Rob Roy Walter Scott - Ataun
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Vaughan, exceptuando el día de nuestro primer encuentro, durante el cual le citó designándose además, a sí misma y a su primo, como las tres únicas personas capaces de sostener una conversación. Mas, pese a la reserva que guardaba respecto del anciano sacerdote, vélasela, desde la llegada de éste, presa de una angustia y de un temblor nervioso, que no cesaban sino después de cambiar con él ciertas significativas miradas. Fuese de ello lo que fuese, es lo cierto que el padre Vaughan no era ajeno al secreto que ocultaba los destinos de la adorable criatura. «Puede —me dije—, que esté encargado de negociar la admisión de la joven en algún claustro, supuesto que ella rehuse el unirse a cualquiera de sus primos, y esto explicaría la violenta emoción que siente en presencia del cura». Por lo demás, ni celebraban largas conferencias ni parecía que buscaran la ocasión de estar juntos. Su alianza, si realmente existía entre
ellos, era tácita y convencional, más afectiva en actos que en palabras. Reflexionando, recordé haberlos visto, dos o tres veces, cambiar ciertos signos; pero, noticioso de la habilidad con que el clero católico procura, en todo tiempo, mantener su influencia sobre el espíritu de los fieles, había interpretado aquella pantomima en el sentido de exhortación muda a las prácticas religiosas. A la sazón, empero, sentíme dispuesto a ver en ello un móvil misterioso y de mayor alcance. ¿Celebraba el tal clérigo secretas entrevistas con miss Vernon, en la biblioteca? Y si las celebraba, ¿con qué fin? ¿Por qué en sus confidencias hacía intervenir ella a un amigo del pérfido Rashleigh? Semejantes dificultades, con otras no menos molestas, asediaban mi espíritu, excitando en el interés tanto más vivo cuanto más imposible me era el resolverlas. Empezaba ya a sospechar que mi amistad con Diana no era del todo desinteresada, como lo exigía la razón. Cediendo a impulsos de los celos contra Thorncliff, el vil
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Vaughan, exceptuando el día de nuestro primer<br />
encuentro, durante el cual le citó designándose<br />
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únicas personas capaces de sostener una conversación.<br />
Mas, pese a la reserva que guardaba<br />
respecto del anciano sacerdote, vélasela, desde<br />
la llegada de éste, presa de una angustia y de<br />
un temblor nervioso, que no cesaban sino después<br />
de cambiar con él ciertas significativas<br />
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Fuese de ello lo que fuese, es lo cierto que el<br />
padre Vaughan no era ajeno al secreto que<br />
ocultaba los destinos de la adorable criatura.<br />
«Puede —me dije—, que esté encargado de<br />
negociar la admisión de la joven en algún claustro,<br />
supuesto que ella rehuse el unirse a cualquiera<br />
de sus primos, y esto explicaría la violenta<br />
emoción que siente en presencia del cura».<br />
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