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Julio de 2009 - El Pitic

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Hermosillo, Son., <strong>Julio</strong> <strong>de</strong>l <strong>2009</strong><br />

La vida ante los ojos <strong>de</strong> un rarámuri<br />

La música santifica el momento en la vida <strong>de</strong> todos los rarámuri.<br />

Diariamente nuestros bailes nos llenan la vida <strong>de</strong> alegría,<br />

valor y confianza en Nuestro Creador. Nuestras canciones y<br />

bailes sirven como oraciones <strong>de</strong> gracias para ben<strong>de</strong>cir a los enfermos,<br />

nuestros campos y nuestras cosechas. Hasta las tareas más comunes<br />

tienen un sentido eterno cuando hay música en el aire. Cuando Dios<br />

Onorúame creó el mundo, lo hizo cantando y bailando. <strong>El</strong> latido <strong>de</strong><br />

Nuestra Madre, la Tierra, fue el tambor que lo acompañó. Sentimos<br />

sus latidos cuando <strong>de</strong>scansamos en el seno <strong>de</strong> la tierra y cuando el<br />

yúmari –baile <strong>de</strong> la siembra- se canta, oímos el pulso <strong>de</strong> la vida tocado<br />

por el tambor como oración <strong>de</strong>l sembrador.<br />

Todo lo que hacemos tiene sentido musical. Sentimos los movimientos<br />

<strong>de</strong> nuestro Creador en la naturaleza y creemos que nuestra<br />

fuerza <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l respeto y <strong>de</strong> la reverencia que tenemos hacia<br />

todo lo que vive. Nacemos, vivimos y nos acostamos a <strong>de</strong>scansar en<br />

la palma abierta <strong>de</strong> nuestra Madre, la Tierra, Somos como las hojas,<br />

moviéndonos en el viento como las ramas. En otros follajes sentimos<br />

el puso, ritmo y enlace común a todo lo que vive.<br />

Nosotros y nuestros amigos los animales, nos enten<strong>de</strong>mos. Tenemos<br />

una manera armoniosa <strong>de</strong> vivir cerca <strong>de</strong> Nuestra Madre la Tierra,<br />

don<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos permanecer en buena salud <strong>de</strong>sarrollando nuestras<br />

fuerzas en el aire libre, el sol y los manantiales <strong>de</strong> agua pura y clara.<br />

Onorúame creó un mundo <strong>de</strong> cambio en don<strong>de</strong> todo lo que tiene<br />

vida se pue<strong>de</strong> mover libremente para encontrar alimento en nuevos<br />

pastos. La libertad <strong>de</strong> movimiento lleva el trabajo y el juego a un baile<br />

<strong>de</strong> la vida, don<strong>de</strong> los pasos siguen los pasos <strong>de</strong> la temporada hasta<br />

que el bailador logra sentirse una parte <strong>de</strong>l todo.<br />

No necesitamos cárceles porque casi no tenemos crímenes. No<br />

necesitamos candados o llaves porque casi no tenemos ladrones. Si<br />

alguien no tiene maíz o no posee una cobija, nosotros se lo damos<br />

como córima. Un regalo, ya que nosotros también hemos recibido<br />

todo como un regalo. Queremos poseer sólo para pasarlo a los <strong>de</strong>más.<br />

Somos ricos en todo lo que necesitamos.<br />

En el pasado no conocíamos el dinero, y por eso nunca aprendimos<br />

a juzgar a una persona <strong>de</strong> acuerdo con sus riquezas. No tenemos<br />

leyes escritas porque no nos engañamos el uno al otro. Nuestras vidas<br />

están nutridas por las experiencias, no solamente por las letras <strong>de</strong><br />

un libro. Des<strong>de</strong> un principio nuestras vidas son una parte <strong>de</strong> la danza<br />

<strong>de</strong>l yúmari que une una temporada con la otra.<br />

Cada uno vive siguiendo su propio ritmo. Onorúame nos dio la<br />

música, y cada uno nació para encontrar su tono personal. No hay<br />

dos hojas sobre la tierra que sean completamente iguales; cada uno<br />

tiene su propio diseño y nosotros somos todos una parte <strong>de</strong>l Árbol<br />

<strong>de</strong> la Vida. Tata Rioshi nos dio el entendimiento <strong>de</strong> las cuatro temporadas.<br />

Somos como las flores. De nosotros mismos no enten<strong>de</strong>mos nada,<br />

pero cuando Tata Rioshi vive <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros, entonces sabemos<br />

cuándo quebrar la semilla, cuándo salir <strong>de</strong> la tierra, cuándo estrechar<br />

nuestras ramas y hojas hacia la luz, cuándo abrir los capullos y<br />

cuándo dormir. Él, que es más gran<strong>de</strong> que nosotros, nos enseña como<br />

vivir.<br />

Las montañas son más bellas que las casas <strong>de</strong> cemento. La vida se<br />

ahoga cuando está continuamente encarcelada en una ciudad. Mucha<br />

gente no conoce el sentido <strong>de</strong> la tierra bajo sus pies –sólo el asfalto- ni<br />

ven el crecimiento <strong>de</strong> las plantas. Son muchos los que rara vez <strong>de</strong>jan<br />

las luces <strong>de</strong> la ciudad. <strong>El</strong>los no conocen el encanto <strong>de</strong> una noche llena<br />

<strong>de</strong> estrellas. Cuando el hombre vive tan lejos <strong>de</strong> todo lo que el hombre<br />

creó, se olvida fácilmente <strong>de</strong> sus principios.<br />

Nosotros continuamos dándole honor a Tata Rioshi en nuestra<br />

manera <strong>de</strong> vivir. Damos gracias por todas las bonda<strong>de</strong>s que Él nos da<br />

y tratamos <strong>de</strong> vivir serenamente el uno con el otro y con todo lo que<br />

vive. Nuestra manera <strong>de</strong> vivir es tranquila y cariñosa. Nunca discutimos<br />

sobre la religión porque la religión es una cosa muy íntima entre<br />

la persona y su Creador. Nosotros enten<strong>de</strong>mos que cada vereda es<br />

sagrada. Cada colina, montaña, valle, <strong>de</strong>sierto, río, bosque y árbol es<br />

una parte <strong>de</strong> la amorosa creación <strong>de</strong> Onorúame. Los pasos <strong>de</strong> nuestros<br />

bailes resuenan al pulso <strong>de</strong> la música y entonamos la vida entera,<br />

tristeza y alegría, en danzas <strong>de</strong> matachines. Nuestras huellas cuentan<br />

historias <strong>de</strong> las vidas que pisaron la tierra en tiempos olvidados. <strong>El</strong>los<br />

hablan <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> nuestras madres y <strong>de</strong> sus niños jugando con palillos<br />

y guijarrillos.<br />

Nuestros niños nos pertenecen a todos y se sienten en casa en todas<br />

nuestras casas. Su familia incluye muchos hermanos, hermanas,<br />

madres, padres, tíos, tías, abuelos y abuelas. Los niños saben que no<br />

están solos y hasta los ancianos saben que sus vidas avanzan en círculo<br />

completo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la aurora hasta el anochecer. Cuando nuestros<br />

niños hacen algún mal no les alzamos la voz ni les causamos dolor<br />

con nuestras manos. Su único castigo es nuestro silencio total; nos<br />

rehusamos a conversar con ellos hasta que ellos pi<strong>de</strong>n perdón por su<br />

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