Argentina Copyleft - Fundación Vía Libre
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Software <strong>Libre</strong>:<br />
la revolución<br />
constructiva<br />
Federico Heinz*<br />
Corre el año 2010, y el movimiento de software libre es mundialmente<br />
considerado un éxito. Si bien es cierto que aún hoy la<br />
inmensa mayoría de las personas usa software privativo, el<br />
software libre ha pasado de ser una ignota curiosidad confinada<br />
a ambientes técnicos y universitarios, a estar presente en la conciencia<br />
de prácticamente todos los usuarios de computadoras.<br />
No hay ya empresas en el mercado de informática, ni siquiera<br />
entre sus más acérrimos enemigos, que no basen al menos<br />
parte de sus productos y servicios en software libre. Y aunque<br />
hay muchos usuarios de software privativo, los disconformes con<br />
esa situación son cada vez más, llevando a las empresas a someter<br />
a sus usuarios a mecanismos de lock-in[1] cada vez más restrictivos<br />
e incómodos. Cuando Microsoft, detentora de la posición<br />
dominante de mercado más importante del mundo, debe presentar<br />
su informe anual al ente de regulación de la Bolsa de Estados<br />
Unidos, menciona al software libre como la única amenaza seria<br />
a su predominancia en el mercado.<br />
Mirando hacia atrás, este desarrollo parece inevitable: independientemente<br />
de sus características técnicas, las ventajas sociales,<br />
políticas y económicas del software libre son tan poderosas<br />
que es difícil imaginar hoy algo capaz de oponérsele. Pero eso es<br />
hoy. Hace veinticinco años, el movimiento de software libre no<br />
parecía tan prometedor.<br />
Para empezar, contaba prácticamente con un único miembro:<br />
Richard Stallman, el primero en reconocer al software privativo<br />
como una amenaza social. Por otra parte, las condiciones del<br />
contexto eran muy desfavorables: las computadoras estaban aún<br />
muy lejos de ser los dispositivos cotidianos que son hoy, de modo<br />
que era muy difícil lograr que el público comprendiera la dimensión<br />
política y social del problema, y sus contrincantes eran grandes<br />
empresas de alta tecnología, admiradas por el público y, no<br />
pocas veces, vistas como benefactoras de la sociedad. Son tantas<br />
las maneras en las que todo podría haber salido mal que, a la vis-