Vida de Rimbaud

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12.05.2013 Views

JEAN-MARIE CARRÉ Tout leur pantalon bouffe á leurs reins boursouflés. Et vous les écoutez cognant leurs~ tétes chauves Aux murs sombres, plaquant et plaquant leuis pieds tors Et leurs boutons d'habit sont des prunelles fauves Qui vous accrochent l'oeil du fond des corridors!. 39 ¡Pobres viejecitos! Lanzan un suspiro de satisfacción en cuanto ven salir a aquel aguafiestas. Él golpeó malhumoradamente la puerta, y ellos vuelven a bajar sus anteojos, continuando el hojear de las gacetas, de las revistas y de los almanaques preferidos. Pero hete aquí que un día entra lanzando un grito malo: "¡París ha capitulado!" Esta noticia, que consterna a toda la asistencia, a él lo llena de alegría. Al fin, las puertas de su destino vuelven a abrirse. El no está hecho 39 Injertado en amores epilépticos su osamenta fantasma a los grandes esqueletos negros De sus sillas; los pies a los barrotes raquíticos Enlazados por las mañanas y por las noches. Estos viejos trenzados con sus brazos, eternamente, Sobre su piel el sello del vívido sol temiendo, Los ojos pegados al ventanal donde la nieve se derrite, En el doloroso temblor del sapo, temblando. ¡Oh, que no se levanten! Pueden naufragar, Estos que surgen, gruñendo como patos apaleados Abren lentamente sus pechos. ¡Horror! Se hinchan sus pantalones en sus riñones inflamados. Podéis oír el golpear de sus calvos cráneos En las sombrías paredes, apoyan sus pies retorcidos Y los botones del frac son bestiales pupilas Que clavan la mirada desde la profundidad de los corredores 60

VIDA DE RIMBAUD para vivir en esta ciudad miedosa, en esta biblioteca sórdida y polvorienta. Su orgullo lo enardece. Se embriaga al pensar que no se parece a los demás hombres. "Soy -dirá más tarde- el santo, que reza en la terraza, así como los animales pastan hasta el mar de Palestina. "Soy el sabio del sombrío sillón. Las ramas y la lluvia golpean las ventanas de la biblioteca. "Soy el caminante de la ruta mayor, a través de los bosques enanos; el rumor de las esclusas cubre mis pasos. Largo rato veo la melancólica lejía de oro del poniente. "Seré el niño abandonado sobre la escollera, a la deriva en alta mar, el pequeño sirviente andando por el camino cuya frente toca el cielo. "Los senderos son ásperos. Los montículos se cubren de retamas. El aire está inmóvil. ¡Qué lejos están los pájaros y las fuentes! Quizá sólo sea el final del mundo que avanza.” ¡Sí! El final del mundo.. . ¡Avanzar, siempre avanzar! Ahora va a comenzar la gran aventura. Para él, "la libertad libre". Para él -¿quién puede saberlo?-, la gloria. Y primeramente, en ruta hacia París. La gran ciudad lo fascina. Por tres veces consecutivas, hará el deseado viaje. 61

VIDA DE RIMBAUD<br />

para vivir en esta ciudad miedosa, en esta biblioteca sórdida<br />

y polvorienta. Su orgullo lo enar<strong>de</strong>ce. Se embriaga al pensar<br />

que no se parece a los <strong>de</strong>más hombres.<br />

"Soy -dirá más tar<strong>de</strong>- el santo, que reza en la terraza, así<br />

como los animales pastan hasta el mar <strong>de</strong> Palestina.<br />

"Soy el sabio <strong>de</strong>l sombrío sillón. Las ramas y la lluvia<br />

golpean las ventanas <strong>de</strong> la biblioteca.<br />

"Soy el caminante <strong>de</strong> la ruta mayor, a través <strong>de</strong> los bosques<br />

enanos; el rumor <strong>de</strong> las esclusas cubre mis pasos. Largo<br />

rato veo la melancólica lejía <strong>de</strong> oro <strong>de</strong>l poniente.<br />

"Seré el niño abandonado sobre la escollera, a la <strong>de</strong>riva<br />

en alta mar, el pequeño sirviente andando por el camino<br />

cuya frente toca el cielo.<br />

"Los sen<strong>de</strong>ros son ásperos. Los montículos se cubren<br />

<strong>de</strong> retamas. El aire está inmóvil. ¡Qué lejos están los pájaros<br />

y las fuentes! Quizá sólo sea el final <strong>de</strong>l mundo que avanza.”<br />

¡Sí! El final <strong>de</strong>l mundo.. . ¡Avanzar, siempre avanzar!<br />

Ahora va a comenzar la gran aventura. Para él, "la libertad<br />

libre". Para él -¿quién pue<strong>de</strong> saberlo?-, la gloria.<br />

Y primeramente, en ruta hacia París. La gran ciudad lo<br />

fascina. Por tres veces consecutivas, hará el <strong>de</strong>seado viaje.<br />

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