Rob Roy Walter Scott - Ataun

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der a amar a ese hombre; pero ¡Dios mío! ¿cómo olvidar el plan que le indujo a insinuarse en la confianza de una criatura abandonada, la perseverancia inflexifle con que la persiguió, año tras año, sin un solo instante de remordimiento o de compasión; el motivo que le hubiera hecho convertir en veneno el alimento que daba a su espíritu? ¡Providencia divina! ¿qué hubiera sido de mí, en este y en el otro mundo, a caer en los lazos de ese consumado bribón? Indignóme de tal modo imaginar el horrible complot cuyo velo acababa la joven de levantar, que puse mano en la espada y lánceme en busca del miserable para descargar en él mi legítima saña. Respirando apenas y con mirada en que a la expresión del desprecio y de la ira reemplazaba la del azoramiento más vivo, miss Vernon se precipitó a cortarme el paso. —¡Deteneos! —exclamó—. ¡Deteneos! Por justa que sea vuestra cólera, no conocéis todavía la mitad de los secretos de esta horrible prisión.
Lanzó una inquieta ojeada alrededor de la estancia, y, bajando la voz hasta convertirla en murmullo, añadió: —¡Algún hechizo protege su vida! No podéis atacarle sin poner en peligro otras existencias, sin provocar una mortandad. A no ser así, ¿creéis que esta débil mano no hubiera adelantado, por su cuenta, la hora de la justicia? —y, restituyéndome a mi puesto, terminó diciendo—: Antes os he dicho que no necesito consuelos; ahora os digo que no necesito vengador. Maquinalmente volví a ocupar mi asiento y, meditando aquellas últimas palabras, recordé lo que había olvidado en el primer calor de la indignación: que no tenía derecho alguno a constituirme en campeón de Diana. Esta calló durante algunos minutos a fin de dar a nuestras emociones tiempo bastante para calmarse, y continuó en tono más tranquilo: —Os lo repito. Un misterio de naturaleza formidable envuelve a Rashleigh. Infame como es y aunque sepa que conozco su infamia, no
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Obra reproducida sin responsabilida
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CAPITULO PRIMERO ¿Qué mal he hech
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tecimiento que puede sobrevenir a c
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tor las sacrifica al sentimiento de
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destino, el tiempo las haya quizá
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surcada por las arrugas; y me parec
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Mi padre no notó mi disgusto y, au
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mangas, una vez en el despacho, int
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Borroneaba una canción. Pero, habl
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pudieran confiar el timón, capaz d
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a los medios de procurarme la dicha
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acogida a los incluidos billetes, c
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mucho de mi memoria, a juzgar por e
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tes, sin ver en ella a un maligno f
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haga a B lo que quisiera que B le h
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—¿Y qué, caballero? —Y no obs
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pipa: en Burdeos, 32. Muy bien, Fra
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te, parecíale semejante ocupación
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Resonar, llegarían sus cantares. T
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—Nubes llameantes: hombre ¡qué
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tuna en el mundo! ¿A qué, muchach
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de.cerrar la cuenta, dad tiempo al
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padre, si queréis alcanzar en este
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Iba y venía yo; pasaba el tiempo a
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Apareció el señor Owen. Había ta
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ganta y, mientras tosía yo para sa
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—En otros términos—dijo—¿lo
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GAY. Fábulas Las divisiones de est
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o me restableciera en la situación
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te estaba entonces, y puede que lo
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fensivas, se echa en olvido al meno
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ecordarle los muchos que en éste q
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observación alguna referente a mi
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acompañante; es decir, me complac
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—Estáis en un error, caballero;
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aquéllos no se defienden contra é
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el procurador y hasta el vicario, n
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—Bien dicho, señor Campbell —r
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No obstante, sus proyectos (como ac
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habitantes del otro lado de la fron
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dían adjudicarse, en una u otra fo
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traje era lo más rudo posible, aun
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zaba la dinastía de Hannover estab
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nombrar al reverendo eclesiástico
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Y esto dicho, pagó la cuenta de la
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—Debe conocer sus asuntos mejor q
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su severa majestad. No ofrecía, ci
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tracción campestre, aceché con ci
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cual dirigía su caballo con una se
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llero —prosiguió dirigiéndome l
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el gran legislador de los albéitar
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—En verdad, querida señorita, qu
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—Los hay, pero son en corto núme
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Descubriéndose, la amable niña sa
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lo. Sus ventanas, enrejadas y con j
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tar la caza. Figuraban, además, al
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la servidumbre. Unos gritaban: «¡
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de mi mujer, la niña más linda de
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Osbaldistone, ofreciese raro contra
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ha impuesto un ruido de cascabel a
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individuo, forman una estimable div
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para siempre, señor Osbaldistone:
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chillos y tenedores, el ensañamien
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Creí notar en ella cierto estremec
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mar a Rashleigh de humilde sacerdot
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por haber hallado un oyente digno d
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Tomé por una alameda, después por
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Llaman ayunar al traerles en carrua
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queza, veinticuatro años hace que,
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—¡Ay!, ¡la jovencita! No es tal
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—¡Oh!... Podéis asegurarlo.., p
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mismo caso de mí que de cualquiera
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permanencia en el castillo, al disi
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—No lo dudo, muchacho —contest
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—Fíjate bien: el primo Francis v
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—Pues bien, miss Die, corro al mo
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—¿Conque sí? No creía que nos
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—Como el licenciado Pedro García
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—Mis sentimientos en política y
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—Os comprendo —contestó—; es
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amigo en la desgracia, por débil q
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de la cantidad de negocios que pasa
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turado jaco tiene otro motivo de qu
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—Como amigo y como pariente, señ
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pasible y su indulgente sonrisa), d
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Reinó un instante de silencio, que
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verificaba al mediodía en lugar de
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Buenas gentes, dad oído a esta his
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había presentado querella ante vos
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Apaciguado a medias por el certero
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—¡Pícaros criados! Creíanse li
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jueces de paz: «Cualquiera que hay
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el extremo de excitar temores legí
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—Dispensad, señor mío, dispensa
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cesaria aquí, puedo, en un santiam
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Allá en mis tiempos juveniles, viv
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nada contra mí tan cerca de la cas
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—Pronto gozaréis de uno y otra,
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—En tal caso —dijo el juez—,
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mi vida y buenas costumbres, sírva
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que el caballero reconocerá que me
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—¡Por la salud de mi alma, que d
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Apresuraos, pues, a calmar sus pate
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indolencia y de un indulgente egoí
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Era, en efecto, José Jobson, corri
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de Guillermo, 1067... del primero d
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derechos. ¡Atentar a vuestra reput
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Cambiados los precedentes despidos,
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tar—. ¿No observo, acaso, dibuja
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Esto me dispensa de revelaros mi te
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Miss Vernon se expresó con tan pen
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fecundia y el desembarazo de Rashle
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de roble cedían al peso de los inf
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—Estamos aliados aún —prosigui
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gustaba el estudiar, con el sabio R
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peare ha malignamente calumniado. N
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—¡Caramillos! Parecen más bien
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que la de un hermoso cuadro. ¿A qu
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entrar, un paso humilde, pero suelt
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a la divulgación de los secretos q
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jo) en favor vuestro, lo que deber
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epito, porque llevo hecho un profun
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ciones, no le tiene cuenta chocar c
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uscas e impetuosas, algo de marcial
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astantes hallaréis sin salir de In
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ideas se sucedían unas a otras sin
Page 253 and 254: Todo el mundo, whig o tory, puede t
Page 255 and 256: gustos. Percie fuese a apurar, en c
Page 257 and 258: go, de despojar a los amalacitas, y
Page 259 and 260: que os dedicabais en secreto a las
Page 261 and 262: gún presumo, en calcular hasta qu
Page 263 and 264: —Puesto que, a ejemplo de Diana V
Page 265 and 266: vuestro padre en su valor y en su d
Page 267 and 268: mi reserva sólo un defecto de corr
Page 269 and 270: de oro: os lo juro. Para no ocultar
Page 271 and 272: —Y... ¿miss Vernon era, sin duda
Page 273 and 274: CAPITULO DUODÉCIMO ¿Embriagarse,
Page 275 and 276: te de lo que permiten, a lo que par
Page 277 and 278: zado con un insulte a aquel ser del
Page 279 and 280: virtióme en charlatán, quiquillos
Page 281 and 282: mal, sin que me quedara el triste r
Page 283 and 284: miss Vernon, tal vez miraba con cel
Page 285 and 286: fenómeno moral parecido al crepús
Page 287 and 288: prestar atento oído a las palabras
Page 289 and 290: teca para ayudarme con vuestras luc
Page 291 and 292: —No, Rashleigh, no —replicó la
Page 293 and 294: —Tengo conciencia de mis yerros,
Page 295 and 296: Sensata es la resolución. Lo que h
Page 297 and 298: —Y, suponiendo que me haya revela
Page 299 and 300: mente, si es que existe, aquí abaj
Page 301 and 302: —Para no ocultaros nada, os diré
Page 303: La lástima que me inspiraba confun
Page 307 and 308: participo más de su sexo que del m
Page 309 and 310: tos, y, con motivo de su partida, a
Page 311 and 312: cias, sin que sus relaciones en pú
Page 313 and 314: y el hacer hincapié en ello me abr
Page 315 and 316: pedantes llaman filosofía, o en el
Page 317 and 318: norancia del mundo. Presentábase i
Page 319 and 320: uen agrado, a la disposición de mi
Page 321 and 322: Tal era mi situación con respecto
Page 323 and 324: el lío, tened una poca de pacienci
Page 325 and 326: tu de contradicción dominaría a l
Page 327 and 328: dad hecha de una sola pieza: tantos
Page 329 and 330: como en sus disputas de whigs y de
Page 331 and 332: a hecho y dicho de malo hasta enton
Page 333 and 334: y grita que jamás se ha visto un C
Page 335 and 336: —Esto es. Decidle que se trata de
Page 337 and 338: algo parecido, perplejo en su resol
Page 339 and 340: La biblioteca había sido, tiempo a
Page 341 and 342: ta. Imposible dudar...: es una pare
Page 343 and 344: ado a la fatiga, gran propagador de
Page 345 and 346: En resumen: preocupado y muy perple
Page 347 and 348: tan espinoso asunto, del cual no ba
Page 349 and 350: vuestras. Vuestro padre dice que si
Page 351 and 352: —Es una diversión bárbara —co
Page 353 and 354: lado del Tweed daría con un aparec
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ávido de popularidad y generalment
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ellos, era tácita y convencional,
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Dominado a un tiempo por el interé
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ajo la mesa una hoja manuscrita. Al
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comenzada, algunos meses ha, a oril
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—¡Ni una! No me ha hecho limosna
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estado en Inglaterra, se han sentid
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tos ímpetus indignos de vos. En vi
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y un matrimonio odioso a que estaba
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explicaba, al fin, el móvil de aqu
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nera: todo contribuía a probar que
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en el misterio y que ella misma me
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—Y, a lo que veo, ¿las abejas co
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la suya, o bien el tal padre observ
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de un cajón de la mesa y, sacando
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y si habéis venido aquí y a esta
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de romper con ella, habíale bastad
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—Lo que acabo de deciros es verda
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se ha dirigido a Escocia con una co
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dio... Aguardad; no salgáis antes
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¡Anda, anda! Allá corren galopand
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sobre mí, encerrándome en un déd
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Glasgow, y, lo que es peor, por cu
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cuchando con mayor atención, el ru
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—Pues lo mejor es tomar un práct
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para los que las compraron! ¡Famos
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tumultuosas emociones del día, fue
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tiéndose tan bien a mi indicación
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le alcance, con el firme propósito
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abandonar a los papistas el resto d
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Seguíamos, a la sazón, un paso m
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guro que no será fácil hacer repa
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astante natural, después de todo,
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Al pie de ese hendido campanario qu
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No sin pena arranqué los transcrit
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tales y las colonias de América ha
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Jamás renuncia el montañés a los
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consuno, que no hallaría yo alma v
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numento parece estar en completo ai
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tó en mí, explicóme en los sigui
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»He oído decir a personas entendi
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común pareciéronme muy superiores
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pes de Israel». Inscripciones sól
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an el deber al muchacho demasiado v
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manteníase en actitud de profunda
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que no entendía el idioma en que s
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pilla del señor Shower, y las impe
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Haciendo de la necesidad virtud, me
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Un impulso instintivo movióme a se
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Perplejo estaba aún, cuando André
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acompañarme al sermón de uno de l
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asesinato, no era de temer en el si
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la función religiosa de la tarde,
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correligionarios. Esconderme tras d
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Nadie extrañará que, oyendo tan g
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La noche comenzaba a adelantar y la
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Fui de prisa a su encuentro, como s
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—¿No podéis comunicármelo aqu
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fortuna, como en el hallazgo de un
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Hablando de esta suerte habíamos l
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de semejante lugar, cadenas y apara
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manera que por el esbozo informe qu
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—¡Con todo su corazón, con toda
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cama y rascándose la cabeza con la
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Interrumpí sus quejas notificándo
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en los negocios, se fatigara con la
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a a sus pies, y, en cuanto a Mac-Fi
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la cárcel la víspera del día en
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Es la voluntad del cielo, y hay que
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puerta, con penetrante y resuelta m
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—La salud no es mala, gracias, se
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cerebro durante todo el día. y he
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wood, reparó en el proyecto e impi
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soluto, como vos, hombre activo y v
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—Os creo, os creo —replicó el
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en la cárcel de Glasgow? ¿Habéis
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chan el saber que vos, tuno montañ
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nos otra vez el papismo, el poder a
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padre quien suministrará fianza al
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se me había privado el abrirlo, ap
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an sus músculos todo el vigor que
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cierta probabilidad. Rashleigh hab
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conforme y daros una vuelta por all
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—¡Olvidarlo! —dijo el montañ
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celado por un pícaro montañés a
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Como quiera que no nos habíamos al
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a los chicos que no abandonan a sus
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«¡por Dios, caballero!» que me d
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manifestó, o que fingió sentir al
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estáis aquí gimoteando como una v
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defendía su extravagante causa. El
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acerca de sus travesuras de la vís
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Habiéndome granjeado los buenos of
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—Todo esto, señor mío, no me re
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Owen, y, con sus estímulos y conse
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aquella hora de clase) di por él m
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Estaba, a la sazón, en moda entre
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viéndome tan cerca de él, amenaza
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sufrido jamás un insulto, ni lo su
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nía Rashleigh sobre mí la ventaja
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salió por detrás; pero se había
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creáis, y cosa nueva será para m
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—¡Ya lo veis, Mac-Gregor! Se col
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una saeta, hallará medio para darl
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es asegurarme de que Rashleigh est
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za que le inspira el espectáculo d
Page 567 and 568:
adquirido de los bucaneros. De todo
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mañana, con lo cual llegó lo que
Page 571 and 572:
Terminé mi relato, y, aunque nada
Page 573 and 574:
—¿Debo, pues, considerarle como
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tan secretas como criminales, al pa
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mos íntima y tranquilamente, os di
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—Las tierras altas de Escocia, se
Page 581 and 582:
—Justamente, señor Owen, acertas
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convencidos de que la caza de bueye
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el digno síndico, que ya no es de
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completa desolación (¡Dios se api
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que tratara con él. Fue una exacci
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na en el costado de otra familia; a
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nas muertes entre ellos, de las que
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la maleta, y hace bien en callar, p
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Esta inesperada perspectiva me dio
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puesto al lado del actual gobierno.
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tegrar unas sumas que tenían derec
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astaba nombrar a aquél para que lo
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que diera grasa a sus botas grandes
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parecía que andaba sólo con tres
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vos, dos brutos en junto, ¡pícaro
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Al igual que a mi padre, no se le a
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ueno: desde el tiempo en que san Mu
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sólo se oía el plañidero y monó
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longada, suspira por el movimiento
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que puedo decir de Rob ¡pobre diab
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Para lo peor y lo mejor, quien tien
Page 623 and 624:
«Ese es el bayle Nicolás Jarvie,
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al cerrar la noche, cubriendo con s
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que el denigrar a uno en provecho d
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añadió, acto seguido, viendo bril
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—Eso significa —dijo— que alg
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había echado un tartán, apenas si
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vuestra... Andrés, cuidad de coloc
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es, huéspedes sin duda, a quienes
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piedra y con un puñado de paja por
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talante que demostraba hasta qué p
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Alpine, si ella puede. ¿A qué vie
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veces de tizonera, y la esgrimió c
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de las tierras bajas, quien, de pac
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mo huele a cabeza de carnero asada!
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con loque sucede en vuestra hoster
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lanca a mi compañero. Era lo menos
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—¡Al avío, y llévese el diablo
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wan!, y ya se ha visto que hay uno
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«Caballero: »Esta noche los halco
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—¡Andrés Fairservice! —grité
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con riesgo de dejar que perezcáis
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Siguióme con aspecto consternado y
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—¡Chito, Garschattachin! —dijo
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estos momentos. Pardiez, mi reja de
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ien. Hombre avisado vale por dos, l
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sus asuntos hayan podido impeler ha
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perseguiré por calumnia y detenci
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de la ley, que es la plaga del paí
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de, pero guardaos de que, a mi vez,
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que no podía resultarle sino pasaj
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nazas ni a las quejas del bayle, y
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para asuntos muy serios. Después q
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—Aquí las tienes —dijo el ofic
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¡Qué sensación tan deliciosa la
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El ruido de nuestra salida despert
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montañesas acompañan las muestras
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Aunque nada versado en cosas milita
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e: sabedor Rob Roy de que está cer
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hasta la orilla, formaron tantas qu
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para disputarle el honor de la vict
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El proyectado ataque fue suspendido
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—No atento a la vida de nadie —
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de algunos pasos, y trepó por ello
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tenía otro eco que los gemidos del
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tífero, al que no podían contesta
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espectáculo de los soldados, a qui
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ello, tómeme la libertad de pregun
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cúspide de una peña desnuda, obje
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le limpiado ya los bolsillos y birl
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señor Jarvie recibió sobre los ho
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dominado mi primera emoción, recor
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—¿Quién sois vos —exclamó El
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—Y, si necesitáis pruebas, acord
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defensa, en favor nuestro, cuya abu
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Entre los montañeses que rodeaban
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—¿Qué significa esto, Alaster?
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desahogado en cierto modo su resent
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éxito. Los milicianos, a lo que ha
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El espanto alcanzaba a tal paroxism
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on del suplicante arrodillado aún,
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azo sólo tiene poder para satisfac
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forzaría en hablar de ello lo meno
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tro esposo. La espada de Rashleigh
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jer del Lennox que, desde hoy a Nav
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de sus impertinentes jeremiadas. Ma
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No creían, en verdad, que los mont
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cerca, le rogué que se me presenta
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ven a tocar un pelo de la cabeza de
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duque aventuráronse a hablar en fa
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dos veces ha limpiado mis cuadras s
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Leída la carta, escrita en mugrien
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el sombrero y la peluca del habitan
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metido menos excesos que otros, y e
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que emplea Vuestra Gracia con sus o
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legiado... Cuidad de dirigir vuestr
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De lo alto de las peñas, de lo pro
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compañías, operación que produjo
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Ewan hizo adelantar el caballo, y o
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ción de los milicianos. Los hubo q
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pero renovadas sus fuerzas, tiene m
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co espectador, mas he aquí que de
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tos de apoyo y de hospitalidad. En
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anuncio de tamaña noticia bastarí
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za que recobraba en mis fuerzas, en
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—El señor Francis no debiera sil
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—¡Ya lo veis, primo mío, nací
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¡Ah!, pongo al cielo por testigo d
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sólo en lo sucesivo lejanas relaci
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sus partidarios. Al propio tiempo s
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cogerme, guardarme y volverme a cog
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oídos, había recordado la orden d
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no se dirá lo propio de los soldad
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—¡El último rescate que pueda e
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vuelta por las tierras altas; mas e
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fomentar, a no dudarlo, el aventure
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su inquina, desde el primer momento
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gamos, compitiendo en quién llevar
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Satisfecha la curiosidad retiróse
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tros simpáticos muchachos, de quie
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de su espíritu, no le estaba menos
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—¡Qué han de ser! Hamish mata d
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—¡Ea, Robin, muchacho mío, no h
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la cerradura, hubiera hecho dispara
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dedos por tocarlo—. La rebelión
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Tomando el papel, colocado delante
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Se había provisto de fresco ramaje
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permanecimos ambos, durante algunos
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puñal, movió la otra con ademán
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las dificultades, de la imposibilid
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nutos más tarde, el ruido de su re
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—Muchas gracias, muchas gracias
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la jornada con la bebida de licores
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cuciones, de la interdicción de un
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Mac-Rimmon, el bardo, no la compusi
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ling y reveló a las autoridades (l
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guerra civil parécese al basilisco
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admirar los sitios más hermosos y
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fuera tallado por mano de hombre, r
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miento de la peluca de éste, así
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diluvio de vehementes apostrofes, c
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—Todo puede olvidarse —replicó
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en que el clan de Mac-Gregor tenía
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de protesta de alianza y de amistad
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entraba en sus cálculos el reserva
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Estupefacto al recibir tan clara ne
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alegría y, sin decirme palabra, su
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yor, es decir, renunciar para siemp
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y claymores. y a todo eso, las agua
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se a vio de lo lindo sin olvidar el
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No pude contener una sonrisa record
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Cejas de ébano y cutis de lirio, p
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comunicarme lo que sigue, como si f
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tes de la insurrección, debería v
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noticia de la revuelta, habían inv
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En la primera revista que se pasó
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John portóse con igual valor en la
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narles. Una o dos veces habló de D
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no, mostróse muy empeñado en verm
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to a su voluntad, cualquiera que fu
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dar a los hombres como a la volater
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mente de sus funciones, desplegaba,
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—Sin duda alguna. No hay ya para
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—Sí, pero únicamente de su hija
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se había oído hablar de su detenc
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precaución contra el airecillo de
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golpes: esta idea fúnebre llenaba
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—Sabed que esta mañana hemos est
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Clara lumbre llameaba en el hogar s
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Y, con esto, salió altivamente cru
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gresó a su casa y dejóme en aquel
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padre con quien tenía gran semejan
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asombrado rostro? ¿Habéis visto o
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Federico creyó de su deber enterar
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Unos treinta hombres formáronse a
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facundia encantadora? A la entusias
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interpelación por parte mía—, y
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era después de tantos años, princ
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Una vez solo, intenté poner algún
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Volví al lecho con el corazón no
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las leyes si no obedecía al punto.
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tas personas nombradas en la suprad
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título a vuestro oído, muy ilustr
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nerviosa, y, contemplándonos con m
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—A primera vista —refería Andr
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justicia, que nunca han tenido fama
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tele a regresar al castillo y a que
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Rashleigh vivía aún, a pesar de l
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evivió, hasta el último soplo de
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El portador de la carta participóm
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propietario en el pago de sus renta
show all

Rob Roy Walter Scott - Ataun

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