Julio de 2009 - El Pitic

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2 DIRECTORIO El hombre joven no tiene memoria Más tarde, goza al recordar vivencias pasadas. Y mucho más tarde, vive de ellas. Fundador Arnoldo Salazar Woolfolk+ Director Fernando Andrade Domínguez H. Rangel Lugo No. 139 esq. 5 de Mayo. Barrio La 5 de Mayo. Tel. 217-28-04, 215-34-56 y (6621) 73-81-22 andrade_nando@yahoo.com Distribución Alberto Murray Tapia Fernando Murray Cázares Lic. Armando Gastélum Alcaraz Impreso en los talleres de Editorial El Auténtico, S.A. de C.V. Reg. en Trámite El Pitic en la presente edición alcanza su centésima entrega a nuestra comunidad, han sido cien esfuerzos para brindar el conocimiento histórico que el olvido se ha llevado de nuestra mente. Nuestro periódico desea ser quien haga la tarea de hurgar en la historia escrita de nuestra ciudad, rescatarla y ponerla a disposición de todos ustedes. Arnoldo Salazar Woolfolk, recién desaparecido, fue el creador de este órgano de difusión cultural que habla de quienes hemos sido y quienes queremos ser. Los interesados en lo nuestro, esos cronistas que por años han venido dejando sus aportaciones, y nuestra obligación ha sido ir en pos de ese conocimiento que nos hará saber de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Para él significaba algo muy importante el arribar a esta etapa, en la que ya el periódico está consolidado entre el público lector. Ya hoy se Editorial busca mensualmente, se ha convertido en una necesidad para muchos. Pensaba llegar a esta fase, pero no le fue posible, la Providencia no se lo permitió. Estuvo a dos números de lograrlo. El cabalístico número 100 lo motivaba a avanzar, quería llegar a esta edición, porque en nuestra vida dicho número es símbolo de avance y de cumplir a cabalidad una meta añorada. De ahí la importancia para El Pitic de este número. Sus inicios vienen desde el año 2001, cuando recién empezó como algo que más bien parecía un sueño. Pero fue pacientemente consolidado a base de los esfuerzos personales de Arnoldo Salazar Woolfolk, no escatimó esfuerzo para continuar en el azaroso cometido que significan las aportaciones culturales en nuestra vida. Cumplió a cabalidad con lo que se había propuesto, hacer llegar gratuitamente cada mes algo de lo nuestro. Lo cumplió con creces, vaya nuestro reconoci- Hermosillo, Son., Julio del 2009 miento. Esfuerzos como éste, no se han dado en muchas partes de nuestro país. Nuestro mejor deseo es poder brindarles a nuestros lectores lo que han escrito aquellos quienes nos han antecedido en el tiempo. Todos ellos fueron motivados por su amor al terruño pitiqueño. Esto, de igual manera, es nuestro principal interés. Hemos recibido un legado de quien nos antecedió y queremos ser fieles seguidores de ello. Hacemos un respetuoso exhorto a nuestros amables lectores para que nos hagan llegar sus comentarios sobre nuestra ciudad capital. Cada familia tiene en su seno muchas historias que la tradición ha venido guardando desde siempre. Queremos que las compartan con nosotros, y a su vez, podamos hacerlas llegar a todos. Los esperamos con afecto. Estamos pensando abrir una sección que trate también el acontecer estatal, consideramos que se requiere ampliar nuestro horizonte, nuestro Estado es rico en su historia. Les deseamos lo mejor como siempre. Gracias por su apoyo y comprensión. Una vez más reciban nuestro mejor saludo y les damos las gracias por el gentil patrocinio de recibirnos en sus hogares. VISITE NUESTRA PAGINA WEB: Fotos y artículos varios www.elpitic.com
Hermosillo, Son., Julio del 2009 UN VAQUERO DE SONORA Fernando A. Galaz Es el relato de una pareja de rancheros que en los menesteres de las jornadas agrícolas encuentran la transición de la Sociedad Porfiriana a los avatares de la Revolución de Sonora. Historia que combina los motivos del amor romántico (funesto por excelencia) con la participación de los protagonistas. Al relato lo envuelven costumbres, tradiciones, personajes, paisaje y lugares del Hermosillo de Ayer y de los poblados que atraviesa el Rio San Miguel. UN VAQUERO DE SONORA, relato incluido en el libro DESDE EL CERRO DE LA CAMPANA, de Fernando A. Galaz (1897-1970), publicado en Hermosillo, Sonora, en 1964. Cronista, periodista y dirigente obrero, publica también en 1971 DEJARON HUELLA EN EL HERMOSILLO DE AYER Y HOY, Crónicas de Hermosillo de 1700 a 1970. Va llegando con pujidos y estornudos el viejo Chevrolet al arroyo de El Saucito, con él, el único enlagañado ojo que le queda, alumbra rompiendo trabajosamente la obscuridad del camino un camión que dormido se cobija en las ramas de corpulento álamo y de sus entrañas de acero brota el lastimoso suspiro que envidia el dulce reposo de su compañero de raza que yace al lado del camino, pero se consuela porque ya pronto, según ha oído decir a su dueño y señor, lo jubilará y sigue raudo para sus años el camino que por tantos años ha cruzado, pensando que después de todo, servir a los humanos tiene sus satisfacciones; pero sus automovilísticos pensamientos se interrumpen cuando del pasaje sale una voz angustiosa, diciéndole a su patrón: ¡Acelere don Casi, porque esta es la hora en que sale a purgar sus penas el ánima del Capitán..! ¡No hay espantos, señora! contestó don Casi. Es cierto que cada día veintidós se ve una sombra en la tumba del Capitán, pero no hay tal ánima en pena. Mas el pasaje quizá por la obscura soledad del camino propicia al misterio, hace la señal de la Cruz y don Casi, por aquello de las dudas, mete el acelerador; y sintiendo el viejo carro crujir sus entrañas, salió botando del arroyo impelido por el miedo, con el frío viscoso sudor de sus bisagras llenas de aceite; y echando espuma ardiente por el radiador, resoplando como animal cansado y sus engranes rotos llega al paraje de El Saucito, donde tienen que pasar el resto de la noche. Don Casi, al bajarse pasó las manos por la caja de su carro acariciándolo paternalmente, y el viejo auto, al sentir la caricia se sintió juvenil, optimista y alegre y no pudo menos que decir: ¡Les digo que vale la pena sufrir por los humano, y más que todo por mi gran Casi…! Cuando bajó el pasaje que hasta esos momentos no había hablado desde que se persignaron, a buscar lugar para pasar la noche, don Casi, viejo hombre de la región, que vivía en la Mesa del Seri y se mantenía “fayuqueando” de Hermosillo a la Mesa, en su destartalado “Chevrolet 17”, les dijo a las tres jóvenes mujeres y a un hombre maduro que venían de Hermosillo y componían el pasaje: -Ahí está la casa de la Lencha, ahí pasaremos la noche tomando café y si ustedes gustan les platicaré la historia cierta de la vida y muerte del Capitán, cuyo padre fue amigo mío. Es cierto que cada veintidós dicen que se aparece pero no hay tal ánima, ni “aparecimiento”. Si, don Casi, queremos que nos cuente la verdad de lo del Capitán, dijo el de más edad del pasaje. Doña Lencha acomodó como pudo a los pasajeros y puso encima de la mesa una ventruda cafetera llena hasta lo último de pro- vocativo café negro y con taza en mano se fue y se acomodó a un lado de don Casi… Doña Lencha... ¿por qué a sus sesenta años, al ver a su anciano amigo, lució en sus marchitos ojos una chispita luminosa?... ¿y por qué don Casi, de más de setenta años, correspondió a aquella mirada envolviéndola con el reflejo de sus ojos en infinita ternura? ¿viejo amor?, ¿idilio truncado?... no lo sabemos, pero sí presentimos que aquellos seres en el invierno de su vida, se querían. Suavemente don Casi, tomó reverente la mano de su anciana amiga, tosió, carraspeó, tomó sabrosamente un sorbo de café, y comenzó la narración. Cerca de aquí, a unas mil varas, están las ruinas de una casa donde vivía feliz con su esposa Carmen, su suegra Lucía, y su único hijo Víctor, don Tomás Ríos, que a fuerza de honrado trabajo había “parado” una ordeña regular. Era don Tomás un hombre cabal, trabajador, honrado, enérgico, buen amigo y mejor padre. A su hijo le fue inculcando el amor al campo y el odio a la “pérfida” ciudad, sin embargo le decía: - Tienes que ser bondadoso y comprensivo, pero nunca servil y tacaño; debes, no sólo respetar a tu madre y a tu abue- VISITE NUESTRA PAGINA WEB: Fotos y artículos varios www.elpitic.com 3
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