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JEAN-MARIE CARRÉ<br />
ciares, es el más <strong>de</strong>licado y estremecedor <strong>de</strong> los hábitos", le<br />
escribe a Delahaye en junio, una carta <strong>de</strong> ebrio, <strong>de</strong> una grosería<br />
fétida y monstruosa, en la que se da el horrible placer<br />
<strong>de</strong> estropear la lengua y multiplicar las incongruencias más<br />
inmundas. Lleva una vida agotadora y anormal. "Ahora trabajo<br />
por la noche. Des<strong>de</strong> medianoche a las cinco <strong>de</strong> la mañana.<br />
El mes pasado, mi cuarto, en la calle Monsieur le<br />
Prince, daba el jardín <strong>de</strong>l liceo Saint-Louis. Había árboles<br />
enormes bajo mi estrecha ventana. A las tres <strong>de</strong> la mañana, la<br />
vela pali<strong>de</strong>ce: en los árboles, los pájaros gritan todos simultáneamente:<br />
fin. No más trabajo. Necesitaba mirar los árboles,<br />
el cielo, captados en esta hora in<strong>de</strong>cible, la primera <strong>de</strong> la<br />
mañana. Veía los dormitorios <strong>de</strong>l liceo, absolutamente silenciosos.<br />
Y, ahora el ruido brusco, sonoro, <strong>de</strong>licioso <strong>de</strong> los<br />
carritos <strong>de</strong> reparto en los bulevares. Fumaba mi pipa, escupía<br />
sobre las tejas, pues mi cuarto era una buhardilla. A las cinco,<br />
bajaba para comprar un poco <strong>de</strong> pan; ya es hora. Los<br />
obreros andan por todas partes. Para mí ha llegado la hora<br />
<strong>de</strong> emborracharme en las vinerías. Regresaba para comer y<br />
me acostaba a las siete <strong>de</strong> la mañana cuando el sol hacía aparecer<br />
las cochinillas por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> las tejas. La mañanita, en<br />
verano, y los atar<strong>de</strong>ceres <strong>de</strong> diciembre, eso es lo que siempre<br />
me ha encantado aquí." Extraño documento, ciertamente<br />
muy característico, don<strong>de</strong> conviven el placer <strong>de</strong>l envilecimiento<br />
y el <strong>de</strong>l éxtasis matutino. Todo <strong>Rimbaud</strong> está aquí, y<br />
sin lugar a dudas es en el curso <strong>de</strong> una <strong>de</strong> estas tardías veladas<br />
cuando compuso el chispeante poema en prosa <strong>de</strong> reflejos<br />
tan múltiples, <strong>de</strong> tan puros y cristalinos fuegos: "He<br />
besado el alba <strong>de</strong> verano. Nada se movía aún en el frente <strong>de</strong><br />
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