Argentina Copyleft - Fundación Vía Libre
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SOFTWARE LIBRE: LA REVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA |<br />
Tanto el copyleft como la estrategia de oposición por construcción<br />
paralela fueron aciertos enormes, que permitieron al proyecto GNU<br />
construir una importante base de software libre, incluyendo las herramientas<br />
necesarias para desarrollar programas en forma distribuida, es<br />
decir, a través de la colaboración de varias personas sin más vínculo<br />
que su participación en el desarrollo, independientemente de su ubicación<br />
geográfica, afiliación a empresas u organizaciones. Cuando Internet<br />
comenzó a popularizarse a principios de los '90, tanto la cantidad de<br />
personas participando en el desarrollo como la de proyectos de software<br />
libre comenzó a crecer a un ritmo comparable al de la red misma.<br />
El software libre pudo capitalizar el crecimiento de la red con enorme<br />
eficacia gracias a que compartía con ella un tercer elemento de su<br />
estrategia: la descentralización radical. No hay estructuras centralizadas<br />
de coordinación ni control. Todo lo que una persona necesita hacer<br />
para sumarse a la comunidad de software libre es instalar software libre<br />
en su computadora. Todo lo que hace falta para iniciar un proyecto<br />
de software libre es publicarlo. Todo lo que hace falta para convertirse<br />
en un promotor de software libre es promoverlo. No es necesario pedir<br />
permiso a nadie, ni adherir a nada en particular, al punto que muchas<br />
contribuciones al software libre (entre ellas el célebre núcleo Linux) son<br />
lideradas por personas con documentadas reservas respecto de la filosofía<br />
subyacente al movimiento.<br />
Esta descentralización radical es eficaz, no necesariamente eficiente:<br />
la comunidad de software libre es conocida por su heterogeneidad, y<br />
por interminables peleas internas que cubren desde aspectos técnicos<br />
de los programas hasta discrepancias filosóficas, políticas, e incluso personales.<br />
No creo que sea razonable argumentar que es eficiente, por<br />
ejemplo, que el sistema GNU, que hasta hace poco tiempo carecía de una<br />
interfaz gráfica apta para usuarios finales, hoy tenga al menos cinco que<br />
compiten entre sí, y esta duplicación de esfuerzo es la regla, no la excepción:<br />
sean núcleos, navegadores de web, servidores de web, lectores de<br />
correo electrónico, bases de datos, o cualquier otra área de aplicación,<br />
es muy raro que haya un único proyecto de software libre cubriendo<br />
esa necesidad.<br />
Tampoco son eficientes los enfrentamientos internos o de ego. Sin<br />
embargo, son el precio inevitable de la descentralización extrema, que<br />
aporta muchas ventajas. El bajo umbral de entrada para participar en la<br />
comunidad significa, en un mundo en red, que muchas personas lo cruzarán,<br />
y aportarán al menos algo al movimiento, y ese aporte es automáticamente<br />
sometido a un proceso casi darwiniano: si es bueno,<br />
probablemente mucha otra gente lo adoptará, si no lo es, se estancará y<br />
se perderá en el olvido. La gran cantidad de gente que aporta, aunque<br />
sea poco, junto con el concepto de copyleft resuelven a su vez el problema<br />
de la eficiencia: no necesitamos ser eficientes si tenemos gran capacidad<br />
de trabajo y en realidad todos nos beneficiamos con el trabajo de<br />
todos.<br />
Incluso los disensos internos y la constante disputa por la preponderancia<br />
en el ámbito del software libre juega a favor del software libre<br />
en al menos un sentido: al no haber un liderazgo claro e indiscutido, al<br />
no existir una línea rígida de coordinación o siquiera de representación,<br />
el software libre se vuelve muy difícil de atacar institucionalmente. No<br />
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