Vida de Rimbaud
Vida de Rimbaud Vida de Rimbaud
JEAN-MARIE CARRÉ pos, de discusiones sin fin con los indígenas, los guías, los camelleros árabes, los muleros abisinios, la caravana se apresta, acampada bajo las palmeras de Tadjourah. Bajo la orden del jefe, levanta campamento hacia mediados de diciembre. Al principio fue una lenta subida, en medio de las piedras, hacia las altas mesetas del interior. Suelo árido, ardiente. Aquí y allá, algunos miserables gomeros en medio de las rocas calcinadas. Ni una fuente, ni un pozo. Pronto, un alto. ¡Qué extraño cuadro! Un disco se ahueca frente a la caravana. Deslumbrante e inmóvil, una napa de agua azul, como un espejo de acero, se abre en un sombrío decorado. El lago de Assal duerme en la profundidad de una cuenca, sobre el nivel del mar. Está ampliamente bordeado de un cinturón blanco. Es sal. La caravana desciende en medio de los euforbios, las pitas y las ruinas. El campamento se establece en las orillas que parecen circundadas de una espuma petrificada. La capa de sal atrae a los camelleros que juntan, a manos llenas, los cristales nevados, para revenderlos a los montañeses del Choa. Pero el paisaje cambia. Hay que volver a subir ahora del otro lado por el lecho de un torrente. E1 sendero penetra allí por un estrecho paso encapotado de bloques de pórfido. De ambos lados se abren grutas. Los camellos avanzan penosamente. La garganta se abre finalmente sobre la meseta, en el lugar llamado Koido. Se levantan las tiendas, se enciende fuego. A lo lejos retumba el grito de guerra de los Danakils. Una noche sin luna. Frecuentes alertas. Todos se abalanzan a los fusiles. Hay sordos gemidos y estrangulados lamentos. El 196
VIDA DE RIMBAUD pánico cae sobre el campamento, y luego el desierto vuelve a sumirse en el silencio. Aquí, hay dos caminos igualmente posibles, y Rimbaud consulta a los camelleros. ¿Deberán seguir por la pista que bordea a la izquierda, el territorio de los Issah, o animarse resueltamente por la derecha internándose en la zona de los Danakils? El "goum" que masacrara la caravana de Barral no se contentará con esta única hazaña. Acecha, quizá espere en algún lugar al "franghi". El kalam se eterniza. Prudente cuando es necesario, Rimbaud opta por la ruta de la izquierda. ¿Acaso no debe devolver la confianza, a éstos, sus hombres inquietos y charlatanes, agitados por la noche en medio de invencibles terrores? Después de un mes de marcha a través de la inmensa meseta desnuda a veces cruzada por el huir de un antílope, la caravana llega a Harrar. Pobre pueblecito -el primero que encuentran desde la partida- situado en el límite de los dos territorios. Unos veinte "gourbis" pertenecen a los Danakils, otros veinte prestan abrigo a los issah. Los primeros a manera de desafío danzan su baile de guerra frente a la caravana. Pero, sin dejarse impresionar por sus provocaciones o sus bravuconadas, Rimbaud prosigue v acampa más lejos, en los límites del pueblo. Y el viaje prosigue, monótono, destrozador. Montado en su caballito abisinio, con las pistolas cargadas en las pistoleras del arzón, la carabina en bandolera, el jefe cierra la marcha. Allá a lo lejos, hasta donde alcanza la vista, la alta llanura volcánica. Ni un árbol. En dos ocasiones la caravana apura el paso: hay montañas maravillosas que por el oeste se 197
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pánico cae sobre el campamento, y luego el <strong>de</strong>sierto vuelve a<br />
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Aquí, hay dos caminos igualmente posibles, y <strong>Rimbaud</strong><br />
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resueltamente por la <strong>de</strong>recha internándose en la zona <strong>de</strong> los<br />
Danakils? El "goum" que masacrara la caravana <strong>de</strong> Barral no<br />
se contentará con esta única hazaña. Acecha, quizá espere en<br />
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cuando es necesario, <strong>Rimbaud</strong> opta por la ruta <strong>de</strong> la izquierda.<br />
¿Acaso no <strong>de</strong>be <strong>de</strong>volver la confianza, a éstos, sus hombres<br />
inquietos y charlatanes, agitados por la noche en medio<br />
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Después <strong>de</strong> un mes <strong>de</strong> marcha a través <strong>de</strong> la inmensa<br />
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otros veinte prestan abrigo a los issah. Los primeros a manera<br />
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Pero, sin <strong>de</strong>jarse impresionar por sus provocaciones o sus<br />
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Y el viaje prosigue, monótono, <strong>de</strong>strozador. Montado<br />
en su caballito abisinio, con las pistolas cargadas en las pistoleras<br />
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