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VIDA DE RIMBAUD<br />
<strong>de</strong>ntemente heroica <strong>de</strong>l poeta en don<strong>de</strong> se expresan su inmenso<br />
orgullo, su naturaleza <strong>de</strong>voradora y aventurera, pero<br />
que lo lleva directamente al abismo. Por reacción contra los<br />
cenáculos y las modas <strong>de</strong>l día, por espíritu <strong>de</strong> contradicción,<br />
busca la originalidad hacia y contra todo, aun contrariando<br />
su propia naturaleza. El realista agudo, el observador implacable,<br />
en él traban al visionario: para <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> ellos,<br />
recurre al alcohol, al haschich. Es claro y busca la obscuridad.<br />
Su pensamiento vigoroso y audaz, que <strong>de</strong> un solo salto<br />
se lanzara por sobre todos los gran<strong>de</strong>s problemas <strong>de</strong> la vida y<br />
<strong>de</strong> la sociedad, ahora se <strong>de</strong>tiene en sutiles combinaciones <strong>de</strong><br />
palabras, se complace en la búsqueda <strong>de</strong> instrumentación<br />
verbal, se hipnotiza con los vocablos.<br />
"Lo vetusto poético tenía su buena parte en mi alquimia<br />
<strong>de</strong>l verbo. Me acostumbré a la alucinación simple: veía muy<br />
claramente una mezquita en lugar <strong>de</strong> una usina, una escuela<br />
<strong>de</strong> tamboriles construida por ángeles, calesitas en las rutas<br />
<strong>de</strong>l cielo, un salón en el fondo <strong>de</strong> un lago; monstruos misteriosos;<br />
una cartelera <strong>de</strong> revista daba, ante mí, nacimiento a<br />
fantasmas temibles. Luego explicaba mis sofismas mágicos<br />
con la alucinación <strong>de</strong> las palabras. Terminé por creer sagrado,<br />
el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mi espíritu.”<br />
Por otra parte, en sus Iluminaciones hay éxitos milagrosos.<br />
¿Tendré que citar Flores, Antiguo, Alba? Pero quién, en<br />
París, en 1872, hubiese podido admirar tan audaces hallazgos?<br />
El Parnaso reinaba, dueño y señor. El simbolismo no<br />
había nacido. No, en verdad no había lugar para <strong>Rimbaud</strong> en<br />
el Templo <strong>de</strong> las Musas y Verlaine fue el único que supo<br />
apreciar "su prosa <strong>de</strong> diamante". La mayoría <strong>de</strong> los poetas <strong>de</strong><br />
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