Vida de Rimbaud

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12.05.2013 Views

JEAN-MARIE CARRÉ Si damos crédito a su muy complaciente biógrafo y cuñado, Paterne Berrichon, el nacimiento del poeta es ya un prodigio. La señora Rimbaud alumbra en casa de su padre, el burgués Cuif, agricultor convertido en rentista e instalado en un hermoso departamento en la calle principal de Charleville. (Hoy: 12, calle Thiers). "Apenas transcurrida una hora de su llegada al mundo, cuando terminaban de dispensar al niño los cuidados debidos al. recién nacido, el médico partero comprueba que ya tiene los grandes ojos abiertos. Y como la enfermera encargada de fajarlo lo depositara sobre un almohadón, en el suelo, para ir a buscar alguna prenda del ajuar, estupefactos lo vieron descender del almohadón y gatear, riendo, hacia la puerta del departamento que daba al descanso.” ¿Es cierto? Pero, ¿por que se habría detenido allí? ¡La escalera era muy tentadora para un futuro explorador! ¿Y la calle, aquella ancha calle muy animada, tan bulliciosa, que va desde la encrucijada de la avenida de la Estación a la plaza Ducal (plaza central de Charleville, construida por el duque Carlos de Gonzaga, fundador de la ciudad), y donde, en los días de feria, se apretujan tras los carros de verdes toldos, olas de paisanos endomingados, relucientes con sus ropones azules? No, dejemos de lado estas piadosas leyendas. A esta vida, que tantas veces maldijera, Rimbaud no la saludó sonriente. Por otra parte, su precocidad es ya suficientemente sorprendente para que no nos tiente la exageración. Y el hecho de que el niño, aún de pecho y en casa de los mercaderes de clavos de los alrededores, haya elegido por propia 16

VIDA DE RIMBAUD voluntad como vivienda -¡y para jugar solo!- un cofre de sal, que "haya caminado deliberadamente" a los dieciocho meses, sin "ayuda alguna", todo esto no tiene ningún interés para nosotros. Cuando la señora Rimbaud abandonó a su marido y regresó a Charleville, para dar a luz a su hija Isabelle, el abuelo Cuif había muerto y fue necesario buscar alojamiento. Debieron contentarse con una improvisada instalación en la vieja calle Bourbon. Aquél ya no era el alegre barrio de antaño, la calle espaciosa con sólidos negocios; la casa del librero Letellier con su vitrina rutilante de imágenes de Eoinal y de libros de Etrennes, 14 que ya atraían al "poeta de siete años” A sept as, il faisait des romans sur la vie Du gran désert oú luit la liberté ravie. Foréts, saleils, rives, savanes! Il s'aidait De journaux illustrés éú, rouge, il regardait Des Espagnoles rire et des Italiennes... 15 La calle Bourbon era una calle desaliñada y populachera. Fue allí donde, por vez primera, presintió la vida sufrida de la pobre gente. Se evadía del viejo departamento y, a "la 14 Etrennes de la poésie francaise: Antología de Baif, obra compuesta por poesías traducidas del griego y que contiene un ensayo fonética de ortografía y una curiosa aplicación de la métrica antigua a la poesía francesa. (N. del T.) 15 A los siete años componía novelas sobre la vida Del gran desierto donde la libertad encantada brilla. ¡Selvas, soles, riberas, sabanas! Se ayudaba Con periódicos ilustrados, donde, excitado, observaba Cómo reían las españolas y las italianas. 17

JEAN-MARIE CARRÉ<br />

Si damos crédito a su muy complaciente biógrafo y cuñado,<br />

Paterne Berrichon, el nacimiento <strong>de</strong>l poeta es ya un<br />

prodigio. La señora <strong>Rimbaud</strong> alumbra en casa <strong>de</strong> su padre, el<br />

burgués Cuif, agricultor convertido en rentista e instalado en<br />

un hermoso <strong>de</strong>partamento en la calle principal <strong>de</strong> Charleville.<br />

(Hoy: 12, calle Thiers). "Apenas transcurrida una hora <strong>de</strong><br />

su llegada al mundo, cuando terminaban <strong>de</strong> dispensar al niño<br />

los cuidados <strong>de</strong>bidos al. recién nacido, el médico partero<br />

comprueba que ya tiene los gran<strong>de</strong>s ojos abiertos. Y como la<br />

enfermera encargada <strong>de</strong> fajarlo lo <strong>de</strong>positara sobre un almohadón,<br />

en el suelo, para ir a buscar alguna prenda <strong>de</strong>l ajuar,<br />

estupefactos lo vieron <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l almohadón y gatear,<br />

riendo, hacia la puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>partamento que daba al <strong>de</strong>scanso.”<br />

¿Es cierto? Pero, ¿por que se habría <strong>de</strong>tenido allí? ¡La<br />

escalera era muy tentadora para un futuro explorador! ¿Y la<br />

calle, aquella ancha calle muy animada, tan bulliciosa, que va<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la encrucijada <strong>de</strong> la avenida <strong>de</strong> la Estación a la plaza<br />

Ducal (plaza central <strong>de</strong> Charleville, construida por el duque<br />

Carlos <strong>de</strong> Gonzaga, fundador <strong>de</strong> la ciudad), y don<strong>de</strong>, en los<br />

días <strong>de</strong> feria, se apretujan tras los carros <strong>de</strong> ver<strong>de</strong>s toldos,<br />

olas <strong>de</strong> paisanos endomingados, relucientes con sus ropones<br />

azules?<br />

No, <strong>de</strong>jemos <strong>de</strong> lado estas piadosas leyendas. A esta vida,<br />

que tantas veces maldijera, <strong>Rimbaud</strong> no la saludó sonriente.<br />

Por otra parte, su precocidad es ya suficientemente<br />

sorpren<strong>de</strong>nte para que no nos tiente la exageración. Y el<br />

hecho <strong>de</strong> que el niño, aún <strong>de</strong> pecho y en casa <strong>de</strong> los merca<strong>de</strong>res<br />

<strong>de</strong> clavos <strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores, haya elegido por propia<br />

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