Julio de 2009 - El Pitic

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Hermosillo, Son., Julio del 2009
REMEMBRANZAS DE VILLA DE SERIS
Por: Enrique “Kiki” Vega Galindo
MISIÓN SANTA MARÍA DEL PÓPULO
La Misión de Santa María del Pópulo o María del Pueblo, fue fundada
en 1679 por Juan Fernández, quien colocó en un altarcillo una estampita
con la imagen de esta santa. La capilla fue construida de adobe y
carrizo, bautizando a la comunidad Seri con este nombre.
La organización religiosa militar de los Jesuitas o Compañía de Jesús,
iniciada en 1520 por Ignacio de Loyola, instruyó a sus compañeros o soldados
en la disciplina científica Se adueñaron de la Iglesia Católica, crearon
nuevos ritos litúrgicos, conformando una secta cerrada. Hijos de aristócratas
y burgueses, amantes de Shakespeare y Cervantes, para imponer su ideología
utilizaron la ternura, amabilidad, sencillez, humildad y aparentaron
la pobreza económica. Hubo un cisma o rompimiento dentro de la secta,
dedicándose unos a la enseñanza académica y otros a la vida religiosa. Estos
últimos se lanzaron a la aventura, a conquistar territorios indómitos y
establecer misiones.
Los románticos jesuitas que pisaron suelo sonorense chocaron con una
realidad innegable: la sobrevivencia, o sea, la alimentación. La primera fase
de la transculturación era lograr una comunidad auto suficiente, agrícola y
ganadera, con vida al estilo europeo. La distante ubicación entre las misiones,
la falta de provisión, de pertrechos y alimentos, desintegró la organización
misional.
No todos los misioneros eran valientes, guerreros listos a luchar para
doblegar a los nativos. Los astutos fueron: Eusebio Francisco Kino, Andrés
Pérez de Rivas, Adamo Gilg, Joseph Neuman, Ignaz Pfefferkorn y algunos
poco conocidos como Figueroa, Méndez y Agustín Campos. Estos personajes
escribieron sus experiencias en hebreo, latín, griego, germano e italiano.
La Misión de Santa María del Pópulo (Pópulox) fue organizada en las
márgenes del Río San Miguel de Horcaditas, por el SJ Pedro Fernández,
quienes acompañado de un grupo de seris cultivaron maíz, trigo y calabazas.
Tenían granados, membrillos, duraznos, cítricos, aves y ganado. Fernández
ya estaba viejo y cansado, sólo aguantó cuatro años. Se fue. Y los
seris también.
En 1688 apareció un gordito, chaparro y simpaticón alemán de nombre
Adamo Gilg, reabriendo la misión. En 1692 redactó un tratado de los seris.
No era amante de las labores del campo, y no le importaba la vida seri. Se
marchó, abandonando el poblado.
Casa de Villa de seris llena de antiguedades...
Iglesia de Villa de Seris.
A mediados de 1709 y 1710 el Padre rector italiano Juan María de Salvatierra
se embarcó en San Loreto de Conchos, B.C. Sur, el día 22 de agosto
en la madrugada, en una barcaza malhecha y navegó 60 kilómetros hasta
toparse con el Río Yaqui. Ahí, los tripulantes cargaron la nave con víveres
y se regresaron.
Salvatierra era todo un viejo lobo de mar. Bien colmilludo. Se tendió
vereda a pie caminando kilómetros para llegar a la Misión San José de Guaymas,
fundada el 15 de mayo de 1701, administrada por Francisco María
Píccolo. Este era el núcleo de abastecimiento de Eusebio Francisco Kino.
Existía un enorme hato de ganado vacuno, caballar, mular y asnal. Terrenos
de sembradío, hermosas huertas, depósitos con trigo y sus respectivos molinos,
almacenes atestados de mercancías de todo tipo. Kino era un empresario
portentoso.
Salvatierra debía solucionar una obligación urgente. Sin descansar siguió
la brecha, llegando a uno de los más hermosos lugares sonorenses de
propiedad particular; el Real de Minas de Nuestra Señora de Guadalupe.
Los hacendados inmediatamente ordenaron custodia militar. Lo introdujeron
a un elegante carruaje tirado por cuatro briosos corceles, sentándolo
arriba de 300 pesos de oro macizo para sus gastos. El dinero lo entregó a
las arcas reales del Rectorado jesuita de la Misión Santa María del Pópulo
y exigió inmediatamente un informe escrito de las anormalidades de la misión
Seri.
Almanza y Fernando Bayereca eran los administradores. Salvatierra redactó
las anomalías hacia los seris, asentando que en 1680 Gaspar Thomas
fue el primer sacerdote en estudiar a la etnia, logrando realizar un mapa
detallado de la localización de las bandas seris. En 1708 Miguel Xavier de
Almanza no se interesó en los seris y Salvatierra regresó a la Baja Sur.
El Vaticano, enfadado de los problemas sonorenses, envió de Guadalajara,
Jalisco un espía: Tomás Miranda, quien arribó a Sonora en 1749. Con el
pretexto de escribir una investigación de los seris, su trabajo en realidad era
informar acerca de El Presidio y La Misión.
Los misioneros y soldados eran socios del negocio agrícola, ganadero y
minero, esclavizaron a los seris, quienes trabajaban de sol a sol. Dice Miranda
que el peor de ellos fue Rodríguez Gallardo, quien destruyó las misiones
de Los Ángeles y la de Nacameri. Sostiene que los seris no eran enemigos,
salvajes, criminales o demonios. Miranda se introdujo al grupo y realiza
una descripción titulada: “Carta Apologética al padre José Utrera”, escrita
en 1755. Don Julio Montaneé Martí lo cita en su “Diccionario de Jesuitas
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