Vida de Rimbaud

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12.05.2013 Views

JEAN-MARIE CARRÉ de Aden se ve forzada a liquidar. La agencia de Harrar es liquidada y Rimbaud llamado. Una vez más inicia el camina hacia la costa. No sin melancolía y a despecho de las impaciencias y preocupaciones que le trae su oficio, abandona los perfumados cafetales, las hormigueantes y coloridas callejuelas, la gran casa chata, donde las pieles de antílopes, las plumas de avestruz, los colmillos de elefantes se amontonaban, entreverados con bujerías italianas y sedas de Lyon. Se despide de los torrentes viajeros e inasibles que descienden hacia el Ogaden, hacia las pedrerías y las arenas. Se terminaron las cabalgatas a través de las estepas doradas; las cazas a orillas del Wabi poblado de hipopótamos; los "kalams", los conciliábulos y las negociaciones sin fin con los somalíes ladronzuelos a la sombra de los gomeros. Ahora es el regreso a la hornacina y el incierto porvenir. En la ruta de Zeilah, lleva en su cinto 16.000 francos de oro, y por la noche, en su tienda, tendido sobre los cueros de cabra, con la carabina al alcance de la mano, se sobresalta al menor ruido, por el paso de los camelleros en la sombra, por el rozar de las matas de mimosas. Finalmente llega a Aden, errabundo por los ardientes muelles, vagando por los depósitos, sin empleo. "¡Qué desoladora existencia -exclama- llevo en estos climas absurdos y en estas insensatas condiciones! ¡Qué aburrimiento! ¡Qué vida estúpida! ¿Qué hago aquí, yo? ¿Y qué podré buscar en otra parte?” Finalmente, en junio de 1884, después de la liquidación de la sociedad, Bardey vuelve a tomar los negocios por su cuenta y llama a Rimbaud ofreciéndole trabajo. Desampara- 188

VIDA DE RIMBAUD do, nervioso, éste se ha hecho, mientras tanto de un hogar provisorio. El autor de Pequeñas enamoradas ( ; alégrate, oh, Baudelaire! ) vive maritalmente con una abisinia: Cheveux bleus, pavillon de ténébres tendues, Je m'enivre ardemment des senteurs confondues De 1'huile de coco, du musc et du goudron... 83 ¿La habrá traído desde Harrar? Quizá. De sus vidas en común sólo sabemos lo que nos dice la sirvienta de Bardey, Francoise Grisard, quien enseñaba costura a la africana. "Es cierto -escribe- que yo iba casi todos los domingos a cenar a casa del señor Rimbaud: casi me extrañaba el que me autorizase ir a su casa. Creo que yo era la única europea que él recibía. Conversaba muy poco; me parecía muy bueno para con la mujer. Quería darle instrucción; me parecía que deseaba enviarla por algún tiempo con las Hermanas, en la misión, a lo del padre Francisco, y que quería casarse porque quería ir a Abisinia y que sólo regresaría a Francia cuando hubiese ganado una muy gran fortuna, de lo contrario nunca volvería. Escribía mucho; me decía que preparaba hermosas obras. 84 No recuerdo quién me dijo que todos sus; libros y papeles los había dejado en depósito en lo del padre Francisco; he de decir que desde hace varios años la memoria me falla bastante. En cuanto a esta mujer, era muy dulce, pero 83 Cabellos azulados, pabellón. de tinieblas. Dejad que aspire el olor confundido Del aceite de coco, del almizcle y de brea. . . (La negra cabellera). 84 Aparentemente, informes para la Sociedad de Geografía o relatos de viajes. 189

VIDA DE RIMBAUD<br />

do, nervioso, éste se ha hecho, mientras tanto <strong>de</strong> un hogar<br />

provisorio. El autor <strong>de</strong> Pequeñas enamoradas ( ; alégrate, oh,<br />

Bau<strong>de</strong>laire! ) vive maritalmente con una abisinia:<br />

Cheveux bleus, pavillon <strong>de</strong> ténébres tendues,<br />

Je m'enivre ar<strong>de</strong>mment <strong>de</strong>s senteurs confondues<br />

De 1'huile <strong>de</strong> coco, du musc et du goudron... 83<br />

¿La habrá traído <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Harrar? Quizá. De sus vidas en<br />

común sólo sabemos lo que nos dice la sirvienta <strong>de</strong> Bar<strong>de</strong>y,<br />

Francoise Grisard, quien enseñaba costura a la africana.<br />

"Es cierto -escribe- que yo iba casi todos los domingos a<br />

cenar a casa <strong>de</strong>l señor <strong>Rimbaud</strong>: casi me extrañaba el que me<br />

autorizase ir a su casa. Creo que yo era la única europea que<br />

él recibía. Conversaba muy poco; me parecía muy bueno<br />

para con la mujer. Quería darle instrucción; me parecía que<br />

<strong>de</strong>seaba enviarla por algún tiempo con las Hermanas, en la<br />

misión, a lo <strong>de</strong>l padre Francisco, y que quería casarse porque<br />

quería ir a Abisinia y que sólo regresaría a Francia cuando<br />

hubiese ganado una muy gran fortuna, <strong>de</strong> lo contrario nunca<br />

volvería. Escribía mucho; me <strong>de</strong>cía que preparaba hermosas<br />

obras. 84 No recuerdo quién me dijo que todos sus; libros y<br />

papeles los había <strong>de</strong>jado en <strong>de</strong>pósito en lo <strong>de</strong>l padre Francisco;<br />

he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace varios años la memoria me<br />

falla bastante. En cuanto a esta mujer, era muy dulce, pero<br />

83 Cabellos azulados, pabellón. <strong>de</strong> tinieblas.<br />

Dejad que aspire el olor confundido<br />

Del aceite <strong>de</strong> coco, <strong>de</strong>l almizcle y <strong>de</strong> brea. . . (La negra cabellera).<br />

84 Aparentemente, informes para la Sociedad <strong>de</strong> Geografía o relatos <strong>de</strong><br />

viajes.<br />

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