Rob Roy Walter Scott - Ataun
Rob Roy Walter Scott - Ataun Rob Roy Walter Scott - Ataun
no está seca la tinta, y ¿os retractáis tan escandalosamente? —¿Por ventura sé yo —tartamudeó el temblón, entre dientes— si ha] arrastrado tras de él un enjambre de pícaros? ¡He leído tantas cosas parecidas en las Historias de ladrones de Johnson!.., observad cómo se abre ya la puerta... Abrióse, en efecto, y entró Diana Vernon. —Vuestra casa, oh juez, está muy bien servida —dijo—. ¡Ni un criado para anunciarme! —¡Ah! —exclamó el juez con una vivacidad que probaba que su devoción a Temis o a Comus no le absorbía hasta el punto de hacerle olvidar lo que a la belleza es debido—. ¡Ah, ah!... Die Vernon, nuestro capullo del rosa, la flor de las fronteras viene a ver cómo tiene su casa el solterón. ¡Bienvenida, hijita, bien venida como vincaperinca en el mes de mayo! —¡Sí, sí! Bonita casa y de las más hospitalarias. ¡Ni un alma para contestar a los recién llegados!
—¡Pícaros criados! Creíanse libres por unas cuantas horas. ¿Cómo no habéis venido antes? Vuestro primo Rashleigh ha comido aquí y se ha marchado, el truchimán, apurada la primera botella. Pero vos no habréis comido aún... Esperad: se os servirá algo bueno y delicado, galante y lindo como vos. Es asunto de un abrir y cerrar de ojos. —No rehuso, porque llevo realizada una larga correría esta mañana. Mi visita, juez, no será larga. He venido con mi primo aquí presente, Frank Osbaldistone, y es necesario que le enseñe el camino para reacompañarlo al castillo, no sea que se pierda en el bosque. —¡Hum! ¿Es por ese lado que sopla el viento? —preguntó el juez. Ella le enseña un poquito el caminito, el caminito de amores. ¿Y nada, nada para los viejos célibes, pimpollito del desierto?
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Vuestro primo Rashleigh ha comido aquí y se<br />
ha marchado, el truchimán, apurada la primera<br />
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se os servirá algo bueno y delicado, galante<br />
y lindo como vos. Es asunto de un abrir y cerrar<br />
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—No rehuso, porque llevo realizada una<br />
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Frank Osbaldistone, y es necesario que le<br />
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—¡Hum! ¿Es por ese lado que sopla el viento?<br />
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Ella le enseña un poquito el caminito, el caminito<br />
de amores.<br />
¿Y nada, nada para los viejos célibes, pimpollito<br />
del desierto?