Rob Roy Walter Scott - Ataun
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irregular y pesada, cuyo estribillo repetían a toda voz los compañeros. El sesgo de mis ideas era bastante melancólico, siquiera me sirviese de algún consuelo el magnífico paisaje que me rodeaba. En el entusiasmo del momento y, a ser mi fe la de Roma, hubiera deseado vivir y morir ermitaño en el seno de aquellas islas seductoras entre las que se deslizaba nuestro batel. Por su parte, el bayle estaba entregado a reflexiones de distinto orden. Al cabo de una hora de silencio, que empleó en cálculos preparatorios, intentó demostrarme la necesidad de desecar el lago y de «proporcionar al rastrillo y a la carreta muchos centenares (¡qué centenares!), muchos millones de mojadas de tierra, de las cuales nadie sacaba otro beneficio práctico que el de pescar algún sollo o extraer algunas estacas para embarcaciones acá y acullá». Sobre este tema intrincóse en larga disertación con que asendereó mis oídos sin provecho para mi inteligencia. Lo más que recuerdo de ella es que
entraba en sus cálculos el reservar parte del lago, bastante ancha y profunda, para la navegación de mercaderes y gabarras que transportaran mercancías de Dumbarton a Glenfalloch con tanta facilidad como lo verifican entre Glasgow y Greenock. Llegamos, por fin, al sitio de desembarque, no lejos de las ruinas de una antigua alquería, y donde el lago echa el sobrante de sus aguas en el Leven. Dougal nos aguardaba con los caballos. El bayle había ultimado su plan en favor de la «criatura» ni más ni menos que para el cegamiento del lago Lomond, y tal vez, en uno y otro caso, se había preocupado más de lo útil que de lo posible. —Dougal —dijo a éste—, sois una buena criatura que poseéis el sentido de lo que se debe a los superiores; pero me dais pena, Dougal, pues es imposible que vuestro género de vida no os lleve derechamente al patíbulo, roas o menos tarde. En atención a mis servicios como
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entraba en sus cálculos el reservar parte del<br />
lago, bastante ancha y profunda, para la navegación<br />
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mercancías de Dumbarton a Glenfalloch<br />
con tanta facilidad como lo verifican entre<br />
Glasgow y Greenock.<br />
Llegamos, por fin, al sitio de desembarque,<br />
no lejos de las ruinas de una antigua alquería, y<br />
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El bayle había ultimado su plan en favor de<br />
la «criatura» ni más ni menos que para el cegamiento<br />
del lago Lomond, y tal vez, en uno y<br />
otro caso, se había preocupado más de lo útil<br />
que de lo posible.<br />
—Dougal —dijo a éste—, sois una buena<br />
criatura que poseéis el sentido de lo que se debe<br />
a los superiores; pero me dais pena, Dougal,<br />
pues es imposible que vuestro género de vida<br />
no os lleve derechamente al patíbulo, roas o<br />
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