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AL AHSARI
El maestro sufí sale de una catedral románica seguido de numerosos creyentes cristianos.
Se dirige hacia el Oeste y al pasar frente a una mezquita se van uniendo a su
viaje una multitud de fieles musulmanes.
Esta extraña peregrinación llega al borde de un acantilado.
A sus pies está un abismo inmenso y todos quedan fascinados por la vista terroríficamente
hermosa, alucinados por el fantasmal espectáculo del mar, rompiendo las
olas contra las paredes del acantilado.
La multitud parece estar en éxtasis mientras Al Ahsari comienza a orar y la oración
va penetrando en la conciencia de sus seguidores.
La extática atracción hacia la inmensidad de la Naturaleza y el recogimiento de la
oración produce un campo neutral dentro del cual se produce el desarrollo de la
conciencia de sí mismo.
Pero este desarrollo solo puede progresar si las condiciones de la energía de quien
experimenta lo permiten.
De toda la multitud que siguió al maestro sufí se van separando aquellos que intuitivamente
se arrojarán al vacío, mientras que los demás permanecerán a la espera
de que se produzcan internamente las condiciones favorables.
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Nativo de Herat, Afganistán. Debe su formación a varios maestros, en particular
Haragvani, que le revela el sentido profundo de la experiencia sufí. Fue encarcelado
y desterrado por sus enemigos. Escribió “Etapas de los viajeros” como
su obra principal. Murió octogenario en 1088.
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