Vida de Rimbaud

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12.05.2013 Views

JEAN-MARIE CARRÉ hablar un número considerable de dialectos indígenas, formándose una especie de harem compuesto por mujeres de razas todas distintas. "De tal manera había logrado adquirir - decían ellos en su sabrosa jerga colonial- una serie de diccionarios encuadernados en piel." ¡Ya lo vemos, aún no había llegado a ser un modelo de virtudes cristianas... En estos años de 1888-1890, sus caravanas abandonan poco a poco el puerto inglés de Zeilah y se orientan hacia el nuevo puerto francés de Djibouti. En cambio, sus relaciones comerciales con el Choa señalan un paréntesis de descanso. Se ha entablado un conflicto entre el rey de los reyes, el Negus Juan de Abisinia, y su vasallo Menelick. Éste se mantiene a la expectativa, llama a Antotto al dedjatch Makonnen "esconde donde el diablo perdió el poncho todas sus riquezas" y compra fusiles a los italianos. La amenaza de guerra pesa sobre todo el país. Pero el Negus Juan halla la muerte, en 1889, en otra expedición, y Menelick se convierte en el rey de los reyes, sin haber tenido necesidad de desenvainar la espada. "Nuestro Menelick -escribe Rimbaud- se había rebelado contra ese espantoso Juan y se aprestaban a devorares mutuamente, cuando el antedicho emperador tuvo la mala idea de ir a darles una paliza a los Mahdis, del lado del Matama. Y allí se quedó. ;Que se lo lleve el diablo! Aquí estamos tranquilos.” La elevación del rey del Choa al trono imperial favorece los negocios con el Norte y con Abisinia. Rimbaud prolonga el itinerario de sus caravanas y aumenta el transporte de armas. Se convierte en el proveedor oficial de Su Majestad el Negus, y recibe cartas estampilladas con el sello imperial, el 216

VIDA DE RIMBAUD león heráldico portador de la tiara y de la cruz: "Ha vencido, el león de la tribu de Judea. Menelick II, elegido del Señor, rey de los reyes de Etiopía, te envía su saludo!” La fortuna comienza a sonreír a aquel que durante tanto tiempo desconociera. Ha reunido cerca de cuarenta mil francos Sin duda, podría obsequiarse a sí mismo con un viaje a Francia, y hasta -¿lo comprendéis bien?- una visita a la Exposición Universal de París. Pero es prisionero de su juego: "Los negocios están bien lejos de permitírmelo y, por otra parte, estoy completamente solo, y si yo me fuera, mi establecimiento desaparecería por completo." Y en tono semi serio, semi burlón: "Será la próxima vez, y en la próxima podré exponer los productos de este país, y quizá también, ;exponerme yo personalmente!” De tal manera se amasa oro. Durante diez años lo persiguió como un espejismo. Sin duda, sería hermoso imaginar a Rimbaud con el aspecto de un Jason del ideal, ver en esta conquista del oro al último avatar de su inagotable apetito de posesión, insaciable sed de lo absoluto. Alquimista de la realidad después de haber sido alquimista del verbo, nuevo Fausto eternamente lanzado hacia un nostálgico esfuerzo hacia lo inaccesible, sólo ha de detenerse frente a la muerte. Después de haberse expatriado en la poesía, evadido de la sociedad, azuzado por el mismo deseo claudeliano, ha de escapar de la tierra. Su conversión sería entonces el punto final, la lógica y fatal conclusión de su prodigiosa aventura y su mirada que no supiera retener el centelleo del Verbo y los tesoros de Golconda, se detendrá entonces en el oro de las casullas y los candelabros del altar. Como el héroe de 217

VIDA DE RIMBAUD<br />

león heráldico portador <strong>de</strong> la tiara y <strong>de</strong> la cruz: "Ha vencido,<br />

el león <strong>de</strong> la tribu <strong>de</strong> Ju<strong>de</strong>a. Menelick II, elegido <strong>de</strong>l Señor,<br />

rey <strong>de</strong> los reyes <strong>de</strong> Etiopía, te envía su saludo!”<br />

La fortuna comienza a sonreír a aquel que durante tanto<br />

tiempo <strong>de</strong>sconociera. Ha reunido cerca <strong>de</strong> cuarenta mil francos<br />

Sin duda, podría obsequiarse a sí mismo con un viaje a<br />

Francia, y hasta -¿lo comprendéis bien?- una visita a la Exposición<br />

Universal <strong>de</strong> París. Pero es prisionero <strong>de</strong> su juego:<br />

"Los negocios están bien lejos <strong>de</strong> permitírmelo y, por otra<br />

parte, estoy completamente solo, y si yo me fuera, mi establecimiento<br />

<strong>de</strong>saparecería por completo." Y en tono semi<br />

serio, semi burlón: "Será la próxima vez, y en la próxima<br />

podré exponer los productos <strong>de</strong> este país, y quizá también,<br />

;exponerme yo personalmente!”<br />

De tal manera se amasa oro. Durante diez años lo persiguió<br />

como un espejismo. Sin duda, sería hermoso imaginar a<br />

<strong>Rimbaud</strong> con el aspecto <strong>de</strong> un Jason <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al, ver en esta<br />

conquista <strong>de</strong>l oro al último avatar <strong>de</strong> su inagotable apetito <strong>de</strong><br />

posesión, insaciable sed <strong>de</strong> lo absoluto. Alquimista <strong>de</strong> la realidad<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido alquimista <strong>de</strong>l verbo, nuevo<br />

Fausto eternamente lanzado hacia un nostálgico esfuerzo<br />

hacia lo inaccesible, sólo ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerse frente a la muerte.<br />

Después <strong>de</strong> haberse expatriado en la poesía, evadido <strong>de</strong> la<br />

sociedad, azuzado por el mismo <strong>de</strong>seo clau<strong>de</strong>liano, ha <strong>de</strong><br />

escapar <strong>de</strong> la tierra. Su conversión sería entonces el punto<br />

final, la lógica y fatal conclusión <strong>de</strong> su prodigiosa aventura y<br />

su mirada que no supiera retener el centelleo <strong>de</strong>l Verbo y los<br />

tesoros <strong>de</strong> Golconda, se <strong>de</strong>tendrá entonces en el oro <strong>de</strong> las<br />

casullas y los can<strong>de</strong>labros <strong>de</strong>l altar. Como el héroe <strong>de</strong><br />

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