“Splendida”… y algo más - Aproin

de 60 nudos y hubo que entrar en Toulon, una base naval sin
instalaciones para recibir la salida de pasajeros y necesitar de
autobuses para trasladar a los pasajeros al centro de Toulon.
En Barcelona, el mayor puerto del Mediterráneo, tuvimos que
utilizar la entrada larga, con una capacidad de maniobra a la
salida harto complicada, inconvenientes que para nada concurren
en Vigo, que además embarca en el centro de la ciudad,
salvo la posibilidad de confluencia de 5 grandes, que palma lo
tiene medianamente resuelto.
Si Vigo lleva a cabo las ampliaciones reales (no virtuales)
que necesita, en cuanto a recibir trasatlánticos, no hay
puerto en España que nos iguale, para lo que sólo necesitaríamos
de buenas comunicaciones aéreas y políticos con mayúsculas
en lugar de novelistas que al igual que el caballo de
Atila, por donde pisan no crece la hierba, para convertirnos
en un excelente puerto base para determinados cruceros.
Vigo-lisboa (293 millas)
A las 8 de la mañana, atracaba frente a la Estación Marítima,
procedente de Saint Nazaire, con cerca de 1.500 pasajeros,
a los que ofrecía cuatro excursiones alternativas. A
diferencia de las ofrecidas en el resto de las ciudades, ninguna
incluía una visita a la ciudad (¡vale!). la oferta era la
siguiente: “Santiago de compostela”, “Vigo y Bayona” (de
Vigo únicamente una panorámica de la ría desde el castro),
“Típica galicia”, donde incluía pontevedra y cambados con
visita a la bodega Agro de Bazán, y finalmente “cruzando la
frontera portuguesa” con visita a Valença do Minho.
Franceses aparte, el embarque de los 2.000 (vigueses la
mayoría) fue perfecto, con una organización montada especialmente
al efecto en el interior de la estación marítima, con
un gran número de mostradores que facilitó enormemente
el embarque (rapidísimo), con la presencia de la presidenta
del puerto, corina porro, despidiendo a la mayoría de los
que embarcábamos. En eso, un ejemplo y un orgullo.
A las 5 de la tarde, habiendo comido ya en el barco, la
salida del puerto fue auténticamente espectacular, con una
vista inédita de la ciudad desde 60 metros de altura y una
maniobra, sin remolcadores y con una facilidad asombrosa.
la salida por la ría, con la cubierta de la torre de Toralla
casi a la misma altura, Monte Ferro, las cies, cabo Silleiro
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