Julio de 2009 - El Pitic
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Un vaquero <strong>de</strong>...<br />
la, sino venerarlas porque ellas representan a Dios sobre la tierra, no<br />
<strong>de</strong>bes usar <strong>de</strong> lo ajeno, no <strong>de</strong>bes doblegarte a nadie, tampoco abusar<br />
<strong>de</strong> tu fuerza, ayuda a todos aunque no te correspondan, porque vale<br />
más dar que recibir… A los diez años, Víctor ya sabía distinguir cuando<br />
una señal <strong>de</strong> sangre había sido alterada y cuando una res había<br />
sido trasherrada; sabía usar la honda, el rifle, la pistola. Montar con<br />
garbo, lucir sus habilida<strong>de</strong>s con la reata y sacar un gallo en las alegres<br />
mañanas <strong>de</strong> San Juan y a los catorce era todo un hombre hecho<br />
y <strong>de</strong>recho y por <strong>de</strong>recho propio Juez <strong>de</strong> Campo… Por allá en 1908,<br />
cuando Víctor andaba en los veinte años, perdió a su querida madre,<br />
Para Víctor y don Tomás aquel golpe fue terrible, por días y más días<br />
<strong>de</strong>ambulaban como autómatas por el monte, por los potreros, por los<br />
caminos, hasta que la fuerza <strong>de</strong> voluntad y el bondadoso corazón <strong>de</strong><br />
doña Lucía, logró hacerlos compren<strong>de</strong>r que la misión <strong>de</strong> la mujer, lo<br />
mismo que la <strong>de</strong>l hombre, no termina con la muerte y que siempre<br />
hay un mañana luminoso para aquellos que el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>sampara y<br />
apenas sí acababan <strong>de</strong> restañar en parte las heridas que el dolor les<br />
<strong>de</strong>jó, cuando se fue <strong>de</strong> este mundo la dulce abuela <strong>de</strong> Víctor, pero la<br />
amarga hiel <strong>de</strong>l dolor rebosó su copa, cuando la mañana <strong>de</strong>l diez <strong>de</strong><br />
enero <strong>de</strong> 1909… Por aquí cerca, <strong>de</strong> un brazo <strong>de</strong> un guamúchil se balanceaba<br />
macabramente el cuerpo inanimado <strong>de</strong>l honrado ranchero<br />
don Tomás Ríos, quien a semejanza <strong>de</strong> Cristo, lucía su cabeza como<br />
sangriento INRI la leyenda grosera “ahorcado por roba-vacas”, ¡No se<br />
contentaban con matar, con asesinar, sino que encima <strong>de</strong>shonraban el<br />
cuerpo. Ultrajaban la reputación y la memoria <strong>de</strong> la víctima ¡Entonces,<br />
también como hoy, en ocasiones, valía más una vaca que un ser<br />
humano! dijo con rabia don Casi: - lo que pasó ese negro día fue que<br />
en la madrugada partió a una “corrida” que terminaba precisamente<br />
ese día, con la intención <strong>de</strong> ver si al reunir los vaqueros <strong>de</strong> diferentes<br />
ranchos el ganado suelto, localizaban tres animales que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía<br />
tiempo se habían “levantado” <strong>de</strong>l rancho. Es costumbre que “velas”<br />
o “corridas”, terminen con fiesta, sacrificándose una o dos cabezas<br />
<strong>de</strong> ganado para los vaqueros y vecinos. Cerca <strong>de</strong> ahí, los vaqueros,<br />
con el consentimiento <strong>de</strong>l dueño, habían <strong>de</strong>stazado un novillo chico,<br />
<strong>de</strong>jando la cabeza y el espinazo pegado a la piel extendida <strong>de</strong>l animal.<br />
Cuando llegó don Tomás, los restos <strong>de</strong>l animal estaban siendo <strong>de</strong>vorados<br />
por unos coyotes y no había a la vista, en una larga extensión<br />
ningún ser humano viviente.<br />
Se apeó don Tomás <strong>de</strong> su “cuatralbo tostado” y con su reata <strong>de</strong> gamuza<br />
en mano, la hizo vibrar sobre las cabezas <strong>de</strong> los carnívoros que<br />
huyeron espantados. Luego se puso a examinar las orejas <strong>de</strong>l novillo,<br />
vio que las orejas tenían un “arete”, un brocado en el centro y una<br />
“media luna” en la punta y se dijo asimismo que no correspondían a<br />
la señal <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong> su propiedad. Levantó la piel para examinar la<br />
marca <strong>de</strong> herrar y notó como vaquero conocedor, que estaba trasherrada<br />
pero quiso saber cuál era la marca <strong>de</strong> fuego que había sido alterada,<br />
rasurando el espacio que abarca la marca y al preten<strong>de</strong>r sacar<br />
<strong>de</strong> su montura un cuchillo con que hacerlo, tres rurales montados al<br />
mando <strong>de</strong> un Cabo <strong>de</strong> cara avinagrada, lo ro<strong>de</strong>aron. -¡Pero mira “nomás”!,<br />
dijo el Cabo, éste ni la noche espera para matar ganado. ¡Cuélguenlo<br />
<strong>de</strong> ese guamúchil con su misma reata y “adjunten el cuerpo”<br />
y el caballo con todo y montura, como cuerpo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>lito…!<br />
¡Usted no me asusta con el petate <strong>de</strong>l muerto, replicó don Tomás<br />
al Cabo; para que se me ahorque necesito ser juzgado!<br />
¡Pist... éste hasta retobado me salió! Mire amigo, el <strong>de</strong>recho soy yo.<br />
Tengo ór<strong>de</strong>nes superiores <strong>de</strong> colgar para ejemplo <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, a todo<br />
individuo que sorprenda robando o carneando ganado en el monte y<br />
como a usted lo acabo <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>r carneando un animal… ¡Pues lo<br />
voy a colgar…!<br />
Hermosillo, Son., <strong>Julio</strong> <strong>de</strong>l <strong>2009</strong><br />
-¡No me voy a humillar, pidiéndole la vida! Pero creo que <strong>de</strong> hombre<br />
a hombre no se atrevería conmigo… La cara <strong>de</strong>l Cabo se transfiguró<br />
al escuchar el <strong>de</strong>safío que con tanta serenidad profirió don Tomás<br />
y segundos <strong>de</strong>spués, serenamente como midiendo las palabras,<br />
le dijo… Se ve que es usted un hombre completo, yo también lo soy<br />
y me gustaría batirme con usted sin más testigos que el monte, pero<br />
ór<strong>de</strong>nes son ór<strong>de</strong>nes. Ahora si tiene algún <strong>de</strong>udo tan hombre como<br />
usted, pues con él me batiría… –Sí lo tengo, interrumpió la víctima,<br />
mi hijo Víctor. –Aceptado, replicó el rural… ¡Cuélguenlo!<br />
<strong>El</strong> viejo guamúchil lleno <strong>de</strong> vida, contempla azorado la cruenta<br />
escena, sus largos robustos brazos se estremecen y sus hojas se paralizan<br />
<strong>de</strong> terror y hasta su umbrosa copa parece dirigirse al infinito en<br />
busca <strong>de</strong> una respuesta que no llega…<br />
Amarran brazos y manos <strong>de</strong>l ranchero -Le ponen la áspera soga al<br />
cuello, tiran la reata cruzando un brazo <strong>de</strong>l árbol entristecido, recoge<br />
la punta un jinete, le da cabeza <strong>de</strong> silla y sale disparado el caballo<br />
hasta que el cráneo <strong>de</strong>l ranchero choca trágicamente sobre el brazo<br />
<strong>de</strong>l árbol… Crujen sus músculos macabramente al ritmo <strong>de</strong> relampagueante<br />
estremecimiento, salta <strong>de</strong> su centro la lengua ennegrecida<br />
en trágica pirueta, se estremecen las carnes como reboto violento y<br />
luego se balancea el cuerpo en dantesco péndulo <strong>de</strong> muerte, mientras<br />
que los ojos sin luz ni vida, se clavan punzantes en las miradas<br />
inertes <strong>de</strong> los justicieros… y el viejo guamúchil callado y triste cubre<br />
con su manto, como mortaja bendita, la sombra <strong>de</strong> la muerte… y ¡Oh<br />
sarcasmo <strong>de</strong> la condición humana!... ¡los rurales asesinos se hincan, se<br />
persignan y le rezan al ahorcado…!<br />
C o n t i n u a r á…<br />
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