Vida de Rimbaud

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12.05.2013 Views

JEAN-MARIE CARRÉ Ahora es el habituado en un paisaje desolado. "Un enjambre de doradas hojas rodea la casa del general... Hay que andar por la roja ruta para llegar a la posada deshabitada. El castillo está en venta; las persianas se han desprendido. El cura debe haberse llevado la llave de la iglesia. En los alrededores del parque, las casitas de los guardias están deshabitadas...". Ernest Delahaye ha referido largas conversaciones que entonces sostuviera con él en los jardines devastados. "Hay - decía- destrucciones necesarias. Hay viejos árboles que es necesario derribar; hay sombras seculares cuya amable costumbre perderemos. Esta sociedad misma, sufrirá hachazos, y azadas y rodillos niveladores. Las fortunas serán arrasadas y abatidos los orgullos individuales. Sólo quedará la naturaleza.” Y como su amigo protestara: "Dónde podrás adquirir - le dijo, mientras recogía una hoja otoñal-, un objeto de lujo y de arte de una estructura más refinada?” ¿Qué podían importarle la guerra y la dureza del invierno? Andaba todos los días por las cuestas que pronto se cubrirían de nieve, molestando a los centinelas y declamando Baudelaire: "¡Oh, muerte! ¡Viejo capitán, ya es tiempo! ¡Levemos ancla!" O bien, en una cabaña respetada por la defensa y oculta en el fondo de un jardín, cerca del Bosque del Amor, de escarchados artesonados, se sumergía durante horas enteras, inmóvil y como insensible, fumando pipas, leyendo a Flaubert, Dickens, Banville o Leconte de Lisle. Entre tanto, siempre atormentado por el demonio del escribir, enviaba versos al Progrés des Ardennes, un nuevo diario democrático lanzado por un fotógrafo llamado Jacoby. 52

VIDA DE RIMBAUD Adjuntaba a ellos, sin mayor éxito también, "prosas" en las que insultaba al hombre de Sedan y a ese viejo bruto de Bismarck, a quien representaba ebrio e inclinado sobre el mapa de Francia, codiciando París. Su desprecio englobaba conjuntamente a los que invadían su país y a los que no sabían defenderlo. Es en esta época ( noviembre 1870 ) cuando escribe Rabia del César, la Deslumbrante victoria de Sarrebrük (según un grabado belga comprado en Charleroi ) , el patético Soñador del Val. Y el terrible soneto titulado El Mal: Tandis que les crachats rouges de la mitraille Sifflent tout le jour par l'infini du ciel bleu, Qu'écarlates ou verts prés du roi qui les raille, Croulent les bataillons en masse dans le feu... II est un Dieu qui rit aux nappes damassées Des autels, á 1'encens, aux grands cauces d'or, Qui, dans le bercement des hosannas, s'endort Et se réveille, quand des méres, ramassées Dans 1'angoisse et pleurant Bous leur vieux bonnet noir, Lui donnent un gros sou lié dans leur mouchoir. 37 37 Mientras el vómito ardiente del cañoneo Silba todo el día por el infinito azul, roja O verde, se desploma en el fuego La masa guerrera, cercana al rey que se mofa. Mientras un enloquecer espantoso Cruje y convierte a cien mil hombres en haz humeante ¡Pobres muertos! en verano, sobre la hierba, en tu gozo ¡Oh, Naturaleza! ¡tú a estos hombres creaste santamente! . . . 53

VIDA DE RIMBAUD<br />

Adjuntaba a ellos, sin mayor éxito también, "prosas" en las<br />

que insultaba al hombre <strong>de</strong> Sedan y a ese viejo bruto <strong>de</strong><br />

Bismarck, a quien representaba ebrio e inclinado sobre el<br />

mapa <strong>de</strong> Francia, codiciando París. Su <strong>de</strong>sprecio englobaba<br />

conjuntamente a los que invadían su país y a los que no sabían<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo.<br />

Es en esta época ( noviembre 1870 ) cuando escribe<br />

Rabia <strong>de</strong>l César, la Deslumbrante victoria <strong>de</strong> Sarrebrük (según<br />

un grabado belga comprado en Charleroi ) , el patético<br />

Soñador <strong>de</strong>l Val. Y el terrible soneto titulado El Mal:<br />

Tandis que les crachats rouges <strong>de</strong> la mitraille<br />

Sifflent tout le jour par l'infini du ciel bleu,<br />

Qu'écarlates ou verts prés du roi qui les raille,<br />

Croulent les bataillons en masse dans le feu...<br />

II est un Dieu qui rit aux nappes damassées<br />

Des autels, á 1'encens, aux grands cauces d'or,<br />

Qui, dans le bercement <strong>de</strong>s hosannas, s'endort<br />

Et se réveille, quand <strong>de</strong>s méres, ramassées<br />

Dans 1'angoisse et pleurant Bous leur vieux bonnet noir,<br />

Lui donnent un gros sou lié dans leur mouchoir. 37<br />

37 Mientras el vómito ardiente <strong>de</strong>l cañoneo<br />

Silba todo el día por el infinito azul, roja<br />

O ver<strong>de</strong>, se <strong>de</strong>sploma en el fuego<br />

La masa guerrera, cercana al rey que se mofa.<br />

Mientras un enloquecer espantoso<br />

Cruje y convierte a cien mil hombres en haz humeante<br />

¡Pobres muertos! en verano, sobre la hierba, en tu gozo<br />

¡Oh, Naturaleza! ¡tú a estos hombres creaste santamente! . . .<br />

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