca de Arquímed es, que, apo,<br />

y;ll1los e en la razón , alc anza ;1 re move r pro fun ­<br />

<strong>da</strong>mente el mundo moral; y no es creíb le qu e<br />

quien asp ira ba con ansia tan fervien te ;1 dest errar<br />

dd vulgo in vetera<strong>da</strong>s y necias preo cupacio<br />

nes Y ;l extende r po r todos los ám bito s de s u<br />

ama<strong>da</strong> pat ria los rayos viviíicantcs y he rmo sos<br />

de! so l de la ver<strong>da</strong>d, se negara sistemáticamen te<br />

y sin motivo á hac er uso de la prensa , qUt:<br />

reparte ;1 los pobr es el pan del ente ndi m ien to,<br />

llama á los desamparados de la fortuna al esplendido<br />

fest ín de la idea , y hace imposible e!<br />

mono po lio de la ciencia y la vinculación de la


IU BIIl LlOTECA G ALLE G A<br />

doctrina. Él mismo alentaba y confortaba generosamente<br />

á mu chos ingenios, exho rtándolos<br />

con eficacia ;í que diesen ;í la estampa sus literarias<br />

producciones; y, no deten iéndose su celo<br />

ant e la inm ensi<strong>da</strong>d de los mares, estimuló al<br />

oidor de Lima, D. Caspar de Urquizo, al Marqués<br />

de Arau<strong>da</strong>, Gobernador de Méjico, y á<br />

D. Miguel de San Esteban, residente en Bogad<br />

, á que hiciesen del dominio público sus<br />

escritos.<br />

( Muchos, pucs, y muy poderosos moti vos debieron<br />

concurrir para que el autor de incont ables<br />

obras no hiciera gcmir con ellas la pren sa,<br />

aunq uc sólo fuese, si se le regatean impulsos<br />

más nobles, obedeciendo al estimulo de la gloria<br />

y al agui jón del lucro, que por aque llos<br />

tiemp os, tan distinto s como poco distantes de<br />

estos nu estro s miseros , era usual y corrient e<br />

que reportaran los publ icistas. Más l1ue su apego<br />

á la vi<strong>da</strong> reposa<strong>da</strong> y tranquila, muy expuesta<br />

y ocasiona<strong>da</strong> ;í turba rse y perderse, si se<br />

escribe para el púb lico, debieron ser part e para<br />

engen drar en él determinació n tan funesta y tan<br />

extra ña, la mode stia excesiva, la corte<strong>da</strong>d de<br />

genio, el temor á la crítica despia<strong>da</strong><strong>da</strong>, entonces<br />

en uso, la repu gnancia ;i sujetar los escritos á<br />

la aprobaci ón de la autor i<strong>da</strong>d laical: la censura ,


1 2 Bi b LIOTECA ljA LLEliA<br />

. portunado y obligado po r la curiosi<strong>da</strong>d cientííica<br />

de para el mu y resp etables personas; porq<br />

llt: t:s de adve rti r qu e en aq uellos tiempos,<br />

len idos ge neralm en te por de activi<strong>da</strong>d intelectu<br />

al escasisima, el deseo de saber y de ilustrarse<br />

era en no pocos vchcmcnt isirn o por dem ás, y<br />

no se perdonaba para ello gasto ni sacrificio. El<br />

an sia por ex plo rar y abarcar los dominios inme<br />

nsos de la reali<strong>da</strong>d y de la historia se había<br />

apode rado del pu eblo, y los q ue no podían satisface<br />

rla po r sí mism os, mo lestaban y aburrían<br />

con preguntas, con sult ándolos co mo :í oráculos ,<br />

:1 los qu e alcanz aban fama de m:15 inteligentes<br />

y eruditos. Entre las Cartas eruditas, hay una<br />

bajo el tirulo Ingrata ltabitacióll la de la corte,<br />

donde expone Fei joo las ca usas por las cuales<br />

vivía alejado de Madrid, y lo asediado qut: allí<br />

se vio en el poc o tiemp o que estuvo por cu ­<br />

riosos impertine ntes, e mpeñados en averiguar<br />

«men udencias de la g ue rra de T roya... q ue especies<br />

de cuerpos hay á la dista nc ia de treinta<br />

leg uas debajo de la tierr:t... que espe cies de<br />

ratoneras habí an usado lo s antig uos , o cuántas<br />

y de qué naciones eran las mu jeres que el Persa<br />

ten ia en su serrallo ». Sa rmiento no p udo huir<br />

de Madri d, y fue esto Ull bien para su fama y.<br />

p.lr:l vul gari z.tr la cienc ia. porque lo q ue escri-


q BIIlLlüTr.CA GALLEGA<br />

agradecido los amantes del saber y que como<br />

nlllY bien dijo D. Juan Sampere y C uarinos<br />

en su Biblioteca espmlola... de! reinado de Carlos<br />

lff (1), tan celebra<strong>da</strong> por el Marques de<br />

Valmar, «hubiera evitado el que otras manos<br />

mis codiciosas y menos h ábi les, con fi a<strong>da</strong>s en<br />

que el crédito del P. Sarmiento <strong>da</strong>ría despacho<br />

,í cualq uiera escrito que se publicase en su nombre,<br />

hubieran impre so algu nas que, no siendo<br />

de las mejores de aquel sabio, tampoco son de<br />

las mi s aptas para sostener su reputación literana<br />

».<br />

Además de las dos obras ya cita<strong>da</strong>s, se imprimieron,<br />

formando ca<strong>da</strong> una un volume n, las<br />

siguientes: Disertación sobre... la Carqucixa, Ir<br />

tÍ la J[uerra. lw,'egar ) ' casar no se puede acouscjar,<br />

y lVarimiento y crianza de San Fernando<br />

m Calicia.<br />

El S emanario l!.l'ltdito,. de Valla<strong>da</strong>res, publicó<br />

en los años de 17S7 y 17S9 los siguientes escritos<br />

de Sarmient o: Catálogo de algunos libros<br />

curiosos )' selectos I Discurso crítico sobre el orisr»<br />

de los II/ara,g-atos ¡ Elporque sí JI el jJorque<br />

110 ! Origm de los ,'I'!1anos I Tres cartas al D uque<br />

de lJfedina-S'idonia I Discnrso sobre él 11lé-<br />

(1) TOIll O V, p;íg. J 13, cd, ¡KXy.


LOS ESCRITOS DE SAR:-'I\E!\ TO 15<br />

todo que debía gtt ar<strong>da</strong>rse ett la primera educacion<br />

de la jl{,(,l'Iltud I Ap ulltamiel/tos para Illl<br />

discursa sohrc la necesi<strong>da</strong>d qllc !la)' en J"-"'pmia<br />

de UIIOS buenos camillos reales y de Sil pública<br />

utili<strong>da</strong>d I ReJli'.'.:iolles literarias para una biblioteca<br />

real ) ' para otras bibliotecas públicas I R espucsta<br />

á la carta de la J unta de Agricultura<br />

del R eillo de Galicia.<br />

En la Galicia, revista uniucrsal de este reino,<br />

fun<strong>da</strong><strong>da</strong> en la Coru ña en l .u de Octubre de<br />

1860 bajo la dirección de D. Anto nio de la<br />

Iglesia, se dieron á conoc er 24 cartas de Sarmiento,<br />

un resumen, con el título de Reflexioncs,<br />

del manuscrito sobre el catastro. y el largo<br />

estudio titulado Vegetales, respuesta á la p reg<br />

Ullta de si nacen cu Galicia. el/ qué sitio, ('JI<br />

qué canti<strong>da</strong>d y de qué cali<strong>da</strong>d S OIl los vegetales<br />

!.:alí, sosa y barrilla. Según los Sres. Maffci y<br />

Rúa Fig ueroa en su Bibliografía 'millera !lispano-americana,<br />

en dicha revista se publicó la copia<br />

que el P. Sarmiento envió á su..herma no<br />

[avier.de un manuscrito de 26 pliegos re<strong>da</strong>ctado<br />

en 1756 para D. Juan Arias, sobre Historia<br />

natura l de Galicia. y varias cartas referentes :1<br />

la mineralogía y botánica de Calic ia. Nosotros<br />

no hemos encontrado allí cl tal trabajo sobre<br />

!list{wia natura],


18 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

Salucio, del Orden de Predicador es, al que impugn<br />

ó el P. Cruz en su libro De los estatutos<br />

de la nobleza de España, Foulché Delbosc escribió<br />

en la E euue Hispanique de 12 de No ­<br />

viembre del 97 un artículo titulado o» OPUSCllle<br />

f'anssemcnt attrioue au P. S armiento, en el<br />

que se pregunta si l lOUS uous trouuous en préseuce<br />

d'tas PUl' p lagiat, ou simplemellt d'ulle<br />

crreur couunise par ltll coileacnr peu auis é; pero ,<br />

evidentem ente, qui en <strong>da</strong>ba sus trabajos para que<br />

figuras en con nombre ajeno, no hab ía de apropiarse<br />

los que no fuese n suyos.<br />

En la colección para uso de D. Pedro Franco<br />

D ávila hay varios escritos que ni so n, ni se<br />

dicen de Sarmiento, con el cual , sin embargo,<br />

alguna relación deben de tener , aunque no<br />

sea fácil hoy averi guarla: otros aparecen allí<br />

como suyos; pero si el estilo es el hombre, á lo<br />

menos en el hombre que llega á tener estilo,<br />

cuesta trabajo creer que hayan salido de su mal<br />

corta<strong>da</strong> y nerv iosa plum a. El autor anónimo,<br />

tal vez el propi o Con de de Camp omanes, autor<br />

de la biografia de Feijoo que va al frente de las<br />

obras de este, le atribuye el «Soneto al impugnador<br />

del Teatro Critico, en dos tomos, impreso<br />

en Salamanca, que era el P. So to Mam e»;<br />

pero el coleccion ista de los man uscritos de


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 19<br />

Sarmiento, entre los cuales se halla el tal Ierocisimo<br />

son eto, dice que es obra de nuestro autor,<br />

qu ien le compuso en 1749 «y le imprimió<br />

en una hoja volante»; de éste se ha creído tam ­<br />

bien, y om itirem os otros varios trabajos, el<br />

Céldrre testamento de Espa ña CJl el Heyuado del<br />

Señor D . Fernando el Sexto: con una sucinta<br />

prcvCllcióll del Gobierno de ca<strong>da</strong> una de las<br />

Religiones »,. sin emba rgo, aunque no era hombre<br />

el discíp ulo de Feijoo qu e temiese cen surar<br />

toj o lo censurable aun en las ór denes religiosa s<br />

más prepotentes, el carácter marca<strong>da</strong>mente regalista<br />

del escrito hace sospechar, co mo advirtió<br />

perspicazmente D. Rafael Altamira, que no tu vo<br />

tal padr e (1).<br />

En cambio. . libros de Sarmiento tan conocidos<br />

como la D emostración y la Historia de la<br />

poesía, no los hem os visto citados en el Diccionario<br />

de Bibliografía esp a ñola, de D. Dioni sia<br />

Hi<strong>da</strong>lgo; y Miñano, en su Diccionario g eográfico.<br />

al llegar a Pontevedra y hablar del P. Sarmiento,<br />

porqu e este «vivió» allí largos años,<br />

dice qu e «sus mu chos y preciosos manuscritos<br />

se han perdido ». Ciertamente que se perdieron<br />

( 1) R ev ista crítica de lIis/{>rill y Literatura espaíw!lls, Dicie<br />

mbre de 1R99.


2 0 BIBLIOTECA G ALLEGA<br />

varios de ql1e su mi smo autor <strong>da</strong> cuenta en<br />

ot ras o bras 'y no se hallan en sus colecc ion es:<br />

como -son los gue tit ulaba Sobre , el Be/eilo (1),<br />

Sobre el modo de fabricar un pumte de UIl solo<br />

arco sobre el rio Sil (2), S obre la necesi<strong>da</strong>d de<br />

quc , los ' lIiédicos receten en lellg ua


22 BlllLlOíECA GALLEGA<br />

Nacional, al archivo del Real Palacio y á la<br />

Academia de San Fernando.<br />

En los monasterios benedictinos que han ido<br />

restableciéndose en España, donde tantos beneficios<br />

hicieron á la socie<strong>da</strong>d en otras épocas, se<br />

guar<strong>da</strong>n con amor los escritos del ilustre miembro<br />

de la Orden, salvados de la furia vand álica<br />

de la desamort ización. El que nJ;1S posee acaso<br />

es el de Santo Domingo de Silos, en la archidiócesis<br />

de Burgos, gloriosísimo por su antig<br />

üe<strong>da</strong>d, por los hechos de su historia, por la<br />

santi<strong>da</strong>d no altera<strong>da</strong> de su disciplina, por la<br />

erudición y ciencia de muchos de sus hijos y<br />

por las maravillas incomparables de su claustro.<br />

Varias librerías de paniculares se ufanan justamente<br />

con manuscritos, autógrafos Ó copiados,<br />

de Sarmiento; en la del Sr. Cánovas se<br />

hallaba original el Discurso apolog ético p or el<br />

arte de rastrear las más oportunas etimologias<br />

de las voces vulgares: también hay algunos en<br />

diversas Bibliotecas provinciales, (01110 en la de<br />

Orense.<br />

De los cabildos donde hay copia<strong>da</strong>s obras del<br />

ilustre benedictino gallego, sin citar el de Lugo,<br />

que tiene algunas, aunque incompletas y<br />

un tanto equivoca<strong>da</strong>s, mencionaremos únicamente<br />

el de Sevilla, el cual. en su Biblioteca


24 -BIBLIOTECA GALLEGA<br />

discípulo predilecto, aplic ándolestan- exagera<strong>da</strong>mente<br />

severos juicios, 'con dificultad podrían<br />

salvarse en -el auto de fe literario: constituy en,<br />

más que otra cosa, un trabajo de vulgari zación<br />

de los adelantos -con que se enr iqueció por entonces<br />

la ciencia, y una propagan<strong>da</strong> constante<br />

y varia<strong>da</strong> en favor de la rehabilitación y dcl<br />

predom inio del saber clásico nacional, sin que<br />

de ordinario descubran otros horizontes que los<br />

que mostraban los sabios de su siglo, cuyas<br />

obras tenía tan conoci<strong>da</strong>s. Él mismo comprcndió<br />

que le era difícil hacer descubri mientos<br />

notables en el tan anch uro so como explorado<br />

campo de las ciencias, y que pocas cosas ver<strong>da</strong>deramente<br />

original es que <strong>da</strong>rían en sus escritos.<br />

«}\ vista de lo mucho que hay escrito ¿que podre<br />

yo decir de nuevo que merezca alguna<br />

atención? Infelices los quc han nacido tarde, que<br />

ni aun podrán desatinar por nuevos caminos<br />

que ya no los hayan tri llado otros, ni decir cosa<br />

de ' nuevo y bueno que ya no se halle en los<br />

libros.»<br />

Sus obras no son muy fáciles y asequi bles<br />

para el vulgo de los lectores en estos tiemp os<br />

de tanta inape tencia intelect ual, que, para que<br />

scau gustados .alimcntos sólidos, es fuerza aderezarlos<br />

con los m ás exquisitos guisos de la li-


LOS ESCRITOS DE SARMIENT O 27<br />

las palabras de la Descripción f ísica y ciui! de<br />

la villa de Pouteuedra y de Sil jurisdicción (1),<br />

trabajo que se halló entre papeles de Sarmiento<br />

y fu é re<strong>da</strong>ctado en presencia de apuntes que él<br />

dejó ;Í su familia: «Lo más notable es que todos<br />

la hicieron (;Í Ponte vedra] patr ia de Fr. Martín<br />

Sarmiento, CO!l una ignorancia manifiesta, en<br />

cuyo erro r incurrió tambi én el P. Maestro Fl órez,<br />

sin embargo de ser íntimo amigo y compañero<br />

de aquel literato »; y lo que D. T om ás<br />

de Iriarte escribió, con motivo de sus honras<br />

fúnebres en carta á D. Jase Ca<strong>da</strong>lso (2): «El orador<br />

demu estra que el P. Sarmiento nació en<br />

Villafranca del Bierzo; pero por otro lado busca<br />

razones sofisticas para probar que su patria fue<br />

Pontevedra, y este mismo empeño han tomado<br />

todos los gallegos que conozco en Madrid, á<br />

despecho de la fe de bautismo del difunto, que<br />

est á afirmando lo contrario.» Sin embargo, nadie<br />

como él tan digno de ser estudiado y honra ­<br />

do en la Biblioteca g allega según en otro volumen<br />

de la misma hemos demostrado. A su<br />

nombre ceñimos el de otra gloria de Calicia, el<br />

( r) Co piad a en la Revi sta Ca/icia, 15 de Mayo de<br />

1862.<br />

(2) Pu blicad a por el Sr. Cot arclo en la págin a .148<br />

de Iriart« J' su /POCl/.


28 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

P. Feijoo, relacionando las tareas literarias de<br />

ambos con el estado general de la ciencia en su<br />

siglo, el cual, dice el Sr. Menéndez y Pelayo (1),<br />

«por excelencia debiera llevar su nombre: siglo<br />

del P. Feij oo, puesto que hered ó to<strong>da</strong>s sus cuali<strong>da</strong>des<br />

y todos sus defectos», y del que es Sarmiento,<br />

en frase del Sr. Martine z Ruiz (2), «la<br />

figura más vigorosa». .<br />

( 1) Ideas estéticas en Esplllia, vol. 2.°, pág. 5 1) .<br />

(2) E l alnta castc!laNa.


30 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

virgiliana, como el altivo cipr és entre los débiles<br />

mimbres.<br />

Ot ros, por el contrario, no comprendiendo<br />

que los genios nazcan por generación espontánea<br />

ó con la facili<strong>da</strong>d de los hongos, y resistiéndose<br />

á creer roto el hilo de la tradición<br />

científica y sepultado en la tumba el saber nacional<br />

con el último vástago de la dinastia<br />

austriaca, á fuerza de disminuir la importa ncia<br />

de su misión crítica y reformadora, cayendo en<br />

el extremo opuesto, sacrifican la gloria de un<br />

hombre ante el honor de la patria, y casi hacen<br />

de Feijoo un ingenio vulgar y adocenado, traductor<br />

de libros franceses y propagandista de<br />

las doctrinas menos peligrosas de la Enciclopedia.<br />

Indu<strong>da</strong>blemente, en tan diversos juicios influyen<br />

mucho preocupaciones sistem áticas de<br />

escuela. Los que son de vista intelectual tan<br />

corta que no alcanzan á distinguir la activi<strong>da</strong>d<br />

científica de nuestra patria más allá de los últimas<br />

años del pasado siglo, los que se hallan tan<br />

ayunos de historia y tan ahitos de prejuicios<br />

sectarios, que aun se fingen la Inquisición algo<br />

así como el coco, el bu y el espantajo de las<br />

ciencias, y los que por odio á la dinastía austriaca,<br />

opresora de nuestra vi<strong>da</strong> regional y munici-


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 3I<br />

pal y derrochadora de nu estra sang re y de<br />

nuestro oro en insensata s y ant ipatrióticas aventuras,<br />

quieren quitarle la gloria de que bajo su<br />

dominación hayan flor ecido las art es y las cien ­<br />

cias , supone n petrificado y mu erto el ingenio<br />

español durante largas centurias hasta la venturosa<br />

presente, en que principió á eje rcitarse y á<br />

trabajar después de que á la tumba del escolasticismo,<br />

en que yacía sepultado, aproxim óse el<br />

taumaturgo Feijoo, y, con Y OZ pod ero sa á remover<br />

los hu esos de los sepu1cros, gritó el prodigioso<br />

Lazare, veni foras. Para ésto s ya lo<br />

dijeron los periódicos protestantes del pasado<br />

siglo el papel que en la histo ria nac ional desempeñó<br />

el famo so ben edictino no es menos<br />

trascendente que el que en la universal representó<br />

el agustino Lutero: los dos proponían ,<br />

aunque exceptuando Feijoo las materia s dogmáticas,<br />

como condición necesaria del verd adcro<br />

conocimiento, el principio del libre examen,<br />

la protesta contra el mag íster dixit, y la desconfianza,<br />

ya que no la negación , de la cienc ia<br />

de los sig los feu<strong>da</strong>les. Voltaire, man ejan do la<br />

piq neta demoledora contra institu cion es repu ­<br />

ta<strong>da</strong>s intangibl es é inmortales, pr en diendo fuego<br />

por los cu at ro costados al edificio de la<br />

tradición , y persiguiendo con la carcaja<strong>da</strong> bur-


32 BI BLIO T EC A G ALLEGA<br />

lona del escéptico y con la mueca insolente de<br />

la desvergüen za (1) las creencias para el pueblo<br />

más respetables y caras, ofrece á otros la imagen<br />

exacta de Fe ijoo, adversario acérrimo de la<br />

hipocresía, del fraude religioso y del dolo pio y<br />

milagrero. No tan injuriosos en la comparación,<br />

los restantes le atribuyen el oficio que<br />

respecto de Europ a cupo á Descartes, quien, poniendo<br />

en du<strong>da</strong> la propia existencia, aplicando<br />

el ácido corrosivo de la critica á las enseñanzas<br />

en que no se veía por las muchedumbres siuo<br />

el oro más puro, y llamando á discusión y á la<br />

barra del análisis los sistemas filosóficos en que<br />

ciego rutinarismo habla impreso el, Noli ntc<br />

tangere, produ jo una revolución incre ible en el<br />

plan y el m étodo de la ciencia.<br />

Contra estas aseveraciones, que provocan la<br />

reacción en los espíritus, protestan los pocos<br />

escritores enamorado s de nuestras antiguas glorias;<br />

los que se sienten arrebatados de la indignación<br />

más profun<strong>da</strong> al ver tenidos en poco y<br />

puestos en desprecio tesoros de saber que, re-<br />

(1) El ilustre No urrison, miem bro del Instituto, acaha<br />

de publicar, con el título Voltaire et le uolrerianismc,<br />

un grueso volume n, cuya tesis es que Voltairc fué un<br />

mal hijo, un ser degrad ad o po r las pasion es m.is viles,<br />

traidor, hipócrita, avaro y ad ulador.


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 33<br />

partidos entre to<strong>da</strong>s las naciones cultas, bastarían<br />

para enriquecerlas; los que no comprenden<br />

que se pue<strong>da</strong> sentir en el corazón palpitaciones<br />

de patriotismo, aceptando á beneficio de inventario<br />

la herencia literaria opulent isima de nuestros<br />

mayores para empeñarse en traerdelextrnnjero<br />

los desperdicios de una ciencia filosófica,<br />

bárbara en los terminas, ininteligible en las ideas<br />

y por averia<strong>da</strong> man<strong>da</strong><strong>da</strong> ya en otras partes recoger;<br />

los que,"en fin, se duelen á par del alma de<br />

que haya quienes tengan , como diría el satírico<br />

Bretón, monta<strong>da</strong> en la nariz la Enciclopedia, y<br />

desconozcan en absoluto la historia del saber<br />

español, siendo preciso, para que lo-crean, que<br />

los ingleses y alemanes, que tan rica mies cosechan<br />

en ' los inexhaustos predios lóde nuestros<br />

olvi<strong>da</strong>dos archivos, hagan el gran' descubrimiento<br />

de'que ha habido aquí ingenios señalados' en<br />

todo linaje de disciplinas. Los preconizadores de<br />

la ciencia netamente española, no eclipsa<strong>da</strong> ni<br />

interrumpi<strong>da</strong> en ningún siglo, ' suelen rebajar<br />

má s de lo justo la misión y aun el mérito personal<br />

de Feijoo (1), negando que fueran muchos<br />

los errores comun es arraigados en España, ó<br />

(1) ElCanónigo Mayans, en carta escrita :i D. jos é<br />

Ceba llos en 8 de Agosto de 1750, llamó á Feijoo ca­<br />

Iu m nlador ¿ ignorante.


LOS ESCRITOS DE ' SARMIENT O 37<br />

interesábale viva y eficazmente y despertaba su<br />

activi<strong>da</strong>d literaria por modo prodigioso.<br />

'Á este resultado contribuyó asimismo el no<br />

ser parti<strong>da</strong>rio cerrado de escuela algun a, sino<br />

ecléctico en el buen sentido de la palabra, y<br />

con un si es no es de moderado escepticismo:<br />

su deseo de hallar la ver<strong>da</strong>d examinando severa<br />

y desapia<strong>da</strong><strong>da</strong>rnente los sistemas que decían<br />

monopolizarla, yla crudeza y aun osadía' con<br />

que manifestaba su parecer sobre puntos que<br />

juzgábanse incont rovertibles, lastimaro n 'á muchas<br />

personas demasiado apega<strong>da</strong>s á sus con ­<br />

vie


38 BlBLIOTECA GALLEGA<br />

juzgó al Beato Raimundo Lul io, sin haberlo .tenido<br />

nunca en' las manos ni saber de él mis<br />

que lo que había leído en un libro extranjero,<br />

sirvió ' para que -la : Orden franciscana, que en<br />

todo -tiempo ha prestado tan eminent es 'servicios<br />

;l' la causa de la.ciencia, encargara á-cinco de sus<br />

'm ús ilustres hijos el escribir la apología del<br />

apenas conocido en España, asceta extraordinario,<br />

caballero an<strong>da</strong>nte del pensamiento y prodigio<br />

incomparable de erudición y de ciencia.<br />

. El efecto que en la.socie<strong>da</strong>d española produjeran<br />

los escritos de Feijoo no es para calculado,<br />

y á veces superó sus propias .intenciones, que<br />

no alcanzaban tan alla, y de las premisas senta<strong>da</strong>s<br />

no pretendían Sacar to<strong>da</strong>s las -últimas consecuencins.:<br />

Véase, descotltand o la parte que<br />

hay deexageración,cómo describe .L eocadio<br />

Doblado. educado monásticamente, la impresión<br />

que en él obró la lectura del piadosisimo<br />

benedictino gallego: «Si por efecto del encanto<br />

de la maravillosa lámpara de Aladino me hubieran<br />

impensa<strong>da</strong>mente trasportado ;1 los subterráneos<br />

soberbios descritos en Las mil J' nn«<br />

noches, no habría podido experimentar el enajenamiento<br />

que sentí al tomar en mis manos<br />

este tesoro intelectual, de que ya me creía poseedor...<br />

Mi razón, que, semejan te al pajarillo


40 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

muchedumbre; no vacilaron en lisonjear las<br />

aficiones de esta, defendiendo, con obstinación<br />

digna de mejor causa, sus más risibles prejuicios,<br />

por aquello del poeta,<br />

«El vulgo es necio. y pues lo paga, es justo '<br />

hablarle en -necio, par a <strong>da</strong>rle gu sto .»<br />

,Literatos cuyos libros no encontrab an despacho,<br />

y cuya bolsa hall ábase vacía, 'manejaban á<br />

to<strong>da</strong> prisa la pluma (1), borrajeando papeles,<br />

que por llevar el nombre de Feijoo y terciar,<br />

impugnándole , en contien<strong>da</strong> que así acaloraba<br />

y dividia los animas, eran como pan bendito<br />

arrebatados de manos de los vendedores. Los<br />

fanáticos parti<strong>da</strong>rios de teorías que pasaban plaza<br />

de intangibles, los sabios que, contentos con<br />

lo que habían aprendido, hacían ascos al propon<br />

érseles cualquier nove<strong>da</strong>d merecedora de estudio,<br />

los envidiosos de la gloria, sin cesar creciente,<br />

de Feijoo, y los que creían maltratados<br />

sin razón ídolos a quienes habían erigido altares,<br />

levantaron una cruza<strong>da</strong> literaria como no<br />

( 1) Notables so n esta s irónicas palabras de Sa rm ien ­<br />

to , escribiendo ,¡ D. Carlos Mo ntoya: «Mientras va n y<br />

vien en respuestas, vamos sacando el real de pla ta ,¡ los<br />

que quieren leer este c élebre ce rta men nacional. Y así,<br />

aunque los mirones no pue <strong>da</strong>n conten er la risa, les costará<br />

su dinero, y iuientrasv d so m bra del P adre, tod os<br />

sacamos para pollos. >


(<br />

LO S ESCRITOS DE SARMIENTO 41<br />

se ha visto otra; lanzaron contra el libros y<br />

opúsculos que pasan de ciento (1) acudieron,<br />

para contener su demoledora pluma, á todos los<br />

resortes imaginables (2), Y dieron lugar, con la<br />

virulencia y saña de los repetidos ataques, á que<br />

Fernando VI , digno antecesor del que arrojó<br />

de la Península á la Orden reli gio sa más sabia,<br />

expidiese un uéase, que no Real decreto, prohibiendo<br />

que nadie escribiese contra Feijoo:<br />

disposición justa en el fondo, pero fuera de las<br />

atribuciones de la autori<strong>da</strong>d regia y atentatoria<br />

á los derechos de la crítica.<br />

En .la tremen<strong>da</strong> lucha no estaba solo, ni mucho<br />

menos, Feijoo, lo cual viene á confirmar<br />

que ni eran tan nuevas sus ideas, ni tan lamentable<br />

el estado de la cultura española, como algunos<br />

imaginan y se complacen en describir:<br />

no faltaron hombres de corazón y de talento<br />

que se pusieran decidi<strong>da</strong>mente á su lado , arrostrando<br />

con ánimo entero fur iosa g raniza<strong>da</strong> de<br />

(1) La lista de Ca mpo manes es muy incompleta : só lo<br />

en la Caceta, desde el año 26 al 75, figuran los libros de<br />

47 impugnadores de Feijoo.<br />

(2) Sarmiento (D cmostraciáu apologitica. t. 1, p. 4) habla<br />

de cla infamia de haber interceptado cartas familiares<br />

del Padre Maestro >, y (p. 164) dice que se le fingiero n<br />

algu nas, y ot ras que hab ía escrito, se imprimieron sin<br />

su licencia, clo cua l, añade, ni aun en tre demonios se<br />

pcrmitiría.s


42 IHBLIO l'HCA GALLHG A<br />

insultos y de injurias. El mismo favor que el<br />

público dispensaba á sus producciones (1) pone<br />

de manifiesto que no era aquélla, como alguien<br />

la pinta, una socie<strong>da</strong>d de salvajes hasta que vino<br />

á civilizarla el apóstol de la ciencia moderna.<br />

En-los diversos ramos del saber hubo (2) quienes<br />

elogiasen su obra, pero estaba reserva<strong>da</strong> á<br />

Fr. Martín Sarmiento la defensa general y el<br />

cooperar de un modo especialisimo en ella..<br />

Sarmiento sentía por su -maestro.y paisano<br />

una admiración que no parecía posible .alcanzara<br />

á ir más allá. No sabía ponerle en boca sin<br />

rodear su'nombre de los más brillantes calificativos.<br />

Feijoo, por su parte, reconocióle por g loria<br />

de Esparta ,en el tomo IV.del Teatro Criuco,<br />

y en otro volumen llam ó á la Demostración<br />

apologética «obra excelente por cualquier parte<br />

que se mire». En ]0 cual creyeron descubrir ,y<br />

criticaron -los émulos de ambos algo así como<br />

una socie<strong>da</strong>d de elogios m útuos .y. un reclamo<br />

(1). Cua ndo estaba en.prensa el tomo V. del Teatro, se<br />

habían hecho ya cuatro edicion es del primero y tres de<br />

los otros: en 1786 enumeraba Sernper y Guarinos quince<br />

ediciones.<br />

(2) Entre ellos el P. Flórez, el P. Isla, los PP . Mohe<strong>da</strong>n<br />

os, el P. Codorniu, el obispo de Segor be Fr. Alonso<br />

Cano, el de Guadix Fr. Miguel de S. Jo sé, D. Martín<br />

Mart íne z, los Sres. re<strong>da</strong> ctores del Diari o de llIadrid, é<br />

Iriarte, I'on z, y los americanos Chiri, Coya y Peralta,


44 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

ritu de observación de los detalles y de los pormenores,<br />

parecido á su vista de miope que<br />

aproximaba los objetos. para examinarlos en<br />

to<strong>da</strong>s sus circunstancias. Como no gustamos<br />

de formular aserciones á bulto, sino de poner<br />

la prueba al canto, trasla<strong>da</strong>remos á estas paginas,<br />

en confirmación , un párrafo del P. Sarmiento<br />

(1), Y su tenor es el siguiente:<br />

«Cuando se imprimió el segundo tomo del<br />

Th eatro Crítico, ya había yo registrado á Fabri<br />

en esta Libreria de San Martín. El motivo fué<br />

porque leyendo en el original del P. M., Fabri;<br />

y teniendo noticia de que Bluteau, y otros le<br />

llaman Labri, como había de recorregir las<br />

planas de la imprenta , bajé á la Librería á certificarme.<br />

De paso leí cuanto Fabri pone en Latín<br />

de la Ballena. Ya no había tiempo para avisar<br />

al P. M.·de la ver<strong>da</strong>dera mente de Fabri. Propuse<br />

la du<strong>da</strong> á su tiempo. En virtud de esto, ordenóme<br />

el P. M. que en lugar de la especie de<br />

Fabri, introdujese la de la Enbaja<strong>da</strong> de los Holandeses,<br />

que afi rma haberse hallado en el ventrículo<br />

de la ballena cuarenta abadejos, por ser<br />

especie mas positiva; hizose así en la segun<strong>da</strong><br />

impresión y se continuó en la tercera.»<br />

( 1) "D cmostracio): a}(lIf'.![itíca, tom o 1, p. 395.


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 45<br />

Cuando se admira un soberbio edificio, sólo<br />

inspira curiosi<strong>da</strong>d el nombre del arquitecto que<br />

lo dirigió , y no hay ninguna por saber el de los<br />

operarios y maestros de obra, que acopiaron y<br />

dispusieron los materiales. ;El palacio bellísimo<br />

del Teatro Crítico edificólo el genio inmortal<br />

de Feijoo; pero muchas de sus piedras fueron<br />

coloca<strong>da</strong>s allí por la mano fuerte y segura de<br />

Sarmiento (1), obrero oscuro de la ciencia, que<br />

pasó la vi<strong>da</strong> en lo profundo de las minas del saber,<br />

extrayendo sin provecho de la fama propia<br />

el mineralriquísimo con que aún en día se han<br />

labrado tantas reputacione s. Feijoo lamentábase<br />

frecuentemente de lo corto de su memoria, y la<br />

de Sarmiento era tan grande, que sus adversarios<br />

la atribuían avirtud de cierta yerba gusta<strong>da</strong><br />

cuando niño: aquel, consu ltado de todo el mundo,<br />

gastaba dos .dias de la semana en despachar<br />

su correspondencia; este no hacía visitas, y el<br />

contestar a una carta dolíale como si le arrancasen<br />

una muela: el uno , comen za<strong>da</strong> la batalla,<br />

no pudo <strong>da</strong>r paz á la mano ni descanso al espíritu,<br />

distraído con tantas exigencias del público<br />

y preocupado con tan diversos ataques de sus<br />

(1) El aut or de la RipliCII satisfactoria hab la de <strong>da</strong>s<br />

con trib uciones con que con currió la amistad de Sarmiento.•


46 . BIBLIOTECA GALLEGA<br />

numerosos émulos; el otro , flUyendodel inun<strong>da</strong>nal<br />

ruido, que diría Fr . Luís de León, se había<br />

refugiado entre cuatro paredes recubiertas de<br />

inapreciables volúmenes, sin otra ocupación<br />

que la de enriquecer su memoria y su entendimiento<br />

con raras noticias y peregrinas especies:<br />

, -Feijoo declaraba en público que la erudición<br />

de Sarmiento era tan prodigiosa que , no había<br />

punto 'sobre que, preguntado, no hiciese multitud<br />

de citas con la misma individuali<strong>da</strong>d yexactitud<br />

que si tuviese delante de los ojos los libros.:<br />

Sarmiento era tan humilde que rara -vez<br />

dejaba traslucir el cau<strong>da</strong>l de saber con que había<br />

contri buído a la magna empresa del T eatro.<br />

Como la violeta, no obstante que parece querer<br />

con humild ad ocultarse y huir de la vista<br />

de los homb res, se descubre y manifiesta por<br />

su grato aroma, así Sarmiento.ci pesar de su<br />

empeño , exagerado . y reprensible, de vivir desconoc<br />

ido y oculto , exhalaba en su conversación<br />

y en su trato tan subido perfu me de sabiduría,<br />

que llenaba con su fragancia el mundo ilustra­<br />

-do y trascend ía á las' capas inferiores sociales.<br />

Publicado en Septiembre de 1726 el tomo primero<br />

de la obra maestra de Feijoo, dos años<br />

más tarde el segundo, y en la primavera del 29<br />

el tercero, en tan corto espacio cayó sobre el


LOS ESC RITOS DE SARMIENTO 4í<br />

autor chaparrón tan fuerte' de escritos y graniza<strong>da</strong>:tan<br />

recia de diatribas é injurias, que estimó<br />

del caso 110 imitar-á la luna. que continúa serenamente<br />

su camino por los espacios de Ia noche<br />

despreciando los ronco s ladridos de los perros,<br />

sino pararse un poco y levantar mano en la comenza<strong>da</strong><br />

cmpresa, para ' hacer frente á la turba<br />

multa de gozquecillos literarios, chasqueando<br />

sobre'ellos sin pie<strong>da</strong>d el desollador látigo de la<br />

burla y del ridículo en su contundente Ilustración<br />

apologética. En el estado de efervescencia á<br />

que la cuestión había venido y en medio de la<br />

tempestad furiosa que cont ra si habían concitado<br />

los primeros tomos del T eatro Cd tu'o, preciso<br />

era an<strong>da</strong>rse con pies de plomo, y proceder<br />

en su'censura con 'la mayor cautela: el General<br />

de la Orden no quiso que la defensa de Feijoo<br />

saliese á la palestra pública sin que diera sobre<br />

ella por escrito su parecer el padre Sarmiento:<br />

excus ábase éste con sus -cortos años que frisaban<br />

entonces en los treinta y ' cuatro y con<br />

creerse, menos que novicio, lego en achaque s<br />

de critica (1); mas no le valió su humil<strong>da</strong>d, y<br />

(1) -Sarmiento profesó en 17.1 1, Yestudió en diversos<br />

colegios benedictinos hasta el ]725; de suerte que. cuan ­<br />

do se le comision ó para censurar el Teatro Critic«, sólo<br />

cuatro años hacia que había dejado de ser colegial.


48 BIBLI OT ECA GA LLEGA<br />

Iu éle preciso descender á la candente arena literaria<br />

y esgrimir la acera<strong>da</strong> pluma en la to<strong>da</strong>vía<br />

indecisa refriega. La censura que dió no Iué<br />

s610 encomiástica aprobación de las doctrinas<br />

de su amigo, sino golpe de muerte ·para los adversarios,<br />

notando los absurdos en que -incurrian<br />

y.descubriendo , señala<strong>da</strong>mente, los paralog<br />

ismos y vacie<strong>da</strong>des del Antiteatro Crítico (1) .<br />

Nunca lo hubiera hecho. El escozor de las<br />

heri<strong>da</strong>s que en las no muy delica<strong>da</strong>s epidermis<br />

de los emulas de Feijoo produjo "el estilo incisivo<br />

y punzante de Sarmiento fué parte para<br />

que se revolvieran indignados contra este, eligiéndole<br />

por blanco principal de sus tiros.<br />

Como dice Michaud, entonces fue cuando tous<br />

les ennemis de Feijoo se déc!zainérent contre son<br />

defenseur; pero no son exactas estas palabras de<br />

otro escritor francés: It douua son .approbatioll<br />

ti cette ouvrage (al Teatro Crítico), et sattira la<br />

colére et les illjures des sectes utonastiques. Larousse,<br />

cuyo Diccionario es el gran remediavagas<br />

periodístico y to<strong>da</strong> la ciencia de muchos de<br />

( 1) Como muestra del lenguaje de Sarmient o en este<br />

escrito , diremos que llama á los adversarios : Cinicos II /(lallcó/icos,<br />

censores de corteza, críticos de aforra , Emulos de<br />

,/ue no podil/II ser ¿mulos, chillches de la República, pseudocriticas<br />

nocturnos, maniáticos epid¿micos, etc.


50 BIBLIOTECA GALLEG A<br />

en lo primero, demás está todo lo que dice; si<br />

reconoce lo segundo , rebaja :l su maestro; conque<br />

de cualquier modo faltó :l lo que estaba<br />

obligado». Pero, por grande que fuese la virulencia<br />

y maligni<strong>da</strong>d de los ataques de que se le<br />

hacía objeto, na<strong>da</strong> habría bastado á sacarle de<br />

aquel su repetido propósito de no escribir para<br />

el público y sí por su propio gusto y para provecho<br />

de sus amigos: Iué menester que en to<strong>da</strong><br />

regla se lanzara en presencia del mundo literario<br />

un formal cartel de desafío retando á singular<br />

combate a· Feijoo, ó a Sarmiento, ó á<br />

entrambos juntos. Como el primero había dicho<br />

rotun<strong>da</strong>m ente que no haría el menor caso de<br />

nuevas impugnaciones, su discípulo creyó prcciso<br />

recoger el guante ·y romper una lanza en<br />

pro de las doctrinas que había aprobado.<br />

Del empeño y calor con que se aplicó á la<br />

tarea de defender :l su maestro <strong>da</strong> idea la prisa<br />

incomprensible con que manejó la pluma. En<br />

Agosto de 1731 fu é llamado al desafío, y :l él<br />

acudió en Febrero (1) del año siguiente con su<br />

Demostración crítico-apologética del Teatro Crítico<br />

Uuiuersal, en la cual, según rezaba el largo<br />

(1) La obra no se publicó hast a último del año; pero<br />

la licencia de la O rden <strong>da</strong>ta de 20 de f ebrero, y en 24<br />

del mismo mes [u é censura<strong>da</strong> por el padre Mecolaeta.


LOS ESCRITO S DE SARMIEXT O 53<br />

ru dim entos de la Geogra fía vulgar... Este ente,<br />

sin du<strong>da</strong>, ha perdido el sentido com ún..; Ca<strong>da</strong><br />

período es una false<strong>da</strong>d , ó un despropósito; una<br />

alucina ció n, ó una impostura; una ilegali<strong>da</strong>d, ó<br />

una contradicción... Es adonde puede llegar la<br />

paci encia humana haber de tratar con quienes<br />

están ' negados :1 la lógica na tur al.. . Ha sta aquí<br />

no hay miste rio alguno, pues no se debe hac e r<br />

de qu e el R. se haya met ido á escribir sobre<br />

ma terias qu e no ha estu diado , si no queremos<br />

un mister io continuo ... El q ue hace el pap el de<br />

rep lican te n i siq uiera supo lee r el caste llano...<br />

Só lo registra los auto res para o mitir lo qu e dicen<br />

e im po ne rles lo que niegan... Ni pe rcibe lo<br />

mism o que lec , ni lo qu e escribe, ni lo que co ­<br />

pia, ni lo élu e copi an de sus escritos... Queri endo<br />

meterse en todo , dem uestra qu e no es para<br />

co sa alguna... Esto pende de no haber decli nado<br />

el artículo castellan o, con q ue se in ician los<br />

niños quc ha n de entr ar en Jlf usa, a:... Está tan<br />

al ucinado q ue sería mortificarl e pedi rle su aten ­<br />

ció n para con ocerlo... Eso es defe cto de irracio<br />

nales, ó delirio de racionales qu e est án soñando<br />

».<br />

A. este ten or pudiera cn tre sacarse del libro<br />

expresiones sin n úmero. Sus ene migo s has ta<br />

en ello qu isieron hacerle la co m petencia y le


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 55<br />

copia<strong>da</strong>s, como cuando pregunta (1): «¿Q ué, no<br />

se hizo la Demostración crítica, sino para fruslerias<br />

y disparar desatinos? Pero por lo referido<br />

pod rá conocer el lector, que así en la fi losofía<br />

antigua, como en la moderna, es el P. Sarmiento<br />

ver<strong>da</strong>dero D. de su M., pues tanto sabe el<br />

uno de la una, como el otro de la otra , siendo<br />

ambos iguales en ent rambas».<br />

Pregunta pareci<strong>da</strong> ú esta otra (2): «¿Q ué le<br />

parece al lector este bocadiro? ¿Es este termino<br />

reglado á la modestia religiosa que pide una<br />

cogulla tan venerab le como la del Gran Patriarca<br />

S. Benito? ¿Y éste termino el que pide la literatu<br />

ra que se debe suponer en mi opositor,<br />

aunque no sea tanta como su jactancia y la de<br />

su M. prcgon an?»<br />

A veces conóces e que la indig nación de Mañer<br />

es ver<strong>da</strong>deramente sincera, más que lo eran<br />

sus opiniones, y que le habían tocado en lo<br />

vivo algunas frases de Sarmiento. «Lo que hay<br />

que admirar, decía con hondo disgusto (3), es el<br />

que se haya permiti do tomar la pluma sobre<br />

una materia tan grave á quien, por el modo con<br />

que la trata, hace indigno de las prcnsas lo que<br />

(1) Tomo 11, p,¡g. 40Y.<br />

(2) Tomo JI, p,ig. 4i4.<br />

(;) T o mo I, p


56 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

- ---- - - - - - - - - -- - - - -<br />

escribe». «Yo le aseguro, decia otra vez (1), yo<br />

le aseguro al Padre, que :i no ser mano tan sagra<strong>da</strong><br />

la que escribe esto, que pudiera ser no le<br />

aplicase la pluma , de temor que no se la Cal"<br />

tase. Pero ¡oh lastima de estos tiempos en que se<br />

abusa del Sagrado, para insultar desde seguro,<br />

haciendo que salgan los dicterios de donde debía<br />

esperarse la modestia».<br />

Era así como se peleaba en aquel terrible<br />

combate literario, de cuyo encarniza miento y<br />

furia no es Fácil, afortuna<strong>da</strong>me nte, encontrar<br />

hoy ejemplo. El franciscano Soto Mam e, contra<br />

quien Sarmiento disparó un soneto que es un<br />

ver<strong>da</strong>dero desahogo de bilis, al terciar en la formi<strong>da</strong>blemente<br />

traba<strong>da</strong> pelea, decía de Feijoo (2)<br />

que «cuanto exponen los nueve tomos de su<br />

Teatro. y los dos de sus Eruditas. se halla,<br />

casi literalmente, en varios escritores»; que<br />

sus libros eran «como esas fuentes publicas<br />

que brin<strong>da</strong>n i los hombres y á las bestias» (3);<br />

que se asimilaba á «los eru ditos mendigos que<br />

arrastran la conversación hacia lo poco qUl:<br />

saben» (4); que la aparente superiori<strong>da</strong>d de su<br />

( 1) Tomo 11, pág. 635.<br />

(2) Página 27, cd ic, l. " , tomo 1.<br />

(3) P,ígina 26.<br />

(4) Página 3) ·


LOS ESCRITOS DE SARMIEKTO 5í<br />

talento no era sino «política falaz de un preocupado<br />

capricho » (1), Ó «artificio de la ignorancia,<br />

cu ya ciega dirección manifiesta las corte<strong>da</strong>des<br />

del ingen io en las viole nci as del encono» (2);<br />

que su ente ndi miento, «dominado de la ambición,<br />

pr esuntuosi<strong>da</strong>d y arrogancia » (3), ofend ía<br />

d a hu mi l<strong>da</strong>d, modes tia y mod eración qu e predica<br />

su santo hábito» (4). Otros m uchos ques<br />

pudiéram os añadir , si no hubiese peligro de can ­<br />

sar demasiado al lecto r: mas, era preciso copiar<br />

lo q ue atrá s qu e<strong>da</strong> para que, dic iendo el señ or<br />

Mcn éudez y Pelayo (5), en cu ya prodigiosa memo<br />

ria se contien en tantos milla res de volúmenes:<br />

«La alt anera respuesta de Feijoo ;1 Soto<br />

Mame es la má s in sol ent e que he leido en castellano,<br />

fue ra de los opús culos de Puigblanch»,<br />

no se vaya á creer que los adve rsar ios de Sarmi<br />

en to y de su intimo amigo, no les <strong>da</strong>ban pie<br />

pa ra sali r de su s casillas y montar en cólera,<br />

perdiendo los estribo s de la pac ien cia .<br />

A propósito de las R lj !ex iolles apologltiCtlS<br />

del in dicado P . Francisco So to Mam e, cr onista<br />

(1) Página ")l).<br />

(2) Página 1\") .<br />

(") ) P,ígina 47.<br />

C+) P,igina 57·<br />

(5) lfd ';}'(It/oxo-" t. II I, pág. 67, nota.


58 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

general de la Orden seráfica, á quien contestaron<br />

Feijoo en la Justa rep ulsa de iuiqnas acusaciones,<br />

y Sarmiento del modo que se ha dicho,<br />

escrib e un autor, el cua l, por cierto, ha hecho<br />

señalados servici os á la causa católica , que «esto<br />

recuer<strong>da</strong> los caritat ivos y fraternales saludos<br />

que en distintas épocas, y al men or motivo, han<br />

solido dirigirse los individuo s de distintos institutos».<br />

En la lucha feijoista del siglo pasado ,<br />

siglo de reflexión y de análisis, donde, como en<br />

to<strong>da</strong>s las épocas de vague<strong>da</strong>d y de tran sici ón,<br />

riñeron campal batalla las tendencias reuolucionaria<br />

y couseruadora en ciencia s y literatura,<br />

tuvieron participación señaladisirna los religiosos,<br />

probando con ello que en los claustros se<br />

estaba al corriente del mov imiento literario, y<br />

no se vivia en mística holgall:::a: sólo en defen sa<br />

del lulism o._ para vindicar la fama del nunca<br />

igualado sabio mallorqu ín, escribieron con notable<br />

copia de doctrina y exacto conocimient o<br />

de causa los PP . T orreblanca, Pascual (1), Forn<br />

és y (2) Tron ch ó», herman os de hábito de<br />

Soto Mam e; pero no se agriaron y envenenaron<br />

las cuestiones aqu ellas, porque en las mismas<br />

( 1) EXtl1lh'I1 de /tI crisis eh: Fcijoo , 17-19,<br />

(2) 211 de Diciem bre eh: 174 5,


(<br />

LOS ESCRITOS DE SARMIENT O )9<br />

interviniese n frailes, ni fueron los seg lares quienes<br />

para ventil arlas y decidirla s manejaron la<br />

pluma con menor saña. Eran asi las controversias<br />

literarias ento nces, y en esta tan ruidosa<br />

había que g ritar m uc ho para dejarse oir de la<br />

muchedumbre, alborota<strong>da</strong> con lo trascendental<br />

de los puntos debatidos. Aunque han ganado en<br />

suavi<strong>da</strong>d y moderación los modernos pol emistas,<br />

a ún se ve que entra por mucho aq uí la<br />

cncstián de telllperallleJlto: to<strong>da</strong>v ía se pudiera<br />

citar á puñado s los q ue tratan á sus contrincantes<br />

tan cort ésm ente como Monrega zza a Lornbrasa,<br />

cua ndo en la Fisiologia della donna le<br />

llama quincallero de la ciencia, prestidigitador<br />

de los Ilec/los, y con otros calificativos del mi smo<br />

jaez. Y es qu e, como decía Sa rmiento en la<br />

Demostración apolog ética (1), apoyando una<br />

idea de Fei joo, siem pre las g uerras literarias<br />

fueron más feroces qu e las civi les. «Éstas se<br />

acab an con la victo ria; aq uéllas se enciende n<br />

m ás co n el la: co mo entre literatos no hay otra<br />

venganza q ue la que se pu ede tomar de pluma<br />

ó de leng ua, cuanto más se ensobe rbecen los<br />

unos con la victo ria, se enfurece n los ven cidos<br />

con el abatimiento: es ver<strong>da</strong>d q ue no siempre<br />

(1) T Ol11o 1. p.ig. 159, cdic, ,.a


60 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

corre sangre; pero si se consideran las resultas,<br />

m ás <strong>da</strong>ño causan los cañones de pluma que los<br />

cañones de batir.» De cualqu ier modo , aunque<br />

Sarmiento en aquella lucha, para siempre memorable<br />

en los anales de nuestra historia literaria,<br />

no estuvo en achaques de civili<strong>da</strong>d á much o<br />

mayor altura que sus conmi litones, es en elogio<br />

suyo el haber puesto pani cular empeño, á diferenc<br />

ia de sus contrarios, en no sacar á plaza<br />

hechos personales de los mismos, ya que, como<br />

el notaba (1), «es prueba que faltan razon es<br />

cuando se solicita buscar que decir contra las<br />

personas». Desgracia<strong>da</strong>mente, la injusticia con<br />

que en aque llas pol émicas le trataron , fué una de<br />

las causas más poderosas, si no para hacer caer<br />

de manos de Sarmiento la pluma , para inspirarle<br />

horror invencible á las prensas. Corto de genio<br />

y muy sensible


62 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

corno to<strong>da</strong> la extensa obra de! Teatro, reparó<br />

las fortificaciones que necesitaban reforma, tapó<br />

los huecos por donde podían ent rar los enemigos,<br />

apun taló y reforzó las partes más débiles y<br />

más expuestas al asalto, y puso aquel glorioso<br />

edificio en situació n de poder rechaza r los más<br />

formi<strong>da</strong>bles ataques. Como Feijoo escribía no<br />

tanto para las clases privilegia<strong>da</strong>s de la inteligencia,<br />

como para el vulgo, á quien directamente<br />

trataba de convencer y persuadir, no podía<br />

apurar las materias, ni amontona r los argumentos,<br />

ni mu ltiplicar las citas, no fuese que con<br />

tanta carga el libro se hiciera tan pesado que se<br />

cayese de las manos de los lectores. En cambio,<br />

Sarmiento, que se propon ía tapar la boca y quebrar<br />

la pluma de los impugnadores del Teatro,<br />

estaba en mejores condic iones pa·ra desplegar<br />

desembara zamente las velas de su erudición por<br />

el anchuroso piélago de la critica, que había descubierto<br />

y mostrado el genio perspicacísimo de<br />

Feijoo. Como, si se ha de creer á Sarmiento (1),<br />

los cont rarios forjaban las autori<strong>da</strong>des en casa<br />

del impresor, tuvo singular cui<strong>da</strong>do en puntualizar<br />

aun las más menu<strong>da</strong>s citas y en traer á<br />

prolijo examen las que de la otra parte se adu-<br />

(1) T om o 1, pág. 444.


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO<br />

cían , lo cu al, en trueque de algu nas ventaj as,<br />

quita visiblemente el interés A lo escrito, fatigando<br />

y concluyendo por distraer la atención,<br />

Del mismo modo, aunque el carácter de la<br />

obra escrita por Sarmiento permitía descender<br />

Aciertos detalles y deten erse en algunos pormenores<br />

sobre los que en la de Fei joo convino<br />

pasar por alto , hay en aquélla dema sia<strong>da</strong>s minucias,<br />

y se discuten al por menor cosas en que<br />

apenas había para qu é par:tr mientes. Así, por<br />

ejemplo, sobre si Moreri falleció al terminar su<br />

obra ó si ésta fu é cau sa de su mu erte, escriben<br />

largo y tendido Sarmiento y su s contradictores,<br />

tomando de aq ui pretexto para ponerse como<br />

digan dueñas, y no es menor su porfía, tratando<br />

del sistema de Reaumur, en querer persuadir al,<br />

lector si un anónimo francés dijo de una teoría<br />

suya no era sinopura ItipóteszS ó 110 era pura Itip<br />

ótesis, según la traducción que se diera A las<br />

palabras. Fei joo era, como tocado de eclecticism<br />

o, más transigente con las opiniones ajenas<br />

y men os preocupado por las ideas de nacionali<strong>da</strong>d<br />

y región. Uno de los principales adv ersari os<br />

del Teatro Crítico hab ía asegurado que los pa isanos<br />

del autor estaban reputados p or gmte<br />

iu sipieu:«, Feijoo , en su Ilustra ción apologetica


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 65<br />

A pesar de estos y otros defectos de bulto, la<br />

erudición y la lógica resplandecen por tal modo<br />

en la obra cita<strong>da</strong>, que, en frase de los autores<br />

del Diccionario ldst árico, (1) «ha merecido los<br />

mayores elogios ;\ nacionales y extranjeros... El<br />

noble escritor que trabajó la Noticia de la 'l!i<strong>da</strong><br />

y obras del 111. R. P. D. 1'. Benito G. Fcijoo,<br />

que encabeza las obras de este en las úl timas<br />

ediciones, despu és de proclamar que la sabiduría<br />

de la Demostración es superior á . to<strong>da</strong> alabanza<br />

y que afianzó sóli<strong>da</strong>mente en el concepto<br />

de to<strong>da</strong> persona imparcial la utili<strong>da</strong>d del Teatro<br />

y el merito de su autor, exclama: «¿Cuánto podría<br />

escribir de prop ia invenci ón quien siguiendo<br />

el m étodo de otro ameniza y aclara la materia<br />

con la copia de doctrina que se lee en aquella<br />

obrar» Para nosotros , con efecto, es evidente<br />

que, de no habérsele anticipado Feijoo , Sarmiento<br />

era el llamado á acomet er con éxito la<br />

empresa magna del Teatro Crítico, pues su<br />

erudición sobrepujaba á la de su maestro; su talento<br />

no pierde mucho en la comparación , y<br />

escribiendo para el p úblico y sin la premura<br />

que exige la replica, se habrían perfeccionad o<br />

las excelentes cuali<strong>da</strong>des naturales de su estilo,<br />

( 1) T omo 11. l':íg. )) .1. "d. Barcelona. I H)4.<br />

;>


68 BI BLIOTECA GA LLEGA<br />

continuó enalteciendo sus dotes y propagando<br />

sus ideas con mds fervor y entusiasmo que nunca;<br />

glorificó su nombre en muchos de sus escritos;<br />

y consagróá su memoria las mas estimables<br />

ofren<strong>da</strong>s de la admiración y de la amistad.<br />

No escribió su biografía, pero trazó la<br />

norma y propuso las reglas conforme á las cuales<br />

debería escribirse: también dedicó uno de<br />

sus trabajos a idear y explicar cómo había de<br />

llevarse la cuenta de los productos y gastos de<br />

las ediciones del Teatro Crítico: al cui<strong>da</strong>do<br />

de ellas, para que salieran con la corrección posible<br />

y para procurar el despacho de ejemplares,<br />

estuvo desde 1717, y con tan buen éxito miró<br />

por la venta, que en 1.7 50, decía que el interés<br />

liquido, según sus cálculos, ascendía al ciento<br />

por ciento. Finalmente, acerca de las obras de<br />

Feijoo, hacia las cuales había convertido el afecto<br />

que profesaba a su autor, escribió una relación,<br />

en forma de carta, al Duque de Medina­<br />

Sidonia, expresando las disputas ocasiona<strong>da</strong>s<br />

por la impresión de aqu éllas; una exposición al<br />

Abad de Samos, sobre las condiciones en que<br />

debía hacerse la cesión de la propie<strong>da</strong>d de las<br />

mismas á aquel convento, para con su importe<br />

sufragar los gastos de la construcción de la iglesia<br />

y sacristía; y un memorial, dirigido al Rey


72 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

festando SUS inclinaciones, ·aunque sin renunciar<br />

á la independencia propia de su nusion<br />

critica, por el método de Bacón y las doctrinas<br />

newtonianas que, como las del canón igo Copér<br />

nico so bre el movim ien to de la tierra, con<br />

las cuales se hallaban íntima mente uni<strong>da</strong>s, eran<br />

ense ña<strong>da</strong>s en el pais de los Pontífices bajo los<br />

au spi cio s de la Iglesia por sace rdo tes católi cos.<br />

Sarmiento, de un modo particular, con sagró su<br />

atención ;1 la historia natural pr opiamente dicha,<br />

y so bre todo ;1 la botánica.<br />

El pap el de Feijoo en la ciencia españo la Iu é,<br />

digase lo' que se qui era , principal e inmediatamente<br />

negativo y su misión crítica y demoledora,<br />

como encamina<strong>da</strong>, segun cien veces repite,<br />

;1 la extirpación de errores comune s, si<br />

bien , aparte de las oca sion es en que establ eció<br />

y demostró tesis cicntíficas muy int eresantes,<br />

su prolija labor, á la post re y en con secuenc ia,<br />

obtuvo resu ltad os positi vos incalculables. Sarmiento<br />

sig uió fiel y constantemente sus luminosas<br />

huellas, pero, allende, no contento con<br />

desbrozar el campo de la ciencia, sembró en él<br />

la semilla de mu y fecun<strong>da</strong>s ver<strong>da</strong>des y lo regó<br />

con el sudor de su rostro gastando en su cu ltiv o<br />

las gigantes fuerzas y poderosas energías de<br />

que se hallaba dotado .


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 73<br />

En esta parte de las tareas cientificas á q ue<br />

por enter o co nsagró su larga vi<strong>da</strong> nu estro auto r,<br />

m ás aún que el resultad o obtenido, asombra la<br />

desproporción de los medios empleados. Todos<br />

sus instrumentos de observación rcducianse i<br />

varias balan zas y astrolabios, á un telescopi o (1),<br />

un microscopio y algunos estuc hes de matemáticas,<br />

amén de cuarenta y dos frascos con diversas<br />

ese ncias y composici on es q uímicas. Pose ía<br />

var ios mixtos. com o él decía , pertenecientes :í<br />

los tr es rei nos de la naturaleza, pero antojabasele<br />

qu e todo ello era casi na<strong>da</strong> (2). Aunque i<br />

veces e=\ageraba su falta de con ocimientos y de<br />

medi os para adqu irirlos, s ábese por su testimo ­<br />

nio (3) que no tenía pr áctica «de hacer análisis<br />

de alg ún mi xto natural .» Su jardín botánico<br />

eran las ventanas de su cel<strong>da</strong> , ocupa<strong>da</strong>s cornpletarneute<br />

con tiesto s llenos de plantas escogí ­<br />

<strong>da</strong>s, qu e cambiaba todos los años, para hac er<br />

sus obse rvacio nes en mayor n úmero de vegeta ­<br />

les; y hasta de ello Iué privado i lo último por<br />

el bando de un corregid or de la co ro na<strong>da</strong> vill a,<br />

(1) Instrumento, seg ún prueba John Ro biso n. invcntad<br />

o, antes que por Mclzu y jauscn, por el españo l Rogetc,<br />

na tural de la Coruña.<br />

(2) Cuerno dcl rinoceronte,<br />

( , ) Aró,,! ¡{(dll!a .


74 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

según él, con dejos de amarga tristeza, lo participaba<br />

á la Junta de Agricultura del Reino de<br />

Galicia (1). Cori todo y ser esto así, llegó por<br />

la fuerza de su perspicaz talento á resultados<br />

maravillosos, como lo fue el examen y calificación<br />

de las piedras especulares de la Basílica<br />

lucense, de queen otro trabajo nuestro nos hemos<br />

ocupado (2). Los estudios que había hecho<br />

en las aulas mon ásticas tampoco, por dirigirse<br />

principalmente á otro fin, podían servirle<br />

mucho para brillar y sobresalir en las ciencias<br />

experimentales: á su vnstísim a lectura. ui su incansable<br />

laboriosi<strong>da</strong>d y á la penetración de su<br />

talento debió el descollar entre los naturalistas<br />

de su epoca desde muy joven, ya cuando escribió<br />

la Demostración apolog ética, no obstant e<br />

que su temible adversario el autor del Crisol '<br />

critico deciale (3) qlle las matemáticas sabialas<br />

como si las hubiera estudiado en Guiuea, y ponía<br />

en sus labios esta d écima disparina<strong>da</strong>(4) considerándole<br />

como naturalista:<br />

( l) IR de Diciemb re de 176 \.<br />

(2) L as aras dc ]« Catedra! de Lu¿;o, cd. Lugo, l892,<br />

imp. de Bravos. .<br />

(, ) T om o Il, p,íg. » j .<br />

(.t) T omo 1, p,íg. ) ro.


76 BIBLIOTEC A GALLE GA<br />

hay en Galicia, para cuyo conocimiento no perdonaba<br />

;i trabajo ni ;1 fatiga. Aunque no podía,<br />

como Linn eo y los natu ralistas más famosos de<br />

su época, tener cierto n úmero de agent es y correspon<br />

sales que le dieran noticia circunstancia<strong>da</strong><br />

de cuanto más notable había puesto Dios<br />

en el mundo, vallase de sus deudos, sobre todo<br />

de su hermano javicr, hombre de gran influ encia<br />

en el país de Pontevedra, y de sus amigos,<br />

especialme nte de Colmenero, Prior de Juvia,<br />

para que hicieran observaciones del modo que<br />

él se 10 advervia, y le allegasen elementos de<br />

experimentació n y de estudio. De ca<strong>da</strong> planta<br />

singular )' desconoci<strong>da</strong> (1) hacia que le man<strong>da</strong>sen<br />

dos ó tres hojas y la flor, con la indicación<br />

del día en que fueron cogi<strong>da</strong>s, del lugar en que<br />

se hallaban y del nombre gallego que tuviesen.<br />

En ocasiones, él mismo señalaba las hierbas que<br />

se le había de remitir, determinándolo por los<br />

nombres vulgares, como si/uauurr. cauanticr y<br />

otros. En recomp ensa, indic ábnles el nombre<br />

facultativo con que la ciencia designaba los vegetales<br />

gallegos, y les decia, por ejemplo, que<br />

el tan -do era el bulbocas/allOIl de los libros; que<br />

(1) Cart a ;\ Co lmenero: l' o rucvcd ra, 1.7 de Enero<br />

1755·


LOS ESCRIT OS DE SARMIENT O 77<br />

la planta qu e nace en prados, caminos y bar<strong>da</strong>s<br />

y tien e co mo un som bre ro ó tornasol de mu ­<br />

cha s flor ecitas blanca s, y a la cual, couua üsima<br />

l'Il Gaiicia, p ero sin nosuore (1), <strong>da</strong>n el de caruabaza<br />

en ciertos pueblos de Pontevedra, es una<br />

especie de alcarauea, la misma qu e ya Sime ón<br />

Scth, au to r g riego del siglo XI, llamó caruaoa ­<br />

diou; que la planta parecid a á un laurel pequ eño,<br />

con flore s azu les m uy herm osas semejan tes<br />

.1 claveles, .1 la qu e en Ne<strong>da</strong> con ocian bajo la<br />

denominación de cangroria, no era sino la que<br />

los botanistas lla maban d ctuatis <strong>da</strong>plllloides, los<br />

farm ac éuticos uiaca-peroiuca y los portugueses<br />

mllg ossa, qu e, co mo la gallega, deri vad de tener<br />

virtud contra los cánceres; qu e el uidnci:»<br />

an<strong>da</strong> en los lib ros con el mote de oetula, y el<br />

codeso es el cytisus de Virgilio, y la carqucis:a,<br />

la g enisd la ó choma rgcnista de los naturalista s ,<br />

y el árbol Iamigttciro ó Iodociro, el Iotns de Homero,<br />

el vezo, el vicio de los latinos, y... sic de<br />

cretcris.<br />

Feijoo no suje taba y co m primía su razón<br />

gigantesca en el estrecho circulo de sistema alg<br />

uno; pero en su apasio nado amor po r tod o lo<br />

(1) Carta á<br />

1747, illadrid.<br />

Fr. Fel ipe Colmenero, 29 de Marzo de


78 BIBLIOTECA GALLEG A<br />

moderno, disimulaba los defectos de que adole ­<br />

cían ciertas no ve<strong>da</strong>des: su discípu lo, á qui en<br />

ocupaba incesanteme nte el afán de introducir y<br />

propagar en España los adelantos de la cienc ia,<br />

no ten ia pelos en la pluma para censurar todo<br />

lo que se le antojaba censurab le en las tendencias<br />

científicas contemp or áneas. Si el crítico<br />

orensano se atribula la misión de luchar con los<br />

errores del vulgo, el villafrauquino parecía :l<br />

veces que se había prop uesto combatir las equ ivocacion<br />

es de los sabios. Por Linneo sentía<br />

afición preferente, y con todo , ;1 trecho s, le deja,<br />

y valga la expresión, como chupa de dómine.<br />

A su opinión de que los dibujos y pinturas en<br />

los libro s están por demás, Ó, á lo sumo, sirven<br />

para niño s, la califica (r) na<strong>da</strong> men os que de<br />

desatino g arrafa!; y en otro escrito (2) asienta<br />

como conclusión que, si aquel nunca superado<br />

botanista «descubrió muchas cosas de nuevo ,<br />

confundió to<strong>da</strong>s las que estacan estableci<strong>da</strong>s de<br />

viejo». T ournefort, :1 quien profesaba estima especial,<br />

no sale' á veces mejor librado de sus<br />

manos; lo que· más le disgustaba en él (3) era<br />

(1) La sd xebra.<br />

(2) Lap/allfa ""a ursi.<br />

( 3) l .tI carqueix«,


LOS ESCR ITOS DE SARMIE}¡TO 79<br />

que aplicaba el adjetivo lusitánico d . mil plantas<br />

que son comu nes enEspañn ».<br />

A veces generalizaba el alcance de las censuras<br />

qu e dirigía :\ determinados naturalistas de<br />

su epoca, <strong>da</strong>nd o pie para que se le pud iese tomar<br />

por uno de esos jereuiiacos individuos que<br />

se pasan la vi<strong>da</strong> llorando sobre las ruinas de lo<br />

pasado y, al renegar de lo presente, cierran la<br />

puerta á to<strong>da</strong>. esperanza para lo por venir. Echa ­<br />

ba tambi én la cu lpa á los novísim os naturalistas<br />

de que la botán ica se hubiera hecho incomprensible<br />

para la gene rali<strong>da</strong> d de las gentes con poner,<br />

en lugar del nombre. com ún de las planta s,<br />

el propio de person as, que no tiene con aque llas<br />

con exión alguna «ni por dentro ni por fuera ».<br />

y en ver<strong>da</strong>d que si puede pasar que un naturalista<br />

haga participante de la- gloria de su apellido<br />

ó baut ice con su nombre de pila :\ un 'bicho<br />

[;HO, del cual hace la present ación al p úblico ,<br />

es. sobre in úti l y embarazoso, soberanamente<br />

ridículo eso de que animalejos ó arbo luchos,<br />

que tenemos á vista de ojos y á· ca<strong>da</strong> paso debajo<br />

de los pies, haya n de an<strong>da</strong>r en los catálogos<br />

'con el acompaña mien to de cualquier escr itor<br />

que les dedique un par de líneas para decir<br />

lo que nadie ignora. Reprendía igual mente en<br />

la cienc ia :\ la mod a de su siglo el pru rito, ca<strong>da</strong>


80 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

vez en aumento, de cambiar el nombre á las<br />

cosas (1), yendo á buscarlos en las lenguas<br />

mue rtas y de día en día más sepulta<strong>da</strong>s en el<br />

olvido de las gentes. «Es habili<strong>da</strong>d sistem ática,<br />

decía una vez, poner un nom bre mostrenco,<br />

patills, que ninguno entiende , ;1 un vegetal<br />

que todos conocen». No se fijaba, sin du<strong>da</strong>, en<br />

que es propio de to<strong>da</strong>s las ciencias poseer un<br />

idioma exclusivo, con cuyos vocablos, mejor<br />

que con los vulgares, tan varios en ca<strong>da</strong> país,<br />

se determ inan y precisan las ideas; á lo cual<br />

obedece que la teología católica emplee también<br />

un tecnicismo cont ra el cual na<strong>da</strong> serio pueden<br />

oponer los protestantes; sin contar con que el<br />

excluir los térm inos vulgares de los objetos por<br />

los que tienen en las lenguas sabias, realiza en<br />

parte las aspiraciones del idio ma universal, per-.<br />

mitiendo á los natu ralistas de las más aparta<strong>da</strong>s<br />

naciones entenderse entre sí y propagar las<br />

conquistas de la ciencia.<br />

Sus argum entos en favor del uso de nomb res<br />

vulgares se reducían á que así pierde su aridez<br />

(1) «No ha sido Linnco, escribía Sarmiento, el primero<br />

que introdujo la jerigon za de voces efesias; tamo<br />

bién T ourn efort cayó en esa ma nía, pero Linneo la padeció<br />

en el último extremo.' Creía que el poner los<br />

mod ernos nombres nuevos


86 BIULIOTEC A GALLEG A<br />

pre el mismo el número de los estambres, á lo<br />

cual se allega que plantas muy próximas en el<br />

parecido se colocan en lugares muy distantes<br />

en la escala clasificadora; sin contar con que en<br />

una misma planta no hay igual canti<strong>da</strong>d de estambres<br />

en to<strong>da</strong>s las flores (1). Al poco tiempo,<br />

no obstante la fama de sus inventores, los sistemas<br />

cont ra los que tronaba Sarmiento, fueron<br />

generalmente abandonados para seguir el llamado<br />

ttatural, explicado por los tres hermanos<br />

Jussieu, desarrollado por su sobrino Antonio<br />

Lorenzo y perfeccionado por Decandolle; y hoy<br />

se ha aplicado la activi<strong>da</strong>d científica á buscar<br />

métodos fun<strong>da</strong>dos en la naturaleza misma. El<br />

odio, pues,que les profesaba.fun<strong>da</strong>do en el deseo<br />

de romper cuantas trabas se opusiesen al desenvolvimient<br />

o libre y natural de la ciencia, tenía<br />

su buena parte de razón y de base sóli<strong>da</strong>, y<br />

érale, además, común con sabios de aquel tiempo,<br />

como Buffón, que los comparaba á la<br />

piedra filosofal y los combatió por extenso en<br />

su discurso acerca del modo de rstndiar la flistoria<br />

uatnrai. que le colocó de un salto en primera<br />

fila entre los naturalistas de su epoca.<br />

( 1) Sarmiento hasta quitaba la or iginali<strong>da</strong>d al siste ma<br />

sexual de Linn co, pues dice que «los antiguos ab un <strong>da</strong>ro<br />

n en ese dictamen ... Ruelio, que ha ce doscientos años<br />

que ha escrito, to ca este punt o »


88 BIBLIOTECA G ALLEGA<br />

- --- - - --- - - - - - ------<br />

plalZta escrofu taria (1), consume much o de lo<br />

que tenían los vegetales y produce en ellos lo<br />

que no tenían, alterand o las virt udes de que<br />

Dios los dotó en concreto por una singularisima<br />

combinación que sólo Él supo contemperar.<br />

A Sarmiento cabe la glo ria de haberse adelantado<br />

;\ la inmen sa mayoría de los bot ánices<br />

coevos suyos, defendiendo la clasificación de las<br />

.familias uaaira/es, y pidiendo que se estudi ase<br />

la naturale za como ella es en sí, sin desdeñar<br />

en la descripción ning únelemento componente<br />

de las plantas. Proponía que la división de los<br />

vegetales se hiciese (2) «atendiendo ;\ lo prim ero<br />

y más de bulto que se ofrece», describiendo las<br />

fiares según Tourncfort, los estambres y pistilos<br />

según Linneo y las hojas según Mr. Sauvages,<br />

lo cual, «sería del capto de todos, y ca<strong>da</strong> país<br />

conservaría sus nombres vulgares». Parecíale<br />

que se debía estudiar y describir por regiones<br />

el reino vegetal, para form ar después la fiara<br />

comple ta de ca<strong>da</strong> nación , único moJo de, por<br />

los pel<strong>da</strong>ños de las monografías parciales descriptivas,<br />

poder subir ;\ una concepción general<br />

(1) )Jumero i 4.<br />

(2) / J"/(/ carq ncixa,


LOS ESCRITOS DE SARMIEl-IT O 89<br />

y á una sintesis fun<strong>da</strong><strong>da</strong> y ver<strong>da</strong>deramente<br />

científica de la naturaleza.<br />

Para mu estra de la panicular manera cómo a<br />

las veces describ ía los vegetales, creemos del<br />

caso pon er aquí una de sus descripciones, ó<br />

como se las quiera llamar, v. g r. la 1.2Ir de sus<br />

ApulltaJlliClltos para una Botánica csp añoia:<br />

« I . 2 1 l . Rtll/ftllClllo (mej o r C/l elidol/ia menor).<br />

El mism o día L.J- de Mar zo , camino de Campo<br />

á las Estriq uei ras, al pasar el ar royo de San<br />

Bias, á la izq uier<strong>da</strong>, en el prado qu e tuvo Cañes,<br />

vi allí m uchas plantas qu e no había visto ,<br />

v creo son ran únculos: de un montón ó acerbo<br />

o •<br />

de raíces, qu e re matan como en nabitos lar go s,<br />

sale n pedículos, qu e se subdividen en otros, y<br />

ca<strong>da</strong> uno sól o tiene una hoja redon<strong>da</strong> , co mo de<br />

yedra, ó mejor de viole ta, q ue tira a corazón ,<br />

como ;1 la ma rge n. De entre estos pedículos salen<br />

otros pedículos, que tie ne n una flor am arilla<br />

sob re un c áliz de tres hojas. El pedícul o de<br />

la flor es estriado. La íl o r es co mo roja, tiene I I<br />

pétalos y en el centro m uc hos estam bres, todo<br />

de un dorado esplénd ido y lustroso, y en el<br />

cent ro de los estamb res sale un erizito ó piñita<br />

ó bug ullonciro, en todo parecido al de los patelos<br />

y bugallones, y d am arillo lu stroso es el<br />

mismo de dicho patclo . Pero noté que co n fa-


LOS ESCRIT OS DE SARMIENT O 9r<br />

pone en otro trabajo, debían llevar en sus<br />

excursiones científicas por to<strong>da</strong> España las cuadrillas.<br />

que habría de nombrar el Gobierno, ó<br />

séase las comisiones al efecto, com puestas de<br />

dos dibujantes, dos escribientes, dos cur iosos,<br />

un ingeniero y un director competen te en te ­<br />

Jos los ramos de la H isto ria natural.<br />

Por cientos contaba el autor los libros que<br />

había adquirido, pertenienres ;\ esta ciencia en su<br />

con jun to ó en alguna de sus partcs y variadisimos<br />

aspectos; y asi se comp ren de que pudiera<br />

probar la antigüe<strong>da</strong>d suma de m uchos descubrimientos<br />

e hipótesis que, como la úl tima nove<strong>da</strong>d,<br />

se presenta ban al público ilustrado, y que<br />

deshi ciera varios enormes elll;aJlos de todos los<br />

óotallistas. entre Jos cuales contaba el pon er<br />

como una de las l;elzistas espinosas :ll nlcx de<br />

Plinio, cuando el tal ulex. «trivial en las minas<br />

de oro de Calicia», ni era genist:l, ni espi nosa,<br />

pues el mismo Plinio afirmaba exp resamente<br />

que se parecía al romero.<br />

Con siderando ;\ Sarmiento bajo el aspecto de<br />

historiador Je la Historia natural en Espa ña, si<br />

se tornaran como suenan y en tod.i su extensión<br />

algunas frases snyas, <strong>da</strong>r iasc arruas á esos hijos<br />

desnaturalizados eingratos de nuestra patria , que<br />

na<strong>da</strong> en ella encuentran digno de aplau so y se


96 BIBLI OTECA GALLEGA<br />

Vairac cuando en los albores del siglo siguiente<br />

decía, en su Etat presCIlt d'Espagllc. que los<br />

españoles, teniendo espíritu sublime , penetran ­<br />

te y muy propio para las ciencias, no cultivaban<br />

su talento con una buena educación, de donde<br />

era consecuencia el que no hubiese aqu í tanto s<br />

sabios como en Francia y en otros paises. Ocupa<strong>da</strong><br />

España con descubrir y conquistar nuevos<br />

mundos para la civilización y la ciencia , no<br />

habla tenido tiempo suficiente para estudiar con<br />

detenimiento la naturaleza, y no le dejó después<br />

tranq uili<strong>da</strong>d para ello la envidia de las naciones<br />

coliga<strong>da</strong>s para arrebatarle su imperio colonial y<br />

su hegemon ía. Adem ás, si en el siglo XVII plugo<br />

;\ Dios que las letras españolas cont inuaran<br />

durante buen espacio en el apogeo de la gloria<br />

y de la fama, no quiso <strong>da</strong>rnos ning ún genio<br />

quc en las ciencias natu rales hiciese los adclantos<br />

con que por entonces glorificaron á sus<br />

respectivas naciones Kleper, Bacon, Ticho, Galileo,<br />

New ton, Leibnitz y Descartes. Como<br />

consecuencia de esto y de los males de to<strong>da</strong><br />

especie con que en las postrim erías de la dinastía<br />

austriaca fue afligi<strong>da</strong> la nación española , la<br />

Historia natural no alcan zaba en ella el cultivo<br />

esmerado e intenso que en otras panes; si bien<br />

Sarmiento mismo, que salia ser exagerado en


LOS ESCRITO S DE SAR.\ lI ENTO ')7<br />

sus afir maciones y hacia la del atraso científi co<br />

de España para que sus compatriotas, poseídos<br />

de noble emulación, trataran de aventajarse ;1los<br />

extranjeros, confesaba (I)que no faltaban porac á<br />

varios «curiosos dedicados al estudio del todo<br />

ó de alguna parte de la Historia natura l» (2).<br />

Ahon<strong>da</strong>ndo en el origen de la relativa postración<br />

a que en sus días había venido aquí el<br />

estudio de la naturaleza, señalaba como potisimas<br />

causas «la falta de libros patrios, lit falta<br />

de maestros, la falta de algunas cátedras, la falta<br />

de protección, la falta de cau<strong>da</strong>les, y la sobra<br />

de los que censuran y se mofan de los que se<br />

dedican, gratis. á la Historia natural, teniéndolos<br />

por poco menos que nuoeros y nigrom ánticos,<br />

y con el menor desprecio por arbolarios,<br />

herbolarios, y alquimistas ó embusteros».<br />

Se quejaba asimismo de que para estudiar la<br />

botánica, faltasen muchas de las cosas precisas.<br />

y ala ver<strong>da</strong>d que pudo influir notablemente en<br />

que que<strong>da</strong>ra en nuestra nación un tanto rezagado<br />

el movimiento de esta ciencia el hecho de<br />

( 1) Onomástico etímo!ógim.<br />

(2) En aquel mismo siglo los hermanos Elhuyar descubriero<br />

n e1tllng steno Ó 7i10IfralliIl1ll, cuerpo simple de que<br />

aho ra hace Krup los acero s, y uno de ellos , D. Fausto,<br />

rué de los primeros en estudiar las llama<strong>da</strong>s tierras raras<br />

rea liza ndo notables experimen tos acerca de la cerita,<br />

7


98 BIBLIOT ECA GALLEGA<br />

no haber aquí Jardín Bot ánico hasta el año de<br />

1753, cuando el de Pisa, comternpor áneo de<br />

los de Ferrara y Padua, <strong>da</strong>taba de 1543, al cual<br />

habían seguido en 1597 el de Montpeller en<br />

Francia y poco después otros muchos en las<br />

principales naciones. Sabido es cuánto contribuye<br />

al progreso de la historia natural la existencia<br />

de museos,'donde se recojan en pequeño<br />

espacio objetos esparcidos en los países más<br />

distantes, y ' se goce del fruto de los trabajos<br />

realizados por multitud de sabios exploradores,<br />

y, teniendo á lavista seres tan diversos, se facilite<br />

la comparación y la clasificación ordena<strong>da</strong> y<br />

metódica: en España, sin embargo, en tiempo<br />

de -Sarmiento se carecía de gabinete público de<br />

Historia natural, que no fu é instituido hasta el<br />

año de 1776, el día 4 de Noviembre; si bien ya<br />

reinando Fernando VI se formaron colecciones<br />

para uso de los Infantes D. Carlos y D. Luis<br />

Jaime, y se había hecho venir del extranjero á<br />

Planche y á Bowles ¡Jara trabajar en la creación<br />

de un gabinete general, y se contaban ya muchos<br />

gabinetes paniculares, entre los 'cuales<br />

merecen especialmente nombrarse el de D. Jaime<br />

Salvador (1), en Barcelona, y el de D. Pedro<br />

( 1) Acerca de l cual escribi ó un a cart a Sarmie nt o al<br />

duq ue de Mcd ina Sidoni a.


oo BIBLIOT EC A GA LLEGA<br />

especialmente , una Academia de agricultura, ;í<br />

fin de favorecer y perfeccionar el cultivo de la<br />

tierra aplicando al mismo los progresos que las<br />

ciencias realizasen.<br />

De los párrocos, abun<strong>da</strong>ndo en las ideas de<br />

no pocos obispos y sacerdotes de su tiempo,<br />

esperaba mucho para la populari zación de las<br />

ciencias naturales, y por eso no se cansaba de<br />

inculcar que se les instruyese en ellas, dejando<br />

otras de las cuales sacaban lo que el<br />

negro del sermón; porque «cuando un clérigo<br />

entra en un curato, ya por lo comú n entra talludo<br />

para estudiar materias de las cuales jamas<br />

ha tenido noticia, y las ári<strong>da</strong>s materias que ha<br />

estudiado, le fastidian ca<strong>da</strong> día mas y las va<br />

olvi<strong>da</strong>ndo. De ese modo... se embrutece.aunque<br />

haya pasado plaza de estudiante agudo. Un poco<br />

de lógica, metafísica, filosofía y teología especulativa<br />

de escuela na<strong>da</strong> valen para instruir á<br />

los feligreses» (r).<br />

Para facilitar al público el conocimiento de<br />

la Historia natural, pedía con la mayor instancia<br />

que, por quien tuviere vagar e instrucción, y<br />

es lastima que él mismo no lo hubiese hecho,<br />

se escribiera un curso de aquella ciencia, en el<br />

(1) Jl/ s. de 66oj>liq;(}s, núm. 5822.


LOS ESCRITOS DE SARMIEl'T O 101<br />

cual no hubiese de entrar «especie alguna que<br />

no sea evidente ó á lo menos muy cierta ».<br />

Compuesta la obra con arreglo á un método<br />

claro, gradual y rigorosamente científico, habría<br />

de sacarse de ella un compendio que pudiera<br />

correr fácilmente por to<strong>da</strong>s las manos, <strong>da</strong>ndo á<br />

conocer lo que se cría en Esp arza con preferencia<br />

á lo de las demás naciones, y esto no dejándose<br />

guiar á ciegas por los libros publicados<br />

acerca de la flora y fauna de España, pues con<br />

ellos «no se puede hacer pie fijo en cosa alguna»,<br />

se riñen mil disputas inútiles, se confunden<br />

y trastruecan las cosas más claras y sencillas,<br />

y «al vegetable que en un sistema se llama<br />

ajos, en otro cebollas y al contrario». Calificaba<br />

de inversión el querer estudiar la botánica,<br />

pasando de los libros al campo y no viceversa,<br />

y aseguraba que el que aplicase todos sus sentidos<br />

exteriores á observar cuanto s vegetales nacen<br />

en ca<strong>da</strong> país, apun tando sus nombres vulgares<br />

y sus usos, aprovecharía en poco tiempo lo<br />

que no en muchos aÍlOS ocupándose sólo en la<br />

lectura de los naturalistas, los cuales se contra ­<br />

dicen tanto por escribir d sombra de tejado,<br />

leyendo libros antiguos, copiándolos :1 bulto y<br />

añadiéndolos :1 ciegas».<br />

Difícilmente se hallad entre los panegiristas


102 BIBLIOTECA GAL L EGA<br />

de la Histo ria natural quien estuviese más convencido<br />

y fuera tan incansable como Sarmiento.<br />

Según él, su estudio «trae consigo un dulc e<br />

embeleso que todo lo hace tolerable». Vean<br />

aqu í los más jactanciosos gramáticos, concluía<br />

en una ocasión, cómo «sin un mediano conocimiento<br />

de la Historia natural no serán gra máticos,<br />

ni latinos, aun que sepan á Tito Livio de<br />

mem oria y hayan leído en Cicerón to<strong>da</strong> la vi<strong>da</strong>».<br />

Digo, escribía más adelante , que «no podr á<br />

ser retórico ni poeta de substancia el que no<br />

tuviere un mediano conocimiento de la Historia<br />

natural»: del mismo modo procuraba que todos<br />

se convenciesen de que en geografía y en el<br />

arte de las genealogías no se puede <strong>da</strong>r un paso<br />

sin su auxilio. En una palabra , en opinión suya,<br />

«es indispensable el estudi o de la Historia natural<br />

para saber con fun<strong>da</strong> mento cualquier facultad».<br />

Esta predicación constante, uni<strong>da</strong> al<br />

ejempl o, no pudo sino influir grandemente en<br />

la propagación y vulgnrización de los conocimientos<br />

de las cienc ias natural es y en las corrientes<br />

de simpatía que hacia ellas desde<br />

entonces se iniciaron entre los sabios españoles;<br />

pues para éstos eran IllUY respetables sus opi,<br />

niones y las copias de sus obras manuscritas se<br />

repartían profu saniente.


LOS ESCR ITO S DE SARMIENTO 10 3<br />

En esto , como en tod o lo demás, el cau<strong>da</strong>l<br />

de su ciencia sirvió para enriq uece r las ob ras<br />

de muchos sabios sus am igos, no siendo el menos<br />

favorecido el famo so Q uer (1),' ace rca del<br />

cual en el Jl1mlllscrito de 660 p lieg os encontramos<br />

la sig uiente observaci ón: « Grande ha sido<br />

la persecu ción que ha padec ido el ci rujano y<br />

botanista D . Jase Quer, porq ue quer ía abrir los<br />

ojos á los españo les. Y esto era in crepados,<br />

porque no los abrían ellos para estudiar lo qu e<br />

no se ense ña en las Universi<strong>da</strong>des ni en recetorios<br />

», Es mas: el prólogo que firmado por Q uer<br />

va al frente de su Flora esp a ñola fue re<strong>da</strong>ctado<br />

por Sarmiento. En tru eq ue profes ába nle la mayor<br />

esti mación los nat ur alistas, y á su m uerte<br />

hizo de el cumplid ísim o elo gio el insignc Ortega,<br />

directo r del Jard ín Bot ánico.<br />

Aunque, lo mismo que Feijoo, admi tió varios<br />

er rores vul ga res, en tre ellos la infl ue ncia<br />

de la lu na en el crecimi en to de las uñ as y en<br />

cosas pareci<strong>da</strong>s, y el qu c, unt ando y estirando<br />

el espinazo á los niños, se les pu ed e hacer g iganres,<br />

Sa rmi ento ocu pa , y con jus ticia sc le<br />

( 1) El nat uralista D. V íct or L ópcz Scoane, en el pr óla<br />

go .i la N ora dd lllÍ/I O


10 4 BIBLIO'l'HCA GAL LHGA<br />

reconoce, un puesto muy eminente entre los<br />

naturalistas españoles de su epoca, y sus relaciones<br />

con Linneo y los discípulos que este<br />

enviaba á España contribuyeron no poco á que<br />

el autor del [ter Hispmucn»: modificase sus<br />

conclu siones injuriosas para nuestra ciencia: su<br />

talento y su aplicación pudieron haber <strong>da</strong>do<br />

muchos días de gloria ;í la patria. Desgracia<strong>da</strong>mente,<br />

el resultado no correspondió en todo á<br />

lo que de su ilustración cabía esperar. Su repugnanc<br />

ia invencible á ver sus escritos en letras<br />

de molde les privó de mucha resonancia e<br />

influjo. Sus trabajos, adem ás, no obedecían á<br />

un plan lijo ni tenían entre sí la trabazón necesaria:<br />

eran , por lo com ún, producto de una<br />

inspiración del momento ó del capricho de un<br />

monje desocupado que no gustaba de estar<br />

ocioso; y, lo que es peor, en pocos está apura<strong>da</strong><br />

y ni siquiera trata<strong>da</strong> con detenimiento suficiente<br />

la materia, y rarísimo es el en que no se<br />

intercalen mil especies que ni de cerca ni de<br />

lejos dicen mds relación al asunto que las nubes<br />

de antaño; viniendo ;í ser por tales causas<br />

apuntes y materiales para escribir libros m ás<br />

bien que libros ya escritos: son obras para autores,<br />

no para lectores. El que quiera discurrir<br />

sobre Historia natural española no puede mirar


106 BIBLIOTECA GA LLEGA<br />

siete Parti<strong>da</strong>s, que ponderaba las excelencias<br />

del número siete y decía que «septenario es<br />

cuento muy noble á que loaron mucho los sabios»,<br />

así a ún había quienes encerraban y limitaban<br />

dentro de números fi jos é inalterables los<br />

cuerpos y fuerzas de la naturaleza en el siglo<br />

de Sarmiento, el cual se burlaba de esta preocupación<br />

de que hubiesen de ser siete los planetas<br />

y siete los metales, cuatro los elementos<br />

y cuatro las p rimeras cuali<strong>da</strong>des. T o<strong>da</strong>vía entonces<br />

se disputaba si había ó no más de siete<br />

cuerpos simples, como se ve en la obra que, sin<br />

nombre de autor, se imprimió en París el año<br />

175S con el título IX! oro blanco ó el octavo<br />

rueta l: Sarmiento creyó descubrir un cuerpo<br />

simple en el tumbaga de Siam, sin fi jarse en<br />

que, teniendo siete partes de oro y tres de un<br />

cobre fi no especial, era compuesto. Tampoco<br />

había perdido su cr éd ito la opinión de que el<br />

diamant e no se distinguía realmente del cristal<br />

de roca, por lo cual du<strong>da</strong>ba nuestro autor si los<br />

trozos de cristal que se hallan en el arroyue lo de<br />

la ermita del Angel en Madrid serían herniosos<br />

diamantes. Al estudio del platin o dedicó un<br />

manuscrito, probando que era infusible y más<br />

pesado aún que el oro, y manifestando su creencia<br />

de que debería de haberlo en Valdeorras: le


LO S ESCRITOS DE SAR MIENTO 10 7<br />

tenía por el octauo lile/al: pero estimándose poco<br />

práctico en hornos químicos y no con siderando<br />

suficientes los elementos de que dispon ía<br />

para hacer experiencias, unas muestras que le habian<br />

enviado de Am érica las remiti ó á Linneo ,<br />

excelente oot ánico J' natttra lista, y á Muschernbrock<br />

, famoso por sus instituciones Iisicas, los<br />

cuales no sup ieron decirle m ás de lo qu e él<br />

sabía.<br />

Si qui siéramos ahora <strong>da</strong>r una idea detalla<strong>da</strong><br />

de la labor de Sarmi ento como naturalista,<br />

tendríamos que alargar demasiado este capítulo:<br />

baste decir que adem ás de los trabajos suyos<br />

qu e en él que<strong>da</strong>n citados, y de los que se reficrcn<br />

á física y ma tem áticas-e-la electrici<strong>da</strong>d, ItItracalles<br />

)' terremotos, la cuadratura del círculo J'<br />

el problema sobre la IOllgitud- escribió mucho<br />

sobre botánica é Historia nat ural en gene ral y<br />

especialmen te de Galicia y españ ola, y dedicó<br />

sendos man uscritos ,1 tratar singularmente del<br />

amianto, la malaq uita, la fosforita , las pizarras<br />

dcndrir es, las pizarra s con dibujos de arbolillos,<br />

planta s de Asturias, planta s de T oledo , vegetales<br />

exóticos, el az.iderach, el bangu é, las agallas<br />

del roble, la corcova, la bar<strong>da</strong>na, el carla-santo,<br />

el beleño, el lau rel real, yerba del cabrón , árbo l<br />

texa, el hiposcito, la grama olorosa, los hon gos


10 8 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

----- - - - - - - - - - - - - - -<br />

mucerones, la planta pata de buey, el mos tajo ,<br />

la manecilla, el árbol de la sang re de drago , el<br />

palo-santo, orugas, pescados, cetáceos, atunes ,<br />

ave del paraiso, palomas, pájaros picos, el burla-pastores,<br />

el flam enco, el picatuerto, el palitoqu<br />

e, la cebra, el cíbolo, el cu ervo, el rinoceron ­<br />

te, el miscorn io, el lobo cer val, el papión y el<br />

perico ligero.


11 0 BIBLIOTECA GALLEG A<br />

qucixa, Cali<strong>da</strong>des dci clima de A raujucs, Pontcuedra<br />

y llIadrid y la hliferme<strong>da</strong>d de la ráll¡¡<br />

y la Ignorancia dc los 1Ilédicos, sin contar sus<br />

extractos y disertaciones sobre El menor <strong>da</strong> ño<br />

CIl medicina, de Alonso Chirino, sobre el ¡:.-pi,<br />

/Ocli'O de medicina, impr eso en Burgos en 1495,<br />

sobre el Tratado contra el ma! scrpeurino, de<br />

Rui z Díaz de la Isla, sobre la Fisio/og¡« del ingles<br />

Stoir, sobre el Códice de medicina, del sevillano<br />

Stéphano, sobre el Tratado de medicina<br />

del árabe Azzahra ui, y acerca de otra s varias<br />

obras de médicos notables.<br />

.r Enmuchos de sus escritos hay, bajo los titu ­<br />

las Ill.;l!, extra ños, precio sas indicaciones relati­<br />

V\lS á '!sm)t..s médicos; casi todos los que trabajó,<br />

sobre ,Historia natural persiguen el fin<br />

pr áctico de buscar remedios á las enferme<strong>da</strong>des,<br />

á diferencia de nuestros libros de la botánica de<br />

última mo<strong>da</strong>, que no hacen sino describir las<br />

plantas, sin enseña r de sustancia acerca de ellas<br />

más que lo que está á vista de ojos; y no se<br />

cansaba de recomen<strong>da</strong>r á los médicos que se<br />

dedicasen con to<strong>da</strong>s sus fuerzas :1 tan útiles estudios.<br />

¡Jl il veces decía que había "increp ado en<br />

amistad» á médicos, cirujanos y boticarios de<br />

Madrid, porqu e no se unian y trabaj aban por<br />

establecer un público jardín botánico donde se


LOS ESC RITO S DE SARMIENTO I I I<br />

instru yesen los que siguieran su profesió n; al<br />

fin, exclamaba lleno de gozo, en un manuscrito<br />

fechado en 1. 0 de Agosto de 1756, ya se ha<br />

conseguido. Viendo con pena que los menos<br />

<strong>da</strong>dos á las ciencias naturales eran precisamen ­<br />

te los qn« comen )' ticncll sueldo por ser de la<br />

f amilia de Hip ócratcs. para hacerles cobrar afición,<br />

proponía un medio ver<strong>da</strong>deramente or iginal,<br />

en su Onom ástico. que se dedicasen ;1 ellas<br />

los otros, con lo cual los médicos, «ó por vergüenza<br />

y emulación se aplicarían también, Ó<br />

se verían tan sonrojados que dejarían el oficio ».<br />

Una de las causas de querer que los médicos<br />

estudiasen la Histori a natu ral era porqu e «to<strong>da</strong>s<br />

las enferme<strong>da</strong>des proceden de infini<strong>da</strong>d de insectos».<br />

Lo más curioso del caso es que, siendo nu estro<br />

monje tan versado en achaqu es de medicin a,<br />

tenía á estas hor ror invenc ible, con excepció n<br />

de muy pocas, fundán dose para ello en ser muy<br />

contados los que hubiesen alcanzado e<strong>da</strong>d avanza<strong>da</strong><br />

«usando de quin tas esencias, espíritus,<br />

elixires de vegetables ó comistrajos tomados de<br />

los minerales». En su tratado sobre la seixebra,<br />

;11 n úmero 792, contaba los medicam ento s hacia<br />

los cuales sentía repugnancia; la lista es por<br />

dem ás curiosa y merece transc ribirse. «Me he


LOS ESCRITO S DE SARMIENTO 1 13<br />

bien las digestiones, le ocasio nó al año siguiente<br />

una dolenc ia mu y pertinaz; pero ya sabía el<br />

remedio, y con agua de carqueixa por dentro y<br />

agua de carqueixa por fuera recobró la sal ud<br />

perdi<strong>da</strong>, aunque ayudándose de « Ul U rig urosa<br />

dieta de ocho días». De otra enferme<strong>da</strong>d suya<br />

tenemos conocimiento, produci<strong>da</strong> en Agosto de<br />

1763 por una repe ntina alt eración y m u<strong>da</strong>nza<br />

de la tempera tura, y no hay para qué decir qu e<br />

le dejó el dolor con sólo hacer uso de su medi ­<br />

camen to favorito, el cual no sabemos si se lo<br />

<strong>da</strong>rían en la última enferme<strong>da</strong>d.<br />

No satisfecho con po nderar del mod o m ás<br />

enca recido las virt udes medicinales de la car- '<br />

queixa, de qui en llegó a decir qu e «está dota<strong>da</strong><br />

de la benig na omnipotencia de Dios para mu ­<br />

chas enferme<strong>da</strong> des dist intas », esforzábase por.<br />

que, co nvenciéndose co n sus razon am ientos, la<br />

empleasen las gentes como medio cura tivo, sobre<br />

todo para los enfriamientos y el reum a:<br />

alg unos compañero s suyos de hábito decidi óro<br />

nse al fin A<strong>da</strong>rle gusto, y la no ticia de las<br />

cura ciones que co n hito ine sperado produjo la<br />

humilde plan ta, corrió de un extremo Aotro de<br />

la Península, sie ndo parte par a que muchos<br />

au n hoy acud an a ella en sus enfe rme<strong>da</strong>des co n<br />

la mayor con fianza. El con fesor del Rey, el h á-<br />

8


114 I BIBLIOTECA GALLEGA<br />

bil dip lomático é infl uye nte jesuita P . R ávago,<br />

tiró las mu letas en cuanto usó el rem edio preconizado<br />

por el P . Sarmiento, y desde entonces<br />

las virtudes medicinales de la carqueixa ya no<br />

fueron discutibles: la cel<strong>da</strong> del sabio monje, y,<br />

cua ndo no, la portería de San Martín; se hallaban<br />

asedia<strong>da</strong>s de gran número de personas que<br />

á to<strong>da</strong> costa querían experimentar la virtud curativa<br />

de la oscura planta gallega: en muy poco<br />

tiempo expendi éronse cien arrobas, y no había<br />

manos para repartir la qu e man<strong>da</strong>ban de Pontevedra.<br />

Los embajado res residentes en Madrid<br />

acudieron á informarse, para enviarlo ,1 sus<br />

países, de aquel remedio entonces á la mo<strong>da</strong>: de<br />

lo más apartado de América llegaba el eco . doliente<br />

de multitud de enfermos para quienes era<br />

una esperanza el descubrimiento realizado por<br />

el"célebre benedictino, al qu e hasta en libros escritos<br />

en len gua sueca se le salu<strong>da</strong>ba poco me ­<br />

nos qu e como á un salvador de la humani<strong>da</strong>d,<br />

por el in vento de su prodigioso específico. Hoy,<br />

sin embargo , se <strong>da</strong> tan escasa impo rtancia medicinalá<br />

la carqueixa qu e en la Farmacopea<br />

foruu<strong>da</strong>rio universal publica<strong>da</strong> por el El Siglo<br />

111édico sólo se dice que es «purgante, y diurética<br />

»; en el Vocabulario tecnolog ico de M edicina,<br />

de Cu esta y Ckerncr , se la nombra no más qu e


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO J J 5<br />

para decir que es «una hierba medicinal de la<br />

cual hay varias especies»; en la Terapéutica famosisima<br />

de Trosseau ni siquiera se la mienta;<br />

et sic de caueris.<br />

Después de la carqueixa, el agua era el remedio<br />

más simp ático al ilustre observador, por<br />

lo mismo que es el más casero y al alcance de la<br />

mano, y él estaba convencido de que tan fáciles<br />

y comunes como las enferme<strong>da</strong>des debían ser las<br />

medicinas, según la amorosa providencia de<br />

Dios: la oposición que se hizo al sistema hidroterápico,<br />

explicábala por la necia preocupación<br />

de no <strong>da</strong>r importancia sino á lo que cuesta mucho<br />

y viene de luengas tierras y (1) porque había<br />

personas á quienes importaba más «el que<br />

cincuenta ó ciento se enriquezcan que el que<br />

muchos millares se curen con facili<strong>da</strong>d». Como<br />

el opinaban en su siglo varios doctores españoles,<br />

entusiastas de Vicente P érez, e/médico dd<br />

agua, y sabido es cuánto recomen<strong>da</strong>ban el uso<br />

del agua los fun<strong>da</strong>dores de varias religiones y<br />

cómo la aplicaba para gran número de males en<br />

el siglo XII Juan Noyer, en su establecimiento<br />

balneario de Lirhfield.<br />

Tanto como aplaudía el tratamiento medico<br />

por el agua, maldecía y renegaba de las sangrías<br />

(1) El uaso de un icornio.


I I6 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

generales. El tipo del doctor Sangredo, tan admirablemente<br />

presentado por Lesage, ó, mejor<br />

dicho, por el español desconocido á quien aquel<br />

plagiario impenitente arrebató la gloria del Gil<br />

Bias, continuó siendo la .fotografía exacta de<br />

muchos médicos, que, sangrando á media humani<strong>da</strong>d,<br />

han sido la causa, segun graves autores,<br />

de la decadencia y postración actual de la<br />

mísera raza humana . El sistema de Brousais<br />

que, viendo en to<strong>da</strong>s las enferme<strong>da</strong>des un exceso<br />

de nutrici ón, proponía como remedio gcneralla<br />

disminuc ión de sangre, tuvo antes de<br />

el gran numero de temibles mort íferos sectarios,<br />

que, de conformi<strong>da</strong>d con, las enseñanzas de<br />

Bouillaud, repetían la sangría hasta, como .decían<br />

ellos, yugulm; el mal, si antes no dejaban<br />

yug ulado al infeliz paciente, á quien para igua·<br />

lar las sangrías, cuando se ignoraba la circulación<br />

de lo que llamaban el suco mttriti7 1o, había<br />

que <strong>da</strong>r por lo menos dos, una en ca<strong>da</strong> brazo. ,<br />

Sarmiento, que era también enemigo declarado<br />

del uso de las purgas sin prescripción facultativa<br />

y necesi<strong>da</strong>d ver<strong>da</strong>dera, exponía como principal<br />

argum ento cont ra la sangría la estadística<br />

que él había formado de los que, sangrados, habían<br />

muerto en la parroquia de su convento de<br />

San Martín; y se citaba como ejemplo ;1 sí pro-


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO I 17<br />

pio, atribuyendo su envidiable salud á no haber<br />

querido sangrarse cuando tuvo alguna que otra<br />

indisposición , no obstant e, que en ocasiones á<br />

ello le exhortaban todos; lo cual, dice, «era importunarrne<br />

para que me dejase morir á ruego<br />

"de hombres buenos».<br />

_. Aunque por lo expuesto se ve que tenía el<br />

sabio monje un afinado criterio en asuntos de<br />

medicina , incurrió en no escaso número de<br />

errores. En sólo su Respuesta á la pregunta si<br />

nacen en Galicia, en qué sitios. en qué canti<strong>da</strong>d<br />

y de qué cali<strong>da</strong>d los vegetales kall. sosa y barril/á,<br />

leemos que el helecho es específico para la<br />

raquitis y para que no se les coagule la sangre<br />

á los qué caen de alguna altu ra; la verónica es<br />

especial para la curación de las llagas de ' los<br />

pulmones; la escrofularia se puede tomar como<br />

purgan te y se debe recomen<strong>da</strong>r cont ra las apoplejías;<br />

la piedra corbina es un huevo que un<br />

pez tiene en la cabeza y sana del mal nefrítico;<br />

la aplicación del ojo marino ó el tomar sus polvos<br />

restaña los flujos de sangre; el sihro macho<br />

es planta que cura la hidrofobia, y el árbol<br />

coorno tiene la propie<strong>da</strong>d de que rabie en el<br />

acto cualquiera que le toque con la mano caliente,<br />

si, aunque haga ya mu cho tiempo, íu é<br />

mordido por un perro rabioso: «el que algun a


1 18 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

vez haya tomado quina, tomó un censo cuyos<br />

réditos debe pagar en tercian a»; para to<strong>da</strong> enferme<strong>da</strong>d<br />

español a n ingu na med icina mejor qu e<br />

las propias de España. Fác il se ría multiplicar<br />

afirmacion es seme jantes . Pero es necesario ad ­<br />

verti r q ue m uchas cosas que hoy ten emos por<br />

erro res , no pasaban como tales en aquella epoca;<br />

y que Fei joo mism o, no obstante su eru dición<br />

y su penetrante mira<strong>da</strong> científica, cre ía en<br />

razas de hombres peces, de los cuales citaba<br />

como ejemplares el peje Nicolao de N ápoles y<br />

el pescador anfibio de Li érganes, y <strong>da</strong>ba por<br />

cierto que se hab ía enco ntrado un feto humano<br />

en el vientre de un a cabra, y q ue las pied ras<br />

crecían, no por y ux ta posición , sino de dentro<br />

afuera; si bien esto último , no erro r, antes<br />

intuición mara villosa parecerá á los que, com o<br />

Gu sta vo T scher ma k, miran en la corteza terrestre<br />

el objeto de uua continua transformacián<br />

interna , y sosteniendo la tesis de la evolució n<br />

de la materia , rech azan la idea antigu a y com<br />

unmen te acepta<strong>da</strong> de la persistenc ia inmutable<br />

de los eleme ntos q uí micos, para deducir<br />

con \V. Crookes qu e Jos mi nerales son productos<br />

tr ansfo rmables, co rrespondientes á las fases<br />

de la evol ució n del g lobo terráqu eo.<br />

A veces se limita Sa rmiento á referir lo q ue


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 1 19<br />

acerca de las virtud es de las plantas certifican<br />

sabios autores , sin declarar si presta ó no su<br />

asentimiento: además recogía cuantas especies<br />

escuchaba de boca de los aldeanos, para que<br />

personas inteligentes comprobasen lo que tuvieran<br />

de cierto, que sin du<strong>da</strong> no sería poco.<br />

Cuando se refería, no á dichos ajenos, de los<br />

que hubiera podido repetir aquello del P. Mariana,<br />

plura transcribo qua m credo, sino á observaciones<br />

propias, eran más rectos y fun<strong>da</strong>dos<br />

sus juicios. Muchos años despu és de su muerte,<br />

los libros de los medicas m ás eminentes an<strong>da</strong>ban<br />

to<strong>da</strong>vía plagados de erro res, al decir de<br />

León Rost án en su Curso de JJ1l.'dicina clínica.<br />

Las preocupaci ones del público suelen iapoderarse<br />

de los mismos sabios que m ás hacen por<br />

extirparlas; y cuántas serían las que en medicina<br />

dominaban ha m ás de un siglo -pru ébalo el<br />

que las de hoy hayan prestado materia al médico<br />

lucense D. Jesús Rodríguez López para<br />

escribir abultado libro. La anticipación prin cipal<br />

de Sarmiento, aunque para muchos no lo<br />

será, consistía en la idea que se había formado<br />

del escaso poder de la medicina, del acierto del<br />

enferm o para curarse á sí prop io, y de la inuti ­<br />

li<strong>da</strong>d de los remedios que no sean tan comunes<br />

como las enferme<strong>da</strong>des ó pertenezca n , á países


LOS ESCR ITO S DE SAR;\I1ENT O 121<br />

no en to<strong>da</strong>s sus exageracio nes, por el insigne<br />

Mart ín Mart iuez, y aplaudido por la muchedumbre,<br />

que emp ezaba á no morir de buena<br />

g:ll1a seg ún las reglas del arte de Hip ócrates y<br />

Galeno; su influencia sobre el público y su<br />

poder director y moderador de la opinió n, que<br />

al fin concluyó por imponerse á los más refractarios,<br />

era tan extraordinariamente grande que<br />

á el acudí an los que deseaban , y no sabían como<br />

conseguirlo, que en la medicina española se introdu<br />

jeran determ inados adelantos y reform as.<br />

Recor<strong>da</strong>mos á este próp osito que el bachiller<br />

Ozurriaga y Ezpeleta, en el prólogo que va al<br />

frente del tom o Ir de su t raducci ón , publica<strong>da</strong><br />

en Pamplona el año 1744, del DI'. Carlos Musitallo,<br />

escribía: «Ya al úl timo del libro te persuado,<br />

am igo lecto r, la utili<strong>da</strong>d que produci rá<br />

al bien público el que los cirujanos y no otros<br />

exerciren la Álgebra, pero por la dificultad que<br />

no ign oro, si ya no digo imposibili<strong>da</strong>d, suplicando<br />

al Rvmo. P. M. Feijoo , y respondiéndole,<br />

lJ ue ya por su eficacia, como porque halb dt:<br />

menos en los cirujanos es pañoles y en otros,<br />

haga ent erar .1l p úblico esta grande utili<strong>da</strong>d para<br />

el bien com ún». La medicina, fue ' una de las<br />

ciencia s que más ocuparon la incansable plum a<br />

de Feijoo: adem ás de lo que escribió en el


122 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

Teatro Crítico, di ó ;1 la estampa la Apología del<br />

ex cep ticismo médico, en favor del tomo 1 de la<br />

Medicina escéptica del Dr. Martín Martinez ;<br />

imprimió en O viedo una R espuesta al discnrso<br />

fisiológico médico del Dr. D. Francisco Dorado,<br />

y publicó la Satisfa cción al escrup uloso, dirigi<strong>da</strong>,<br />

como la Blan<strong>da</strong>, suaue J' melosa cura ción del<br />

escrup uloso J' de sus flatos espirituales, que parece<br />

escrita por Mart ínez, contra las Du<strong>da</strong>s y<br />

reparos sobre que consulta tat escrup uloso al<br />

R . P. M . Feijoo, obra que, al parecer, es del<br />

jesuita Agustín Castej ón. Pero no impun emente<br />

la mano profana del crítico de Casderniro tocó<br />

el Sancta San ctoruni de la ciencia médica: de<br />

todos los ángulos salieron voces de indignac ión<br />

y de protesta contra el atrevido, quien fue<br />

objeto de una oposición ru<strong>da</strong> y vigorosísima<br />

por parte de los más de los discípulo s de Esculapio,<br />

entre Jos cuales sobresalieron Narciso<br />

Roman ich, Fcrn ández Navarrete, Pedro Acuenza,<br />

José Angel Conde y Anton io Gonzalo de<br />

Arenaz, dándose así ocasión á que se pusiera de<br />

manifiesto la importancia de la medicina y el<br />

que entre los españoles se cultivaba este arte<br />

con relativa perfección .<br />

Aunque el Espíritu Santo, en el libro del<br />

Eclesiástico, después de man<strong>da</strong>r que se honre


LOS ESCRITOS DE SARMIENT O<br />

alos medicas, dice que el desdeñarlos «no es de<br />

hombres prudentes», y San Agustín , desde que<br />

siguió las celestiales doctrinas de Aquel que curaba,<br />

además de las enferme<strong>da</strong>des morales, los<br />

dolores del cuerpo, trataba de suici<strong>da</strong> al que no<br />

quiere observar las prescripciones de los facultativos,<br />

era entonces mo<strong>da</strong>, que aún no ha pasa<strong>da</strong><br />

del todo hoy, el echar pestes cont ra ellos,<br />

adquiriendo reputación de espiritu fncrte, como<br />

dirían nuestros vecinos, el que hacía gala de no<br />

creer que sirviesen para maldita la cosa cuanto s<br />

comen á cuenta de las enferme<strong>da</strong>des del prójimo:<br />

no eran sólo los parti<strong>da</strong>rios de Feijoo los<br />

que tomaban á los médicos por blanco de sátiras<br />

procaces y de cuchufletas de mal gusto; el<br />

mismo Mañer, que le llevaba la contrari a en<br />

todo, hacía á veces por poner á los galcnistas en<br />

la picota del ridículo. Pero nadie como Sarmiento<br />

en pintar con brocha gor<strong>da</strong> y negros<br />

colores cuadros horribles del estado de la medicina<br />

en su época, cebándose y encarnizándose<br />

sin compasión y sin tregua en la estimación de<br />

la mayor parte de los médicos, de aquellos en<br />

los cuales no veía rastro de medicina, sino<br />

medicina de rastro, médicos pedáneos, de la<br />

legua y de plaza, y demonios de zahur<strong>da</strong>, á los<br />

cuales se debía conjurar por amor de Dios y de


LOS ESC RITO S DE SAR1IIENT O 125<br />

gloriarse de haber contribuido á los adelantos<br />

de la medicina como la nuestra, á la cual se<br />

deben, adem ás de otros infinitos inventos y<br />

aplicaciones, la quina, el chocola te, los hospitales<br />

militares, las cuarentenas , el descubrimiento<br />

de la circulación de la sangre, el de la descomposición<br />

del agua, las figuras anatómicas de<br />

se<strong>da</strong>, la medicina legal, la patológica en las<br />

Universi<strong>da</strong>des, las hospitali<strong>da</strong>des domiciliarias,<br />

la curación de los locos y el uso de las aguas<br />

minerales artificiales. Cuando se leen las riquisimas<br />

obras de bibliografía médica publica<strong>da</strong>s<br />

por Chinch illa, por Gonz ález Sásamo y por<br />

Hern ández de Morej ón, no se acaba uno de preguntar<br />

cual sea la causa del poco nombre quc<br />

médicos merecedores de gloria inmortal alcanzan<br />

más allá de las fronteras; y no cabe explicarlo,<br />

aparte de la animadversión con que nos<br />

distinguen los extranjeros y de la abun<strong>da</strong>ncia de<br />

malos españoles que reniegan de la herencia<br />

científi ca de sus padres, sino por haber aqui<br />

siempre no poco de lo que Salustio advertía en<br />

Roma compara<strong>da</strong> con Grecia: en España los antiguos<br />

sabios, si se except úa alguno que otro,<br />

no se dedicaban á escribir la historia de nuestra<br />

ciencia y de nuestra literatura , y á re<strong>da</strong>ctar monografías<br />

bibliogr áficas y estudios biográfi cos


126 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

donde, en forma suficientemente ligera para<br />

que el libro pudiese volar al otro lado de los Pirineos,<br />

se hiciera patente lo que nuestra patria<br />

había trabajado para engrosar e! cau<strong>da</strong>l de sabiduría<br />

del género humano: en el extranjero, por<br />

lo contrario, muchos hombres de ciencia dictaban<br />

secretamente sus propios elogios, y sus<br />

compatriotas aturd ían á media humani<strong>da</strong>d pregonando<br />

á voz en cuello sus glorias.<br />

Es cierto que, por diversas causas, la medicina<br />

española no pudo mantenerse ,\. la altura<br />

gloriosisima é insuperable que alcanzó en el siglo<br />

en que se derrochaban inmensos tesoros en<br />

expediciones científicas y en impresiones oficiales<br />

de monum entos literarios: conducta que fue<br />

siempre observa<strong>da</strong> en la medi<strong>da</strong> que lo permitían<br />

los recursos de! erario público, hasta el extremo<br />

de que el gran Humboldt, el brillante<br />

panegirista de nuestra incomparable colonización<br />

de América, pudo en su Ensayo político<br />

sobre el R eino de Nneua Espaiia. decir que<br />

«ningún Gobierno europeo gastó más dinero<br />

para adelantar el conocimiento de los vegetales<br />

que el Gobierno español»; pero, to<strong>da</strong>vía en el<br />

siglo XVII, la medicina española tuvo alientos<br />

para producir veinte mil libros, n úmero prodigioso<br />

si lo que Chinc hilla califica de libros no


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 127<br />

fueran muchas veces op úsculos y tratados de<br />

una misma obra. En las Universi<strong>da</strong>des, cuyo<br />

número era entonces mayor que ahora, se estudiaba<br />

con gran detenimiento la medicina, sobre<br />

todo en la de Mallorca: la carrera constaba de<br />

cuatro años, y en el último, prescribían los estatutos<br />

escolares, se había de asistir ,\ to<strong>da</strong>s las<br />

disecciones que practicase el catedr ático de anatomía.<br />

En el siglo de Sarmiento continuó en<br />

los primeros años la decadencia de la medicina,<br />

como en las dem ás naciones plus miunsue, por<br />

el afán de buscarle a tientas nuevos derroteros<br />

y de sujetar la experiencia al dogmatismo sistematico,<br />

desoyendo las m áximas axiom áticas del<br />

gran Hip óc rates, hasta el punto de que entre los<br />

doscientos veinte opúsculos medicas coleccionados<br />

por la justamente famosa Academia de<br />

Sevilla, sólo en nueve se comenta al padre de<br />

la medicina; pero bien pronto recobró su puesto<br />

de honor, distinguiéndose principalmente<br />

por la reflexión, por el espíritu de observación<br />

y de an álisis y por el apego ala tradición cl ásica<br />

en frente de las mil y una caprichosas nove<strong>da</strong>des<br />

introduci<strong>da</strong>s por el charlatan ismo cientifico.<br />

A principios del mismo siglo en que<br />

Sarmiento vociferaba contra la ignorancia de los<br />

medicas españoles, disparando contra ellos la


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 1 3 1<br />

evidenciarlo el que se hicieron en el mismo<br />

cinco ediciones de la apreciabilisima Palestra<br />

f armacéutica, de Palacios, y el guc las principales<br />

obras extranjeras relaciona<strong>da</strong>s con tales estudios<br />

se traducían varias veces á nuestro idioma.<br />

Como Tournefort, cuando viajó por ' la<br />

Península :l fi nes del siglo XVII , no pudo menos<br />

de elogiar :í varios farmacéuticos españoles,<br />

poniendo sus nombres á diversas plantas, así<br />

Lóefling, discípulo predilecto de Linneo , al recorrerla<br />

en el siglo siguiente, se valió de ellos<br />

para sus excursiones científicas, alcanzando algu<br />

nos en el extranjero con este motivo fama<br />

mereci<strong>da</strong>. Comprendiendo que las iniciativas<br />

individuales son impotentes para obtener en el<br />

adelantamiento general de la ciencia completo<br />

resultado, impulsados de su noble afán por promover<br />

y propagar la' cultura, <strong>da</strong>ndo inequlvoca<br />

prueba de su ilustración y de su amor al estudio,<br />

solicitaron los farmacéuticos en 1777, Y<br />

obtuvieron, instituir en Madrid un colegio, en<br />

cuyos estatutos se pedía la fun<strong>da</strong>ción de un<br />

jardín botánico y de un laboratorio quím ico<br />

donde se trabajase públicamente, debiendo ,<br />

mientras esto no se realizara, lo cual no tardó<br />

mucho , y aun despu és de ello, celebrarse mensualmente<br />

sesiones literarias, como en efecto se


LOS ESCRITOS DE SARMIENT O<br />

I ' ,<br />

) )<br />

les y sangrientos con que excitaba la risa á<br />

costa de ellos, eran acicate que los espoleaba en<br />

el camino de la ciencia. La fama y el prestigio<br />

del sabio fraile, á quien, por cerrar la boca á<br />

to<strong>da</strong> clase de medicinas de botica, alababa Fernando<br />

VI, contribuían á qllC sus ndveraciones se<br />

tuviesen más en cuenta y produjeran especial<br />

efecto.


136 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

nos abusos que se com etían en la Iglesia. Ta n<br />

lleno estaba de ideas reform adoras relativas ala<br />

disciplina - cclesiásticar-qu e se desbor<strong>da</strong>ban d e<br />

su pluma cuando menos podía esperarse. Asi,<br />

por ejemplo, en su estu dio acerca del privilegio<br />

concedido por Ordeño Il al Monasterio de Samos,<br />

trata , desde su panicular punto de vista,<br />

de los defectos que creía observa r en la elección<br />

y cond ucta de algu nos obispos, superiores religiosos<br />

y provisores; qu iere evitar las injusticias<br />

en las oposiciones a preben<strong>da</strong>s, proponiendo,<br />

entre ot ras cosas, que se de tambi én voto á<br />

ca<strong>da</strong> uno de los opositor es respecto de los dem<br />

ás; reprende con sever i<strong>da</strong>d las faltas cometi<strong>da</strong>s<br />

contra la santi<strong>da</strong>d de la regla en alguno s<br />

mona sterios; arremete lan za en ristre contra<br />

to<strong>da</strong>s las jurisdiccion es civiles y eclesiásticas<br />

que no sean la ordinaria; fustiga á los malos<br />

predicadores, quej áudosc de pasa<strong>da</strong> de que se<br />

pronunciasen oraciones fúnebres en honor de<br />

quienes no lo merecían; y critica la opulencia<br />

de las catedrales, compara<strong>da</strong> con la pobreza de<br />

las par roq uias.<br />

En pareci<strong>da</strong>s ideas abun <strong>da</strong>n muchos de sus<br />

ot ros manuscrito s, en los cuales se le ve censurando<br />

el «gravisimo incon veni ente» de que carecieran<br />

del necesario pasto espiritual los fi eles.


138 BIBLIO TECA GALL EGA<br />

embriaguez y causa de la ruina de muchos.<br />

«Siempre he dicho, repite en la más extensa de<br />

sus obras, que para ser virtuoso y devoto, nin ­<br />

guno necesita alistarse en cofradías». Cen secuencia<br />

de su temperam ento era asimismo el<br />

que tan poco se curase de eufemismos y circunloquios<br />

cuando de censurar se trataba, y su<br />

desenfado y rudeza de expresión al haber de<br />

tocar materias escabrosas de suyo ó delica<strong>da</strong>s,<br />

con lo cual provocaba las recriminaciones de<br />

sus adversarios, quienes acusábanle de revolcarse<br />

en indecencias, «que sólo pueden ser útiles<br />

para trata<strong>da</strong>s por un médico ».<br />

Á imitación de Feijoo que, siendo fervoroso<br />

y con vencido creyente de lo sobrenatural, de la<br />

Providenc ia y de la eficacia de las oraciones, no<br />

halló, con todo y ser ello así, reparo alguno en<br />

chocar de frente con la gran masa de la opinión<br />

pública, atrayéndose recias persecucion es por<br />

su empeño en ir contra las creencias vulgares,<br />

que veían obras prodigiosas de la diestra del<br />

Altísimo allí dond e no intervenía sino fraude<br />

sacrílego de una milagrería patrañ era, Ó sólo<br />

existía un capricho, un fenómeno ó una operación<br />

fácilmente com pren sible de las fuerzas<br />

naturales, como sucedía con las famosas florecillas<br />

de San Luis del Monte y con el Cru cifijo


140 BIBLI O T ECA GA LLE GA<br />

Entre los muchos H ércules que en la pasa<strong>da</strong><br />

centur ia lucharon con la superstición, hidra de<br />

mil cabezas que tanto <strong>da</strong>ño causó al buen nombre<br />

y á la cultura de España, no menos que á<br />

la religión ver<strong>da</strong>dera y á las sanas costumbres,<br />

merece lugar de preferencia nuestro benedictino,<br />

por el singular denuedo con que atacó las<br />

varias formas de la nimia creduli<strong>da</strong>d y de la<br />

culpable superchería. Las medi<strong>da</strong>s que respecto<br />

á este asunto solía proponer eran ver<strong>da</strong>deramente<br />

radicales: para extirpar la preocupación,<br />

muy extendi<strong>da</strong> entonces en el vulgo y aún no<br />

del todo desarraiga<strong>da</strong> hoy entre los campesinos<br />

gallegos, acerca de la existencia de muchos<br />

tesoros ocultos desde el tiempo de los moros,<br />

cuya noticia se creía hallar en el Archivo de<br />

Simancas ó valiéndose, lo que era peor, de la<br />

invocación del demonio, ó de los ridículos<br />

conjuros del Libro de San CipriáJt. aconsejaba<br />

se llevara á la casa de Orates :1los que creían en<br />

moras mean/arias. y que se condenase á galeras<br />

:1 los que no creyéndolas propalaban tales patrañas<br />

entre el vulgo (r). De tomar al pie de la<br />

letra sus ádveraciones, por fuerza habría que<br />

convenir en que la malicia, para explotar el


14 2 IlrBUüTECA GALLEGA<br />

necesita<strong>da</strong> s. El cel o <strong>da</strong>ba ;í su pluma aira<strong>da</strong>s<br />

exp resiones contra las novelas, cu yo gus to extendió<br />

Cervantes, no emba rgante ser ella s<br />

«otros libros de caballería arn o resca y acaso<br />

m ás in útiles y perniciosos q ue los de la militar<br />

y an<strong>da</strong>ntesca »; contra la loc u ra de viajar sin<br />

ca usa por el extranjero y de enviar all á los niños<br />

á ed ucarse ó, mejor dicho, «á recog er todos los<br />

vicios m ás refin ados qu e apes tan to<strong>da</strong>s las cortes<br />

para entablados en su pat ria »; contra la<br />

ociosi<strong>da</strong>d ge ne ral , cuyas cau sas se ñala .Y entre<br />

cuy os rem edi os coloca la fun<strong>da</strong>ción de bib liotecas<br />

publicas en todos Jos lugares de más de<br />

mi l ve cino s; contra las us uras y di versas clases<br />

de hurtos , cuya enmien<strong>da</strong> creía dific il, segu n<br />

ex presaba por estas pa labras: «Dejar án de se r<br />

los alem an es borrachos, cuando los españoles<br />

dejen de ser lad ron es »; contra el lu jo en el vesti<br />

r, si bien todo .le pa recía excusado faltando<br />

u na rigurosa pragmática ( r) sobre tr ajes, «que<br />

(1) A pesar de su ningún provech o, se habían publi ­<br />

cado multitud de leyes suntuarias con motivo del lujo<br />

que fom entó en el siglo XV la corte de D. Ju an II, y<br />

refrenado por los Reyes Cat ólicos , creció con la veni<strong>da</strong><br />

de los flamenc os paisan os de Carlos V; en el siglo de<br />

Sarmi ento ya varios escrito res, antes de Campomancs,<br />

de Jovcllan os y de Sem pere y Guarinos, tenían por inútil<br />

y perjudicial, separándose de la generali<strong>da</strong>d de Jos<br />

políticos antiguos, el legislar so bre los gastos de las familias<br />

y so bre el cmplco de las fortuna s particulares .


LO S ESCRITOS DE SARMIENTO 1"'3<br />

sea estable y fija y con graves penas á los contraventores»;<br />

contra el excesivo número de coches<br />

superfl uos, de donde se seguían males<br />

innumerables , que en uno de sus trabajos (1 )<br />

reduce ;1 trece, los que especifica menu<strong>da</strong>mente;<br />

y contra las diversas manifestaciones de la<br />

entonces reinante corrupción de costumbres,<br />

de la que hace horribles y espantosas pinturas,<br />

que debieran tener presentes los que no parece<br />

sinó que consideran el origen del mal como<br />

contemporáneo nuestro.<br />

Yerran de medio á medio los que juzgan á<br />

las pasa<strong>da</strong>s e<strong>da</strong>des libres de la perniciosisima<br />

peste de la empleomanía, que tantos <strong>da</strong>iíos causa<br />

en la nuestra; en el siglo XVI se quejaba Felipe<br />

n de .Ia mucha importuni<strong>da</strong>d con que eran<br />

pretendidos los empleos; en el siguien te decretó<br />

penas Felipe In para evitar que fueran obtenidos<br />

mediante dádivas ó promesas; y en la epoca<br />

de Sarmiento decía Carlos In que el excesivo<br />

número de pretendientes, «además de la confu ­<br />

sión que ocasionan con sus importuni<strong>da</strong>des en<br />

Jos ministerios y oficinas, turban el servicio,<br />

abandonando unos los destinos en que debieran<br />

estar cumpl iendo con sus obligaciones y otros<br />

() ¡'¡'ng ll/ w lfl rI,' H i stori« 1/(/I/lI't1/ ,


144 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

las labores y oficios en que se han criado, por<br />

buscar empleos que hagan infelices ;1 sus familias».<br />

Nuestro benedictino <strong>da</strong> testimonio de CUJn<br />

solicitados eran en su tiempo los cargos públicos,<br />

y donosamente describe las multiplica<strong>da</strong>s<br />

artes de que se echaba mano para ver de con...<br />

seguirlos: á el mismo, no obstante lo desapacible<br />

de su car ác ter y lo retraido de su vi<strong>da</strong>, no<br />

le dejaban á sol ni á sombra, buscando sus conexiones<br />

y relaciones políticas y administrativas,<br />

los z ánganos que querían á todo trance<br />

vivir sin trabajar; dolíale sobre todo que la fama<br />

del sabroso maná que desde las alturas del gobierno<br />

caía copiosamente sobre sus inútiles<br />

servidores, hubiera llegado con ponderaciones<br />

y aumentos hasta la trabajadora y resigna<strong>da</strong><br />

Galicia, cuyos habitantes corrían ya á ban<strong>da</strong><strong>da</strong>s<br />

á buscar en la corte su parte correspondiente<br />

en el reparto de destinos y colocaciones oficiales.<br />

Pocos autores impugnarían coo m ás dureza<br />

el crecido número de empleos que sin cesar iba<br />

creando la Administración del Estado, y usarían<br />

de mayor copia de argumentos para poner á<br />

vista de ojos los males de to<strong>da</strong> especie que de<br />

aquí se seguian.<br />

Por aquel tiempo los insultos más soeces


146 BIBLIOTECA GALLE GA<br />

capitanazo, ó sea héroe, su décimo abuelo, ¿son<br />

ó han sido héroes? El ver<strong>da</strong>dero patriota es el<br />

que fun<strong>da</strong> derechos de nobleza para sí. To<strong>da</strong><br />

nobleza sólo es personal y vitalicia», No combatía<br />

de [rente y en absoluto los añejos pergaminos<br />

y rancios títulos de la aristocracia hereditaria;<br />

pero quería que asi como hay escudos<br />

y timbres para los que descienden de un militar<br />

[amaso, así, y con m ás razón, hubiera blasones<br />

para los que tienen por ascendientes á sabios ó<br />

literatos, Ó inventores, ó ;1 los que de algún<br />

modo hayan hecho grandes beneficios al género<br />

humano. «Mis vani<strong>da</strong>d hiciera yo, confesaba<br />

de sí propio, de ser descendiente de un<br />

Arquímedes que viviese en tiempo de los godos,<br />

que no de un capitanazo godo, que vino á<br />

España á talar y barbarizar el país».<br />

Como para todos los sociólogos, era para- él<br />

objeto de atención especialisima el investigar:el<br />

origen y buscar la curación del mal gravísimo<br />

y muy generalizado de la vagancia, el cual<br />

constituyó igualmente en todos los tiempos la<br />

preocupación de nuestros legisladores y publicistas.<br />

En su siglo, aunque muy otras eran ya<br />

las ideas dominantes en la jurisprudencia, excitó<br />

Felipe V. (en 1733 ) al cumplimiento de las<br />

leyes contra los holgazanes y vagamundos,


LOS ESCRITO S DE SARMIENTO 147<br />

insistiendo en que se les destinara al servicio<br />

de las armas, si se hallaban en condiciones para<br />

ello (1), y (en 30 de Abril de 1745) mandó<br />

publicar una Real orden explicando el concepto<br />

de la palabra


1:1-8 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

no aplicar :'t todos una misma rigor osa medi<strong>da</strong><br />

sin hacer diferencia entre el que no tiene medios<br />

de subsistencia ni posibili<strong>da</strong>d de adquirirlos<br />

con el trabajo honrado, y elque, huyendo<br />

de éste, convierte el pedir en lucrativa profesión.<br />

Tal Iuóen todo tiempo la conducta observa<strong>da</strong><br />

por nuestros lcgisladores. f quienes no podia<br />

parecer culpable el impetrar del prójimo el remedio<br />

de la propia miseria. Es m ás: entre nucstros<br />

teólogos, ent re aquellos sabios, apenas ya<br />

conocidos, de ideas tan generos as, de espíritu<br />

tan amplio, de aspiraciones tan eleva<strong>da</strong>s, uno<br />

de los más ilustres, Domingo Soto, cuyas radicales<br />

ideas hoy mismo pasarían por avanza<strong>da</strong>s,<br />

prohibe inquirir si los que ejercen la mendici<strong>da</strong>d<br />

son ó no ver<strong>da</strong>deramente pobres, virtu osos<br />

e inútiles para el trabajo; porque, entre otras<br />

razones, tampoco se investiga cómo han adquirido<br />

los ricos su fortuna y qué vi<strong>da</strong> llevan;<br />

desconfía de la cari<strong>da</strong>d oficial y hasta la juzga<br />

inconveniente, porque le parece bueno el que<br />

los ricos tengan ante sus ojos la miseria del<br />

pobre para condenación de su lujo, ya que ll O<br />

para excitar su misericordia; cree útil el ejercicio<br />

de la mendic i<strong>da</strong>d por que evita los robos;<br />

como deben tolerarse las casas de prostitu ción<br />

para evitar los adulterios; y estatuye el derecho


1 50 BIBLlPTEC.A ,GALLEGA<br />

caball eros, siguie ndo la cual, llegaría tiem po en<br />

que «los espadin es se redu zcan á unos costosos<br />

alfileres para prend erse». Se indig naba viendo<br />

la vi<strong>da</strong> qu e hacían los sol <strong>da</strong>dos en epoca .de<br />

paz, y quería, inspir ándose en el ejem plo de<br />

las ' más célebres nacion es gu erreras de ot ras<br />

e<strong>da</strong>des, qu e, despu és de un moderado descanso,<br />

las hora s qu e no empleasen en ejercicios militares<br />

las d edic aran , y tambi én los presidiarios, á<br />

con struir fortificaciones y hacer otras ob ras del<br />

arte de la milicia, y cuando no, á trabajos de<br />

utili<strong>da</strong>d púb lica y de inter és general, co n lo qu e,<br />

am én de evitar que estuv ieran mano sobre mano<br />


LOS ESCRITOS DE SARMIENT O 151<br />

mismo pueblo doride hubiesen de prestar servicio,<br />

y hacía de ello s una especie de policías ó<br />

guardias civiles de hoy: en esto su ori ginali<strong>da</strong>d<br />

era bien escasa, pu es los filántropos de aq uélla<br />

epo ca y de la inmediatamente posterior,es decir,<br />

del tiempo en que se preparaba y se divi saba ya<br />

la horrible tormenta qu e había de poner en conflagración<br />

el mu ndo einun<strong>da</strong>r en sang re aEuropa,<br />

no cesaban de idear tra zas para evitar las guerras<br />

y disrninuir los gastos, por cierto infinitamente<br />

inferiores a los de hoy, que ocasionaba<br />

el sostenimiento de ejércitos permanentes.<br />

Sabido es cómo entre los modernos opinan<br />

algunos esc ritores acerca del talento de la mujer.<br />

Filon e la define un mascluo impc/:fctto:<br />

Schopenhauer, 1111 niño l[rallde; Lombroso , en<br />

su obra L 'ttotuo di g OIlO. ia: uomo illlp llbere.<br />

y E. de Goncourt asegur aba quc las m ujeres<br />

tienen tanto má s de talento cu anto menos tiene<br />

de mu jeres: lors q 'elles SOIl ! des l[h lies, elles SOIl!<br />

des homntes: opinión esta última a la cual presta<br />

apoyo la biog rafia de mu cha s m ujeres celebres,<br />

como Eliot , San d, Bashk y Stacl. En el<br />

siglo pasado levan tó l-cijoo su voz autoriza<strong>da</strong> ,<br />

probando la igual<strong>da</strong>d (1 ) del entendimiento de<br />

( 1) A D." Couccpci ó j imcno, au tora del libro ,l/ adres<br />

de llOlJIbres d kbres, le par ece P O( O, .; in te nta demost rar<br />

que la, mu jere s son de m.i-, ingenio que el hom bre.


_ .,<br />

1)- BIBLIOTE CA GALLEG A<br />

los dos sexos, en su valiente Defensa de las 11lUj<br />

eres. Su fiel discípulo Sarmiento rom pió lanzas<br />

en favor suyo, cuando de tod as partes se levantaron<br />

contra él rabiosos im pug nadores . Aqu ella<br />

afirmación del autor de las Cartas eruditas, de<br />

q ue la vergüenza es la gra cia caracter ística del<br />

ot ro sexo, mereció tam bi én acr e cen sura. Sarmiento<br />

se limit ó a respo nder (1): «Si la vergüenza<br />

no es carácter de las mu jeres, no sé cual<br />

sera el car ácter de quie n lo dud a».<br />

Seg ún la última esta dística en España, ejercen<br />

la me dicina 78 mu jeres, Y según c álculo de Federico<br />

Musso en El Corriere di Napoli (2), en<br />

sólo Ru sia 6 0 0: el «Interior», de Chicago , calcula<br />

en 8.000 el número de mujeres qu e actualmente<br />

ejercen la medic ina. Sarmiento defendía<br />

ya la conveniencia de que se les permit<br />

iera practicarla, fund ándose en que, «para<br />

enferme<strong>da</strong>des peculiares de mujeres, son mas<br />

p ropi as para curarlas las mujeres que no los<br />

ho mbres ». Lo que hace más a nu estra asunto<br />

y merece tanto m ás co nsignarse cuanto me nos<br />

se ha advertido , es lo que dice acerca de la moral<br />

(3): «Falta po r escribir la mi tad del moral.<br />

(1) D elJlostraciáll rríliro-o!'o(og/tim.<br />

(2) 1.0 de Mayo de 1894.<br />

(3) ..JI D uque de .Jl.:dilltl Sidoui« , 3 de Ago sto del ¡ 1>.


LO S ESCRITOS DE SARMIE NTO 157<br />

Santo Tomás el primero entre los teólogos,<br />

todos los autores de Teolog ía la defie nde n: en<br />

cuanto a los profanos, esforzabanse en buscar<br />

argumentos donde apoyarla, deduc ién dola unos<br />

de la naturaleza misma de las socie<strong>da</strong>des, otros<br />

del derec ho individual trasm itido a los gobe rnantes,<br />

y los mas del derecho de defe nsa p ública:<br />

los tribunales franceses la ap licaban en el<br />

fin del siglo XVIII a to<strong>da</strong> clase de hu rtos, y la<br />

jurispru dencia ordinaria de Europa penaba con<br />

ella unos cuarent a delitos. Con tener Feijoo<br />

ideas tan originales, tan independie nt es y tan<br />

atrevi<strong>da</strong>s, y haber dirigido los formi<strong>da</strong>bl es go lpes<br />

de la demoledo ra piqueta de su crítica con ­<br />

tra opiniones las más arrai ga<strong>da</strong> s y cimenta<strong>da</strong>s<br />

mas profun <strong>da</strong>me nte, se detu vo ante la pavorosa<br />

esfinge de la pena capi tal y qu em ó incienso en<br />

sus altares, en los cuales depositó el homenaje<br />

elocuente de su adhes ión.<br />

El que pasa por habe r sido el prime ro qu e<br />

impugnó la pena de muerte, y asi lo afirma<br />

Cant ú en su Beccaria e il diritto penaie (1), es<br />

el milanés Beccaria , pero su libro D e los delitos<br />

y de las pellas, vió la luz pública en 1764, 'y<br />

dos años atr ás -había princ ipiado Sa rmiento la<br />

(1) Pügin a 303, edición de Floren cia, 1862.


15 S BIBLIOTECA GALLEGA<br />

Impug nación de! escrito de los abogados de la<br />

Coru ña contra losforos benedictinos, obra en que<br />

hace las reflexiones cita<strong>da</strong>s, las cuales fueron<br />

escritas antes que apareciese el libro del Marqués<br />

de Beccaria, á quien, por otra parte, basta<strong>da</strong><br />

que fuese tan aplaudido por los encielopedistas,<br />

y en especial por Voltaire, para que<br />

Sarmiento lo mirase con prevención y antipatía<br />

y no se apropia ra ninguna de sus ideas.<br />

Lástima Iué que el ilustre hijo de San Benito<br />

no llegase á su conclu sión por caminos más<br />

elevados y más amplios, como lo hace la escuela<br />

correccionalista; pero téngase en cuenta que<br />

el criminali sta de Milán, que por ello cosecha<br />

tan grande de aplausos obtuvo, no echó mano<br />

tampoco, en el escaso espacio que á este asunto<br />

dedica, de otro linaje de razones que las<br />

expuestas por Sarmiento y desarrolla<strong>da</strong>s por<br />

Benthan y los litilitaristas. .<br />

Por lo dicho se ve, sin necesi<strong>da</strong>d de traer<br />

más ejemplos para confirmarlo, que Sarmiento<br />

es un sociólogo digno de estudio, y que á muchos<br />

de los politicos y moralistas sus contem ­<br />

poráneos les lleva la ventaja de que, manteniéndose<br />

constantemente dentro de los límites<br />

de la más severa ortod oxia, se les adelantó en<br />

no pocas ideas y combat ió sin timidez ni pue-


1 6 2 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

León, el inventor del arte de enseña r i Jos sordo<br />

m udos, que en su Reducción de las Ietras dió<br />

i conocer Juan- Pablo Bonet; en el sig uiente, y<br />

eso en sus postrimerí as, sólo puede citar algún<br />

que otro pc<strong>da</strong>g,!go dig no de ser nombrado,<br />

corn o Ro sell Viciano, Malo dc Malina, Delgado,<br />

R ubio, Montegón , el ilustre escolapio A. Merino<br />

y el in signe Hervás. Á Sarmiento apenas<br />

se le con oce como tal, y, no obs ta nte , reune muchos<br />

títulos para ser ap la udido y famoso entre<br />

los qu e se ded ican i la enseñanz a; y desde luego<br />

pr eciso es confesar tenía,en cuanto á esta, nec iones<br />

más ele va<strong>da</strong>s y ge ne ros as que la mayoría de<br />

sus contem por áneos (1 ).<br />

Sabía como nadie, por tan ex periment ado en<br />

descubrir y descabeza r preocupaciones, que las<br />

que se adquieren en la niñez son las más difíciles<br />

de desarraigar; y de ahí su particula r em pe-<br />

(1) En m uchas de sus obras habla incidentalm ente de<br />

asuntos ped ag ógicos : cn la de 660 pliego s puso una digrcsi<br />

ón sobre la cducadó» de la jU


LOS ESCRITO S DE SARMIENT O 163<br />

ño en convencer a todos de que na<strong>da</strong> mas pernicioso<br />

y de mas fatales consecuencias que el<br />

descui<strong>da</strong>r la primera educación de Jos niños: lo<br />

que estos aprenden rara vez lo olvi<strong>da</strong>n, y si se<br />

les enseña errores, costad después mucho el<br />

sacarlos de el!os; a propósito de lo cual contaba<br />

el caso de un profesor de mús ica que cobraba<br />

una mone<strong>da</strong> ca<strong>da</strong> dia a los discipulos que no<br />

sabían na<strong>da</strong> del arte, pero a los que ya venían<br />

con algún estudio malamente hecho les llevaba<br />

doble, porque decía que tenía con ellos dos trabajos,<br />

hacerles olvi<strong>da</strong>r lo que no debían haber<br />

aprendido y enseñarles lo que convenía aprendiesen.<br />

La e<strong>da</strong>d pueril es la mas propia para recibir<br />

las fecun<strong>da</strong>s semillas de la ver<strong>da</strong>d y de la<br />

belleza, pero de los gentiles acá, notaba él, «ha<br />

sido la sentina de to<strong>da</strong>s las false<strong>da</strong>des»; en apoyo<br />

de cuya afirmación , después de decir que á<br />

las infelices criaturas las niñera s las hacían illeptas<br />

p ara la vi<strong>da</strong> civil, aterrorizándolas con espantajos<br />

y cocos, y las madres las emp alag aban<br />

con consejas, fábulas é historias de moras encanra<strong>da</strong>s,<br />

y los padres, con tono de maestros, les<br />

inculcaban vejeces despreciables, cuentos fallidos<br />

y fantásticas genealogías, apela al testimonio<br />

de sus propios lectores y les ruega que<br />

hagan reflexión y calculen, si esposible, las ne-


166 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

otro mundo señalan to <strong>da</strong>s las religiones POSItIvas,<br />

pues cree que esto es atentar contra la libertad<br />

del individuo, imponi éndole creencias<br />

qu e en tonces no pu ede discutir, y luego, por lo<br />

hon<strong>da</strong>m ente en la imaginación graba<strong>da</strong>s, no<br />

podrá nunca desechar. Á Sarm ien to no se le<br />

pudo ocurrir tan absur<strong>da</strong> teo ría que, defendi<strong>da</strong><br />

ya por Erasmo de Rotter<strong>da</strong>rn, procede de un<br />

descon solador esce pticismo en materias rel igiosas;<br />

pero condenaba con el anatema de la reprobación<br />

más en érg ica y vehement e el que se les<br />

hici era callar amenazándolos con la aparición<br />

de fantasmas, y el que se los en tretuviera contandoles<br />

casos de apa recidos, de du endes y de<br />

brujas, pue s de este modo se les hacía tím idos<br />

de por vi<strong>da</strong> (1), se les exponía á contraer graves<br />

enfer me<strong>da</strong>de s y se les pertur baba el cerebro : á<br />

el le ed ucaron así, y el resulta do fue q ue, segun<br />

testimonio propio , qu ien tan tas preocupaciones<br />

vulgares combatía no era capaz de entrar solo<br />

de noche en una habitación oscura, y sentía<br />

miedo de sí m ismo cu and o se hallaba sin lu z, sufriendo<br />

más de un a vez terribles pesadillas. Y es<br />

que, como dice Mo sso, despu és de explicar los<br />

sorprendentes efectos fisiológicos del miedo,<br />

( 1) Onom ástico etilJlolágia ).


LOS ESCRITOS DE SAR:\IIEXTO 167<br />

todo lo que á un niño se cuenta de terrorífico,<br />

de atroz y de espantable, convi értese en otras<br />

tantas espinas que se clavan en sus carnes y se<br />

las degarrarán to<strong>da</strong> la vi<strong>da</strong>. «La ap rensión, el<br />

miedo, los terrores que<strong>da</strong>rán para siemp re fijos<br />

en su memoria, como una yedra fatal enrosca<strong>da</strong><br />

en su razón ».<br />

Amigo, aunque no pod ia serlo hasta el pu nto<br />

que los pe<strong>da</strong>gogos de la Enciclo pedia, de q ue<br />

no se atendiese sólo al alma, descui<strong>da</strong>ndo el desarrollo<br />

y dirección de las fue rzas corporales,<br />

qu ería que no se pusiese al estud io á qu ien no<br />

tuviera rob ustez suficiente; an te todo, recomen<strong>da</strong>ba<br />

qu e se proc ura se fue ra n los chicos preservados<br />

de los tres Herodes, lombrices, viruelas y<br />

alferecía. co n las cuales se crian mdeb!es, enfermizos<br />

eineptos para el estudio; pues en ot ro<br />

caso, «el modo de educarlos ha de ser curarlos ».<br />

Reconoci<strong>da</strong> la buena constitu ción física de<br />

un niño, no po r eso sól o se le ha de dedicar á<br />

estudios supe riores, dec ía el sabio tra tadista. Si<br />

no descubre apt itud suficiente pa ra apren der<br />

con provecho, dediqueselc al gobiern o de la<br />

casa ó á un oficio mec ánico; porq ue «la experiencia<br />

repeti<strong>da</strong> de haber tan po cos doctos sobresalientes<br />

en España y en tod os los sig los<br />

hace manifiesto que mu chos se pusieron , sie n-


168 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

do llllOS mentecatos, al estu dio , ó qu e much os<br />

idiotas sc m eti eron á ser ma estros ». El co nocer<br />

el talento de los niños no es cosa tan fácil com<br />

o parece, ni obra de UI1 día, porqu e so n, como<br />

decía Sa rmie nto co n pintoresca frase , arcas cerra<strong>da</strong>s..<br />

cu yo inte rio r sólo la m ira<strong>da</strong> perspi caz<br />

y deteni<strong>da</strong> de un maestro ex perimentado puede<br />

pcnetrar; desde lue go , sin embargo , pon ía como<br />

inequívoca señal de inteligencia y de dispo sición<br />

para las let ras el ser m uy cu riosos y preg<br />

un tones, «pues el querer saber es el mejor<br />

princ ipio para lograrlo ».<br />

Si n este previo examen de las facultades no<br />

permitía qu e á ni nguno se le diese carrera lite ­<br />

raria; es más: como parti<strong>da</strong>rio, en 10 qu e se<br />

puede ser, de la educaci ón natural, aun á los<br />

chicos de m ás despeja<strong>da</strong> inteligencia, no quería<br />

q ue se les hiciese estudiar si no ten ian en<br />

ello gus to ; lo primero , porquc eso era violentar<br />

su inclinaci ón y sus tenden cias, y lo seg undo,<br />

porquc, falta ndo la voluntad decid i<strong>da</strong> de aprcn ­<br />

der, no pod rían fijar suficient ement e la atención<br />

ni hacer nunca cosa de provecho ; pero , eso sí,<br />

rudos ó de entendimiento despi erto, refract ari os<br />

á los ejercicios mentales ó apetecedores de<br />

ellos, «es razón que á todos se en se ñe ;1 leer, escribir<br />

y cantar, seg ún el uso común», y á todos,


170 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

pe<strong>da</strong>gógico, como los de P ujasol y el P. Ignacio<br />

Rodríguez, titu lados Anatomía de illgmios y<br />

Discernimiento filosófico de ingenios, resta escoger<br />

el pro fesor, pues como escri bió Gil y Zárate,<br />

«si un mal médico <strong>da</strong>ñ a al hombre físico ,<br />

un mal maes tro <strong>da</strong>ña al ho mb re entero, haciendo<br />

degen erar las facultades corporales, embotando<br />

las intelectuales y depravando las buenas<br />

inclinaciones ». Un buen maestro qu e sepa educar<br />

la juventud, decía Sarm iento, «es una alhaja<br />

preciosa; pero si el maestro es de los enrcg iueentados<br />

como sui zos y walones, mejor es recurrir<br />

á la racionali<strong>da</strong>d que hacerse idiota». Como<br />

ejemplo de las perniciosas consecu enc ias de un a<br />

instrucción mal dirigi<strong>da</strong>, solía citarse á si mismo,<br />

y á este propósito dijo ante nnuteroso concurso:<br />

«Si se alg una cos illa con fun<strong>da</strong>mento,<br />

es la qu e por mi pro pio he estudiado; y todo<br />

cuan to me en seriaro n Jos nuest ros es lo qu e no<br />

supe , ni se, ni sabr é jamás, si antes no me sacu<br />

do de los erro res y prej uicios que de buena<br />

fe me em bocaron ».<br />

La pr ime ra cuali<strong>da</strong>d que exigia en los ed ucadores<br />

de la infancia es el que no fuese n ext ranjero<br />

s: este p ernicioso cllorrillo que se va introduciendo,<br />

como nombraba Sa rmiento á la mo<strong>da</strong> de<br />

llamar de otras nac iones las ayas y mae stro s


LOS ESCRITO S DE SARMIEXT O 171<br />

part icula res , se hall a hoy tan en uso ya, qu e en<br />

nuestra degenera<strong>da</strong> ar isto cra cia no pasaría po r<br />

de gran tono la familia en que no hubiese para<br />

suplir i los padres en sus funciones educativas<br />

alguna institut riz inglesa. Sa rmiento iba con<br />

tod as sus fuerzas con tra esta corriente, tratando<br />

de atajar su marcha; fund ábase para ell o en qu e<br />

por lo co m ún tales extran jeros so n uno s petates<br />

y U IlOS idiotas. q ue no sabrán enseñar na<strong>da</strong><br />

bueno y «co n el eje m plo pod r án inducir á mucho<br />

mal o »; en que esos ex tra ños aueutureros, Ó<br />

no tien en religión alguna, ó es la suya muy<br />

equívoca y f alaz; y especialmente porque así es<br />

como más se corro:llp e la leng ua castellana y<br />

se estro pean su nativo aliño y su radiante hermosura,<br />

oyé ndola en la infancia hablar á quienes<br />

no la saben, pues la des troz an «aun los qu e<br />

en Espa ña han vivido mu chos años, yes irrisió n<br />

oi r hablar castellano á un extranjero bozal ».<br />

Como principalisimo en los maestros de instrucción<br />

primaria, qu erla el prudente pe<strong>da</strong>gogo<br />

que «sean :emcrosos de Dios y que pu e<strong>da</strong>n enseñar<br />

las buenas costumbres con su ejem plo »;<br />

pues na<strong>da</strong> hace tanta im presió n como lo q ue<br />

entra por los o jos, y seg ún dijeron los antiguos,<br />

ardor discendi nooiiitas est »sag istri. Después,<br />

la e<strong>da</strong>d consider ábala como factor in dispensable,


172 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

como eleme nto imprescindible entre los qu e<br />

deben concurrir á hacer fructífera la enseñanza:<br />

por extraño que parezca, no una vez y en un<br />

solo pasaje , sino frecu entem ente yen diver sos<br />

escritos , ped ía qu e no se ent regara escuela algu ­<br />

na á qu ien no fuese q uincuagenario ó por lo<br />

menos no pasase de los cuarent a añ os, y atr ibuía<br />

el hab er tan ge ne ral ign orancia á «la práctica<br />

vulgar de señalar rapaces y mocoso s para<br />

enseñar las prim er as let ras ». De ca<strong>da</strong> maestro<br />

pretendía hac er nad a men os que un docto r,<br />

como ya lo habla querido Horacio; pero un<br />

docto r q ue fuese docto, no de los qu e él lla maba<br />

de vade J' cartapacio, COJl sólo el mérito de UJl<br />

plieg o de pap e/oc uyo n úmero era in finito, y á<br />

los cuales aplicaba el a<strong>da</strong>g io g riego: PIures<br />

thirsos g ercre. pancos se cernera B acilos.<br />

Ped ía tanta ciencia en los encargados de instru<br />

ir la niñez, para que por cu lpa de ellos no<br />

fuese ver <strong>da</strong>d tristísima lo que de los españoles<br />

había escrito Paul o Men<strong>da</strong>: Fe/ices iugmio, ill-<br />

/e/iciter disa uu, De la mala ins trucció n qu e<br />

recibían los niñ os hacía proven ir los errores y<br />

atraso científico de los ad ult os. Si h ubiese doctores<br />

en las escuelas, decía, no serían precisos<br />

en las Universid ades: si el árbol se ende rez ara<br />

al co menz ar á cr ecer , sobrarían los esfuerzos


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 173<br />

con que in útilme nte qui z á s« inte nta quitar su<br />

inclinaci ón cuando corpulento. ¿Cómo?-- exclamaba<br />

con indignación sinccra.c-q para disciplinas<br />

innecesarias y puramen te de adorno se buscan<br />

los hombres m ás instruidos, y se dejad en<br />

manos de un cualquiera el enseñar lo que i todos<br />

precisa saber? ¿Para instruir á utozncios, que<br />

J'a tienen barbas , se requeri r á con justicia cau<strong>da</strong>l<br />

científico grande y suma difícil de varias<br />

aptitudes, y para despertar inteligencias dorm i<strong>da</strong>s,<br />

para encender la luz de la ver<strong>da</strong>d en almas<br />

que no tienen de ella noción alguna, para hacer<br />

comprensibles las ideas á quienes apenas conocen<br />

los térm inos de la expresión oral , bastad tomar<br />

al primer advenedi zo, á todo el que se ofrezca<br />

propanc lucrando? En con sonancia y armonía<br />

con la ciencia del maestro y con las consideraciones<br />

sociales que se les debía tener, exigía<br />

Sarmiento que había de hallarse su trabajo y el<br />

resultado del mismo; y tratándose de los que<br />

cobran utincrual Ó salario y enseñan en las casas,<br />

prop onía , para evitar sus abusos, que, experimentado<br />

en el niño regu lar talento , se comprom<br />

etieran á instru irle com petentemente, á juicio<br />

de un tribunal exam inador, cn tiempo<br />

determinado, que podría ser mucho menos del<br />

que solia emplearse, pues los tales «son, como


174 BI BLIOTECA GALLEGA<br />

los albañiles, qlie, una vez que entran en una<br />

casa el cuezo, no aciertan á sacarle».<br />

Ocupación preferente del maestro para cimentar<br />

las otras enseñanzas, ha de ser el pro ­<br />

curar «que el niño se fecunde de una infini<strong>da</strong>d<br />

de voces cuyos objetos se pueden señalar c.on<br />

el dedo al tiempo de nombrarlos». Los primeros<br />

nom bres, cont inuaba, que se les han de<br />

decir serán los ce las cosas visibles que Dios ha<br />

puesto en el mun do, y luego los pertenecientes<br />

á los productos de la industria y del trabajo del<br />

homb re. Sólo cuando acerca de esto se hallen<br />

con bastante instrucción es cuando se les hablará<br />

de los seres invisibles, inmateriales y espirituales,<br />

que 110 se p uedm señalar con el dedo.<br />

Hacía una excepción, sin embargo, relativa á<br />

las oraciones de la Iglesia: ésas quería que las<br />

tomasen de memoria «en la e<strong>da</strong>d correspondiente<br />

, aun cuando no compren<strong>da</strong>n lo que<br />

dicen •. Al mismo tiempo qne se les enseñase<br />

la etimología según el método por él trazado,<br />

que participaba algo del intuitivo ce Pesralozzi,<br />

debería irseles ya instru yendo en la sintaxis,<br />

una vez que pC'seyesen regular cau<strong>da</strong>l de voces.<br />

Su ente ndimiento sublime c' escendia en obsequio<br />

á la niñez á los más ínfimos pormenores.<br />

Lamentando el mucho tiempo que en deletrear


LOS ESCRITOS DE SARMIE NT O 175<br />

y silabear se perdía, pro puso un a!faót'to natu ­<br />

ral, con Jos dibujos de lasfiguras "que hacen<br />

los órganos de la habla cuando uno habla despacio<br />

ó canta con voz alta y deletreando », que<br />

no es sinó el actual jJrocedimieJlto fonourimico de<br />

Crosselin. Aunque sin oponerse al lIlétcdo sintético,<br />

el más antiguo de los empleados para la<br />

lectura, encontraba los silabarios usuales mu y<br />

diminutos y simple:; y que se deletreaba una<br />

misma consonante con las cinco voca les, cuando<br />

lo que conven ía era aco mpañar á ca<strong>da</strong> vocal<br />

varias conso nantes, á parte ante y á parte post .<br />

Las letras debería n estar en gran tamaño, para<br />

que fácilmente las viera n los niños cuand o el<br />

maestro las señalase con un pu ntero , pronunciando<br />

al propio tiem po su nomb re y haci éndolo<br />

repetir; por últi mo, en la tabla de la carti­<br />

Ha se hab ían de estampar letras versales, cu rsivas<br />

y de mo lde , «de manera que el niño ha de<br />

ver de un golpe los tres alfabetos para ejer citarse<br />

en leer y escribi r tol o genero de letras». Y<br />

es que Sarmiento quería que se aprend iese á<br />

escri bir, no despu és de que se supiera leer,<br />

sin o an tes ó al m ismo tie mpo: práctica de resultados<br />

ma ravillosos, que con el Sr. Alcántara<br />

Garcia y con Álvarez Marina, q ue la perfeccio ­<br />

nó, recomien <strong>da</strong>n hoy todos, y no es tan nueva


17.6 BIBLIOTECA GALLEG A<br />

como generalmente se opina, pues, sin contar<br />

:'t Sarmiento, ya en r'750 la aconsejaba Dclaunay.<br />

Acerca de la escritura poco dijo nuestro autor,<br />

tal vez porqu e no era tan defectuosa esta parte<br />

de la enseñan za, en que prácticamente hablan<br />

hecho tales primores Iciar, Ma<strong>da</strong>riego, Francisco<br />

Lucas, Ignacio P érez, los Padres Pedro Flórez<br />

y Lorenzo Ortiz, y Diaz Morante, autor del<br />

LVUevo arte donde se destierra la ignorancia que<br />

Itasta ltoy Ita Itabido en ensotar á escribir, cuyas<br />

ideas fueron propaga<strong>da</strong>s por Palomares y combati<strong>da</strong>s<br />

por Anduaya, contempor áneos ambos<br />

de Sarmiento. Éste conceptuaba una majadería<br />

el comenzar á escribir por lo que llaman palotes;<br />

no quería que se llevase sobre el papel la<br />

mano del niño, con lo cual se le hacia un imitador<br />

servil, y comprendiendo lo mucho que<br />

importaría el que se aficionaran á todo lo que es<br />

y se parece al dibujo, después de describir cómo<br />

debía ser el alfabeto , decía: «H ágase que un<br />

niño con una plum a delga<strong>da</strong> y con poca tinta<br />

la vaya pasando por todos los caracteres... y<br />

que repase todos los perfiles y contornos de la<br />

figura ». Es muy notable la carta de Sarmiento<br />

al P. Terreros sobre paleografía española.<br />

Constante en sus vehementes afi ciones por<br />

lo que la actual metodología de la educación


78 BIBLIO TECA GALLEGA<br />

después de invitar a que se visitasen las tien<strong>da</strong>s<br />

de los librero s para ver la incultura y negligen ­<br />

cia del público, pintaba así el estado de las letras:<br />

«Las señas de caballero son escribir mal.<br />

El latín sed dent ro de pocos años mas raro que<br />

el griego... Eso de retórica no se usa, porque<br />

dicen que na<strong>da</strong> tiene fuerza de persuadi r sino<br />

el dinero. De la divina poesía se perdieron los<br />

moldes » (r ). Forner, enfure ciéndose contra los<br />

que llamaban siglo de las luces a aquel siglo, gritaba:<br />

«Yo le llamaría mejo r siglo de ensayos, siglo<br />

de diccionarios, siglo de diarios, siglo de impie<strong>da</strong>d<br />

, siglo hablador, siglo charlat án, siglo ostentador».<br />

Juan Sempere y Cu arinos, en su<br />

Biblioteca de los mej ores escritores del reinado<br />

de Cartos fJI (2), hace-una tristísima descripción<br />

de la cultura española. El Marqués de la<br />

Ensena<strong>da</strong>, en su Meruoria i aCarlos rITI, decía<br />

no tener noticia de que hubiese cátedras de derecho<br />

público , de física experimental, de anatomía<br />

y de botán ica, y que no se encontraba quien<br />

supiese en España hacer cartas geográficas del<br />

reino; de donde proven ía el ignorarse la ver<strong>da</strong>-<br />

(1) La íuentc, en el tomo III de su Ilistoria de las Ullitrcrsi<strong>da</strong>des,<br />

presenta ,¡ T orres como un charlatán estrafalario<br />

de quien no de be hacerse caso .<br />

(2) Ed. 1787.


LO S ESCRITOS DE SARMIENT O 179<br />

dcra situ ación de los pueblo s, «que es un a<br />

vergüenza ». j ovellanos, en el j'¡![cmor i al a Car ­<br />

Jos IV , cree qu e hasta la mism a medicina y<br />

jurisprudencia hubiesen sido desatendi<strong>da</strong>s «si el<br />

instinto natural permitiera al hombre olvi<strong>da</strong>r<br />

los medios de proteger su existencia y su propie<strong>da</strong>d<br />

». Blanco White manifestaba (1) que en<br />

la Universi<strong>da</strong>d de Sev illa se concluían los estudios<br />

sin saber qu e existiese la literatura: y en<br />

un soneto de la epoca se describía así a los<br />

doctores por Salamanca: (2)<br />

«Sabios sólo de gestos y visajes,<br />

estudiante s nin guno, mi l togad os,<br />

y con las vani<strong>da</strong>des de graduados<br />

los que tienen ya plaza de salvajes.. .<br />

I<br />

Sarmiento, aunque no se las echaba de salvador<br />

de la humani<strong>da</strong>d oprimi<strong>da</strong> por el oscurantismo,<br />

ni hacía alarde de ideas radicales<br />

avanzadísimas, exageraba tambi én los defectos<br />

de la ense ñanza , qu e indu<strong>da</strong>ble me nte los había<br />

y no escasos. Hablando de las cát edras decía :<br />

(1) Cartas de D oblado, pág. 113 '<br />

(2) e Doct ísima Uni versi<strong>da</strong>d , decía Ca<strong>da</strong> lso, dondc no<br />

se ense ña matemát icas, física, anatomía, historia natural<br />

, der echo de geIltes, len guas orie ntales, ni otras frioleras<br />

se mejan tes>.


18 0 BIBLIOT ECA GALLEGA<br />

«La mitad de lo que se disputa se reduce á<br />

cuestiones de nombre, á porfías, voces y pata<strong>da</strong>s,<br />

del lo que, aún siendo mozue lo, he sido<br />

testigo de vista»: f en el Onomástico etimológ ico<br />

prorrumpía en estas amargas y dolori<strong>da</strong>s.expresie<br />

nes: «No escribo como quien.enseña, sino<br />

como quien se queja de que no le hubiesen<br />

enseñado, como -quisiera que hoy.le enseñasen,<br />

si ya estuviese en disposición para ello. Arrepent<br />

ido de ·10 que no se ó no pude saber, escribo<br />

para que ot ros no lleguen al tiempo de arrepentirse,<br />

ya en vano, pudiendo prevenirse á los<br />

principios». Y si bien, discurriendo sobrej ulltns<br />

de literatos y jUl'Ces, habla <strong>da</strong>do por dictamen<br />

que «tan lejos de sobrar las Universi<strong>da</strong>des en<br />

España se debían aumentar», más tarde, sin<br />

du<strong>da</strong> en rato de mal humor, dijo que ,se f un<strong>da</strong>ron<br />

en una epoca de barbarie, cual lo fué la<br />

E<strong>da</strong>d Media; que renian su razón de ser cuando<br />

apenas ,había otro medio de instru irse que la<br />

viva voz del maestro, pero «hoy que hay infinitos<br />

libros y buenos, es una nece<strong>da</strong>d gótica<br />

salir de su casa é ir á oir leer ».<br />

Las reformas que qued a introducir en el plan<br />

de estudios no dejaban titere con cabeza, como<br />

vulgarmente se dice. A imitación de Feijoo, no<br />

se cansaba de reclamar que se dispensase mu-


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO I 8 I<br />

cha mayor ate nción á las ciencias físicas, exactas<br />

y naturales y á todos aq uellos conocimientos<br />

que realic en in mediata me nte los fines de la<br />

vi<strong>da</strong> humana y cuya util i<strong>da</strong>d posi tiva se ve y se<br />

palpa (I). Amante fer voroso de la sinceri<strong>da</strong>d y<br />

enemigo de disfrazar su pen samiento por temor<br />

;1 herir suc eptibili<strong>da</strong>des y á 'chocar co n las<br />

ideas recibi<strong>da</strong>s, asen taba como ver<strong>da</strong>d evidente<br />

qu e


182 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

to<strong>da</strong> s las herejías, y co mo Pascal, para qu ien<br />

to<strong>da</strong> ella no mer ece una hora de trabajo y la<br />

ver<strong>da</strong>dera con siste en burlarse de tod as: Se 1lZ0quer<br />

de la philosoplu"r, e' est vraiment philosopher.<br />

Asi es que en su Manuscrito de 660 plieg<br />

os, lo menos qu e dic e de la met afísica es que<br />

«no se la debe hacer caso », que no consiste sinó<br />

en /rio!eras,/rusierías ociosas «que ha inv entado<br />

la charlatanería de los griegos », y cu yo resultado<br />

se reducía á «entablar un estanque<br />

contra la Hi storia natural », y á horrorizar con<br />

sus mariuuuaas á los más barba dos . La ver<strong>da</strong>d<br />

es que el modo de en señar entonces la filosofía<br />

era extrema<strong>da</strong>mente absurdo: Feijoo certificaba,<br />

como testigo presen cial, de haber en Salamanca<br />

catedr áticos qu e en tod o un curs o (1) explicaron<br />

más qu e do s cu estion es, «y no las de mayor<br />

importancia», y de otro refiere en los A busos<br />

de las disp utas verbales, que «por el<br />

excesivo fu ego con que to mó el argume nto»<br />

sufrió un ataque de apoplejía; y el P. Isla, en su<br />

Fray Gerundio, obra eminenteme nte pe<strong>da</strong>gógica,<br />

escribía capitulas como aquel: Prosigue es-<br />

(1) Por eso decía el Sr. Silvcla en las Cortes el 20 dc<br />

Abril de J876, refiriendo lo inútil de las elucubraciones<br />

de gran parte de los ingenios espa ñoles, quc dos filósofos<br />

no nos han serv ido de na<strong>da</strong> v los comentaristas<br />

no s han estorbado much o >. -


LO S ESCRIT OS DE SARMIENTO 183<br />

tudimldo su filosof ía sin entender palabra de<br />

ella: á Sarmiento aun le parecía abs urdi<strong>da</strong>d<br />

más g rande el que , valiendo metafísica tanto<br />

como ultra-p/zisicam, se meta á la juventud «en<br />

el 'laberinto de ideas abstractas, no estando fecun<strong>da</strong><strong>da</strong><br />

de m uchas ideas físicas y de bulto, qu e<br />

haya adquirido por los sentidos exteriores», y<br />

antes de ten er la e<strong>da</strong>d necesari a y el desarrollo<br />

intelectual suficiente.<br />

T anto como desprecia ba á la filosofía, pondera<br />

ba las matemáticas, en las cu ales esta «la<br />

ver<strong>da</strong>dera lógica y el ve r<strong>da</strong>dero modus sciendi» ;<br />

pues «no <strong>da</strong>n paso adelante sin demostraci ón»:<br />

de su enseñanza obligat oria en todos los centros<br />

era de do nde esperaba que la ciencia española<br />

digna de este nombre, pudi ese sin desv entaja<br />

competir con la extranjera, Para facilitar<br />

su estudio y <strong>da</strong>rle un carácter pr ác tico que ría<br />

qu e no se enseñase sin láminas de figuras, y él<br />

mism o dibujó algunas mu y curiosas, como los<br />

tritÍngulos pitagórico J' plat ónico, la linea para<br />

la medi<strong>da</strong> uniucrsai. el triángulo para el problelila<br />

de la long itud, medi<strong>da</strong> de ltIl g rado, iustrumcnto<br />

para medir altu ras por las sombras,<br />

cuadrilong o para contar, ábaco de cuentas, trián ­<br />

g ulo para explicar la proporcionali<strong>da</strong>d, idem<br />

pa ra las' secciones cónicas. tabla para sacar raí-


184 BIBLI OTECA GA LLEGA<br />

ces cuadra<strong>da</strong>s, circulo para haliar senos, tang<br />

entes J' secantes, ideus para la duplicación del<br />

cubo, idetn para ludia» la cuadratura del circulo,<br />

y un pantómefro circular muy interesante.<br />

De cuan versado estaba en las ciencias matemáticas<br />

son pru eba elocuente muchas de sus obras,<br />

entre ellas, la que re<strong>da</strong>ctó sobre constru cción<br />

de caminos reales: á algunos puntos, como la<br />

cuadratu ra del círculo y el problema de la longitud,<br />

dedicó sendos escritos: en el de 660 pliegos<br />

trata de Aritmética y Geometría desde el<br />

num ero 6.227 al 6.6)2. El Ministro Conde .de<br />

Aran<strong>da</strong>, á vuelta de grandes elogios, le anun ­<br />

ciaba que la Socie<strong>da</strong>d Matemática de Madrid<br />

tendría muy en cuenta sus opiniones.<br />

De la retórica no hacía gran cau<strong>da</strong>l; porqu e,<br />

segu n sus peregrinas ideas, desarrolla<strong>da</strong>s en<br />

carta al señor de Armona, «la elocuencia no está<br />

en el que habla, sino en el que oye», de lo cual<br />

ponía por caso el que los ingleses no convencían<br />

;Í los franceses con sus discursos, ni viceversa,<br />

y en cambio hacían maravillas con sus<br />

paisanos, que se hallaban siempre dispuestos á<br />

creerlos; así es que, concluía, «si no precede esa<br />

afición en el que oye, no hay retórica que alcance,<br />

y si precede, todo es retórica del que habla».<br />

Respecto de las leyes civiles, protestaba de


LOS ESCRITOS DE SARMIE NTO rSS<br />

que en las Universi<strong>da</strong>des se concediera extensión<br />

tan desmedi<strong>da</strong> al estudio del derecho romano<br />

en perjuicio del conoc imiento, tan importante<br />

para un juris ta español, del Fuero<br />

Ju zgo, Fueros mun icipales y Leyes patrias; y<br />

que su crítica no era inmotiva<strong>da</strong>, pru ébalo en<br />

cuanto al siglo X VII el A rte legal de Berm úd éz<br />

de Pedraza, y en cuanto al siglo XVIII el auto<br />

acor<strong>da</strong>do de 4 de Diciembre de 1713 Y las cartas<br />

expedi<strong>da</strong>s alas Universi<strong>da</strong>des por el Consejo<br />

en 1741 Y el pre ámbulo del proyecto de un<br />

nuevo Código presentado por el Marques ' de la<br />

Ensena<strong>da</strong> en r752, de donde consta el poco<br />

caso que se hacía de la Recopilación, aunqu e en<br />

contra de la preponde rancia de las leyes romanas<br />

habían escrito el Arzobispo de Rhegio a<br />

Felipe IV en 1646 Y D. Anton io Torres en sus<br />

Institu ciones IUSpa/l(E en 173S' En otro escrito<br />

exigía nuestro autor que todo abogado supiese<br />

paleografía ó que por lo menos se considerase<br />

como nula la sentencia del J uez que no entendiese<br />

la letra de los docume ntos presentados<br />

en juicio: en los textos de to<strong>da</strong>s las ciencias,<br />

más singularmente en los de las leyes y sus<br />

comentarios, notaba por desatino monstruoso<br />

el empico del latín: finalmente, no desaprobaba<br />

el que se remun erasen con generosi<strong>da</strong>d los ser-


LOS ESCR ITO S DE SARMIENTO r87<br />

Quería qu e las luces de la instrucci6n se difundieran<br />

ampl ísimamente y penetraran ' con<br />

todos su s hermosos resplandores en las ínfimas<br />

capa s sociales; pu es, como mu y -despacio y con<br />

g ran calm a exponía i la conside raci óu pública,<br />

cinco utili<strong>da</strong>des, y aun pudiera aña dir algunos<br />

ceros, se seg uirían de que todos los rústicos supiesen<br />

leer, escribir y contar: y así ped ía q ue<br />

los curas, llamados también por su ministerio<br />

á desimpresion ar de errores y supersticiones -á<br />

los fieles, se oc uparan , y esto les serviría de<br />

honesta diversión, en en seña r las pr imeras letras<br />

á todos los niños de su felig resía; á los -que<br />

gozaban de pin gü es rentas y tenían poco que<br />

hacer y muchos qu e les ayu<strong>da</strong>sen , se les ob liga ­<br />

ría á fun<strong>da</strong>r escuelas g ratuitas qu e dese mpeñaran<br />

por sí, .ó á lo men os med iante susti tuto ya<br />

que, decía él, au nq ue sin declara r en qu é apoyaba<br />

aserción tan g rave , "de ta ntos mil curas<br />

párroc os como hay en España, pocos hay I qu e<br />

sep:l1l el latín, poquísimos que sepan castellano ,<br />

y me no s que sepan ni se dediquen i leer libros.»<br />

Po r lo mismo que era tan celoso amante de la<br />

ilustración, cui<strong>da</strong>ba solícitament e que ésta no<br />

se mancillara y ad ult erase, echándose en brazos<br />

de cua lquier adve nedizo que á títu lo de escrito<br />

r quisier a dirigirla y pretendiese infiltrarla en


LOS ESCRIT OS DE SARMIENT O 19 I<br />

tores, qu e volviendo por los fueros de la razón<br />

humana, y sin negar su gratitud á los sabios antigu<br />

os, reclamaban el de rech o de examinar sus<br />

teorías y separarse de ellas cuando no las encontraban<br />

conformes con la norma de la ver <strong>da</strong>d.<br />

A esta clase pert en ecía Sa rmiento, quien no<br />

sólo llevaba por norte la luz de tales ideas para<br />

navegar por los oscuros mares de la in vestigación<br />

científica, sino que trabajaba con inusitado<br />

ardor porque ellas alumbraran las inteligencias<br />

de sus compatriotas, abri endo nuevos ho rizontes<br />

á la activi<strong>da</strong>d humana y sacándola de la tiranía<br />

de escuelas absor ben tes y exclusivistas.<br />

Po r lo mism o que consideraba el co no cimie nto<br />

de la propi a leng ua como el más imp ortante<br />

y el.que exige mayores sac rificios , en atención<br />

.1 qu e, no comunicándose los hombres por puros<br />

conceptos sinó por palabras, y siendo el len .<br />

guaje la expresión del alma y el medio de est erio<br />

rizar la idea, cuanto co n más expedición se<br />

man eje este instrumento del idioma, más á lo<br />

profundo se pod rá llegar en el cultivo de la<br />

ciencia , le <strong>da</strong>lia mu y de veras qu e se estudiase<br />

tan poco y eso poco tan mal: prefería el conocimi<br />

ento práct ico del lenguaje al con ocimient o<br />

teórico de la Gra mática, y qu ería las palabras<br />

para los pensamientos y los pen samientos pam


l.OS ESCRITO S DE SARMIENTO 193<br />

Se acusa ;í los jesu itas, fun<strong>da</strong>dos por un español,<br />

como los otros excelentes educadores de<br />

la juventud , los escola pios, de posponer el estudio<br />

de las lenguas vulgares al de los clásicos<br />

latinos, trayendo así ;í la socie<strong>da</strong>d to<strong>da</strong>s las malas<br />

consecuencias que so ñaba el exagerado abate<br />

Gaume; y hay quien ve en ello, como Paroz<br />

en su 1-fistoirc 1I1livcrscllc de la Pc<strong>da</strong>g ogic, un<br />

acto de política papista y en defensa de la autori<strong>da</strong>d<br />

romana, un p uissflnt 1Il0YCll de couseruer<br />

<strong>da</strong>ns l' Eglise catltolique l ' ullité de rile el de<br />

doctrine. La injusticia de esta acusación salta á<br />

los ojos, con fijarlos en que, secuaces de Lutero,<br />

como Sturm y Valcntín Friedland, fueron en el<br />

siglo XVI quienes más extensión y aplicaciones<br />

<strong>da</strong>ban al conocimiento del latín. Por el contrario,<br />

ortodoxo a macha martillo y, por ende,<br />

convencido propagandista de la primacía papal<br />

era Sarmiento, y, no embargante, se le<br />

indigestaba tanto latín como le habían hecho<br />

en sus moce<strong>da</strong>des tragar, y tenía la convicción<br />

que era machacar en hierro frío y desperdiciar<br />

el tiempo de una manera lastimosa y est úpi<strong>da</strong><br />

tanto combinar artificiosamente en revueltos y<br />

laberínticos grupos las voces latinas, y ese nun ­<br />

ca concluir de rebuscar giros extravagantes de<br />

hipérbaton enrevesado y logogrífi co, que tal<br />

13


194 BIBLIOTEC A GALLEGA<br />

vez por equivocaci ón Ó por burla, como nuestro<br />

Qu evedo, ridiculizando la culta latiniparla,<br />

emplearon los clásicos latinos y de seguro no se<br />

usaban por las gentes en la ciu<strong>da</strong>d de R órnulo.<br />

Con un año de latín, si se sabía enseñar y había<br />

mediana capaci<strong>da</strong>d p1' de pronto, antoj ábasele una nece<strong>da</strong>d el<br />

querer aprender.u na lengua del todo desconoci<strong>da</strong><br />

mediante un texto escrito en la misma desconoci<strong>da</strong><br />

lengua, y de ahi gue disparase bala<br />

rasa con tra el A rte de Nebrija . Despu és veía<br />

inconvenientes gravísimos en que se pasara al<br />

estudio de la lengua del Lacio sin conocer a<br />

fondo la de Castilla, pretend ía que se aprendiera<br />

el latín sin decorar de .mernoria el menor<br />

contexto, de un modo enteramente práct ico,<br />

como el.que en la enseñanza de las lenguas vivas<br />

hizo después tan famoso á Hnmilton ; recomen<strong>da</strong>ba<br />

el m étodo que en sus Ep ístolas había<br />

ideado Nicol ás Clenard o, para el estudio del<br />

griego, y resumía sus consideraciones proponiendo<br />

que se enseiíase «por la sola conversación<br />

¡familiar», dejándose de librejos de Gramatica,<br />

Merece párrafo apart e lo que Sarmiento,


196 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

nes: ningun a, sin embargo, más import ante que<br />

ésta ni que le hubiese granjeado m:tyor renombre.<br />

Antes de dedicarse al latin, queria que sus<br />

paisanos supiesen bien 1:1 gramática yel dicciolurio<br />

gallegos, pues entonces, «como por diversión»,<br />

sin trabajo y sin dispend io de tiempo,<br />

le aprcnderian, pues sus voces :tpen:ts se dilerencian<br />

de las gallegas.<br />

De todos los defectos que advertía en 1:1<br />

enseñanza, ningun o excitaba tanto su indignaci<br />

ón como el que se hiciese á los alu mnos<br />

c:trg;:¡ r y abrumar 1:1 memoria con prol ijos y<br />

farragosos p árrafos. Adelant ándose á 1:Is ideas<br />

generales de su siglo, estigmatizaba con los<br />

epítetos más fuert es aquella ciencia memorista,<br />

verbalista y formalista hasta lo sumo, y aquella<br />

enseñanza, aun hoy no desterra<strong>da</strong> del todo, que<br />

esterilizaba el entendimiento, sostenía la pereza<br />

de la razón, habituaba á no pensar nun ca por<br />

cuenta propia, añadía á los errores que tal vez<br />

tendrí an los libros, los que con facili<strong>da</strong>d se introducen<br />

al aprender lo que no se comprende,<br />

y romp ía, en provecho injusto de U113, el equilibrio<br />

que se ha de observar en el ejercicio de<br />

to<strong>da</strong>s 1:Is facultades. A los educados así los comparaba<br />

con un gayo que había en el monasterio<br />

de Sama s, la cual ave, á fuerza de oir en la


198 BIBLI OTEC A G ALLE G A<br />

otro modo las cosas , y aun co n las co rre ccio nes<br />

que se usaban en los prom ed ios del nu est ro<br />

podría for marse un cuadro tan variado y curioso<br />

co mo rep ugn ante y horrible; yeso q ue 110<br />

habían faltado nu nca almas gene rosas que levantasen<br />

la indig na<strong>da</strong> voz co ntra la tirán ica barbarie,<br />

ni filósofos, como Locke y Montaig ne, qu e<br />

hicieran demostraci ón de qu e con las penas<br />

corporales los espíritus de los niños se volvían<br />

serviles, ruines y malicio sam ente tercos. La<br />

generali<strong>da</strong>d de los escritores de cie ncia pe<strong>da</strong>gó ­<br />

gica no admiten ya más cas tigos escolare s qu e<br />

la reprensión , las cen sur as y los testimonios de<br />

desaprobación; y qu ieren , como el P. Sarmiento,<br />

qu e la persuasión , la con vicc ión , el buen ejemplo<br />

de los otros, la autori<strong>da</strong>d moral del maest ro<br />

y la am eni<strong>da</strong>d y varie<strong>da</strong>d de las ins tr uccio nes<br />

sirvan de principales medios para hacer qu e los<br />

niños estudie n. Lo m ás original en Sarmie nto<br />

es la explicación que <strong>da</strong> :i la práctica de impone<br />

r castigos corporales á los estudiantes: opina<br />

q ue el echar esta albar<strong>da</strong>, y poner este espantaj<br />

o del maluado uso del castigo, fue obra de<br />

refina<strong>da</strong> politica inventa<strong>da</strong> para apartarlos de las<br />

let ras ó con seg uir qu e los qu e á ellas se dediqu<br />

en concluyan por aborrecerlas y dejarla s,<br />

p ues, de lo contrario, di rían los in ventores y


2 0 0 . BIIlLlOTEC A GA L LEG A<br />

Rou sseau , sólo aprend er án en el á «hablar de<br />

lo qu e no saben », Lo qu e había ya era el sistema<br />

de obli gar á qu e se escribiera lo qu e podia<br />

leerse fácilmente en el mism o volume n de don ­<br />

de lo habla tomado el pro fesor: con ello , seg ún<br />

el sabio bened ictin o, sólo se con seguían tres<br />

cosas: perd er la vista , la forma de letra y el<br />

tiemp o, usand o una antigualla inútil, penosa y<br />

despreciable. C uando no se había descubierto el<br />

arte de imprir, y los libros eran raros y m uy<br />

cos tosos, bastaba que el maest ro los tu viese y<br />

el los leyera, esto es, los explicara y co mprendiese,<br />

tomando apunte s los discípulos, si no<br />

confiaban en la mem ori a: pero, inventa<strong>da</strong> la<br />

imprenta, el seg ui r m étodo tan rud imentari o y<br />

tan primitivo parecióle qu e era hacer una injuri<br />

a al pro greso; porqu e, lo que él decía escribie<br />

ndo sobre Fu n<strong>da</strong>ción dc academias, «¿de qu e<br />

servirán los inventos felic es si no se han de<br />

aprove ch ar de ello s los hombres?» Finalme nte,<br />

aunque qu ería que los profesores de las Universi<strong>da</strong>des<br />

y col egios dieran impresas sus explicacio<br />

nes, y no en cartapacios, ó qu e señalaran<br />

unos mism os libros para to<strong>da</strong> la clase, co nced ía<br />

á ésto s la escasa importancia que los modern os<br />

les reco nocen, á no ser para consulta, para refrescar<br />

ideas y para advert ir detalles y porrneno-


LOS ESCRITO S DE SAR:'UENT O 201<br />

res, y deseaba que apro vecha sen el tiemp o los<br />

alumnos en la catedra «replicando a: maestro y<br />

disput ando y confe renciando en t re sí», pucs era<br />

cnemigo de lo que Rabelals en su Iamosisima<br />

novela Gargantúa bautizó con el satírico nom ­<br />

bre de ciencia libresca, ciencia formalista Y":05mática<br />

contra la cual Mon taig ue descarg ó los<br />

trem endos golpes de maza de una lógica irresistible.


LO S ESCRITOS DE SARMIENTO 2 0 5<br />

alguno lo ped l.in con él no pocos escritores;<br />

pero iba m ás allá y pretendía (1) que a los eclesiásticos<br />

se les hiciese renunciar to<strong>da</strong>s las rentas,<br />

censos y privilegios, contentá ndose con los<br />

diezmos, aunq ue sin las mermas con que los<br />

percibían por la avaricia de algunos seglares. Lo<br />

que no pudo ocurrirsele es que el Estado hubiera<br />

de quitar los bienes al clero sin previo convenio<br />

con la Santa Sede y sin la debi<strong>da</strong> indemnización<br />

, <strong>da</strong>ndo así un ejemplo cuyas desastrosas<br />

consecuenc ias Iácil es prever para un tiempo<br />

quizá no muy lejano; no precisamente el despojar<br />

de sus tierras y foros á los conventos, sino<br />

el que fuesen á éstos y á la socie<strong>da</strong>d más útiles<br />

era lo que quería, pues con tanta propie<strong>da</strong>d resultaba,<br />

según advie rte en su manuscrito acerca<br />

de la subvención extraordinaria del 8 por 10 0<br />

impuesta á los eclesiásticos para S. M., que á<br />

ca<strong>da</strong> benedictino de los 1 .8 0 0 que había en España<br />

no le tocaba de renta más que 18 0 ducados;<br />

tuvo que estudiar los M edios de subvenir<br />

á la p obreza de /os conventos de relig iosas, y en<br />

sus trabajos acerca de Uniones de monasterios,<br />

del Proy ecto de una uucua relig ióll militar, la<br />

cual impugnó, y de la Imaginaria op ulencia de<br />

( r) Frh 1ik git> gf>tico dc Ordo ño 1f.


206 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

los ót'llcdictillOS, ponía p:ltente qu e m uy escasa<br />

era la ren ta líqui<strong>da</strong> qu e á poder de las co m uni<strong>da</strong>des<br />

llegaba.<br />

Quien así habla ba de la amorti zaci ón eclesiástica,<br />

pu ede presurnirsc qu é diria de los utay<br />

orazg os, con los cuales encontraba analo gía en<br />

los tuayorinos de los con ventos é iglesias, ún icas,qu<br />

e tenían la propi e<strong>da</strong>d y adm inistrac ión<br />

de los bien es, y en el /lcrcdium, Ó cabi<strong>da</strong> de dos<br />

yug eros qu e los ro ma nos reser vaban para el heredero:<br />

lo menos qu e les llam aba era «peste po ­<br />

lítica », co nsid erándolos pr ete xto para la ociosi<strong>da</strong>d<br />

y aversión al trabajo mec ánico, contrari os<br />

a la nat ur aleza, ya qu e tan hi jos y tan nobles<br />

eran un os hermanos como otros, y perjudiciales<br />

1<br />

a la socie<strong>da</strong>d, ·pues «sabido qu e en cien afia s<br />

sólo hay tres generaciones, se infiere que un<br />

mayorazgo sólo alimenta tres personas en un<br />

siglo ». Sus idea s en este punto eran las qu e<br />

habían de dominar en el fin de aquel siglo; sin<br />

embargo, ni el mi smo j ovellan os se atrevió a<br />

defender la sup resión de los ma yorazgos, sino<br />

sola mente el que no se crearan otros y la refor<br />

ma de la leg islaci ón acerca de los existentes;<br />

y en nuest ros mismos días no faltan quienes se<br />

du elen de qu e se haya roto con la tradición<br />

nacional fun<strong>da</strong><strong>da</strong> en el co nse nt imiento de todos


LOS ESCRfTO S DE SARMIENTO 2 07<br />

los pueblos antig uos, al abolir una ins titución<br />

que contrarrestaba los perjudiciales resu ltados<br />

dc la libre é ilim ita<strong>da</strong> divisibili<strong>da</strong>d del terren o,<br />

conservaba el rec uerdo de la patria gloria jun ­<br />

tand o per petu am ent e ;\ un apellido ilustre cierta<br />

masa de riqueza, Y' era un estím ulo pod ero so<br />

para no empaña r el brillo de los here<strong>da</strong>dos blasones.<br />

Lo escaso de la pob lación , los cui<strong>da</strong>do s de<br />

las' guerras, el deseo de ' favorecer ;\ los pobres<br />

Y el temor de que faltasen pastos, señ álanse<br />

como l moti vos 'de haber en España tan con siderable<br />

porción de tierras conc ejiles. La propie<strong>da</strong>d<br />

comunal ten ía aquí mu y ho n<strong>da</strong>s raíces históric<br />

as, Y na<strong>da</strong> más conform e al modo de vivir<br />

de los celtas y ;1 la organización social de los<br />

vaceos, según la describió Diodoro Sículo. Sarmiento<br />

veía su origen ' en las colonias de los<br />

rom anos, pues que en ellas, al demarcar el terreno<br />

en forma de un tablero de <strong>da</strong>mas, dejabase<br />

para uso de todos los vecinos los retazos qu e<br />

al hacerse la división no podían entrar en el<br />

cuadro grande. Lo cierto es que su aprovechamien<br />

to dió lugar en España á mu y curiosas<br />

comuni<strong>da</strong>des agrícolas, ver<strong>da</strong>deras Cajas de ahorro<br />

Y socie<strong>da</strong>des de protección mut ua, de que,<br />

ent re otros autores, escri bió el Sr. Azc árate, no


208 BIBLIOTECA GALL EG A<br />

siendo la menos digna de estudio la del pueblo<br />

de T ar<strong>da</strong>jos, según <strong>da</strong>tos que en el recogimos.<br />

Felipe II quiso vender los bienes vecinales,<br />

pero cedió ante la oposición de las Cortes.<br />

Sarmiento abogaba calurosamente por el rep:HtO,<br />

siguiendo la opinión sustenta<strong>da</strong> ya entonces<br />

por algunos economistas que no quieren<br />

ver en ellos la salvación de gran número de<br />

familias, el remedio contra la emigración, el<br />

fun<strong>da</strong>mento de la cooperación y socorros m útuos,<br />

la manera de evitar que to<strong>da</strong> la tierra venga<br />

á ser de unos pocos individuos, la base de<br />

un régimen democrático y un elemento de paz<br />

y de progreso, cual lo son en las naciones donde<br />

a ún se conservan. Llamaba (1) inmensos ,í<br />

los términos comun es que poseían algunos lugares<br />

«cuyo vecin<strong>da</strong>rio no acaba de pasar de<br />

cuatro gatos espilfarrados», y efectivamente<br />

eran tan excesivos, que pudo calcularse los de<br />

to<strong>da</strong>' España en 5 3.500.000 fanegas; pero la<br />

evolución habría bastado para corregir los excesos<br />

sin necesi<strong>da</strong>d de romper brutalmente el<br />

hilo de la historia: la revolución francesa, cuyo<br />

espíritu fl ota en las socie<strong>da</strong>des modernas, al destruir<br />

con su fan ático individualismo la propie-<br />

(1) Causas de la despoblación de E spmia.


LO S ESCRITOS DE SARMIENT O 209<br />

<strong>da</strong>d co lec tiva , CJUSÓ ir reparable d J Í10 :í la agri ­<br />

cultura, qu e necesita de la asoc iació n no menos<br />

quc las demás artes: entrega<strong>da</strong>s las fue ntes de<br />

producción 'JI inter és privado, qu e, cuid ándose<br />

sólo de l momento actual, aspi ra ;Í sacar de ellas<br />

el mayor rendimiento si n d ársclc un ardite de<br />

que se ago ten rnañana, ha sido prec iso qu e los<br />

mod eradores de IJ cosa p ública pon gJn mano :í<br />

refrenar la cod icia que querría acabar co n los<br />

pocos bie nes comunales que aún que<strong>da</strong>n. Á<br />

buen seg uro qu e Sarmiento no hab ría clamado<br />

tanto po r su desam ortización , de haber adivinado<br />

los ag iotaje s y ver gonzosas especulaciones<br />

e in moralid ades administrativas ;Í qu e di ó aqui<br />

mot iva, y la forma arbitraria y violenta en qu e<br />

se efectuó.<br />

No pret end ía tampoco, po rque es el abs ur do,<br />

una liqui<strong>da</strong>ción social pa ra reparti r co n igu al<strong>da</strong>d<br />

abso luta IJ tierra entre todos los ciu<strong>da</strong><strong>da</strong>nos;<br />

pero, recor<strong>da</strong>n do la [ra se de Pl ini o, Latifundia<br />

pcrdidcrc Italiam. miraba como una<br />

calami<strong>da</strong>d mu y g rande el q ue estuviese tan desprop<br />

o rcionalmente dist ribui<strong>da</strong> . «El mayor esto<br />

rbo , decía el , que tienen y siem pre tendr án<br />

en España la població n, ag ricultu ra y comercio<br />

con sist e en qu c infinita tie rr a, infi nit o ganado<br />

e infinito dinero , todo está re pa rt ido en sólo y<br />

14


2 JO BIBLIOTECA GALLEGA<br />

cort o número de poseedores. Este abu so re pugna<br />

totalmente ;\ la soc ie<strong>da</strong>d hu mana. Al contrario<br />

: la mit ad de esos infi nitos reparti<strong>da</strong> entre<br />

infinitos q ue apen as tien en cosa de tie rra , de<br />

ganado y de dinero , sed el alm a de la ag ricultura"<br />

. «Nadie, escribe en otra parte, debe se r<br />

dueño de m ás tierra de la que por sí ó por sus<br />

criados pue<strong>da</strong> cu lti var ; y el no suceder así es<br />

lo que va por' la posta perdiendo á España,<br />

arruinando la agricu lt ur a y multiplicando los<br />

pobres ». Su má xim a era ésta: «Q ue todos ten ­<br />

gan que com er segú n su estado y su traba jo, y<br />

qu e no haya palmo de tierra en España qu e á<br />

fuerza de cultivo no sea útil». Se entusiasmaba<br />

con las leyes agrarias de los romanos, que señalaron<br />

la exten sión m áxima de tierra que podía<br />

poseer ca<strong>da</strong> individuo, y hallaba de perlas la<br />

de los japoneses, seg un la cu al el du eñ o de una<br />

finca qu e no la cu lt ive d urante dos ó tres años ,<br />

pierde por ello el domin io, s ucedicndolc el pr imero<br />

qu e la tr abaje ó la ocupe . Si bien es ver<strong>da</strong>d<br />

quc, como dcc ia N apoleó n IrI , «la extrema ­<br />

<strong>da</strong> división de la propie<strong>da</strong>d ocasiona la ruina de<br />

la ag ricultura », pues impide su desarrollo, porqu<br />

e así ni tienen los propietarios capital para<br />

introduc ir mejoras costosas, ni-hay posibili<strong>da</strong>d<br />

de llevar á la pr áct ica con éxito y baratu ra los


LOS ESCRITO S DE SARMIENT O 2 r 1<br />

adelantos de la industria agricoln, en atención ;\<br />

lo cual se han <strong>da</strong>do leyes, como el Hoferrollc<br />

alem án, que permite dejar to<strong>da</strong> la hacien<strong>da</strong> ;\ un<br />

hijo pagando á los demás en dinero su legítima,<br />

no es menos cierto que sería tan ventajoso como<br />

conforme ;\ la naturaleza del hom bre tener<br />

ca<strong>da</strong> uno la propie<strong>da</strong>d de la tierra que ricga y<br />

fertil iza con el sudor de su rostro, por lo que<br />

las leyes inglesas tienden ;\ aume ntar el numero<br />

de labriegos propietarios, autoriznndo á la<br />

parroquia para conceder á los obreros, mediante<br />

expropiación forzosa si fuere preciso, un<br />

acre de terreno que les sirva de huerta. Sarmiento<br />

tenía por evidente que sólo será feliz<br />

aquel Estado en que no haya ning ún labrador<br />

«que no tenga Ía bastante tierra que pue<strong>da</strong> cul ­<br />

tivar».<br />

Para <strong>da</strong>r propie<strong>da</strong>d á los que carecían de ella,<br />

propo nía que en los terrenos baldíos se fun<strong>da</strong>sen<br />

colonias agrícolas (1) de extensión determina<strong>da</strong><br />

y simétricamente reparti<strong>da</strong> por igual entre<br />

los 250 vecinos, con casas más pequeñas par:l<br />

los menestrales y sufi cientemente grandes para<br />

los labradores y su familia, situa<strong>da</strong>s con cxposición<br />

al Mediodía y teniendo al rededor las ofi-<br />

(1) Fragmentos sobre d cullillO )' población rlt' los camf os.


LOS ESC RIT OS DE SAR MTE:-ITO 2 T3<br />

zanería poltrona en los qu e n i echan m an o al<br />

arado ni á alglll1 arte mecánico par a vivir de su<br />

trabajo »': de los foros seculares q ue <strong>da</strong>ban á una<br />

mi sma propied ad diversos d ueños, decí a qu e<br />

mi entras no se acabase con ellos en la región<br />

ga lleg a, «jam ás sald rá de mi serias y pobret ería s,<br />

reparti<strong>da</strong> entre po lain as y so m breros de tr es<br />

picos, pudiendo se r la pro vincia m ás opulenta<br />

de España»: desg raci ad am ente , los g ravám enes<br />

de la propi ed ad en C alicia ha n ido en aumento<br />

desde entonces; las finc as tienen las m ás raras<br />

servid umbres y ca rgas tan stri géllcris como<br />

clavos y herrad uras, la vigé sima parte de un<br />

ca rnero y la d écima de un ca pó n, cit ándose<br />

prorrateos donde cinco [anegas de centeno se<br />

pagan por cincue nta indivi duo s, y casos de ár ­<br />

boles co n pen sión de pri mero y seg undo domin<br />

io , cu yos frutos pe rte ne ce n ,í cuatro per son as,<br />

de las cua les ca<strong>da</strong> una recoge los de las ram as<br />

que caen hacia el punto card inal qu e le co rre spo<br />

n<strong>da</strong> , llegando ,í temer el Sr. Co nde de Paliares<br />

q ue, de seg uir en progresión cr eciente el<br />

ab uso de los foros, tan útiles en otros tiempos,<br />

"dentro de poco dos g otas de agua del cielo no<br />

podr án caer sobre una finca de un solo dueño,<br />

y para el p;tgo de pen siones sed preciso co ntar<br />

lo s g ranos de trigo ».


LOS ESCRITOS DE SARMIENT O 2 1 5<br />

vaca<strong>da</strong>s y tora<strong>da</strong>s, que sólo sirve n "para ocu par<br />

las dehesas que debían arar ». No se mostraba,<br />

todo lo contrario, ene migo de que cui<strong>da</strong>se ganados<br />

el labrador; lo que deseaba era que, entre<br />

los que mantuviese y la tierra que trabajase,<br />

hubiera la proporción debi<strong>da</strong>. Advertía que, con<br />

el sistema de colonias por él propuestas, Extremadura<br />

podía sustentar veinticinco millon es de<br />

reses, y apelli<strong>da</strong>ba santísima, [nstisima y p reciosisima<br />

la ley de D. Fernando de Portu gal en el<br />

siglo XIV , disponiendo «que ninguno que labrador<br />

no fuese ó su criado pudiese traer ganado,<br />

si no se obligaba á labrar la tierra ».<br />

Lo que no podía llevar con paciencia era el<br />

quc , siendo herman as la agricultura y la ganadcriu,<br />

por favorecer á esta fuese aquélla perjudica<strong>da</strong>.<br />

Los privilegios que al Honrado Concejo<br />

de la J11l'stll- con cuyo título encabez ó dos<br />

papelcs,-para fomentar la riqueza pecuaria, tan<br />

estima<strong>da</strong> en la E<strong>da</strong>d Media por la facili<strong>da</strong>d con<br />

quc podía salvarse de las rapiñas de los moro s,<br />

concedieron los príncipes obligando á los labradores<br />

á <strong>da</strong>r los pastos por la tasa que el gremio<br />

de ganaderos señalase, aunq ue defendidos<br />

por tratadistas como Castillejo,' Leru ela y Romero<br />

del Alama , fueron inpugnados con vigor<br />

sin igual por Sarmiento, qu ien profetizaba que ,


216 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

de con tinuar la practica privilegia<strong>da</strong> de trashumar<br />

los rebaño s, vendría :1ser España "un estéril<br />

arenal de Libia y tan despobla<strong>da</strong> que se<br />

necesitará una ag uja de marear para transitarla<br />

».<br />

Segú n se infiere de nuestros antiguo s C ódigas<br />

, hasta las luch as de la Reconquista no hubo<br />

costumbre de dejar en ubertal las tierras: los<br />

ganaderos de la Mesta recabaro n entonces<br />

derecho al paso libre para sus rebaños, y era lo<br />

m ás particular que los conc ejos mismo s pedian<br />

:1 las cortes se prohibiese cerra r y acotar los<br />

terr enos, á fin de que pudieran todos aprovecharse<br />

J e la caza y de los esqui lmos, Sarmiento<br />

veía aquí una de las causas de la miseria de<br />

España y del atraso Je la agricultura, y reputaba<br />

por inicuo é injurioso el qne "por cont emplar<br />

Mcstus y Mostrencos, no se permita á los<br />

labradores cerrar sus propias here<strong>da</strong>des». Ya en<br />

aquel mismo siglo principiaron á triu nfar sus<br />

ideas, sosteni<strong>da</strong>s por j ovellanos en el [ufornt«<br />

soóre la ley ag raria .. pues la Real cédula de 15<br />

de j unio de I¡ SS perm itia el cierre de las fi ncas<br />

dedica<strong>da</strong> s á viñas, olivares y huertas,<br />

Siempre que ven ia :1 cuento , y aun sin ven ir,<br />

pon ía nuestro autor el pafio en el p úlpito y<br />

predicab a acerca de la importan cia excepcional


21 8 BIBLI O T ECA GA LLEGA<br />

Turgotno pudo ser más desastrosa: defendió<br />

la importancia de la agricultura sobre la industria,<br />

porque efectivamente la tenia entonces,<br />

<strong>da</strong>do lo deficiente de la maquinaria , pero sin<br />

llegar que hubiese otras fuentes de riqueza, ni<br />

decir que el propietario de las tierras sea el<br />

único COII poder de crear.<br />

Ent re las mil y una cosas que en diversos<br />

lugares, inspirándose muchas veces en Herrera,<br />

propon ía para bien de los labradores, se hallan<br />

la multip licación de los tru jales y los plantíos<br />

de olivos en grande escala, de donde «se seguirían<br />

al Reino much as utili<strong>da</strong>des»; el aumento<br />

de los colmenares, que «no tienen coste ni trabajo<br />

y es el mejor útil que un labrador puede<br />

sacar de las hacien<strong>da</strong>s»; el cultivo del c áñamo ,<br />

sobre lo cual trabajó un manuscrito; la mayor<br />

abun<strong>da</strong>ncia de los injertos; el abono de las tierras<br />

cansa<strong>da</strong>s de llevar fruto; los canales peque­<br />

¡lOS Ó sangrías, en vez de los grandes canales<br />

de riego; el quc ningún labrador tuviera á su<br />

cui<strong>da</strong>do m ás hacien<strong>da</strong> de la quc esmera<strong>da</strong>mente<br />

pudiese cultivar; el dedicar los terrenos ;t<br />

cultivos diferentes y alternados, no cont entandose<br />

con los cereales, porque «al ratón que no<br />

tiene más que un agujero presto le cogcn }) ; el<br />

arar ceteris pqribus con bueyes. porque hacen


LO S ESC RITO S DE SARMIENT O 219<br />

los surcos mis profund os; el «castigar con el<br />

hierro del arado y del azadón la ociosi<strong>da</strong>d de<br />

LIs tierras», acabando con la práctica de los<br />

barbechos é int roduci endo la del cu ltivo inten ­<br />

sivo; el vivir :1 estilo del pais, sin cllorgar los<br />

vestidos :1 «los ociosos de la República»; el que<br />

los arren<strong>da</strong> tarios estipulasen en el contrato que<br />

la l);lga Lt harán en frutos de su cosecha, el que<br />

se trajese :1 España muchos vegetales útiles qu e<br />

en ella podían aclima tarse, y el que los labradores<br />

form en «un cuerpo y sus leyes». TO era<br />

el ún ico entre los eclesiásticos, dicho sea para<br />

honra de ellos, que trataba de agricultura:<br />

mieutras unos dirigian obras de reconoci<strong>da</strong> utili<strong>da</strong>d<br />

púb lica, protegidos por los obispos, alguno<br />

de los cuales, como el de Plasencia, componia<br />

can illas agrícolas para uso de los labradores<br />

de su diócesis, otros escribían sobre el culti vo<br />

del centeno, como D . Luis Merino, racione ro<br />

de Palencia, ó el del olivo, como Fray Francisco<br />

Baeza, cartujo de Sevilla, ó el de los prados,<br />

como D. José O lano, vicario de Cicnrgui l, ó el<br />

del cacahuete, como D. Francisco T abanes, canónigo<br />

de Valencia, ó sobre los insectos <strong>da</strong>ñinos,<br />

como D. Luis de Züiiiga, p.irroco de Escalan<br />

illa, ó sobre la epizootia, como D. Felipe<br />

Oralgu i, rector de Beirana, ó sobre el mejora-


220 BIBLIOTECA GA LLEGA<br />

mient o de las tierras, como D. ju<strong>da</strong>s Cavia<strong>da</strong>,<br />

de Calahorra, ó sobre el fomento de di(erClltes<br />

ramos de agriadtura , como D. Antoni o Jorge<br />

y Galbán, que después fue Arzobispo de Grana<strong>da</strong>,<br />

ó sobre el estado general de la mism a,<br />

como D. Joaquín Cubeles, sacerdote de Valjunquera<br />

(1).<br />

Recon ócese hoy com o una de las causas del<br />

malestar económico, y especialmente de la agu<strong>da</strong><br />

crisis agrícola que sufre España, la eX;lgeradu<br />

cent ralización administrati va y la poca afición<br />

:í destripar terrones. Sarm iento con stantemen<br />

te señal ó los indicados y el absentismo como<br />

los principales motivos de la decadencia de<br />

la ngricultura y de la miseria de [os labradore s.<br />

Propagandista acérrimo de la descentralizació n<br />

más ampl ia y de la autonomía regional, vela<br />

con malos ojos la pl érora de riqucza y de vid.t<br />

que en canti<strong>da</strong>d eno rme afl uía de [as extremi<strong>da</strong>des<br />

al cora zón de la Península , haciend o LII1guidccer<br />

y postra rse en bene fi cio de un o sólo<br />

(1) «El m ás in teresado, decía Sarmiento , cn qu c se<br />

cultive mucho y bien , es el cura, por razón dc los die z­<br />

1110 S >. Aunqu e encmigo de Academias inútiles , aplaudía<br />

el quc entre ca<strong>da</strong> cura y sus feligreses sc for ma ra un a<br />

especie de Acad emia teniend o conferencias so bre mat erias<br />

agr íco las, según cien años an tes se había querido<br />

ha cer en Castilla.


LOS ESC RITOS DE SAR:'lI ENTO 2 2 1<br />

todos los miembros del cucrpo social, y asi,<br />

despu és de llamar ;i. los lugares muy popul osos<br />

g Ollli a de los trabajos de los labradores y (orilla<br />

de la población de España, decía (1): «Cuanto<br />

mayor es la abund ancia en Madrid dc todo...<br />

tanto mayor es la miseria de los pueblos, sin<br />

los cuales no podr á subsistir Madrid». En otra<br />

partc reprueba el quc ca<strong>da</strong> día se inventen nuevos<br />

oficios y empleos in útiles que sólo sirven<br />

para comer y vestir bien sin trabajar. Los sol<strong>da</strong>dos<br />

son la gente, según él, más inú til y ociosa<br />

manteni<strong>da</strong> por el labrador: en anterio res<br />

tiempos manejaban alterna tivamente la lanza y<br />

el arado; debiera dárseles por premio tierras incultas<br />

para que, conforme se practicaba entre<br />

los romanos, las trabajasen al tom ar la licencia .<br />

«La multitud de tant os zánganos, dice también<br />

refiriéndose ;i. los empleados, ocasiona quc todos<br />

comen y visten, excepto los agricultores». Para<br />

poblar y culti var los campos «es preciso primero<br />

despoblar los lugares populosos de to<strong>da</strong> la<br />

gente que nació entre azadones y arados y restituirl<br />

a ;1 sus paises respecti vos».<br />

Aunqu e era para él la agricu ltura la m ás sóli<strong>da</strong><br />

de las riquezas, no se crea por ello quc<br />

(1) SISo de 660 pliegos, n úm. 4.285.


222 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

miraba con desd én á la industria, antes bien no<br />

cesó de ponderar sus ventajas, de intentar su<br />

fomento y de combatir las molestas y antieconómic<br />

as trabas quc se opon ían á su desarrollo,<br />

como el estancamiento de la sal, que tanto perjudicaba<br />

á las industria s salazoneras, y las múltiples<br />

gabelas con que se la tenia oprimi<strong>da</strong> y<br />

corno asfixia<strong>da</strong>. En muchas de sus obras clamaba,<br />

en desierto desgracia<strong>da</strong>mente, por el establecimiento<br />

de industrias, cuya falta hacia á<br />

nuestro país, tributario y esclavo de los extranjeros.<br />

De un modo especial censuró el que<br />

nadie hubiera pensado en Calicia para fábricas<br />

de paños y de se<strong>da</strong>s, siendo así que «no hay<br />

provincia de España más proporciona<strong>da</strong> para<br />

fabricar manu facturas y para el comercio por<br />

mar .y tierra . La infini<strong>da</strong>d de gentes, la abun<strong>da</strong>ncia<br />

de agua s, la copia de árboles, lo barato<br />

de los alimentos y de los salarios, la industria<br />

eingeniosi<strong>da</strong>d de los gallegos, sobre ser tan laboriosos<br />

y constantes para to<strong>da</strong> ciencia ó arte ó<br />

man ufactura á que los ponen ó á que ellos se<br />

dedican , todo conspira á llue deban esperarse.<br />

grandes ventajas de que en Galicin se establezcan<br />

algunas fábricas ó man ufacturas en metales,<br />

lino, lana y se<strong>da</strong>».


LOS ESCRIT O S DE SARMIENT O 223<br />

En c uanto al come rcio , hacía la siguiente<br />

distinción (1):<br />

«T odo gé nero preciso , co m ún y simpliciter<br />

necesario para el con su m o del co mú n y multitud<br />

, es incapaz de qu e co n él se haga com ercio<br />

para extrae rlo ... El com ercio se debe hacer de<br />

los fru tos qu e no son precisos y sobran ó pueden<br />

sobrar, pa ra Lt extracción; y para Lt introducci<br />

ón , de los fru to s q ue son necesarios y no<br />

los puede llevar la tierra. Ésta es la base fun<strong>da</strong> ­<br />

mental del comercio , en cua nto :\ frutos. En<br />

cu anto á ma nufacturas, hay más extens ión, pu es<br />

apenas hay un país qu e no sea capaz de todo<br />

género de f:\brica s. De éstas, una s so n para la<br />

precisa y co mú n uti li<strong>da</strong> d, y otras para el lujo...<br />

De las pr imer as no se debe hac er comercio por<br />

extracci ón :\ region es ex trañas, pero sí de las<br />

segun<strong>da</strong>s, y estas se deben multiplicar y promover.<br />

.. ya porque del re ino no salía din er o par a<br />

co mprarlo, ya porque ut ilizaría m uch o co n la<br />

extracción y se qu itaba mucha oc iosi<strong>da</strong> d ».<br />

Ped ía la m ás amp lia libertad de comercio y<br />

la supresión de la alcabala entre las regioncs españ<br />

ola s; el aumento de los dcrechas de im por-<br />

(1) Carta á su hermano Javier, 18 de Diciem bre de<br />

1748.


224 BIB LIOTECA GAl.LEGA<br />

ración de manufacturas, para quc las nuestras<br />

pudiesen competir ventajosamente; la prohibi ­<br />

ción de exportar lanas y se<strong>da</strong>s, pues trabajandolas<br />

aquí «se emplearía gran n úmero de gente<br />

en las manipulacio nes, y todos tendrían que<br />

comer», y que se grave con crecidos impuestos<br />

la exportación de primeras materia s, que luego<br />

se nos devuelven transforma<strong>da</strong> s por la fabricación,<br />

sac ándonos much o más dinero del que se<br />

nos diera. Ningu n colbcrtista impugnó con m ás<br />

calor la sali<strong>da</strong> de cereales; á la saca de trigo para<br />

Portu gal y de harina para América atribuía las<br />

hambres de 175 1 Y 53. Para evitar otras, no se<br />

debería permitir sacar más granos de los que,<br />

«hecho un riguroso c ál culo, sobrasen para España<br />

», y convendría «tener registro anua l en<br />

ca<strong>da</strong> pueblo, de los gra nos que haya en él»,<br />

intimando á los eclesiásticos como á los seglares,<br />

cuando fuere preciso, que «los expongan<br />

venales á la tasa, reservan do sólo los que ellos<br />

necesiten ». Notaba que el atraso del comercio<br />

provenía del de la agricultura, y que no podían<br />

aplicarse ;\ España las leyes económicas de paises<br />

que eran comercial es porqu e no podían ser<br />

agríco las; y dolíase de que nuestro comercio se<br />

ejerciera por extranjeros, y hubiese aquí tan<br />

escaso patriotismo que, viniendo de fuera, se


LOS ESCRIT OS DE SARMIENTO 225<br />

com praba de mejor gana «todo cuanto género<br />

superfluo ha inventado el lujo , vicio y vani<strong>da</strong>d<br />

». Influido por la lectu ra de los mercantilistas<br />

españoles, especialmente de Usráriz, á<br />

qui en tant o pon deran los mismos extra ños, co nsideraba<br />

como un crimen de lesa pat ria el libre<br />

cambio en una nac ión cuya industria era tan<br />

pobre. El atraso comercial de España en su época<br />

no se debía al sistema proteccionista, sino,<br />

entre otras causa s, á no ser ig uales en to<strong>da</strong> la<br />

fro ntera los der echos, á la mala administración<br />

de las aduanas, á los abu sos que cometían los<br />

arre n<strong>da</strong>dores de ellas, á la inju sta desig ual<strong>da</strong>d<br />

con que los ara nceles favorecían á los extranjeros<br />

en perjuicio de los natu rales, á la escan<strong>da</strong>losa<br />

tol erancia del contraba ndo y á la co m plicació<br />

n, proli ji<strong>da</strong>d y excepcio nes de las leyes<br />

fiscales.<br />

Parti<strong>da</strong>rio acérrimo de la libre contrata ción<br />

dentro de la Península, combatió siempre los<br />

privilegios de las g randes Compañías, y la intrusión<br />

del Estado en asuntos qu e no son de su<br />

competencia. «El monopolio-decía-es ah in ­<br />

triuscco ilícito, y peor que la usura, y si se le.<br />

añade autori<strong>da</strong>d para excl uir á otro s de comprar<br />

y de vender, é impuni<strong>da</strong>d de poder subir<br />

los precios á los géneros hasta don de suba el<br />

1;>


226 BIB LIOTECA GALLEGA<br />

antojo de la avaricia e inhumani<strong>da</strong>d, va por el<br />

suelo to<strong>da</strong> la economía política, y que<strong>da</strong> un<br />

esqueleto de la socie<strong>da</strong>d humana ». Llegó a proponer<br />

este remedio para conjurar en parte la<br />

crisis económica: «Dese por el pie a to<strong>da</strong> Compañía<br />

que tenga la inicua circu nstancia de la<br />

exclusiva; t ásese el cau<strong>da</strong>l ultra del que ninguno<br />

pue<strong>da</strong> exceder, y al que exce<strong>da</strong> obliguesele<br />

a que deje el oficio y se retire, dejando que coman<br />

otros».<br />

Siguiendo la tradición del P. Mariana, de<br />

Vives y demás grandes escritores españoles de<br />

los anteriores siglos, tradición que en su tiempo<br />

dejaban ya varios tratadistas bajo la influencia<br />

de doctrinas extranjeras que la revolución francesa<br />

había de llevar a sus corolarios mas absurdos,<br />

Sarmiento consideraba a la mone<strong>da</strong> con<br />

valor propio é intrínseco, independiente de los<br />

caprichos del Gobierno, no como un mero signo<br />

ó instrum ento de cambio, cuyo título convenga<br />

alterar según los apuros del erario. Calificaba<br />

de iniqui<strong>da</strong>d el pretender que la mone<strong>da</strong> de España<br />

sea de ley «para que todo arañón la saque<br />

y pue<strong>da</strong> con ella comerciar en todo el mundo »,<br />

siendo la de otras naciones de mala cali<strong>da</strong>d, ;1<br />

fin de que nadie la extraiga; y una de las razones<br />

de combatir reciamente las Compañías de


LOS 'ESCRIT OS DE SARMIENT O 227<br />

mercaderes con exclusiva era porque, acaparando<br />

todo el dinero, harían :l la larg a que desapareciera<br />

de la ació n.<br />

Con objeto de facilitar la exportación, tras ­<br />

formación y cambio de los productos, reclamaba<br />

que se con struyera un a red completa de<br />

caminos reales, asunto sobre el cual fue con sultado<br />

oficialmente y escribió una muy interesante<br />

obra ; proponiendo, en la que trabajó sobre<br />

reparaci ón del anti guo camino de carros desde<br />

el Ribero de Avia hasta Pontevedra y su continuación<br />

por Oren se á Castilla, que las nuevas<br />

carreteras se hagan sobre las -antiguas en cuanto<br />

sea posible, con lo cual se podrían obtener notables<br />

descubrimientos históricos. En esta parte<br />

se hallaban acordes todos los economistas que,<br />

viendo incumplidos los generosos proyectos de<br />

los Reyes Católicos, no cesaban de pedir que se<br />

abriesen vías de comunicació n, cuya importancia,<br />

fundándose en que, como dice el Sr. Madraza<br />

(1), no hay com ercio sin cambio, ponderan<br />

con tan g randes encarecimientos los modernos<br />

tratadistas, para quienes el transporte de<br />

mercancías es una industri a comercial, ó según<br />

la llam a Dunoyer (2) de acarreo, pudi endo con-<br />

( 1) L ecciones de Economía política.<br />

(2) D e la libertl du travail.


LOS ESCRITO S DE SARMIENTO 229<br />

En cuanto


230 BIBLIOTECA GA LLE GA<br />

- --- - - - - - - - - - -----<br />

del bien público, dejar de lamentarse de lo escasamente<br />

pobla<strong>da</strong> que estaba la Pen ínsula.<br />

Investigando las causas de este triste resultado,<br />

advierte que son muy complejas y numerosas,<br />

y entre ellas cuent a las siguientes:<br />

L a La multitud de seglares que, na<strong>da</strong>ndo en<br />

la abun<strong>da</strong>ncia, huyen del matrimonio ó por aversión<br />

ó porqu e desean ser solteros ó disolutos.<br />

2 . a La miseria de muchos que, no teniendo<br />

con que mant enerse así prop ios, se ven obligados<br />

apermanecer célibes por no poder sustentar<br />

mujer e hijos.<br />

3. a Los matrimonios «que frustran de estudio<br />

el fin de tener hijos, por no tener que<br />

<strong>da</strong>rles de comer ».<br />

4. a Los casados que se hacen infecundos<br />

por su anterior vi<strong>da</strong> relaja<strong>da</strong>.<br />

5.a La multiplicación de los mayorazgos.<br />

6. a La vincul ación de infi ni<strong>da</strong>d de tierras y<br />

las incontabl es trabas que se oponían ala circulación<br />

de valores, a la comunicabili<strong>da</strong>d y<br />

rmnsmisibili<strong>da</strong>d de las propie<strong>da</strong>des y á la libertad<br />

de la indu stria y el comercio.<br />

7. a Los perjudic iales privilegios de la Asociación<br />

de Ganaderos.<br />

S.a El exceso y desigual repartición de los<br />

tributos.


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 231<br />

D,1I1 do con ello una nu eva pru eba de su perspicacia<br />

y buen juicio, Sarmiento cifraba en la<br />

ruina económica (1) de España los motivos<br />

principales de la tri ste sole<strong>da</strong>d en qu e yacía. En<br />

manera alguna se acostaba al sent ir de los que<br />

atribulanla al excesivo número de curas y frailes<br />

(2); recor<strong>da</strong>ba que "para ca<strong>da</strong> un o de igl esia<br />

corresponden casi 60 seculares »; hacía notar<br />

los tra bajos de los clé rigos po r el mejoramiento<br />

de la socie<strong>da</strong>d y su cari<strong>da</strong> d en socorrer á los<br />

pobres y en fun<strong>da</strong>r instituciones de beneficencia,<br />

y , co n <strong>da</strong>tos estadisticos y co n el ejemplo<br />

de otros paises, evidenciaba que el celibato reli ­<br />

gioso no se opo ne al aumento de la población.<br />

En cuanto á las gue rras, aunque las detestaba y<br />

maldecía , obse rvó qu e algunas otras naciones<br />

habían tenido tantas co mo nosotros y contaban<br />

una población relat ivamen te mu cho más numerosa.<br />

A la emigración á Amé rica, apartándose<br />

del común pensar, no la co ncede tampoco g ran<br />

infl ue ncia en la despo blación de la Peninsula,<br />

pu es repara qu e los paises de Galic ia y los demás<br />

de dond e la trasmig ración era mayor estaban<br />

mejor poblados, y gran parte de los qu e<br />

(1) lllodo de alivia r la miseria de los j ueó/vs.<br />

(2) I\¡S. el e 660 pliegos.


232 BIBLIOTECA GA LLE GA<br />

an tes iban a Indias eran ge nte ocio sa, inú ti l ó<br />

de mal vivir «y hoy van pocos y con cuenta y<br />

razón».<br />

Los mas de los autores qu e habían tratado de<br />

la expulsión de los judíos y moriscos, aun<br />

aprobándola desde el punto de vista político y<br />

religio so, la llor aban corno causa potí sim a del<br />

atraso y poca población de España; pero Sarmiento<br />

dice qu e los judío s eran «infame corrn a<br />

de la República» y nad a se perdió con expulsarlos,<br />

pues «no cultiva n las tierras, siempre se<br />

han dedicado á chupar las bolsas de los cristianos<br />

con usura y mon ipod ios, valiéndose como<br />

de medio de la administración de las rentas<br />

reale s», y respecto ;1 los moriscos adv ertía que<br />

no estuvieron en tod as las region es, y precisamente<br />

eran las men os habita<strong>da</strong> s aquellas donde<br />

nunca los hubo, en las q ue, por consiguient e,<br />

no pudo influir su exp ulsió n. De tod as suertes,<br />

concluye, refiriéndose al mu cho tiempo desde<br />

entonces transc urrido, «los vejetes qu e lloran y<br />

se du elen de aq uellas expulsio nes se par ecen á<br />

Tiberi o, qu e, al decir de Sueto nio, habiend o<br />

tar<strong>da</strong>do mucho tiempo en envia r emb ajadores<br />

la ciu<strong>da</strong>d de T roya para <strong>da</strong>rle el pésam e por la<br />

mu ert e de su hijo D ruso, les correspondió,<br />

cuando llegaron, d ándoselo por la muert e de


LO S ESCRITOS DE SAR;\IIENTO 233<br />

su paisan o H écror, qn e hacia mi l doscie ntos<br />

años qu e había mue-r » :<br />

Aunqu e, como acabamos de ver, estu dió Sa rmien<br />

to de propósito .Y mu y despacio las principales<br />

materias que abarcaba la cie nc ia eco nómica<br />

en su siglo, cuando ni la industria tenía<br />

el progreso ma ravilloso que le pro porcionaron<br />

el vapor y la electrici<strong>da</strong>d, ni el resfriamiento de<br />

la cari<strong>da</strong>d cri stiana había pro ducido la lu cha,<br />

ca<strong>da</strong> día mas tem erosa, entre el capital y el trabajo,<br />

su nombre no figura ent re los economistas<br />

españoles ni aun en obras históricas tan magistrales<br />

como las de sus paisanos D. Man uel<br />

CoJmeiro y D. Ramón de la Sagra: bien es ver<strong>da</strong>d<br />

qu e la historia de esta cie ncia en España<br />

deja m ucho que desear tod avía, qu e a los más<br />

de los escritos del famo so benedictino les ha<br />

faltado una man o sol ícita y ge nerosa que los<br />

saque á luz, y qu e no dejó nin g ún tratado completo<br />

, pues de él se pu ede decir, como Donoso<br />

Cortés (1) de j ovellanos, qu e «no derram ó nunca<br />

los tesoros de su saber sino con ocas ión de<br />

trabajos que le estaban encargados y en dictámen<br />

es qu e en asuntos concernientes al pr ocom<br />

ún le fueron pedidos ». Por lo que toca á los<br />

(1) ,F,losoF a de la H istoria.


236 BIBLI O T ECA GA LLEGA<br />

Asturias y del territorio de Maragatería; la Geog<br />

raf ía de las cuatro uias militares romanas que<br />

salían de Brag a á Astorga, que puede servir de<br />

base á estudios interesantísimos, y El ver<strong>da</strong>dero<br />

lVJiíío y el uuaucip io de L ais, «trabajo rico<br />

de erudición », como le califica el autor del Ensayo<br />

de ta; catálog o sistemático y crítico de alg<br />

UlLOS libros y f olletos y papeles, así imp resos<br />

como uzauuscritos, que tratan en p articular de<br />

Galicia (1 ); amén de muchos manuscritos, especialmente<br />

los de carácter etimológico, como<br />

el que trabajó sobre la voz Valdcorras, en que<br />

abun<strong>da</strong>n preciosas indicaciones geográfi cas, y<br />

reflexiones muy oportunas sobre las causas de<br />

la oscuri<strong>da</strong>d de la geografía española, entre las<br />

cuales enum era la libertad que muchos escritores<br />

se habían tomado «de señalar lugares modernos<br />

como correspondientes á los nombres<br />

latinos que se hallan en los antiguos», y el que<br />

los mapas de España se hicieran com unmente<br />

por extranjeros, causando vergüen za que hasta<br />

«nuestras paredes digan y testifiquen que, Ó<br />

somos ineptos para hacer mapas de nuestros<br />

países, ó no hacemos caso de cosa tan principal».<br />

Las consideraciones acerca de la mejor<br />

(1) Edición Madrid, ¡Sí 5.


LO S ESCRITOS DE SARMIENT O 237<br />

manera dc formar una completa estadística de<br />

España bajo los aspectos cosmogr áfico, físico,<br />

económico, ético, histórico y político, las cuales<br />

escribió Sarmiento consultado oficialmente<br />

con ocasión de hallarse «el Ministerio <strong>da</strong>ndo<br />

providencias para hacer é impr imir una descripción<br />

general de to<strong>da</strong> España», son de lo mejor<br />

que se discurrió en el siglo.<br />

Tratando de las obras nuevas que faltan en<br />

Espa ña, señala como una de las más interesantes<br />

un Diccionario geog ráficouniversal de España,<br />

dispuesto por orden de materias, pero cuyo<br />

último tomo fuese de índices alfabéticos. Para<br />

ello discur rió un amplio y variadísimo inte rrogatorio,<br />

que separa<strong>da</strong>mente habían de circular<br />

las autori<strong>da</strong>d es eclesiástica-y civil á todos los<br />

párrocos y Alcaldes, para que, recogidos todos<br />

los materiales y leído cuanto al caso se había<br />

impreso, las comisiones encarga<strong>da</strong>s re<strong>da</strong>ctasen,<br />

en estilo conciso y claro, una «descripción física,<br />

política, militar, histórica, literaria, eclesiástica...<br />

y sobre todo crítica», deteniéndose poco<br />

en lo relativo á lugares celebres y bajando la<br />

mano y yendo despacio al llegar á describir lugares<br />

de poco nombre. Además, los ingenieros<br />

militares debe'rían en tiempo de paz levantar<br />

planos topográficos, y «no harían mucho los


238 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

señores obispos» en man<strong>da</strong>r escribi r sobre la<br />

geografía de su s diócesis y costear mapas de las<br />

mismas.<br />

Por lo que hace :l la cronología , poseía nuestro<br />

aut or con ocimientos na<strong>da</strong> vulgares de que<br />

dió muest ras en m ucha s ocasiones. Ante s de<br />

qu e Flór ez pu blicara su preciosísima Cla'iIC, reinaba<br />

la mayor confusión y discrepancia entre<br />

los historiadores españoles acerca de las fecha s<br />

precisas en qu e ca<strong>da</strong> suceso importante había<br />

acaecido, no sien do extraño que incurrieran en<br />

equivocaciones gravísi mas en cuanto al cóm puto<br />

de los tiempos personas de g ran persp icacia y<br />

de eru dición- seg ura . Sarmiento, que á una lección<br />

vastisirna y :l un a retentiva maravillosa<br />

unía muy sagaz y afinado criteri o, notó los mu ­<br />

chos errores cr onológicos en que habían caído<br />

sabios como el P. Cu evas; y advirtió m ás de<br />

una vez qu e hay mu ch os yerros en la Crónica<br />

gcneral, y


LOS ESCRITOS DE SARMIENT O 239<br />

de examinarlas previamente, d ándolas por buenas<br />

y no contamina<strong>da</strong>s de error. Los becerros,<br />

decía el, en quc se recopilaron las antiguas es,<br />

crituras, forrn áronse en el siglo XIII, cuando<br />

ya no se usaban las let ras góticas, los que coleccion<br />

aron entonces los ins trumentos copiándolos<br />

en carac teres modernos, no pararon micntes<br />

en las virg ulillas qu e ten ían los núm eros en<br />

los documentos originales; trascr ibieron la X sola,<br />

número ro mano qu e significa 10, y como la<br />

virgulilla era un a L abrevia<strong>da</strong>, qu e puesta despues<br />

de la X equivalía á 40, el suprimirla era<br />

tanto como quitar de la fecha treinta años, y aun<br />

á veces, com o el lo explica, ochenta en las abreviaturas,<br />

En esto de verificar las fechas y com ­<br />

probar su exactitud, á veces era escrupuloso y<br />

nimio, como cuando advertía qu e estaba equi ­<br />

vocado el Breviario en poncr en 1074 la muerte<br />

de Santo Domingo de Silos, qu e pasó á mejor<br />

vi<strong>da</strong> un año ant es.<br />

L'\ numismática, que tan eficaces auxilios<br />

presta al que haya de internarse en el obscuro,<br />

revuelto e intrincado dé<strong>da</strong>lo de los siglos,erale<br />

también familiar: poseía sete nta y ocho mone<strong>da</strong>s<br />

pertenecientes á diversos tiempos y naciones,<br />

y sobre ellas disertó ex-profeso: el valor y<br />

cotejo de las an tigua s, españolas y extranjeras ,


240 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

le sirvió de tema para otro escrito; el hallazgo<br />

de unas muy cu riosas en H uelva le dió materi a<br />

igualmente para ejercitar el discurso, no menos<br />

que el descubrimiento en Vizcaya de otras de<br />

plata con objetos del mismo metal, aunque en<br />

esta parte no fueron tan afortuna<strong>da</strong>s sus investigaciones,<br />

pue s concluía diciendo qu e no conocía<br />

á ningún español que pudiera disipar las<br />

du <strong>da</strong>s á que el asunto se presta ba. Las láminas<br />

ó libros plúmbeos del Sacro Monte de Grana<strong>da</strong>,<br />

que, aunq ue fingidos con la más insigne torpeza<br />

y plagados de moriscos errores, person as de<br />

la mayor competencia veneraron por autenticas,<br />

habiendo hoy mismo qui enes persisten en creer<br />

las supercherías de los miserabl es embaucadores<br />

granatenses, fueron siempre ridiculizados y<br />

combatidos sin temo r por el P. Sarmiento, qu e<br />

de todo ten ía menos de su pers ticioso.<br />

Además de mo strarse no desprovisto de estudios<br />

arqueológ icos en los que hizo sob re un as<br />

sepulturas descu biertas en Aranjuez y sobre un<br />

curioso anillo antiguo, se manifestó no despreciable<br />

epig rafista en los manuscritos donde tr ata<br />

de la inscripción romana de Limia, de la griega<br />

del Lignum Crucis, del Duque del Infant ado, y<br />

de las que se leían , ó no se leían , mejor dicho,<br />

en una campana de Santiago de Coyr o. La carta


LOS ESCRITO S DE SARMIENTO 241<br />

que escribió al prior de j ubia en 19 de Agosto<br />

de 1750 es otra relevante prueba de su pericia<br />

en el arte de descifrar los más antiguos documentos,<br />

arte en que los benedictinos no han<br />

sido por nadie superados. En los tiempos próximamente<br />

anteriores á Sarmiento no parecía<br />

sino que se trataba de santificar el dolo pío y<br />

que para algunos el fin justificaba los medios,<br />

de donde era consecuencia el acudir con la mayor<br />

tranquili<strong>da</strong>d á los más reprobados y vituperables,<br />

fingiendo leyen<strong>da</strong>s, resucitando libros<br />

que nunca existieron einventando inscripciones<br />

en caracteres antiguos, que á muchos engañaron,<br />

pero no al avisado y agudo benedictin o,<br />

quien de varias decía.que «algún idiota las había<br />

hecho con los pies». I Su competencia en<br />

materias paleográficas y diplomáticas era tal,<br />

que los Gobiernos españoles y los sabios nacionales<br />

y extranjeros le consultaban frecuentemente<br />

en los asunto s más difíciles. Seg ún Eguren,<br />

en su libro Códices csp mioles (1 ), sobre el<br />

vigiliano del Escorial, en el siglo de Sarmiento,<br />

sólo éste y otro!' tres más-s-Burriel, Fl órez y<br />

Lasierra-podrían emitir juicio: la Real Cámara<br />

nocreyó que hubiera nadie mas apto para in-<br />

(1) Página 41>.<br />

}G


242 BIBliOTECA GALLEGA<br />

formar acerca de la legitimi<strong>da</strong> d de unos antiguos<br />

privilegios ro<strong>da</strong>dos que la Real Abadía de<br />

Santa María de Arvás presentó en un pleito<br />

contra el cabildo deLe ón, y sobre cuyas abreviaturas,<br />

que él explicó. despu és de manifestar<br />

sus dificultades, dieron, inform es encontrados<br />

los peritos. «Su fuerte, decía su contempor áneo<br />

Casafon<strong>da</strong> , son 'las¡anrigüe<strong>da</strong>dcs., especialmente<br />

en los asuntos -raros y ,extravagantes». . 1 I<br />

t' u profesión mon ástica 8 PQr. .mejor decir,<br />

la vi<strong>da</strong> que dentro de ella como más .conforme<br />

á sus gustos hahia elegido. vno.Ie permitía hacer<br />

largos viajes en busca de materiales 'par:llsu labor<br />

histórica; pero en su.biblioteca nut ridisima<br />

había reun ido grancanti<strong>da</strong>d: de.libros que : trataban<br />

de los sucesos pasados, y por lo que hace<br />

;1.Galicia, pudo allegar copiosísimos .elemcntos<br />

muy interesantes para reconstruir la obra dejos<br />

siglos: prescindiendo de que sus nombram ientos<br />

de Cronista de. las Indias, C01w:fero de Stt'¡lf af<br />

cstad y Cronista .de la Orden le facilitaban los<br />

archivos ofi ciales, y de qne,por encargo del Cabildo<br />

ordenó y catalogó el importantísimo de<br />

la catedral de Toledo, registró á su sabor 1 los<br />

de Sama s, San Juan del Poyo ,y otros muchos<br />

de los benedictinos de Galicia y recogió de este<br />

país num erosisimas y muy curiosas inscripcio-


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 24 3<br />

nes que enriquecen sus manuscritos, y como<br />

nota Murgu ía, que le cita con gran frecuencia<br />

tratando de la prehistoria del país gallego, fueron<br />

exp lota<strong>da</strong>s por el íamosisimo alem án H übner,<br />

cuyos volúmenes de epigrafía romana forman<br />

un ver<strong>da</strong>dero é incomp arable monumento<br />

de esta ciencia auxiliar de la historia. Además,<br />

recorrió :\ Calicia, fijándose en todos los accidentes<br />

notables del terreno, comparando la geografía<br />

moderna con la antigua y de la media<br />

e<strong>da</strong>d;" y adquiri endo idea exacta del lugar de<br />

los sucesos para no incurrir, por defecto de esta<br />

diligencia, en los g arrafales desatinos que se<br />

estamparon en los libros que hay escritos del<br />

reino de Galicia, aun siendo gallegos los autores,<br />

y para no imitar al ignorante analista Huerta,<br />

que «escribi ó en Santiago y parecc que estaba<br />

en la California », y al P. M. Cándnra, á<br />

quien 110 se puede aguantar, y á otros cuya<br />

ciencia consiste «en reimprimir errores añejos<br />

y patrañas modernas».<br />

Su erudici ón histórica es de lo más vario y<br />

admirable, como se puede juzgar por sólo el<br />

título de sus manu scritos, entre los cuales los<br />

hay quc tratan del nobiliario del Conde D. Pedro,<br />

del apellido Mnldonado, de las equivocaciones<br />

del analista Z úñ iga, de las reliquias del


244 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

Apóstol Santiago, de la ley sálica, de los collares<br />

del Escudo Real, de los privilegios concedidos<br />

por Fernando II á San Vicente de O viedo,<br />

de los fueros de Madrid y de los de Alarcón y<br />

Cuenca, del origen.de los Gigantes y Tarasca<br />

en las procesiones, de las máscaras y mojigangas,<br />

de las costumbres, etiquetas, ceremonias y<br />

juegos que se usan en España, de la Conquista<br />

de Ultramar y de las historias portuguesas.<br />

Como no podía menos de ser en regionalista<br />

tan práctico y tan fervoroso, sus principales<br />

trabajos de historia versan sobre la de Galicia,<br />

y entre ellos se deben citar sus Apuntamim tos<br />

para una Iastoria gmeral de Calicia, el .Frag ­<br />

mento de to: libro de Juall de Guem á», elogiando<br />

á' Pontcuedra, Castellanos de Orcuse, y los<br />

que tratan del Meco, de la Cruz de Ferro, del<br />

Privilegio de Ordeño JI, del Monasterio de SalI<br />

/OS , y de la Patria g allega de San Fernando.<br />

Como el país de los maragatos se halla tan<br />

próximo :í Galicia, en la cual alg ún tiempo estuvo<br />

incorporado, fue objeto de la atención del<br />

insigne polígrafo, en varios manuscritos, siendo<br />

el más interesan te el Discurso crítico sobre el<br />

origm de los maragatos, donde hace magnífico<br />

elogio de esta raza singular, no obstante que en<br />

otros trabajos suyos se quejaba del incalculable


LOS ESCRITOS DE SARMIENT O 245<br />

dinero que á título de jabón y aceite extraían,<br />

estafaban y robaban de Galicia, y de que se hubieran<br />

usurpado el inicuo privilegio de tasar los<br />

portes según su avaricia. Alma noble y generosa,<br />

espíritu superior :1las necias anticipacion es<br />

del vulgo, no titubeó en desenvainar la espa<strong>da</strong><br />

de la crítica en favor de unos hombres á quienes<br />

la ignorancia miraba con desprecio y trataba<br />

de ridiculi zar por sus raras costumbres, por<br />

su extraño traje y por el aislamiento en que<br />

se mantenían no cas ándose con los habitadores<br />

de los dem ás países. Sarmiento rechaza la opio<br />

ni ón general que hacia á los maragatos descendicnres<br />

de moros, manri capti, por lo cual<br />

tal vez, como nota D. Vicente Lafucnte, les estaba<br />

prohibido recibir órdenes sagra<strong>da</strong>s, no mediando<br />

dispensa; y examina si se llamadn así<br />

por alusión al rey Jlftlureg ato, dominador de<br />

aquel país; si serán los maurc!/i superiores d in ­<br />

f eriores que señaló al obispado de Astorga el<br />

Concilio lucense de 569. los cuales acaso eran<br />

los mismos Lupel'tii . que, según Tolomco, tenlan<br />

por capital a A storga; si descendedn de<br />

alguna s tribus veni<strong>da</strong>s de la ntauritania de<br />

África, <strong>da</strong>ndo nombre al río de Manrclos que<br />

baja de la Maragatería :1 Malina Seca, cosa verosimil<br />

teniendo en cuenta que en Ponferra<strong>da</strong>


246 BIBLIOTECA GA LLEG A<br />

residía la segun<strong>da</strong> cohorte llama<strong>da</strong> Flavia Pacatione,<br />

comp uesta de mauritanos, quienes al poblar<br />

el territorio hasta cerca de Astorga, como<br />

los de la Legión poblaron ;\ León, se' llamar'Ían<br />

en latiu mauri p acati, de donde fue fá cil corromperse<br />

el nombre viniendo á parar en marag<br />

ato; si serán hijos de los cartagineses, denominados<br />

tambi én mauri, venidos al país cuando<br />

la emigración de los turdetanos, ó refugiados á<br />

él cuando Aníbal fué destrozado por los Escipiones,<br />

ó confinados allí para que trabajasen la<br />

tierra , cuando fueron vencidos los que invadieron<br />

á España en tiempo de Marco Aurelio; si<br />

les vendrá el nombre del adverbio latino tuauricatiu,<br />

pues viven á lo mauro, errantes desde un<br />

principio y dedicados ;\ viajar á caballo como<br />

los númi<strong>da</strong>s, ó del sustantivo uturcx, pelíasco<br />

con g arfios, por parecerlos las montañas de<br />

aquel país; y si, íinalmente, ser án los marag atos<br />

una mezcla de mauros ó cartagineses y godos,<br />

que eran sus parientes, ya que los g étlt!os<br />

del Africa provenían de los gctas del Pomo , de<br />

los cuales muchos vinieron ;\ España en el siglo<br />

V, ó bien el nombre gato vendr á del conde<br />

gallego D, Coto ó D. Catón (1) á quien Ordo-<br />

( 1) En Maragate ría hay un pueblo llam ado Vi üaga­<br />

IÓIl ,


248 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

ser el' más con ocido , ha sido el más ponderado ,<br />

es indu<strong>da</strong>blem ente la Historia de la p oesía y de<br />

los p o<strong>da</strong>s esp añotes. Para qu e no se crean exage<br />

ra<strong>da</strong>s nu estra s alabanzas, reproduciremos alg<br />

unas ajena s. Milá y Fontanals, en su libro<br />

ace rca de los trovadores en España, dice qu e<br />

allí aparece el autor como crítico muy p erspicaz;<br />

Se m pe re, qu e con tan negros colores pintaba<br />

la decadencia de la ilu stración española en aquel<br />

siglo, reconoce que, no obstante carecer Sarmiento<br />

de los materiales que él mismo creía<br />

necesarios, su obra es original y de IlUte/lO m érito,<br />

por haber compulsado documentos qu e al<br />

marqués de Valdeflores pasaron inadvertidos.<br />

Tiknor, en su H istoria de la literatura esp añola,<br />

sabiamente co me nta<strong>da</strong> por Cayangos (1),<br />

manifiesta qu e dicho libro contien e «im po rtantes<br />

discusiones..... de mucha importancia y de<br />

fun<strong>da</strong>mento para mejorar en lo sucesivo la literatura<br />

»: y qu e es de g ran valor por cuanto, sig<br />

uicndo un rumbo en tera mente distinto del de<br />

S ánchez, viene a parar con frecuencia ;1 unos<br />

mis mos res ultados; D . José Fern ándcz Espino,<br />

en su Curso histórico crítico de literatura esp mio·<br />

(1) T omo 4, pago69.


250 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

tenid as en-cuenta y. lleva<strong>da</strong>s á la práctic a (1). Se<br />

descubre igualmente la generali<strong>da</strong>d y extensión<br />

de sus conocimientos históricos en los diversos<br />

trabajos . referentes á su Congregaci ón , en los<br />

cuales no sólo se ocupó en la regla de .San Benito,<br />

en -la sinrazón de .presentar el Rey las abadías<br />

benedictinas, y en 'hacer extraeros. de docu ­<br />

mentos pertenecientes á monasterios famosos,<br />

sino que además, cm vario s de ello s, pedía con<br />

las mayores instancias y con gran copia de 'razonamientos<br />

al ge ne ral de la Orden, que se fomentasen<br />

en la mism a los estudios diplorn áticos<br />

(2), á cuyo fin ideaba trazas oportunas y<br />

plan eaba , métodos y sistemas, algunos mu y<br />

merecedores de llamar la atención de los qu e<br />

tratan del ar reglo de los archivos y I con servación<br />

de instrumentos.<br />

Su criter io histór ico guar<strong>da</strong>ba proporción con<br />

el tesoro de noticias que su 'laboriosi<strong>da</strong>d no in- '<br />

terrurnpi<strong>da</strong> había sabido reunir. Tiempo era el<br />

( 1), CqU ¡O lll\lSS¡ra de la dureza de su crítica, citare"<br />

mas esta s palabras de su represe ntación al Intend ente de<br />

Pa lacio, censurando las insc ripciones de ' las esta tua s de<br />

los re yes: •Ver<strong>da</strong>deramente que ha sido preciso discurrir<br />

mucho para errar tanto, y desbarrar infinito para haberl o<br />

errado todo> ,<br />

(2) • El archivo de un co nve nto . decia en carta al ge ­<br />

neral de San llenito. de be ser el primer emple o -de la<br />

casa>.


2)2 BIBLIOT ECA GALLEGA<br />

como siempre en semejantes casos, y, como<br />

siempre también; no supo contenerse dentro<br />

de los justos límites, y llegó con e! jesuita Masdeu<br />

á poner en du<strong>da</strong> ver<strong>da</strong>des tan evidentes<br />

como la existencia de! Cid Campeador. rSarmiento,<br />

aunque á veces se mostraba crédulo en<br />

demasía (1), solía estar muy sobre aviso para no<br />

dejarse imbuir y-embaucar por patrañas que an<strong>da</strong>ban<br />

con gran consideración en letras de molde,<br />

y eran prohija<strong>da</strong>s por personas de mucho<br />

crédito.<br />

Como una de las causas del desorden caótico<br />

que por largo tiempo reino en nuestra histor ia,<br />

designaba e! favor de que gozaban los genealogistas,<br />

que eran los que la habían emporcado,<br />

fabricando genealogías interm inables «que ninguno<br />

cree, ni acaso el interesado si tiene dos<br />

dedos de frente». Explicando cómo el arte dc<br />

las genealogías había parado cn el arte de mentir,<br />

decía que esto era de dos maneras, «o por<br />

ciega adulación de los familiares, o por el vil<br />

interés de los que comen de zurcir estas fi liaciones».<br />

De la heráldica, de la cienciaheroica y del<br />

(1) Co n la e<strong>da</strong>d fué desarro llándose su espíritu crítico:<br />

en 172), estando en Pont evedra, leyó la Crónica de<br />

D. R odrigo, de Migu el Lun a, y diez años antes el Hcroso<br />

de Anio Vitcrbo , y los creyó ,1 pie juntillns.


LO S ESCRITOS DE SARMIENTO 253<br />

arte del blasóll abominaba como de cosa moderna<br />

importa<strong>da</strong> del extranjero, ocasiona<strong>da</strong> á alterar<br />

la ver<strong>da</strong>d histórica, y tan risible y fuera de<br />

propósito como «si se colocasen en sistema las<br />

fábulas heroicas de Ovidio ó la genealogía de<br />

los dioses de Bocacio» (1).<br />

Su profesión de fe en materias históricas se<br />

reducía á creer lo que viese. «No soy ami go,<br />

decía , de preocupar á los lectores para qu e difieran<br />

á mi dictamen. Yo gozo del mismo pri ­<br />

vilegio para no deferir á dictámenes ajenos, no<br />

palpando y viendo y leyendo instrumentos autenticas<br />

y coetáneos» (2). No siendo en el dogma<br />

católico, por mucho que se lo asegurasen ,<br />

refiere que sólo creía CUIn bCllc.ftcio imJe1ltarii, ó<br />

cuando más , por no meterse en disputas; intcriuatnentc,<br />

hasta que por sí mismo saliera de la<br />

du<strong>da</strong> . Consecuencia de estos principios'era el<br />

que aprobase y recomen<strong>da</strong>ra calurosamente<br />

que no se escribiese 'historia alguna donde no<br />

hayan de figurar como apéndices las ' piezas au ­<br />

ténticas justijicati'lJas de los ¡techos. La tradi ción<br />

representa, á no du<strong>da</strong>rlo, un elemento ' valiosísimo<br />

para llegar á la posesión de la ver<strong>da</strong>d histó<br />

rica, y en mu chos casos 'es ver<strong>da</strong>deramente<br />

(1) Onom ástiro etimológico.<br />

(2) N acimiento d.: Sa n Fernando er: Gallcia, núm. 4925.


2)4 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

hilo .de Ariadna para .orienrarse en el obscuro<br />

laberinto I de ' los hechos; el P. Sarmiento, no<br />

obstante, la miraba con malos ojos' y tenía de<br />

ella gran descon fi anza, porque «con ese chorrillo<br />

fatuo de tasnbicn es trridicióll constante llevó<br />

el diablo to<strong>da</strong> la ver<strong>da</strong>d hist óricas'. ) (<br />

Proyectista sempiterno, a fió de que tuviese<br />

la -historia una base rigu rosamente exacta con<br />

irrecusables pruebas en que fun<strong>da</strong>r ca<strong>da</strong>runo de<br />

los.asertos: pedía la ayu<strong>da</strong> del Rey y proponíale<br />

.varias trazas.ien'; niiestr óentender insuflcientes,<br />

para evitar-rol que las mone<strong>da</strong>s antiguas I y<br />

curiosas se fundieran ó sacasen.del Reino. En<br />

cuanto a los manuscritos andu vo mas acertado,<br />

pues hubiera sido muy beneficiosa y no dificil<br />

de cumplir, una Real orden en que, .señalando<br />

un tiempo ·bastante largo y aun algún 'auxilio<br />

en dinero, se man<strong>da</strong>ra, interesando su honor y<br />

amor propio a losiobispos, cabildos, conventos,<br />

señores y, municipios de España que imprirnieran<br />

los instrumento s de sus archi vos, v. gr., privilegios,<br />

fun<strong>da</strong>ciones, donaciones,' concordias y<br />

testamentos anteriores al año 150 0 . Sobre todo,<br />

y antes que na<strong>da</strong>, deberían publicar los tllmbos y<br />

bccrrros,pues en ellos «todo es plata, es oro para<br />

fun<strong>da</strong>mentar una historia general de España»,<br />

y tendrían seguram ente muchos lectores, aun


LO S ESCRITO S DE SARMIENT O 25 7<br />

cripc iones,7.008 escriturasvz.oz r me<strong>da</strong>llas y<br />

mu ltitud de extractos de historias, de las cual es<br />

439 eran del tiempo de los sucesos en ellas narrados.<br />

Desentrañando el origen de la poca afición<br />

que se había tenido últimamente :i fun<strong>da</strong>mentar<br />

los suce sos sobre pruebas documentales, presentaba<br />

como causa potí sima , am én de la pereza<br />

intelectual, la invención de los falsos cronicon<br />

es (1), que llenando superabun<strong>da</strong>ntemente<br />

las lagunas de la historia, tapando con noticias<br />

fabrica<strong>da</strong>s en su fantasía mentirosa cuantos<br />

hu ecos habían dejado los anti guos narradores,<br />

y saciando con <strong>da</strong>tos peregrinos los estímulos<br />

todos de la curiosi<strong>da</strong>d, ahorraban la mol estia<br />

de consultar las fuentes y de trabajar sobre los<br />

originales, ciñéndose así la tarea de la cuasi<br />

totali<strong>da</strong>d de los historiadores del d écimos éptimo<br />

siglo á com entar aquellos libracos tenidos como<br />

otros tantos evang elios, y :i componer sus con ­<br />

tradictorias nece<strong>da</strong>des y excusar sus visibles<br />

monstr uosas patrañas. Tratábase así de rellenar<br />

(1) Es curiosa la noticia que <strong>da</strong> , en el núm. 79 de la<br />

Geografía de las cuatro utas militares, acerca del decreto de<br />

la Real Academia Port uguesa de la Historia, en 1721,<br />

proh ibiend o que ningu no de sus individuo s cite los erolIi<br />

C(JIl U , ni otros libro s que en él se determinan.<br />

17


262 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

enriqueciendo generosamente á los autores, en<br />

especial al jesuita T erreros, al agustino Flórez<br />

y al presbítero bañezano Ferreras, director de<br />

la Biblioteca Real, sus íntimos amigos; y aportó<br />

á la ciencia histórica descubrimientos notables,<br />

como fué el de la patria del autor del<br />

Quijote, que dió á conocer en el precioso manuscrito,<br />

que, fechado en 9 de Mayo de 1761,<br />

dedicó á tan interesante asunto, pues na<strong>da</strong> ó<br />

poco importa ría que la primera noticia sobre el<br />

particular, que luego sirvió para encontrar la<br />

parti<strong>da</strong> de bautismo de Cervantes en Alcalá y<br />

otros documento s referentes á su vi<strong>da</strong>, la hubiera<br />

Sarmiento oído á D. Juan Iriarte, segun<br />

cuenta en su Ensayo de una B ibliott'Ca de traductores<br />

espaiíoles el mismo Pellicer, a quien en<br />

el referido trabajo sobre la ver<strong>da</strong>dera patria del<br />

Jlfiguet de Cervantes pone Sarmiento como<br />

digan dueñas, descubriendo y publicando que<br />

las mas de sus genealogías están toma<strong>da</strong>s de<br />

autores supuestos.


VIII<br />

IlIBLl OGRAFiA' ,1<br />

• I<br />

L nombre de Sarmie nto como bibliógrafo<br />

puede tigura p dignamente al lado<br />

de sus contem po ráneos Rodríguez<br />

Castro, Lucas Cortes, Mnyans, Florane s, Casiri,<br />

Pellicer, Fr. Miguel de San Jase, D. Ignacio de<br />

Aso, y Sarn pere y Guari nos: tenía ideas propias<br />

acerca de la clasificación y distribución de los<br />

libros en las Bibliotecas, materia quc ha sido<br />

últimamente objeto de prolijos estudios y <strong>da</strong>do<br />

lugar ;\ diferentes sistemas, entre los cuales son<br />

los más seguidos hoy el utilitario de Brunet y<br />

el decimal dc Mclvil Dewcy: aunqu e era en el<br />

pasión dominante el adquirir libros, no se le<br />

ha de poner entre los bibli ómanos á quienes<br />

Puigblanch calificaba de «acarreadores y faquí-


264 BIBLI OTECA GALLEGA<br />

nes de la rep ública de las letras» sinó en el<br />

numero de los bibliólogos inteligentes, de los<br />

cuales los hubo en España de tan buena cepa<br />

como D. Nicolás Antonio.<br />

En su eterno afán por qu e se abri esen á las<br />

muchedumbres las puerta s del Santuario de la<br />

ciencia, no cesaba de pedir que se facilitara al<br />

público todo lo posible la lectura. Hasta en escri<br />

tos cuyo asunto se pr estaba tan poco á esta<br />

clase de reflexiones, como el Del pájaro Flamenco<br />

ó Fenicoptoro, ru ega encareci<strong>da</strong>me nte ;t<br />

las personas adinera<strong>da</strong>s, que empleen algo de<br />

sus riquezas en la formación de libr erías, á las<br />

que en determina<strong>da</strong>s condiciones pudiera el público<br />

entrar. Aunque no era difícil visitar las<br />

bibliotecas monacales, creía necesario que hubiese<br />

otras donde el pueblo estuviera con derecho<br />

propio como en casi to<strong>da</strong> s las obras de<br />

utili<strong>da</strong>d pública; intervino en el arre glo y mejoramiento<br />

de la Biblioteca Nacional, cuyo direc ­<br />

tor D. Juan de Ir iarte, que le con sultaba en<br />

muchos casos, era uno de los que frecuentaban<br />

la tertulia que tenía en la cel<strong>da</strong>. Para complacerle,<br />

y á consecuencia de conve rsaciones teni ­<br />

<strong>da</strong>s con el, escribió Sarmiento, en 174 3, sus<br />

dos extensos trabajos titulados Refiexioucs literarias<br />

para una Biblioteca Real , y S obre la


266 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

conveniencia de que se reunan tantos documentos<br />

interesantes, dispersos y casi perdidos<br />

para la ciencia; de la mejor manera de arreglar<br />

un archivo; y de las dificultades que ofrece el<br />

ejercer con perfección el utilisimo y muy honroso<br />

cargo de archivero. Hasta del origen de la<br />

imprenta , del material de los libros y del en<br />

que debían escribirse los que conviniera conservar<br />

muchísimo tiempo, diserta en su Autigiie<strong>da</strong>d<br />

del papet, teniendo por incorruptibles<br />

y muy propias para este fin las pencas de la<br />

pita y el papel que se hiciese de corteza de<br />

b étula, árbol de cuyas propie<strong>da</strong>des ver<strong>da</strong>deras<br />

aseguraba haber escrito en España antes que<br />

nadie. Dueño de una librería de 7.500 vo lú rnenes<br />

no adquiridos á granel, sino con la discreción<br />

y el tino de quien en ca<strong>da</strong> uno gasta sus<br />

últimas mone<strong>da</strong>s, y teniendo además á su disposición<br />

la biblioteca de un convento, colmena<br />

sin zánganos, en que se recogía lo más jugoso<br />

de las.flores de la hu mana sabiduría para, en el<br />

invierno del recogimiento y del retiro, elaborar<br />

artísticos panales de miel sabrosa, su ansia inextinguible<br />

de estudiar tenía abun<strong>da</strong>ntisima y<br />

varia<strong>da</strong> materia en que ejercitarse.<br />

Las relaciones que la fama de su saber universal<br />

le proporcionó con los hombres más


LOS ESCRITOS DE SARMIEN TO 267<br />

instruidos de su tiempo, sirvieron para aum entar<br />

el cau<strong>da</strong>l de sus noticias, y le suministraban<br />

nu evos modos de enriquecer los conocimientos<br />

con libros raros que no se hallaban al alcance<br />

de sus recursos.<br />

Su mayor gusto con sistía en adquirir, examinar<br />

ó saber de volúmen es curiosos ó poco<br />

conocidos; y aunque apenas salía de Ja cel<strong>da</strong>,<br />

se <strong>da</strong>ba art e para hacerse con tomos muy selectos.<br />

Despu és de hablar de un sin fin de libros,<br />

cuya enumeración le ocupó veintiocho pliegos<br />

y medio, decía que era e dificil hallar muchos<br />

de ellos ».<br />

Conocía perfectamente los trabajos de las diversas<br />

Academias de Europa, y bajo el título Colecciones<br />

varias, discurre admirablem ente acerca<br />

de las producciones de las más importantes<br />

socie<strong>da</strong>des científicas y literarias.<br />

En su Catálog o de algunos libros curiosos y<br />

selectos se descubre que manejaba obras tan<br />

costosas y extensas como la A uglia sacra y el<br />

Monasticou anglicano, los Concilios ingl eses de<br />

Wilhins y los Instrumentos publicas de Rymer,<br />

y los monumentos literarios con que engrandecieron<br />

las erudiciones francesa e italiana<br />

Marthas, Dionisia de Santa María, Ughelo y<br />

Muratori .


268 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

Na<strong>da</strong>, empero, más admi rable que ver cómo<br />

explica al por menor las varias circunstancias<br />

de ca<strong>da</strong> edición, comparando ent re sí las de<br />

muchos libros y haciendo acerca de ellos obser ­<br />

vaciones no desatendibles. Recomen<strong>da</strong>ba mu ­<br />

cho las impresiones procedentes de las prensas<br />

de los Manucios en Roma y Venecia , de los<br />

Es téfanos en París, de los GrypllOs en Ly ón, de<br />

la oficina Plantiniana en Amb eres y de los<br />

E lzevirios en Holan<strong>da</strong>.<br />

Bibliólogo entendidisimo, en los tres manuscritos<br />

donde habla de las obras que poseía y en<br />

los otros tres en que trata de cóm o podría formar<br />

una librería escogi<strong>da</strong> el particular que para<br />

ello tuviese destina<strong>da</strong> cierta canti<strong>da</strong>d de din ero,<br />

demu estra una competencia en materia s de<br />

erudición general, que ver<strong>da</strong>derame nte asombra<br />

no meno s que cuando propone la traza para formar<br />

una Biblioteca Nac ion al dign a de Españ a.<br />

Aunque le repu gnaba el oficio de censor,<br />

tu vo que escribir la ajJroóación de multitud de<br />

obra s, y nos dejóexá me nes críticos del Padre<br />

Blallc!lino, de La EsjJaiia Primitiva, de La<br />

corrección de los tiempos, de la obra del Baró n<br />

de Suedeberg, titula<strong>da</strong> De C(E!o el de iufemo.<br />

del Espea ácnio de la uaturaieea, y de otras<br />

varias producciones literarias.


LO S ESCRlTO S DE SARMIENT O 269<br />

Adem ás de poner muy eruditas notas a varios<br />

códices, entre ellos algunos ar ábigos, y de<br />

hacer el extracto de muchos becerros, especialmente<br />

del de Celanova, estudió y comentó a<br />

su manera Ei libro del tesoro por Bruneto, La<br />

Id storia del Cid) la Biblia fcr rarieusc, los Poemas<br />

de Gonzalo de Berceo, el Poema de Juan<br />

Ruiz, el Fuero J uzgo y las Historias de Juan<br />

de Oviedo. ·<br />

Con ser tan aficionado á todo linaje de erudición,<br />

sentía invencible repugnancia a los en·<br />

ciclopedistas traspirenaicos, por creer que poco<br />

de substancia se hallaba en sus ligeros y na<strong>da</strong><br />

originales escritos, y, mas que otra cosa, porqu c<br />

su fervor religioso no se avenía con la sosega<strong>da</strong><br />

lectura de los que sé burlaban de las practicas y<br />

creencias en 'que él gloriábase de ser intransigente.<br />

Escribiendo a D. Jase Antonio de Armona,<br />

le decía: «De Voltaire y de to<strong>da</strong> la cofradía<br />

de ateistas extranjeros con el primor de insolentes<br />

y desvergonzados, digo lo que Aretino<br />

respondió: que no murmuraba de Dios, porque<br />

no le conocía. Na<strong>da</strong> de esa canalla tengo, ni<br />

entrará en mi cel<strong>da</strong>. Á fuerza me introdujeron<br />

un escrito de Voltaire; me ratifiqué en mi aversión<br />

por ese apóstol de la impie<strong>da</strong>d y de la lujuria.<br />

En cuanto leí, ni un grano de instrucción


270 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

recogí; ni me espanté de ratones, ni tampoco<br />

me encantó con sus palabras».<br />

Tampoco le gustaba de los franceses la mo<strong>da</strong><br />

que les atribuye (1) «de hacer que hacemos y<br />

de escribir que escribimos de to<strong>da</strong>s las cosas en<br />

poco pap el », si bien otras veces se queja de la<br />

difu sión de estilo y de la demasia<strong>da</strong> extensión<br />

de las obras, diciendo (2) que le habían estafado<br />

«no poco din ero y algo de tiempo algunos<br />

impresos, cuyo fárrago, todo fuera del asunto,<br />

sólo en una corta digresión se habla de él».<br />

P árrafo qu e recu erd a aqu ello del fabulista clásico,<br />

de que j úpiter puso al hombre dos alforjas<br />

de vicios y en la de adelante los ajenos,<br />

p,ues en .abun <strong>da</strong>ncia de digresiones podíaSarmiento<br />

<strong>da</strong>r quince ,y. raya al más pintado. Igualmente,<br />

cargaba a las otras naciones el muerto<br />

de que to<strong>da</strong> la ilustraci ón.se fuera reduciendo á<br />

diccionarios, y enciclopedias, con lo cual na<strong>da</strong><br />

se estudia COn fund amento, «y .se va exaltando<br />

la charlatanería de.lo s sernidoctos y de los sao<br />

bias de apariencias ». Lo qu e dice á propósito de<br />

los títulos con qu e por aqu el ent onces se engalan<br />

aban las obras para presentarse al púb lico ,<br />

(1) So ére la planta /lar<strong>da</strong>na.<br />

(2) Soore la scixcora.


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 271<br />

merece ser trasla<strong>da</strong>do á estas páginas sin quitar<br />

ni pon er tilde: «El buey por b palabra, y el libro<br />

por la facha<strong>da</strong>, qu e suene á manera de<br />

Pharuzacopca triumpllantc, .lI1édula cutrap élica,<br />

Universo abreviado, Formas ilustra<strong>da</strong>s á la luz<br />

de la razón-habiendo sido a moco de candil,-Ente<br />

diluci<strong>da</strong>do, y otros mascarones semejantes,<br />

que son como los sepulcros de alabastro,<br />

que no tien en más que hue sos sin<br />

m édula»<br />

En vista de que, como él decía escribiendo a<br />

o. Ju an de Iriarte, por punto ge neral son los<br />

mas aficionados á comprar libros los qu e «óno<br />

tienen dinero, ó lo nec esitan para cosas más<br />

precisas», hizo .cuanto pudo por que se aumentase<br />

y.enriqueciese la Biblioteca Nacional. Doliéndose<br />

de que libros muy curiosos se vendieran<br />

á peso para ir á parar «á una confitería ó a<br />

casa de un cohetero», y considerando que mu ­<br />

chos mu y interesantes corren riesgo «de salir<br />

de España para no volver», compraba para sí ó<br />

para otros todo s los libros selec tos de que tenía<br />

no ticia, y cuando esto no le era posible, rogaba<br />

con las instan cias mas encareci<strong>da</strong>s qu e se llevasen<br />

á la Biblioteca Real, dond e había ord en de<br />

adquirir cuantas obras y antigüe<strong>da</strong>des de ver<strong>da</strong>dera<br />

im portancia se ofreciesen. De este modo,


272 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

escribía con noble orgullo, al tratar de mercaderes<br />

de libros y bibliotecas de uenta, «he concurrido<br />

a que no saliese n de España m uchos de<br />

los monumentos literarios».<br />

Á esto, y con razón sob ra<strong>da</strong>, le concedía importancia<br />

excepcio nal, porqu e de. sacarse fuera<br />

de España libros raro s y cu riosos y no hacerse<br />

en ella casi reimpresión nin guna, se ha ori ginado<br />

que los extranjeros «van con virti end o las<br />

obras de un españo l con otro nom bre de media<br />

docena de k, k, Y después vienen a vendernos<br />

nu estros mismos entendimie ntos-como hac en<br />

con las lana s- y adoramos com o nuevo lo que<br />

ya teníamos despreciado». Por eso quería , y<br />

para con seguirlo hizo vivas gestiones cerca de<br />

los poderes públicos, viendo coronados sólo en<br />

mu y pequeña parte sus esfuerzos, qu e se exhumaran<br />

mil y mil monumentos literarios por<br />

donde que<strong>da</strong>ría patente lo exuberante y florentísimo<br />

de nu estra lit erat ura, cuando, hasta el<br />

siglo XV , no había mas en Euro pa «que la qu e<br />

por medio de las escuelas de España se le había<br />

comunicado de los árabes».<br />

Como la sabiduría ver<strong>da</strong>dera se com unica sin<br />

envidia, según la frase de la Escritura, Sarmie<br />

nto no escondía el sitio donde había encontrado<br />

tesoros de erudición, ant es quería


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 275<br />

ral de España en latín y otra en castellano, que<br />

se reduzcan á sólo compendio, y que satisfagan,<br />

á manera de los Anales de Baronio, á los que<br />

deseen enterarse de raíz de todo lo mas selecto<br />

que ha sucedido en nuestra Monarquía.<br />

Faltan muchas historias particula res, sin las<br />

cuales es quim érico que se pue<strong>da</strong> hacer historia<br />

general. Falta que en la física .experimental, en<br />

las matemá ticas y en to<strong>da</strong>s las artes serviles se<br />

escriban muchos libros en castellano para que<br />

todo género de gentes tengan libros de su profesión<br />

y oficio, y pue<strong>da</strong>n, en virtud de ellos, adelantar<br />

las artes , fábricas y man ufacturas, Esto<br />

mismo se ha hecho en las demás naciones extranjeras,<br />

y esto hacían los griegos, romanos, etcétera,<br />

ca<strong>da</strong> uno en la lengua vulgar de su' país».<br />

. Como quiera que el esfuerzo individual y<br />

privado no bastaba, por grande que fuese la<br />

erudición y la riqueza de un hombre, a realizar<br />

propósitos tan levantados y tan dignos, deman<strong>da</strong>ba<br />

Sarmiento la cooperación de las asociaciones<br />

sabias oficiales, y pedía que anualmente la<br />

Academia de Medicina publicara un volumen<br />

de observaciones sobre aquella ciencia y sobre<br />

la Historia natural en todos sus ramos; y otro<br />

la Academia de la Lengua, auxilia<strong>da</strong> por los director<br />

es de las doce imprentas reales, sobre his-


276 BIBLIOTEC A GALLEGA<br />

toria literaria, á imi tación del J oltrnal des sauants,<br />

de las 111állorias de Trevou x y de las<br />

Actas de Leipzig ; y el suyo correspondiente la<br />

Academia de la H isto ria , <strong>da</strong>ndo mayo r espacio<br />

á las noticias de descubrimientos y estudios qu e<br />

dé ce rca tocasen al pasado de nuestra patri a,<br />

po rque' decía inquieta rle el «que se gas te tan to<br />

tiempo en averi guar y saber las cosas de egipcios,<br />

griegos, romanos, etc., y tan poco en averig<br />

ua r nuesras antigüe<strong>da</strong>des». Ade más , proponhi<br />

el urgente establecimiento de un Observato ­<br />

rio astronómico y de una Acade mia de matemáticas<br />

ó de ciencias exactas, con la obligación de<br />

pu blicar periódicamente la relación de sus tareas<br />

y .{j e; los adelantos realizados en otros países.<br />

Q uien era tan amante de los libros y tan necesarios<br />

'los creía, no podía sino dedicarles m ucho<br />

tiempo; y á la ver <strong>da</strong>d, pa ra col egir lo vastisima<br />

de su lectura, hay sufi cie nte con este <strong>da</strong>to:<br />

en pocos meses esc ribió, como ya dijimos , dos<br />

vol um inosos tomos en defen sa de Fei joo, y en<br />

tan corto espacio de tie mpo t úvolo para acopiar<br />

mil auto ri<strong>da</strong>des, sob re los puntos más dive rsos,<br />

toma<strong>da</strong>s de ochocientos au tores, los cuales citaba,<br />

no, como pu diera ha cerlo, de memoria, que en<br />

el era tan capaz como segura, sino regis tran do<br />

con sus ojos y cop iand o de mano propia tc dos


j<br />

LOS ESCRITO S DE SARMIENTO 27i<br />

los textos aducidos, con nimie<strong>da</strong>d tanta, que no<br />

de otro modo obraba, seg un su testim on io, ni<br />

«aun para poner algún verso trivial de la Escritu<br />

ra ó de poetas».<br />

Dotado de una reten tiva sin igual y conservando<br />

frescas las ideas au n después de mucho<br />

tiempo de haberlas depositado en el riqu ísimo<br />

almacén de su mem oria, al tratar exprofeso de<br />

un punto, acudían a los de su pluma en tropel<br />

mu ltitud de noti cias mas ó menos de cerca<br />

relac ion a<strong>da</strong>s y, sin arti ficio ni viole ncia alguna,<br />

del todo espon táneame nte, cuan to en orden á<br />

determina<strong>da</strong> materia en muy diversas ocasiones<br />

y volúmenes hnbia leído. Así, v. gr., en la Obra<br />

de 660 jJlieg os (I), refiriénd ose á su examen<br />

del famoso libro del maestro del Dant e, hace<br />

esta observación , qu e merece ser aquí consi gna<strong>da</strong>:<br />

«Bruneto latino, maestro del poeta Dante,<br />

escrib ió el libro del Tesoro. que vi impreso<br />

en italiano y es muy r: ro. lay en ese T esoro<br />

un contexto del cual se infiere que Bru neto latino,<br />

en el siglo XIII , ya su ponía cierta la circulación<br />

de la sangre en el cuerpo y la circulación<br />

de las aguas en el globo terráqu eo».<br />

Más de un a vez, preciso se hace confesarlo,<br />

( 1) N úmero l\¡6 .


278 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

su erudición bibliogr áfica es ino po rtuna, y no<br />

viene reclama<strong>da</strong> por el asun to; como, seg un la<br />

co mparación vu lgar , en un a banasta de cerezas,<br />

si se tira de una , salen varias reuni<strong>da</strong>s, uconte<strong>da</strong>le<br />

qu e al expresar cualquier idea, tan tas rela ­<br />

cion es. y aspec tos de la misma en su memoria<br />

se representaban y tal cumulo de obser vaciones<br />

propias y ajen as se le ocurrían, qu e se veía<br />

y se deseaba para desem bara zarse de e1I 2s y<br />

seguir su camino.<br />

Atribuí anselo sus adversarios á com ezón de<br />

lucirse y á vano alarde de sabe r, en lo que<br />

ciert amente se apart aban de lo justo. Véase lo<br />

que se le decía en el tomo pr imero del Crisol<br />

critico (1 ): Esto de ser los hombre adinerados ,<br />

tiene hecho lo más para gastar papel sin fun<strong>da</strong>men<br />

to, llenándolo de farraguilIos y fárragotes.<br />

Y porque yo apunté dos ó tres especies de<br />

ali mentos extraordinarias, el Padre Sarm iento,<br />

para mostrar lo mucho que me excede en extraordinari<br />

as, trae todos los alimentos extraños<br />

qu e hay en el Mundo, y las Naciones que los<br />

usan ; y con esto entra un numero, y sale otro<br />

cargado de historietas, y vuelven á en trar, y<br />

salir conotras tan tas los qu e restan. " Y en el<br />

(1) Página 110.


280 ¡ BIBLI OTECA GALLEGA<br />

vos ». No es menos lau<strong>da</strong>torio lo que de él dicen<br />

-D. Pascu al de Gaya ngos y D . Enrique de<br />

Vedia en las siguientes frases (I):<br />

«Fu é el P. Sarmiento un a de las lumbreras<br />

del siglo .iy su erudición , ver<strong>da</strong>deramente inmensa,<br />

solamente puede ser compara<strong>da</strong> con la<br />

de su maestro Feijoo. Échase de ver en sus<br />

esc ritos un noble deseo de ser útil :í: sus iguales,<br />

y preciso es confesar qu e en to<strong>da</strong>s sus obras<br />

resplandece la sana crític a y un juicio recto, 'y<br />

que ningún eclesiástico de su tiempo le aventajóen<br />

erudición pro fana ». Men én dez y Pelayo, y<br />

con este nombre, que vale por mu chos, cerramos<br />

la lista, fácilmente sus ceptible de cuantioso<br />

aumento, llama á nuestro autor,


282 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

servíale para perfeccionar sus estudios de filología,<br />

y para hacer interesantes descubrimientos<br />

en esta importantí sima ciencia. Si examina la<br />

Biblia Ferraricnse, es, como el confiesa, «para<br />

penetrar algun as etimologías y primitivas significaciones<br />

de algun as voces castellanas»; si<br />

lee con tanto cui<strong>da</strong>do el Tesoro de Bruneto<br />

Latino, man<strong>da</strong>do traducir por D. Alonso el Sabio,<br />

lo hace «para la observación de algunas<br />

voces castellanas»; el mismo fin se propone<br />

estudiando la Conquista de Ultramar, ó sea de<br />

la tierra santa, traduci<strong>da</strong> de orden del mismo<br />

rey, cuyas palabras analiza por orden alfabético:<br />

lo propio ha de decirse de su examen del códice'escrito<br />

en el siglo XV, en que se contienen<br />

varias historias antiguas atribui<strong>da</strong>s:á Juan de<br />

O viedo, «cuyo idioma es castellano antiguo,<br />

pero con mezcla de muchas voces francesas y<br />

lemosinas, lo que, y el haberse copiado en Arag<br />

ón, hace sospechar que será el autor aragonés»;<br />

ni llevaba otro propósito al estudiar el<br />

códice Historia dc Rui Diac de Viuar, Ó del<br />

Cid c nnipeador. y el Poema ril' Juan Ruiz,<br />

Arcipreste de Hita, y el lIIenor <strong>da</strong>iio en utedicina,<br />

de Alonso Chirino, donde, despu és de hablar<br />

de varias ediciones de dicha obra, corrigiendo<br />

de paso algunos errores de D. Nicolás


LOS ESCRIT OS DE SARMIENTO 283<br />

Antonio, dice: De todo saquéias troces castellanas<br />

que se siguen, y los Fueros dela villa·de<br />

jl1adrid. del tiempo de Alo nso VIII, escri tos en<br />

leng ua latina arromanza<strong>da</strong>.<br />

Pocas obras suyas se en co nt rará n en que no<br />

estén explica<strong>da</strong>s multitud de etimologías de la<br />

man era mas or iginal y curiosa. Cuando menos<br />

era de esperar.juzgando por el título y aun por<br />

la índ ole del trabajo, se topa uno de ma nos á<br />

boca co n un bue n golpe de explicaciones etimológicas<br />

y lexicográficas que, si tal vez sorpren<br />

den por el sitio que ocupan, complacen<br />

extraordinariamente por el ingenio qu e en ellas<br />

se descub re. De cuando en cuando la ocasión '<br />

viene cog i<strong>da</strong> por .los cabellos,.y como si temiera<br />

qu e se le escapase de entre las manos y sin ­<br />

tiese haber de dejarla, aprov échasede ella (con<br />

t.\I1 buena gana que, interrumpido el hilo del<br />

discu rso, la con sagra todo al cariño de su .atención,<br />

resu ltando principal lo accesorio, objeto<br />

el inc idente y de proporción desmes ura<strong>da</strong> lo<br />

qu e sólo por vía de parentesis debió ser intercalado.<br />

Entre las obras de este gé nero, riq uisimas en<br />

erudi ció n filológica mas de lo que parece reclamaba<br />

el asu nto, merecen especial menci ón sus<br />

tres Viajes, los Apuntamientos para exornar el


284 .BIBLI OTECA GALLEGA<br />

T eatro Crítico, en los cuales nota la correspondencia<br />

de muchas voces anticua<strong>da</strong>s con las modernas;<br />

el Reconocimiento de seis mone<strong>da</strong>s romanas<br />

que se hallaron m Huefva, donde discurre<br />

admirablemente sobre el nombr e de aquella<br />

ciu<strong>da</strong>d; la Confirmación de que el origen de la<br />

fábula del iJ'Iecoy del d iasco nacióf uera de Galicia;<br />

en que defiende una vez más que el árabe<br />

no ejerció influencia alguna sobre el gallego,<br />

fundándose en que Galicia jamás sufrió el yugo<br />

de los musulmanes; y la Geografía de las cua­<br />

'tro vías militares romanas que salían de Braga<br />

á Astorga, que trae la etimología de Portugal y<br />

otras muchas.<br />

.De las innumerables etimologías que se r hallan<br />

en sus obras sólo citaremos una saca<strong>da</strong> de<br />

su precioso trabajo Kali, S osa .y Barrilla, por<br />

referirse á una gloria gallega, acerca de cuyo<br />

apellido, en lo relativo á su ortografía y origen,<br />

escribió muy eruditamente D. Andr és 1 Iartinez.<br />

Se ha dicho ser opinión de Sarmiento que el<br />

apellido Feijoo, usado primeramente por el hazañoso<br />

conde D. Ti balde, se derivaba de J.aSS1 J •<br />

lus, corrup ción del latín Fa c solus, en gallego<br />

Fai so, aludiendo á su desafio victorioso con<br />

seis de los moros más valientes que acompañaban<br />

;\ Alrnanzor. Lo que dice en el lugar citado


286 BIBLI OT EC A GAL LEG A<br />

- --- - - - - - - - - - - - - - - - -<br />

sob re averigu ar la ethimo log ia de su nombre,<br />

si vino de Hippos, ó no vino. Mejor fuera que<br />

se dexara del/upo que practica en alargarse en<br />

las erudiciones que 110 son del caso, cuan do<br />

desampara los argumentos, á que co mo Defenso<br />

r. está obligado.., Responde el Padre Lector,<br />

y gasta en ello cerca de tres planas; ¿quien<br />

no discurriera, que en una dila tació n semeja nte,<br />

diria mucho bueno , y del assumpto? Todo se<br />

le va en <strong>da</strong>r bueltas por la circunferenc ia, apartándose<br />

del centro de la cuestión ».<br />

l.: ;r:an 'conve nc ido estaba de la utili<strong>da</strong>d de las<br />

investi gaciones etimo lógicas, qu e no se cans aba<br />

de predic arla (1):' con el ejemplo, sobre todo,<br />

hacia su-principal: panegí rico ,' niostrando c ómo<br />

por' tal ma nera>se .llegaba al descubrimie nto de<br />

mu y imp ort antes ver<strong>da</strong>des. Sirva par a ejemplo<br />

éste, tomado al azar (2): «Confórmase con lo<br />

que .acabo de oír á un gallego, testigo ocular, y<br />

es que en' lugar de lVl oymmta, rio arriba del<br />

rio L éres de Ponteved ra, hay cerca un campo<br />

de Marnoas , y que creen ser sepulcros con tesoros.<br />

Tengo presentes otras voces gallegas vul-<br />

(1) T o<strong>da</strong> la carta, por ejemplo, quc escribió al Duqu<br />

e de Medina Sidonia el 29 de Agosto de 1760 versaba<br />

so bre este asunto.<br />

(2) Apuntamim tos para los caminos,


LOS ESCRIT OS DE SARMIENT O 287<br />

gares geográficas, que me han <strong>da</strong>do pie para<br />

hacer algunas reflexiones. Así el gallego ó castellano<br />

curioso, que en Galicia quiera rastrear<br />

algun as antigü e<strong>da</strong>des, reflexione mucho en los<br />

nombres de los sitios. Pregunte por todosrlos<br />

parajes en donde hubiere lIf amoas. Por los lugares<br />

llamados Oley ros y Pl uimellta. Y aun por<br />

los lugares llamados Berea, que son muchos. iy<br />

viene de Bere<strong>da</strong>, por si acaso se tropieza con<br />

alguna vere<strong>da</strong> ó vía militar de los Romanos.ide<br />

las cuatro de Galicia».<br />

Sin embargo, con todo y <strong>da</strong>r tanta importancia<br />

á las etimologías, era el primero en conocer<br />

cuánto se podía abusar de ellas, y á qué extremo<br />

suele condueir el tomarlas á ciegas por guías:<br />

por eso decía (1 ): «No apruebo la ignorante<br />

sat isfacción de aquellos que oyendo etyrnologias<br />

que no entienden, sueltan la carcaja<strong>da</strong>;<br />

perol se debe soltar la irrisión, cuando se quieren<br />

introducir etymologias visiblemente quiméricas.<br />

La averiguación de algu nas antigüe<strong>da</strong>des<br />

se podrá fun<strong>da</strong>r en etimología; pero esta ety"<br />

mología debe presuponer algun as cosas indisputables.<br />

Si se fingen sin fun<strong>da</strong>mento alguno<br />

nombres, hombres é idiomas, saldrá una etyrno-<br />

(1) Demostración (ljologitica, l . 1, pág. 426.


2 9 0 I BIBLIOTECA GALLEGA<br />

y. labiales; y la propie<strong>da</strong>d de to<strong>da</strong> letra del<br />

mismo órgano. 2 ." Que en el mism o silabario<br />

se observen las mud anzas de una silaba en' otra<br />

silaba. En estas dos reglas esta cifrado todo el<br />

Artifi cio de' las etimo logías ,' para reducir!el origen<br />

-de una voz de los seis dialectos dich os/á<br />

uua miz de la lengua latina. Esto por '!o que<br />

toca á descifrar una voz estropea<strong>da</strong> de un dialeer<br />

é; que en cuanto á la ident i<strong>da</strong>d del significado'<br />

en la lengua matri z, se requiere, además,<br />

una vasta literatura ». Palabras que traen á la<br />

memo riaorel famosisimo tri ángu lo uinventado<br />

por el Sr. Orch ell; catedrático del Instituto de<br />

Shn Isidro de 'Madrid, para explicar las 'modifi ­<br />

cacio nes y combinaciones de las letras vocales,<br />

)L los trab Ajós ?que respecto ái-la permutación y<br />

cambios de las consonantes han felicisimdmente<br />

1 realizado -j acobo Gri mm en cuanto , á los<br />

idiom as-indo-europeos' j Federico Diez lpor 10<br />

qne· hace á las lenguas románicas.<br />

Frecuentemente para buscar el origen de las<br />

voces, sienta principi os admirables, muy dignos<br />

de tenerse en cuenta por los que se dedican :í<br />

esta-especie de' no.desprcciables investigaciones.<br />

El colector de s us escritos para uso de D. Pedro<br />

Fra ileo Dávila, al lIegar .í la hlilllol0iría dr 111<br />

voz Vnldrorras )' de su pucl/te Zigarrosa, ad-


294 BIll LlOTECA GA LLEGA<br />

por ciert o qu e hoy qu e con tanto ardo r y pasión<br />

se discu te el origen del lengu aje, punto de<br />

partid a para tan opuestos caminos y para tan<br />

contradictorios resultados, es de oportuni<strong>da</strong>d el<br />

recor<strong>da</strong>r lo que allí decía á propósito de la oscuri<strong>da</strong>d<br />

im penetrable en qu e aparece envuelto el<br />

pr inci pio de las len guas: «Ó Dio s las infund ió<br />

por sí mismo , ó si han tenido algún origen sublunar,<br />

no se debe buscar sino en los bárbaros<br />

y en los niños, qu e m ás hablan rem e<strong>da</strong>ndo sonidos<br />

naturales qu e inve ntando voces ad jJlad:<br />

tuus. Los doctos han formado las voces compuestas<br />

».<br />

En su parti<strong>da</strong> de defunción se consig na que<br />

«poseyó el hablar, entender y escribir to<strong>da</strong>s las<br />

lenguas», y aunque esto sea una evident e exage<br />

ración, y aunque lo qu e él decía en su N ota<br />

á ¡WS códices arábig os, conviene á saber: qu e<br />

hay diferencia entre poseer el árabe y el ten er<br />

alguna erudición arábi ga, debe decirse de las<br />

demás lenguas, es lo cierto qu e no eran escasos<br />

sus co nocimientos del francés, del italiano, del<br />

g riego y del árabe y aun de varios idiomas<br />

orientales, seg ún se descubre en sus obras, si<br />

bien su humil<strong>da</strong>d es tant a, que se empeñaba en<br />

hacer creer qu e hasta el gallego había olvi<strong>da</strong>do<br />

viviendo en Castilla, y qu e aun del latín sólo


296 BI BLI O T E C A GA LLE G A<br />

sin que ael viniese, lo que había estudiado<br />

acerca de ellas. Mañer (1) tomaba de'aquí pretexto<br />

para ridiculizarle, diciendo: «T al ansia<br />

por que le tengan por inteligente en el griego,<br />

quando para que se crea no se necesita más que<br />

de ver la coníu ssi ón con que escribe. Segun<br />

aquí y en otros passages descubre lo mucho que<br />

sabe de este idioma, se le ajusta la coplilla de<br />

nuestro famoso Góngora:<br />

En las lenguas es<br />

un gran Humanista,<br />

Señor de la griega,<br />

como de la Scithia».<br />

En cambio, la posteri<strong>da</strong>d ha solido hacer [usricia<br />

á sus estudios fil ológicos y de etimología.<br />

T iknor, por ejemplo, cita la proporción que<br />

establece Sarmiento entre las lenguas comporientes<br />

del castellano, y dice que «estudió deteni<strong>da</strong>mente<br />

este asunto » y que «probable es<br />

que este cálculo no diste mucho de la ver<strong>da</strong>d».<br />

(1) Tomo l, p,íg. 246.


LOS ESCRIT OS DE SARMIENT O 299<br />

lez, que merezca la atenci ón de la critica. Los<br />

remedios que se idearo n entonces para cu rar<br />

los males de nuestra literatura constituyeron<br />

otra enferme<strong>da</strong>d: el clasicismo cort ó los vuelos<br />

atrevido s de la imaginació n, suprimiendo los<br />

arranques generosos del estilo sublime, inspirados<br />

por la cont emp lación de la naturaleza; y<br />

con la imitación servil y baja de los trnodelos<br />

franceses, perdióse el gusto ver<strong>da</strong>deramente 'nacional<br />

, alimentado con la lectu ra de los gran ­<br />

des modelos de nuestro siglo de oro , plagiados<br />

antes por nuestros orgullosos vecinos ultrapiren<br />

áicos.<br />

Todos los historiadores de nuestra literatura,<br />

así nacionales como extranjeros, reconocen que<br />

el tiempo en que vino Sarmi ento al mundo fue<br />

el de mayor pobreza de las letras españolas. En<br />

el espacio de dos siglos transcurridos entre el<br />

reinado de o . Fer nand o y O.a Isabel y el del<br />

último monarca de la dinastía austr iaca, había<br />

recorrido la nación , dice el conde de Schack en<br />

su L iteratura )' A rte dramático n i Espona (1),<br />

su período de independencia, de gloria y de<br />

g randeza literaria. Pero el reinado de Carlos 1I,<br />

es la epoca, en frase de Sismon de de Sismond i<br />

( 1) 4.° período, c. l .


300 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

en su Historia de la Literatura esp añoia (1), «de<br />

su m ás grande nuli<strong>da</strong>d en la política euro pea,<br />

de su mayor debili<strong>da</strong>d moral y m ás señala<strong>da</strong><br />

humill ación literaria». Por eso pudo decirse con<br />

Gil de Zárate (2) que el ingenio español había<br />

desaparecido, «muerto enteramente, después<br />

de tanto delirar en los últimos años del siglo<br />

XVII ».<br />

Relativamente á tanto poetastro adocenado é<br />

insoportable (3) es como puede decirse con Vicelta<br />

en su H istoria de Galicia (4), «que el Padre<br />

Sarmiento como poeta es castizo, elegante<br />

y natural ». Manejando con igual destreza ambos<br />

idiomas, el gallego, que aprendió en la cuna,<br />

y el castellano, que tuva 'I ue aprender en las<br />

aulas, del primero, al que profesaba 'mayor cariño,'usaba<br />

con preferencia para la rima. En<br />

sus versos gallegos suele juntar las propie<strong>da</strong>des<br />

que él pedía para tales composiciones en las<br />

siguientes palabras, dignas de recor<strong>da</strong>rse (5):<br />

«Este género de redond illas de seis sílabas es<br />

(1) T omo 2. 0 , lec. S."<br />

(2) Resumen histórico de la literatura española, p ágina<br />

626 , cdic, 1851.<br />

(3) V. Mor at ín, L a derrota de /0'" p e<strong>da</strong>"tes, donde figura<br />

el cura de Fruimc.<br />

(.1) T om o 7. p.ig. 258.<br />

( 5) J/elJloria.< para la historia de la pocsla , pág. ' 94.


LO S ESC RIT OS DE SARMIENTO 30r<br />

antiquí simo, y aun hoy se usa mucho, y se podr<br />

án llamar Coplas de Perico J' Marica. Úsase<br />

de este metro cuando se ha de hacer alguna Soltira...<br />

El estilo debe ser conciso, natural y llano,<br />

y con expresiones vulgares....: creo que se debe<br />

usar siempre que hayan de introducirse hablando<br />

gentes iliteratas, en especial niños ó niñas>.<br />

Como poeta gallego tiene el monje de, San<br />

Martín no despreciable ni escasa, importancia.<br />

Era la lengua de Galicia su propia lengua, y enconrraba<br />

en ella instrumento m ás dócil y flexible<br />

para exteriorizar el verbo de su mente, ,l la<br />

I<br />

vez que,su cultivo, y el emplearla para hablar<br />

con las musas, fecun<strong>da</strong>ba y esclarecía su imaginación,[represent<br />

ándole los venturosos días<br />

de la infancia, en que no se valía de otro idioma<br />

para .conversar con , sus padres y manifestar,su<br />

amor al Ser Supremo. Ya es de suyo el gallego<br />

y más en los asuntos en que Sarmienta lo usaba,<br />

propio y como de molde para la poesía, por<br />

la suavi<strong>da</strong>d y dulzura, por la fluidez y la melodía,<br />

por la varia<strong>da</strong> eufonía y riqueza de sonoras<br />

terminaciones, por su \'ague<strong>da</strong>d misteriosa de<br />

m úsica wagneriana y por la melancolía grata y<br />

apacible que en sus acentos y modismos se revela,<br />

cont rastando, como las aspiraciones idea-


302 I BIBLIOTECA GALLEGA<br />

listas y las limitaciones de la reali<strong>da</strong>d, con cierto<br />

sabor truau esco y picante, de perlas par;\ la<br />

mueca y la caricatura.<br />

I No tanto , así y todo, por la fortuna del suceso<br />

como por lo excelente de la empresa, debense<br />

al ilustre benedictino calurosos y cntu si ásticos<br />

plácemes. La lengua que hasta cerca- del<br />

siglo XV fue la predilecta de la poesía erótica y<br />

en qua, seg ún el irrefragable testimonio del<br />

marqu és de Santillann, los m ás antiguos poetas<br />

españoles versificaron; la que dió á Macias palabras<br />

para quejarse' del amor human o, y al rey<br />

Alfonso para cantar el amor divino; la que' desriló<br />

arroyos de hiblea miel por los labios de<br />

Mayor delCana, Juan Ayras, Charino , Ayras<br />

Núñezl' Sanz de ViJlasandino, Mendoza y el<br />

arcediano de Toro, que vivieron en 'consorcio<br />

intimo con las musas; divorcia<strong>da</strong> definitiva:<br />

mente.de la.porruguesat que al subir las gra<strong>da</strong>s<br />

del.trono iadmir ó al mundo con la epopcya más<br />

grandiosa que escucharon los siglos moderno s,<br />

y relega<strong>da</strong> á un rinc ón apartado, merced á la<br />

malquerencia de su hermana menor la lengua<br />

de Castilla, fué hundi éndose en el ocaso del<br />

abatimiento y del olvido, desde que se la arrojó<br />

como ;\ men digo desarrapado de los documentos<br />

o!réiñles y de las escrituras p úblicas; y los


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 303<br />

q ue la aprendían en la cuna entre los besos de<br />

s us madres, ten ían á menos el hablarla fuera de<br />

s u país y aun el co nservar su ace n to. El c ésar<br />

germán ico qu e pisot eó en el lodo de Villalar las<br />

cartas del Fuero de Ca stilla, no desterró completam<br />

en te de Galicia la lengua del pu eblo , signo<br />

de vitali <strong>da</strong>d y de relat iva indepe nde ncia; en<br />

aquel m ismo sigl o el poet a Fr. Jerónimo Bcrm<br />

údez , cuando es cribía en cas tellano, pedía le<br />

disculpasen sus defecto s de len g uaje , por ser el<br />

gallego s u le ngua p rop ia y ro <strong>da</strong>s: las demás extr<br />

añ as, y en el sig uiente , el idioma gallego, qu e<br />

se hablaba sin exce pc ión po r tod as las', ge ntes<br />

del país, fu é in strumento adec uado pa mculriva<br />

rrlas bella s letras en ma nos I de V ázq uez ¡ de<br />

Neira y de Torrado. Sarmiento, fiel co ntin ua<strong>da</strong>r<br />

de las tradiciones regionales,' apegado como<br />

la os tra á la peña á lo que en medio de las olea<strong>da</strong>s,<br />

y vai venes del tiempo perman ecía sin Im u<strong>da</strong>nza<br />

en la tierra de sus padr es, hab ía , más<br />

sim pático en esto que Fei joo (1), erigido en su<br />

alma un al tar á Calicia, do nde en perpe tuo holocausto<br />

ardía sin con sumirse un amo r acen ­<br />

dradlsim o , cu ya intensa llam a , atiza<strong>da</strong> por el<br />

( 1) El erudito y diligentc Dvjusto E, Arca l, ha cncontrad<br />

o rec ientemente do s poesías ga llegas que par ecen de<br />

Fcijoo, á quien se le atri buyen en un ant iguo M. S.


LOS ESCRITO S DE SARMIENT O 305<br />

in vent iva, de q ue su maestro Fcijoo hizo alard e<br />

al-fantasear sobre las supersticiones y brujerías<br />

de España , con riesgo eviden te de qu e pasara por<br />

el m ás supersticioso país de Europa el qu e lo era<br />

menos , precisam ente l cau sa de estar en él como<br />

en ningu na otra part e arraigad as la fe y la pie<strong>da</strong>d<br />

católicas; en alas de esa herm osa potencia,<br />

hija del cielo y madre de las art es, se trasla<strong>da</strong>ba<br />

desde su obscura y estrec ha .cel<strong>da</strong> del monasterio<br />

de la corte ,1 las rien tes fro ndosi <strong>da</strong>des de Galicia,<br />

y en versos de sencillez infant il y de una ver<strong>da</strong>d<br />

' encantadora, complaciese en describir los placen<br />

teros chan es gallegos, el regocijo y alborozo<br />

de las campestres romerías y la alegría bu lliciosa<br />

de los segadores cuando regresan al país.<br />

Pero como la erudición era la nota característica<br />

y en ocasione s la manía irresistible del<br />

P. Sarmiento, y todo lo posponía ;Í la inv esti ­<br />

gación etimo lógica, de los versos gallegos suyos ,<br />

los que han llegado hasta nosotros son una colección<br />

rima<strong>da</strong> de voces particulares, que él<br />

mismo recogió de labios de los aldeanos en el<br />

viaje que hizo l Galicia en 1745, seg ún por ex ­<br />

tenso lo declara en la dedicatoria al P . R,Í\'ago<br />

(J). Para que mejor pudiera caber en los ver -<br />

(1) De los versos gallegos de Sarmient o nos hemos<br />

ocupado en otra parte.<br />

20


306 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

sos 1:1 no mllY abun<strong>da</strong>nte poesía que en ellos<br />

pone, finge una conversación entre veinticuatro<br />

«gallegos y gallegas que se juntaro n en un campo<br />

y allí tuvieron sus coloquios sobre la muerte<br />

de Felipe V. y el nuevo reinado de Fernan ­<br />

do VI» . La composición comprende mil doscientas<br />

coplas, para las que el autor dice haber<br />

elegido de caso pensado, por la cali<strong>da</strong>d de los<br />

personajes de la fábula, el estilo pueril y rustico.<br />

La explicación de las palabras especiales que<br />

puso en boca de los aldeanos. . fue motivo de<br />

que Sarmiento hiciera gala de su erudición en<br />

lo tocante al gallego, para quien recaba la gloria<br />

de ser hijo primog énito ó.predilecto del<br />

latín sin haberse bastardeado mezclándose.con<br />

el idioma de los sectarios del Corán. Principió<br />

este glosario con el ardor que todos sus escritos;<br />

pero, como en los demás, se cansó pronto<br />

de ahon<strong>da</strong>r y detener la atención en el asunto ;<br />

llevó luego la pluma por la superficie sin apenas<br />

desfloraría, y distraído con otras ocupaciones,<br />

engolosinado con la nove<strong>da</strong>d de na<strong>da</strong><br />

semejantes estudios, concluyó por <strong>da</strong>r de malla<br />

:1 la tarea comenza<strong>da</strong>, con ver<strong>da</strong>dero pesar de<br />

todos los amant es de Calicia.<br />

Su versificación castellana es sumamente [:1-


LOS ESCRITOS DE SARMIENT O 307<br />

cil, pero casi siempre descui<strong>da</strong><strong>da</strong> en extremo r<br />

de forma áspera y dura, :í causa de lo poco que<br />

castigaba el estilo y empleaba la lima. En muchas<br />

estrofas se revela la agudeza de su ingenio<br />

y su penetración de espíritu, sin que deba atribuirse<br />

ot estudio y afectación lo que en él era<br />

natural y obvio: el gongorismo, sin enbargo, le<br />

seducía con harta frecuencia, aficion ándole á los<br />

equívocos y retruécanos, á los palitroqu eos y<br />

juegos de palabras, á las sutilezas y :t los conceptos<br />

enmarañados y difíciles.<br />

Para que el lector pue<strong>da</strong> juzgar por sí mismo,<br />

transcribiremos algun os versos de su R omana<br />

tÍ la caí<strong>da</strong> de lo torre de la catedral de Ouicdo,<br />

ocasiona<strong>da</strong> p or un rayo, que comprende doscientas<br />

treinta y cuatro estrofas. .<br />

«Sabe que por nuestras culpas<br />

fué la Cruz á quien primero<br />

cogió el rayo del.azote,<br />

segun<strong>da</strong> vez verde leño.<br />

Se vió volar por los ayres,<br />

no se sabe si fué huyendo<br />

por no cargar nuestras culpas<br />

quien las redimió primero.<br />

O porque sobraban cruces<br />

oí vista de aquel portento,


308 BIBLIOT ECA GALLEGA<br />

que hicieron manos de Angeles, .<br />

y que no admite aun remedo.<br />

Sobre el techo de San Ti rso<br />

se encontró casi con miedo,<br />

pues parece que á sagrado<br />

hu ía de un Días severo.<br />

La esfera que como mundo<br />

ala cruz era escabelo,<br />

también se vino ro<strong>da</strong>ndo ,<br />

y era ro<strong>da</strong>do el despecho.<br />

Pues si Dios cuando castiga<br />

se ensangrienta en su instrumento<br />

con que redimió el mundo,<br />

¿qué har á el mundo a vista de esto?<br />

Jv'alióle, no obstante, al mundo,<br />

I<br />

estar santo por adentro;<br />

que á no haber tantas reliquias<br />

no hubiera reliquia de ello.<br />

Cayó para levantar,<br />

<strong>da</strong>ndo a entender en esto',<br />

no hay altura sin caí<strong>da</strong>,<br />

ni caí<strong>da</strong> sin exernplo.<br />

Cayó sin llegar á tierra<br />

en medio de tanto peso;<br />

que aun cayendo con la cruz<br />

no quiso besar el suelo.


LOS ESCR ITOS DE SARM1ENT O 309<br />

El mundo crucificado<br />

así se estancó en el techo;<br />

causa de tejas arr iba<br />

sin du<strong>da</strong> obró este portento.<br />

En esta iglesia de Tirso<br />

había ge nt e á este tiempo,<br />

y no la cogió debajo<br />

aunq ue cayó el mundo entero.<br />

Su spen sos que<strong>da</strong>ron todos<br />

si lo permitió el aliento<br />

al ver descargado el bra zo<br />

y oir el golpe suspenso ".<br />

En for ma poét ica, ó para más exactamente<br />

hablar , en prosa rima<strong>da</strong> , desahogaba alg unas<br />

veces su bilis, encajando dentro de la medi<strong>da</strong><br />

del verso dichos bajos, chocarreros e insultantes,<br />

co n los qu e padecían á la vez la cari<strong>da</strong>d y la<br />

poesía, co mo puede ver se por el S oneto, Ó lo<br />

que sea, que imprimió en una hoja volame<br />

contra un francisca no impugnador de Feijoo; y<br />

q ue tambi én se atribuye á este.<br />

No suelen ser los más excelsos v ates aque llos<br />

qu e hacen nimio escrúpulo de la forma y circu<br />

nscriben el vuelo de la imaginación ;1 la mezquina<br />

esfera determina<strong>da</strong> por rutinarias y caprichosa<br />

s preceptivas. Poemas hay en cu yas


310 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

estrofas no cabe notar el más leve defecto de<br />

versificación, en que las reglas de la m étrica se<br />

observan con puntuali<strong>da</strong>d la más exacta, donde<br />

la crítica externa no tropieza con ninguna falta<br />

saliente, y i los cuales falta, sin embargo, el<br />

arrebato del entusiasmo sincero, el movimiento<br />

de la pasión, el calor de la vi<strong>da</strong>, la fuerza creadora,<br />

la realización de la belleza, siendo así la<br />

rima vaso de oro puro, labrado primorosamente<br />

por el cincel divino de Benvenuto Cellini, hecho<br />

para contener el n éctar de la poesía, pero<br />

donde hay algo que entre los delicados relieves<br />

del estilo y en medio de la resplandeciente pedrería<br />

de la frase, continua siendo baja y vilisima<br />

prosa. El siglo de Sarmiento era el siglo de<br />

las-Poéticas y, como consecuencia, el siglo de la<br />

desaparición de la poesía. La española, despu és<br />

de subir al pinácul o de lo sublime en el siglo<br />

XVI i impulso del fervor religioso, y de<br />

ro<strong>da</strong>r, desenfrena<strong>da</strong> y delirante, por las pendientes<br />

del culteranismo, empuja<strong>da</strong> por los secuaces<br />

de Góngora, agota<strong>da</strong>s sus fuerzas y esteriliza<strong>da</strong>s<br />

sus iniciativas, apoyábase, para ascender<br />

al Parnaso, trabajosa y fatiga<strong>da</strong>mente, en<br />

las muletas del arte, que para suplir las alas del<br />

talento proporcionaban los tratados de Luzán y<br />

de los admiradores de Boileau.


312 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

tiquis miquis literarios, que ni quitaban ni ponían<br />

rey, alambicando mas de lo justo los conceptos,<br />

inutiliz ándose para expresar fielmente<br />

la intensi<strong>da</strong>d de la emoción est ética , y volviendose<br />

reparón, cariacont ecido y huraño al estimar<br />

m éritos ajenos. En algunos casos bien se<br />

las volvían al cucrpo sus contrincantes, protcstan<strong>da</strong><br />

del espíritu mezquino y extrema<strong>da</strong>mente<br />

estrecho con que juzgaba la poesía, como en<br />

este pasaje de D. Salvador José:<br />

«Entra aquí la Poeter ia del P. Sarmiento, y<br />

con el magisterio que acostumbra , decide quc<br />

el segundo pie que yo tengo por constante , no<br />

lo está; porque tiene (dice) doce sylabas, pltespara<br />

que 110 fuesse assi era preciso que el ea de<br />

Theatro, fuesse diptongo, lo que 110 cabe, por ser<br />

trysilaba aquella voz. ¿Que le parece al lector<br />

la habili<strong>da</strong>d de nuestro Poeta?¿no sed bueno se<br />

le de el lauro , y el grado de Poetastro al que<br />

dice esto? Nadie du<strong>da</strong> quc Th catro tiene tres<br />

sylabas, sino se hace la contracción; pero si se<br />

hace ¿cuantas tendra , señor Poeta?»<br />

(" El rigor de la crítica de Sarmiento no se detenía<br />

cn los umbrales del santuario de la [ama,<br />

mora<strong>da</strong> de los inmortales: allí mismo llegaban<br />

los <strong>da</strong>rdos de su censura , alcanzando á las estatuas<br />

coloca<strong>da</strong>s en Jos pedestales más altos.


LO S ESC RIT OS DE SARMIENT O 313<br />

Véase, v. g ., có mo trata á «O s Lusia<strong>da</strong>s », poema<br />

épico el más he rmoso tal vez de los últimos<br />

siglos:<br />

«No sabe salir el Cam oen s de repetir, moler<br />

y molestarn os con las fant ásticas histo rias de<br />

los portugu eses pretéritos, pr esentes y futu ros,<br />

y de llam ar á ca<strong>da</strong> instante á con cejo to<strong>da</strong> la<br />

canalla de dioses pagan os. Y el último canto<br />

pasa en un convite de T etis, en qu e se casan<br />

co n Gama y sus so l<strong>da</strong>dos las Nerei<strong>da</strong>s, y qu e<br />

una sirena vaticina las portuguesa<strong>da</strong> s futuras.<br />

Raro modo de acabar un poema her óico en<br />

casamiento como comedia . o supo la sirena<br />

que, como entremés, había de parar to<strong>da</strong> la futura<br />

bambolla en palos que habían de repa rtir los<br />

holandeses, tan mercachifles co mo ellos ». J<br />

La poesía deb e al ilustre ben edictino una historia<br />

mu y aceptable y elogios co mo este: «Ya<br />

que la poesía no sea un arte absolutame nte ne ­<br />

cesario, sino , como -se explican algu no s, de<br />

mero litj o, no hay du<strong>da</strong> que in fluye mucho y<br />

pu ede traer grandes utili<strong>da</strong>des á la socie<strong>da</strong>d...:<br />

eje rce un pod er admirable sobre el corazón human<br />

o; pues apo derándose del corazón co n la<br />

pomp a y la riqueza de las im ágenes, del oído<br />

con la dulce harmon ía de los sonidos , se abre<br />

puerta franca hasta nu estros afec tos, y los de ja


314 BIBLIOTECA GALLEG A<br />

sin libertad para otra cosa que para seguir ;1 los<br />

del poeta. Bajo este aspecto considero exacta la<br />

sentencia de O vidio:<br />

Ing enuas didicisse fideliter artes<br />

E mollit mores. ucc sini: cssefcro s.<br />

El haber aprendido con esmero<br />

Las artes liberales, hace al hombre<br />

Blando de condición y nunca fiero».<br />

Laque hace m ás simpática su labor poética es<br />

el revelarse allí, como lo era en teoría, enemigo<br />

irreconciliable de la escuela clásico-francesa, ó<br />

ref ormista, y parti<strong>da</strong>rio acérrimo de lo que llaman<br />

los críticos la antigua escuela nacional,<br />

sistemas que se disputaban el predomin io, no<br />

sólo en el campo de la poesía lirica, pero en<br />

todo el espacio de la literatura. El sagaz historiador<br />

literario D. Manuel de la Revilla, en su<br />

Literatura Espa ñola (1), presenta i la escuela<br />

tradicional, á la que pretendía resucitar el espititu<br />

de nuestros clásicos, capitanea<strong>da</strong> por Huerta<br />

, Se<strong>da</strong>no y Sarmiento.<br />

( 1) EJ. 2. a • t. IJ, pág. 7)2.


LO S ESCRIT OS DE SARMIENTO 317<br />

tan pesado, como en las dificultades es ligero.<br />

Que es de ver, el que para dissimular esta falta<br />

que no ignora, el gran cui<strong>da</strong>do que ponc en<br />

exornar lo que dice con t érminos campanudos,<br />

para que salga pomposo lo narrado ».<br />

Aún usa otra clase de t érmin os que m:\s desdicen<br />

de una persona sabia, si bien en parte se<br />

disculpan por las circun stancias en que eran<br />

proferidos, y por no dedicarlos á la pública<br />

lectura . Lo decía el en E l porque sí (1):<br />

(Y en suposición de que na<strong>da</strong> de esto se ha<br />

de imprimi r, me tomaré la libertad de usar de<br />

algunas chanzonetas, chistes y frases vulgares,<br />

quando se me ofrecieren á ln pluma. Y no por<br />

eso dexnré de usar de otras expresiones que se<br />

me presenten , aunque tengan algo de aceyte y<br />

vinagre, y con su puntica de sal y pimienta.<br />

Sin esto no hay conversación bien guisa<strong>da</strong>».<br />

Era á veces el lenguaje duro, incisivo, insultante<br />

y bajo, como se ve por la porta<strong>da</strong> de su<br />

manuscrito contra Lcsaca, concebi<strong>da</strong> en estos<br />

t érminos : «Martinus contra Martinum .- Apologéticon<br />

cont ra una como respuesta que lino como<br />

el DI'. D. Martín Pascual de In Roca escribió<br />

contra el discurso crítico medico del Fcijoo:


31 8 BIBLIOTECA GALLEG A<br />

su autor el otro que bien baila Lic. Martín de<br />

la Pcñabail ón, explaticante que ha sido de medicina<br />

en la Universi<strong>da</strong>d de Salamanca, opositor<br />

:1 partido, quc no llevó, en tierra de Sanabria;<br />

Paseante en Corte mucho tiempo y nuevamente<br />

grand e emboletador de todo género de<br />

tabaco, Mortero s, rancio y redondo, etc. Papel<br />

joco-serio curiosísimo, como el lo dirá; atestado<br />

de varias reflexiones crítico antipasmales, y<br />

muy útil para los que no tienen que hacer en<br />

estas Pascuas. - Impreso en Montpeller con<br />

licencia de los que no venden lupia por.Agua<br />

de la Reina de Hun gría. En casa de Guidón<br />

Matapozuelos, impr esión del Galgo, y á costa<br />

de los albaceas de Galeno y de los herederos de<br />

Avicena y Sancho Panza .-Aíío al caer dc<br />

1726 . Sin fee de errarase. :<br />

El estilo burlesco empl éalo principalmente '<br />

en la defensa de lo que dijo Feijoo de los diálogos<br />

de D. Antonio Agustín , del libro de Lucrecia<br />

Marineli y del Misal y Breviario Muzárabes.<br />

Como muestra de estilo .jocoso puede citarse<br />

su: «Diógenes contra DC11lócrito.-Preguntas<br />

del Caballero de la T enaza, sin erratas, á las<br />

respu estas con erratas, del Caballero de la T riste<br />

Figura, sobre la Aventura de las Minas de


LOS ESC RITOS DE SARMIENTO 319<br />

Cu a<strong>da</strong>lcanal y Río Tinto.-Dase · de balde á<br />

todo rente y veuiente, y se hallad en la Im ­<br />

prenta de los catec ismos junto al Caballe ro de<br />

Grncia.s-- Dc la impresión del Gato».<br />

La abun<strong>da</strong>ncia de dig resion es ya se lo criticaban<br />

en su tiem po, com o cuand o le decía uno<br />

de sus contrincantes:<br />

-¿Q ué responde á esto el P. Sarmiento? No<br />

responde la menor palabra. Pu es ¿para qué levanta<br />

de parangona un nuevo capítulo con el<br />

título Digresión al tomo4. del Tñ catro? El que<br />

lo registrare dirá, qu e para ajustar el título con<br />

el contenido poni endo no una sino varias dig rt'ssioncs<br />

de los puntos que debía satisfacer, co ntando<br />

muchas historietas de libros con titulas<br />

pomposos, sin acor<strong>da</strong>rse del de su M. ni del<br />

suyo. ¿Qué mayor engaño sobre el punto, que<br />

haver rotulado á sus libros Demostracién Críti·<br />

ca, no hallándose en su contenido otra cosa que<br />

hu ir las dificultades, y encajar á ca<strong>da</strong> paso un a<br />

digresión de lo que no se trata?»<br />

Pero no deja de tener gracia la manera como<br />

de tales acusaciones se defendía(1). •No hay que<br />

arg üirme de digresiones. Haré to<strong>da</strong>s las que se<br />

me vinieren á la pluma. Y pongo las que acabo<br />

(1) Onom ástico.


LOS ESCRITO S DE SARMIENT O )2 r<br />

No se le oculta ba que así no agra<strong>da</strong>ría á muchos,<br />

pcro prevenía el reparo diciendo (r): «Al<br />

que le fastidiare este género de erudición etimológica,<br />

poco le costará hacer caso de que no<br />

lo escribo para éL> .<br />

Consecuencia de lo indicado es que abunden<br />

las repeticiones en los manu scritos del P. Sarmiento<br />

, quien en unos solía tratar accesoriamente<br />

y como por vía de episodio lo que en<br />

otros había de ser objeto preferente y especial;<br />

siendo ésta una de las cosas que más ingrata y<br />

cansa<strong>da</strong> hacen la lectura y en mayor descrédito<br />

ceden del autor: él, sin embargo, no le concedía<br />

gran importancia. «Estoy en du<strong>da</strong>, decía en una '<br />

ocasión (2), .Í propósito del águila barba<strong>da</strong>,<br />

manifestando con ello cuán poco leía sus cscritos,<br />

estoy en du<strong>da</strong> si en este papel di ya esta<br />

noticia : y aunque sé que ya la di en otro , poco<br />

se pierde en repetirla».<br />

Adem ás dc frecuente mente decir en un escrito<br />

lo quc ya dejaba manifestado en otro , los<br />

mismos objetos de quc sólo una vez trata, expr<br />

ésalos por lo com ún tan menu<strong>da</strong>rncnte y con<br />

proliji<strong>da</strong>d tanta, que la paciencia del lector se<br />

(1) MS. de 660 pliego s, núm . 1.229.<br />

(2) Ibid., núm. 1.836.<br />

:21


)22 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

apura y llega á agotarse. D iluye los co nc eptos,<br />

los vol tea mil veces en el torno de la amplificació<br />

n, los trata siem pre ab (J'l/O. investiga su s<br />

co nex io nes m ás remotas, y esfuérzase po r llegar<br />

;\ los último s corolario s, resultando ' de ahí<br />

q ue<strong>da</strong> r 'Ia idea co mo abr uma <strong>da</strong> bajo la balumba<br />

de la fra se, mientras el estilo, deslabazado é<br />

incolo ro , languidece y de sma ya entre esperezos<br />

y somnolencias .<br />

, Influía en esto , y 110 poc o, e l exceso de erudició<br />

n ton qu e reca rgaba tod os sus escritos,<br />

ento rpeciendo la mar ch a del disc urso y cortando<br />

el entusia smo con q ue ;\ las veces se animaba<br />

y enardecí a la expresión. Preciso es decir en<br />

clogio suy o, qu e no era de los que apedrean<br />

los períodos con aquellos latines de que tan<br />

donosamente se reía Cer vantes, y á los qu e <strong>da</strong>ba<br />

nuestro autor el calificativo de huesos de las<br />

couuersacioues y de los escritos. Pero, sin incurrir<br />

-cn este de fecto, ca ía en el de multiplicar las<br />

auto ri<strong>da</strong>des cua ndo sin n inguna se podía pasar,<br />

y en el de ex po ne r sobre ca<strong>da</strong> punto cómo lo<br />

ha bían tratado multitud de autores; lo cual, si<br />

revela siem pre lo ten az de su me moria y lo<br />

vas to de su lec tura , no siem pre acredi ta la discreción<br />

de su ente ndim iento. Ya lo advenían y<br />

de ello hacían arma par a herirle los adversarios


324 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

no aellas mismas, sino a la superficiali<strong>da</strong>d y<br />

ligereza de los lectores, como cuando decia (1):<br />

e Confieso he sido molesto en todo lo que<br />

hasti aquí he escrito; el lector tomad el arbitrio<br />

de no leerlo, y yo vivo seguro de que' tampoco<br />

lo podrá leer en otra parte, Contra semejante<br />

lector, desganado para leer no siendo una esquela,<br />

el estilo de cartas y el solo párrafo de<br />

Madrid, de la Gaceta, se me ocurre la gracia<br />

que se cuenta de Q uevedo: «lira de Dios! ¿qué<br />

sería si leyese en Montalbáni» Ovidio Monralbán<br />

sacó en dos tomos en folio la Dendrología<br />

de Aldrobrando; el primero sólo es de los árboles.glandíferos,<br />

ó que <strong>da</strong>n bellotas».<br />

El-descuido con que de cuando en' vez escribe<br />

no parece que pue<strong>da</strong> tener un mas all á: se le<br />

ve no hacer na<strong>da</strong> por evitar la cacofonía y el<br />

hiato; no huir de' la asonancia ó sonsonete, que<br />

con el martilleo de termin aciones similares destroza<br />

los oídos; ni 'combinar el acento y la extensión<br />

de las palabras y la rapidez y sonori<strong>da</strong>d<br />

de las sílabas para evitar la monotonía con la<br />

dulce varie<strong>da</strong>d de las cadencias; ni cambiar los<br />

signos del pensamiento dentro de la riqueza inmensurable<br />

de nuestro Diccionario, que permi-<br />

( I ) Sobr.: la car '11u i Xl1,


LOS ESCRIT OS DE SARMIENT O 325<br />

te, sin menoscabo de la clari<strong>da</strong>d y de la pr ecisió<br />

n, el placer de la harmoniosa diversi<strong>da</strong>d de<br />

los so nidos.<br />

y era que no se to maba la molestia de desan<strong>da</strong>r<br />

lo an<strong>da</strong>do y volver sobre lo escrito , repasando<br />

los pliego s para cumplir los preceptos<br />

horacianos en punto a tachas y enmien<strong>da</strong>s.<br />

Mu y distante de ello, declaraba (1) no acomo<strong>da</strong>rse<br />

su genio a escribir con ma s aliño qu e<br />

aquel qu e le era connatural en la conversación;<br />

viniend o ;í se r, en frase suya (2), ca<strong>da</strong> lll10 de<br />

sus papeles "lo qu e en un a con versación ·familiar<br />

diría a un amigo »: po r lo cual, repu gnan<strong>da</strong>le<br />

escribir de otra suerte, acometialc, y no<br />

una sola vez, tentación de romper la pluma.<br />

«No se hablar sino como pienso, decía (3); por<br />

eso debo vivir tan retirado del mundo, que no<br />

g usta de esas conformi<strong>da</strong>des. N o sé escribir<br />

sino como hablo y como pien so; por eso debo<br />

de hui r de tomar la plum a, y de pon ermc al<br />

mec ánico oficio de 'escrito r, que J ebe de aban ­<br />

do na r aquellas confo rmi <strong>da</strong>d es para hacer fortuna<br />

en serlo ».<br />

El abad y monje s de Sa n Martín , en el pr ó-<br />

( 1) Hi stori u de la po.:sÍa, núm . 1,.<br />

(2) La carqueixa,<br />

(, ) Elp(/}. que si , núm . I l .


326 BIBLIOT EC A GALLEGA<br />

logo que pusieron al frente de su impresión de<br />

las Memorias para la historia de la poesía, saliendo<br />

al encuentro de los que viniesen á tachar<br />

á su compañero de hábito de poco fluido, dulce<br />

y elegante, escribían: «Debemos prevenir que,<br />

aunque si queria poseía en alto grado este adorno<br />

de la elocuencia, lo despreciaba Ú olvi<strong>da</strong>ba,<br />

porque le ocupaba todo la sustancia, y no .el<br />

modo; y' como él mismo dice en un escrito 1lO<br />

buscó en los libros palabras, sino 'cosas, y llamaba<br />

con jocosi<strong>da</strong>d al estilo limado con nimie<strong>da</strong>d:<br />

Tornear cláusulas . A más de que no dexau de<br />

tener elegancia sus escritos; pero que sobre<br />

todo abun<strong>da</strong>n de naturali<strong>da</strong>d, de chiste y gracia».<br />

Ver<strong>da</strong>deramente es indu<strong>da</strong>ble, para quien<br />

haya leido sin 'prevenciones favorables ni adversas<br />

las obras del P. Sarm iento, que varón tan<br />

entendido y versado en materias literarias (1) Y<br />

maestro con tanta gloria en asuntos criticas,<br />

aquilataba en su justo t érmino el valor de las<br />

ideas estéticas, y advertia los menores defectos<br />

de una obra, sin que en calificar las suyas le<br />

cegara el amor natural de padre. Su ingenio<br />

(4) En su precioso trabajo acer ca de la patria de Cer ­<br />

vant es, por no citar otro s, discurre mu y cuerd ament e<br />

sobre las cuali<strong>da</strong>de s del bue n estilo.


328 BIBLIOTEC A GALLEGA<br />

En medio de su s defectos y descuidos supo ,<br />

y en esto su esti lo lleva m uch a venta ja al de<br />

Feijoo (1 ), preservarse de la influencia de la<br />

mo<strong>da</strong> francesa, qu e plagó desde entonces de<br />

extranjeri smos in verosími les nu estro hermoso<br />

idioma, hijo predil ecto del romano. Sarmiento,<br />

que aspiraba co n to <strong>da</strong> la fuerza de sus pulmones<br />

el ai re oxigen ad o que ve nia de los Pirineos,<br />

y qu e ría trasfun dir en el orga nismo, un tan to<br />

deca ído y an émico, de la ciencia española los<br />

glóbulos ro jos de la sang re nu eva qu e an imaba<br />

y vigorizaba la de otras nacion es, se resistía no<br />

só lo á desp rec iar el tesoro cientí fico lega do por<br />

sus padres, sino á alte rar, corromper y añ adi r<br />

ciegamente una len gua q ue, en su incomparablem<br />

ente riquísim o vocabulario, tenía expr esiones<br />

herm osísim as para to <strong>da</strong>s las ideas y forma<br />

adec ua<strong>da</strong> para tod os los pen sam ien tos.<br />

La principal reg la para escribir con clari<strong>da</strong>d<br />

es ten er exacta y cabal not icia de las cosas: de<br />

este modo los conceptos se rev isten del traje<br />

prop io y único q ue para pr esent arse les co rre sponde,<br />

y la palabra es espejo fiel del verbo interior<br />

de la mente. El P. Sarm iento poseía y<br />

( 1) Men éndcz y Pe layo, en el tom o II1 de sus Hctcrodoxos<br />

cspaiío/e." nota el es píritu afrancesa do de F eijoo .


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 329<br />

domina ba las materias que eje rci taba n su pluma,<br />

y era su snbiduria como esas fue ntes qu e se llenan<br />

de agu a primero ' qu e la despi<strong>da</strong>n á borbotones<br />

por cien can ales. Esta misma abun<strong>da</strong>ncia<br />

de ideas, qu e en tropel y de go lpe buscaban la<br />

pu erta de la expresión, euto rpecia les la sali<strong>da</strong>,<br />

viniendo en ocasiones el estilo, por tal cau sa, á<br />

adolecer de enmarañado é inco he rente. De oro<br />

dinario, no embargante , el hallarse dentro de su<br />

memoria cad a especie en su lugar y debi<strong>da</strong>mente<br />

relaciona<strong>da</strong>, hacía q ue las frases tu vieran en ­<br />

tre si la natural trabazón (I) co mo dependientes<br />

de una idea madre, de un pen sam iento capital,<br />

á cu yo derredor se dispon ian y' giraban, ' bien á<br />

la manera que los planeta s voltean y se agrupan<br />

ordena<strong>da</strong>mente en torno del sol.<br />

Lo decía el: «Cuando escribo, má s atiendo á<br />

la conexión qu e entre sí tien en las noticias en<br />

m i cabeza, qu e la que pod rán tener ó no en las<br />

cabezas de m is lecto res. Aborrezco la inconexió<br />

n entre un peri od o y el antecedente y el subsig<br />

uiente, y no -men os la repeti<strong>da</strong> monotonia,<br />

No se halla rá párrafo en mis esc ritos que no<br />

(1) Para Sarmiento, lo principal era hacerse entender.<br />

eComo haya logrado el fin de explicarme, decía en el<br />

prólogo de la Dcmostracián "po!og¿lica, conc eder': todos<br />

[os dem ás defectos ' .


330 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

ve nga ·h ilado del antece den te y que no se ligue<br />

co n el subsiguie nte (1)>> .<br />

No era de esos qu e fingen humildemente no<br />

tomar nunca en la mano un libro, para qu e lo<br />

poco qu e saben se crea que lo tien en po r ciencia<br />

infusa ó lo apre ndieron por arte de birl ibirloque;<br />

decía qu e no trabajaba su esti lo, porque<br />

así era en efecto; yaun podía añad ir, si la mo ­<br />

destia se Jo permitiese, que era ca paz de labrarlo<br />

y pu lirlo primorosam ente, cincel ándolo con<br />

delicadeza exquisita: cua ndo no <strong>da</strong>ba g usto á<br />

la pluma dejándola correr :i todo su. talante,<br />

sino qu e la llevaba dirig i<strong>da</strong> y sujeta po r la corrección<br />

y la críti ca, mu y otro era del que ordinariamente<br />

em pleaba. Hay entre sus trabajos<br />

algunos que, por el perjeño que reve lan, no<br />

parecen hermanos de los dem ás: tal es la carta<br />

que en 16 de Enero de 1764 escribió sobre Itistoria<br />

uaturai i: un caballero residente en Londr<br />

es.<br />

En el calor de la pol émica, cuan do su pi um a<br />

era acera<strong>da</strong> espa<strong>da</strong> de dos filos -con que tiraba<br />

recios tajos y ma nd obles :i la chusma literaria<br />

que cerraba el paso al pro greso de la ciencia,<br />

cambiaba de ton o la frase, adquiriendo rapidez y<br />

( t ) MS. de 660 pliegos, núm. 6. 154.


3P BIBLIOTECA GALLEGA<br />

donaire y están salpica<strong>da</strong>s de chistes de buena<br />

ley y de agudezas que espontáneamente brotan<br />

del asunto: cojamos un párrafo al azar; este,<br />

por ejemplo: «Yo hice mi jorna<strong>da</strong> á Valladolid<br />

con bastante repugnancia , y así salió ello, pues<br />

me estaba esperando allí una escalera para medirme<br />

un brazo y el ultim o eslabón del espinazo.<br />

Caí corant D eo in couspectu solis y á vista<br />

de tres generales y otros monjes. Di un grito<br />

que se pudo oir en Aranjuez. T odos que<strong>da</strong>ron<br />

aturdidos y yo estro peado. Hice de enfermo<br />

ocho días y aún continuo, pero siempre para<br />

servir á V. E., y gracias á Dios por todo, y le<br />

ruego perdone á los que inventaron capítulos<br />

generales para sacar á los religiosos de su '<br />

cel<strong>da</strong>».<br />

En casi to<strong>da</strong>s las demás cartas dirigi<strong>da</strong>s á<br />

otras personas, y escribió infinitas, de las cuales<br />

consérvan se muchas, chispea su l'sjJrit, que dirían<br />

nuestros vecinos de allende los Pirineos,<br />

y hasta bulle algo de esa socarronería traviesa<br />

y regocija<strong>da</strong> malicia que entra por mucho en el<br />

car ácter de la sátira gallega. A ún hablando de<br />

las cosas de la Ord en, su genio juguetón y maleante<br />

solía hacer de las suyas, como se ve en<br />

la carta que en 29 de Diciembre de 1759 escribía<br />

al P. M. Fr. Mauro Martíncz, donde le de-


LOS ESCRIT OS DE SARMIEN TO 333<br />

cia: «Sólo se rezuma en general qu e mitras,<br />

bonetes, capillas, becas, golillas, pelucas, ctc., todos<br />

lleva remo s en caperuza. Y se rá cosa de ver<br />

que nadie pod rá correr sin echar atrás la cola.<br />

A todos tiembla la barba, y todos la echan sobre<br />

el ltombro; para que hasta los hombros ten ­<br />

gan cola. El Rey ent ra co n esp a<strong>da</strong> y basto para<br />

hacer el g ambito contra to<strong>da</strong> malilla de los<br />

reinados anteriores. Dirá: ¿Los que hasta aqu í<br />

hicieron de dioses tyranos, me salen de malilla?<br />

espa<strong>da</strong>, y a ellos. ¿Los que siempre me han ido<br />

:í robar, me salen por una baza de oros de mi<br />

hacien<strong>da</strong> y de la de los pu eblos? basto, y ga rrote<br />

con ellos. No podr á tar<strong>da</strong>r mucho en manifestarse<br />

este parto, que los colandos llamaron<br />

aborto. Veremos, lloraremos, reiremos, renegaremos,<br />

según comi éremos, y <strong>da</strong>remos gracias á<br />

Dio s por todo, y le pediremos que nos' de salud<br />

y g racia sep adcs» : '<br />

En resumen : nu estra opinió n ace rca de su<br />

estilo es inte rmedia entre la de D. Au gu sto Besa<strong>da</strong>,<br />

qu e en su Historia de la literatura g alleg<br />

a le llama ( r) ex imio escritor, y la de D ." Em ilia<br />

Pardo Baz án que , comparándole' co n Feijoo ,<br />

escribió estas palabras (2): «Dirá las mismas co-<br />

(1) Págin a 99.<br />

(2) Dt mi tierra , pág. 198, cd. 2."


334 BIBLIOTECA GALLEGA<br />

sas, tendrá las mismas ideas y la misma erudición;<br />

pero en el parece que el saber se amazacota<br />

y agruma, y las cl áusulas pesan cuma<br />

plomo ». No es un hábil artífice de lapalabra y<br />

brillante cincelador de la frase; pero su estilo es<br />

fácil, suelto y claro, y aunqu e afeado con numerosos<br />

luna res, no se halla totalmente desnudo<br />

de bellezas. El no hacía caso del publico, y el<br />

publico diríase que se venga no haciendo de el<br />

todo el caso que se merece: en torno de su estatua<br />

hanse conden sado negros nubarrones de<br />

injusticia que no permiten divisar el fulgido<br />

nimbo con que la ciencia circuye su frente.<br />

Na<strong>da</strong> m ás vlejos de la ver<strong>da</strong>d que el figurarse<br />

sus obras como un matorral espeso de apunte s<br />

desordenados en que no puede moverse el pie<br />

sin tropezar. con las zarzas de.la negligencia y<br />

del desaliño; y sin embargo, eso es lo más frecuent<br />

e. El mismo Men éndez y Pelayo, el m ás<br />

ilustrado de nuestros criticas, le llama con cierto<br />

desden tipo perfecto de la antig ua erudición<br />

monacal: cual si, de otro lado, pudiera ignorar ­<br />

se que difícilmente cabe superar la erudición de<br />

los antiguos monjes, qu ienes no ceden a nadie<br />

la palma en punto á pren<strong>da</strong>s de estilo, pues que<br />

monjes son los clásicos mas eminentes con que<br />

se honra la lengua castellana. En cambio, y


LOS ESCRITOS DE SARMIENTO 33 5<br />

-v áyasc lo uno por lo otro , un literato de ideas<br />

muy distintas de las sanas' y ortodoxas de Men<br />

éndez, el acad émico O ctavio Picón, escribia<br />

en un periódico liberal (1) estas palabras, que,<br />

aunque en nuestro entender son menos justas<br />

que benévolas para Sarmie nto, creemos del caso<br />

reproducir íntegramente:<br />

(Nuestras bibliotecas est án llenas de vol úmenes<br />

en que se <strong>da</strong> razón de cuanto hay en el<br />

mundo, de cuanto en el 111 ocurrido y de todo<br />

lo que han pensado ó imaginado los hombr es;<br />

pero ya sea por alardear de saber, ya por conciencia<br />

de que se dirigían a un publico poco<br />

num eroso, la ver<strong>da</strong>d es que nuestros sabios han<br />

hecho en cierto modo antipática la erudición:<br />

la palabra erudito ha llegado aser entre nosotros<br />

casi sinónimo de pesado, de lo que hoy se<br />

llama latoso. No líos han faltado investigadores,<br />

rebuscadores de gran paciencia e instinto , los<br />

cuales han acumulado materiales para que conociésemos<br />

nuestra Esp aña, pero pocos han<br />

merecido el nombre de críticos. En el siglo pasado<br />

y comienzos de este, por ejemplo, May áns,<br />

Pellicer, Sern pere, Álvarez de Baena, Navarrete<br />

y otros han reunido millares de noticias y<br />

(1) El I mparcial de 7 de Septiembre de 1896.


336 BIBLIOTECA GAl.LEG A<br />

<strong>da</strong>tos utilísimos; pero, exceptuando á Sarmiento<br />

y Feijoo, casi nin guno poseyó el arte de rela ­<br />

cionar un os conocimientos con otros, de analizar<br />

la índ ole de las cosas has ta sacar de ellas la<br />

lu z qu e pueden <strong>da</strong>r para que el estudio sea<br />

claro, fácil y agra<strong>da</strong>ble ».<br />

t ' , '


-<br />

SUMARIO<br />

D EDIC AcTOH1A .<br />

( PRÓLOGO. R ep ugn ancia de Sarm ient o :í <strong>da</strong>r á<br />

la imprenta sus producciones.-Sus ob ras .inw resas---Trnbujos<br />

que err óneam ent e se le atrib uye n.<br />

- Escritos suyos que se han perdid o.-Colecciones<br />

de sus manu scritos.-Bibliotecas donde éstos<br />

se cc nservan.i--Ca r ñctcr de sus obras. - Estudios<br />

acerca de las mismas.- Razón de publicarse el<br />

presen te en la Biblioteca.Callega. . . . . . . . . . . . . . . 9<br />

CAPiTULO 1. La polllllica reijoi.rta.- l de as contradictorias<br />

ace rca de feijoo .- Decade ncia literaria<br />

de España en el pasado siglo.-Influencia de<br />

Feijo o en la restauración del saber españo l.- Sus<br />

advcrsnrios.s--Particip aci ón de Sar miento en el<br />

Teatro Criti co.- Su censura de la Ilu.rlraciólI apolo-


· BIBLIOTECA GALLEGA<br />

gética.- La Demostra ción crítico.apologética dd Tea­<br />

"'0Crítico Unh Jcrsal.- Mañc r y Sannicnto.- Sarmiento<br />

y Sot o Marnc .- Sarmi cnt o y Fcijoo.- ­<br />

Otros escritos dc aqu él en favor de éste y de sus<br />

obras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29<br />

ll . IJistoria natu ral.-Paralclo entre Sarmiento<br />

y Feijoo. - Instrumcntos de obse rvación quc po·<br />

sc ía Sarmicnto .c--La flora de Galicia.-Ccnsur as<br />

á los naturalistas.i--La fecundi<strong>da</strong>d de las terceras<br />

cspccies.c-Sístemas, clasificaciones, tecnicism o y<br />

descripcion es botdnicas.i--Historia de la histo ria<br />

natural.- Exageraciones sobre la decaden cia de<br />

los estudios natur ales cn España ; sus causas y<br />

rc mcdios.c--Ap o log ía dc la histori a natural.-Su<br />

estado en aquel siglo.- Importancia de Sarmi cnto<br />

com o naturalista; escritos en que la misma se<br />

fun<strong>da</strong> , . .. .. . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7J<br />

lll. i1fcdicina.-Escritos é indic acione s de Sarmiento<br />

acerca de la medi cina.i--Su aversi ón á los<br />

medicamcntos.-La carqueíxa y el agua.- -Sangrías<br />

y purgas.-Errorcs y preocupacion es de<br />

Sarmiento.-La crítica de Fcijoo.-Juicio que<br />

mer ecían ,¡ Sarmiento los médicos sus contemporáncos.-Glorias<br />

dc la medicina cspañ ol:t.-<br />

Su estad o en el siglo XVll l.-La Farmacia.­<br />

Influenc ia de Sarmiento cn el prog reso dc ' las<br />

ciencias médicas en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . J09<br />

IV. Sociología.- A buso s en la disciplina celesiástica.-Rcliquias<br />

y milagros falsos.-Supcrsticiones.-<br />

Corru pción de costumbrcs.-Empleo ­<br />

mania .i--Libertad de la prcnsa.-Títulos no biliarios.s--La<br />

vagancia.c--La meudici<strong>da</strong>d.c--La milicia.


..<br />

"

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