RASHID 9/11 - Dramared
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TÍO ABDUL.- ¿Cuál será la cosecha de tantas toneladas de explosivos? ¿Cuántos huérfanos por tonelada, cuantos padres sin hijos, cuántas madres…? TÍA ZULMA.- Voy a hablar con tu maestra. ALÍ.- No, por favor, tía Zulma. Ella no lo dijo con maldad. Lo leyó de un periódico. TÍO ABDUL.- Sí, sobrino querido, yo también lo leí. “Mil quinientos toneladas de bombas inteligentes para Tel Aviv.” ALÍ.- ¿Verdad que no son inteligentes? TÍA ZULMA.- Por eso te riñeron… Les dijiste de tu madre… ALÍ.- ¿Ustedes siempre van a estar aquí, conmigo? TÍO ABDUL.- Tal vez las bombas sí sean inteligentes, Alí, porque habrán de cumplir su mi- sión. Pero quienes las hacen y quienes las venden, quienes las compran y quienes las usan, son unos imbéciles. TÍA ZULMA.- Siempre, pequeño Alí, aquí estaremos. Nunca te vamos a dejar. TÍO ABDUL.- Ya hablaré yo con tu maestra. ALÍ.- Pero no le harás daño. RASHID.- Nadie le hará daño a nadie. Alí corre a abrazar a su padre. Tío Abdul le ayuda a meter la maleta a una habita- ción, mientras Tía Zulma le da una taza de té. ALÍ.- ¡Papá, tía Zulma me contaba un cuento! RASHID.- Sí, mi amado Alí, lo escuché. TÍA ZULMA.- Te extrañó mucho. RASHID.- Y yo a él. TÍO ABDUL.- Familia… Recuerda esa palabra, Alí… Para eso es la familia y tú habrás de cerrarme los ojos… ALÍ.- ¿Subiste en avión, papá? 34
RASHID.- Sí, pequeño Alí, subí en él y se siente mejor aún de lo que te conté. ALÍ.- ¿Y viste las nubes, papá? Regresa Tío Abdul con un aguamanil. Rashid se descalza y lava sus pies. Parece a punto de llorar. RASHID: Sí, Alí, estaban donde habíamos dicho. ALÍ: ¿Te hicieron la entrevista? RASHID: Sí, hijo… La hicieron… ALÍ.- ¿Te dieron el trabajo, papá? TÍA ZULMA.- Deja que tu padre repose, Alí. RASHID.- No, no, está bien… Está muy bien… Quiero tener a mi hijo cerca… Ven, deja que mis brazos se cierren sobre ti. Alí se sienta junto a Rashid que lo abraza y comienza un largo y profundo sollozo. Besa a su hijo, repetida, interminablemente. ALÍ.- ¿Por qué me besas, papá? RASHID.- Porque me has hecho falta. ALÍ.- Pero son muchos besos… RASHID.- ¿Te molesta? ALÍ.- Nunca lo haces. Tía Zulma y Tío Abdul salen con las miradas bajas, quizá alguno arrastrando los pies. RASHID.- Sí te he besado. ALÍ.- Alguna vez. RASHID.- Sí lo hago. ALÍ.- No me acuerdo. RASHID.- Pues desde ahora se hará costumbre. 35
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TÍO ABDUL.- ¿Cuál será la cosecha de tantas toneladas de explosivos? ¿Cuántos huérfanos<br />
por tonelada, cuantos padres sin hijos, cuántas madres…?<br />
TÍA ZULMA.- Voy a hablar con tu maestra.<br />
ALÍ.- No, por favor, tía Zulma. Ella no lo dijo con maldad. Lo leyó de un periódico.<br />
TÍO ABDUL.- Sí, sobrino querido, yo también lo leí. “Mil quinientos toneladas de bombas<br />
inteligentes para Tel Aviv.”<br />
ALÍ.- ¿Verdad que no son inteligentes?<br />
TÍA ZULMA.- Por eso te riñeron… Les dijiste de tu madre…<br />
ALÍ.- ¿Ustedes siempre van a estar aquí, conmigo?<br />
TÍO ABDUL.- Tal vez las bombas sí sean inteligentes, Alí, porque habrán de cumplir su mi-<br />
sión. Pero quienes las hacen y quienes las venden, quienes las compran y quienes las usan, son unos<br />
imbéciles.<br />
TÍA ZULMA.- Siempre, pequeño Alí, aquí estaremos. Nunca te vamos a dejar.<br />
TÍO ABDUL.- Ya hablaré yo con tu maestra.<br />
ALÍ.- Pero no le harás daño.<br />
<strong>RASHID</strong>.- Nadie le hará daño a nadie.<br />
Alí corre a abrazar a su padre. Tío Abdul le ayuda a meter la maleta a una habita-<br />
ción, mientras Tía Zulma le da una taza de té.<br />
ALÍ.- ¡Papá, tía Zulma me contaba un cuento!<br />
<strong>RASHID</strong>.- Sí, mi amado Alí, lo escuché.<br />
TÍA ZULMA.- Te extrañó mucho.<br />
<strong>RASHID</strong>.- Y yo a él.<br />
TÍO ABDUL.- Familia… Recuerda esa palabra, Alí… Para eso es la familia y tú habrás de<br />
cerrarme los ojos…<br />
ALÍ.- ¿Subiste en avión, papá?<br />
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