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INSTITUTO NACIONAL DEL LIBRO: VELAR POR LAS RESTRICCIONES |<br />
digital esto no es diferente”, y que todos deberían poder “leer, escuchar o<br />
ver de forma local o remota el material protegido por el derecho de propiedad<br />
intelectual”[11].<br />
Los libros huérfanos y los anticomunes<br />
“Una «obra huérfana» puede ser definida como una obra protegida<br />
por derechos de autor, y el propietario de los cuales no puede ser identificado<br />
o localizado por alguien que quiera hacer uso de la obra de una manera<br />
que requiera consentimiento del titular de los derechos”[12]. El<br />
problema es que posiblemente el 98% de las obras que tienen restringida<br />
su copia, sean obras huérfanas.<br />
Desde el punto de vista de la economía, esta circunstancia podría<br />
definirse como una "tragedia de anti-comunes"[13] (en alusión a la tragedia<br />
de los comunes[14] de Garret Hardin), concepto concebido por Michael<br />
A. Heller, profesor de la Facultad de Derecho de Columbia, para<br />
describir una situación donde por efecto de los derechos de propiedad,<br />
se dejan sub-explotados o sin aprovechar los recursos (Heller estudió el<br />
fenómeno en algunos procesos de privatización de la ex-Unión Soviética).<br />
Volviendo a los libros, si el 98% de los bienes quedan desaprovechados,<br />
está claro que la asignación de recursos está siendo altamente ineficiente.<br />
Las nuevas tecnologías abren la posibilidad de recuperar esas<br />
obras para los lectores. El caso de las bibliotecas del Profesor Horacio<br />
Potel es paradigmático: muchos de los textos que se encuentran allí, son<br />
inhallables por otros medios, y si sólo fuera por sus "propietarios" quedarían<br />
definitivamente enterrados en el olvido, porque no hay interés<br />
comercial en reeditarlos en nuestro país. Brindarles nuevos lectores a<br />
esas obras, y ponerlas al alcance del público, es una loable acción que el<br />
Estado debería premiar, en vez de criminalizar.<br />
Podrían hacerse accesibles el 98% de los libros, simplemente devolviéndolos<br />
por defecto al dominio público cuando el titular de "derechos"<br />
se vuelva ilocalizable, o queden descatalogados sin interés comercial.<br />
¿No sería la manera más eficaz, económica y rápida de fomentar el libro<br />
y la lectura? Una medida así permitiría que esas obras fuesen rápidamente<br />
digitalizadas y compartidas en Internet por estudiantes, profesores,<br />
investigadores y amantes de los libros en todo el mundo. Si aún con<br />
las barreras legales, las copias no autorizadas emergen subterráneamente<br />
por la red, ¿qué pasaría si quedaran liberadas?<br />
Del lado equivocado<br />
Es doloroso encontrar influyentes figuras del “progresismo” cultural<br />
del lado equivocado, maquillando cándidamente de promoción cultural,<br />
iniciativas legales que persiguen objetivos inconfesables:<br />
concentración en vez de diversidad, vigilancia en vez de libertad, restricción<br />
en vez de acceso. En el caso del Instituto Nacional del Libro, es<br />
el apoyo a una ley que reforzará un marco legal opresivo que perjudica<br />
a quienes aman los libros con convicción genuina: los bibliotecarios, los<br />
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