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Calculando el nivel de confianza: - Euskararen Jatorria

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R. M. Frank ARSE 45: 17-64 (2011) 12<br />

Mansi, lenguas úgricas emparentadas con <strong>el</strong> Magyar (von Sadovszky and Hoppál 1995).<br />

Le dije que para mí la etimología era bastante clara: hatz-amar-ka ‘hacer repetidas veces<br />

lo <strong>de</strong> los diez <strong>de</strong>dos’. Pero le confesaba que no entendía muy bien por qué este<br />

compuesto iba a terminar significando ‘garra’.<br />

El me dio esta explicación. Hay lenguas que al contar con los <strong>de</strong>dos o sea al hacer <strong>el</strong><br />

conteo manual utilizan un ‘down-count’, en que se cuenta apretando (o ‘agarrando’) los<br />

<strong>de</strong>dos. En vez <strong>de</strong> erguir <strong>el</strong> <strong>de</strong>do para hacer <strong>el</strong> conteo <strong>de</strong> cada número, <strong>el</strong> <strong>de</strong>do va para<br />

abajo. Así que <strong>el</strong> gesto <strong>de</strong> una mano con todos los <strong>de</strong>dos ‘agarrados’, significa ‘5’. En<br />

Europa durante la Edad Media existía varios métodos <strong>de</strong> hacer cálculos con los <strong>de</strong>dos, y<br />

entre <strong>el</strong>los había uno con <strong>el</strong> ‘down-count’ en que se cerraban los <strong>de</strong>dos y se contaban los<br />

<strong>de</strong>dos ‘agarrados’, no erguidos, y luego otro método que era <strong>el</strong> ‘up-count’, en que lo<br />

hacían al revés (Ifrah [1984] 2000: 55-61). En la mayoría <strong>de</strong> los lugares <strong>de</strong> Europa se<br />

impuso <strong>el</strong> segundo método.<br />

Luego, Otto me contó lo siguiente. Entre pueblos como <strong>el</strong> Khanti y <strong>el</strong> Mansi don<strong>de</strong> la<br />

veneración d<strong>el</strong> oso es muy importante, cuando uno quiere pedir ayuda a este ser<br />

chamánico, la persona cierra los diez <strong>de</strong>dos, y orienta las dos manos <strong>de</strong> manera que <strong>el</strong><br />

interlocutor pueda ver los <strong>de</strong>dos cerrados <strong>de</strong> la mano, o dicho <strong>de</strong> otra manera, para que<br />

con los <strong>de</strong>dos cerrados, las “garras” formadas por los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> las dos manos sean<br />

claramente visibles y orientadas hacia <strong>el</strong> otro hablante. Y al hacer esto la persona <strong>de</strong>cía <strong>el</strong><br />

nombre d<strong>el</strong> ‘oso’. Este gesto se hacía tanto para pedir ayuda, <strong>de</strong>searle buena suerte a la<br />

otra persona como para ‘con<strong>de</strong>nar’ (‘curse’) a otra persona. En fin, era una forma <strong>de</strong><br />

hacer juramentos.<br />

Obviamente, no sabemos si existía una costumbre parecida en <strong>el</strong> caso <strong>de</strong> los<br />

antepasados <strong>de</strong> los vascos. No obstante, lo que parece bastante claro es esto: las palabras<br />

viven situadas en un entorno socio-cultural, están ‘socio-culturally situated’ y su uso<br />

repetido en estos contextos <strong>de</strong>jan hu<strong>el</strong>las que pue<strong>de</strong>n perdurar sin que los hablantes <strong>de</strong> la<br />

lengua estén conscientes <strong>de</strong> los procesos cognoscitivos que motivaron <strong>el</strong> uso en un<br />

comienzo. Como ha dicho Bakhtin (1973: 167): “[…] the word does not forget where it<br />

has been and can never wholly free its<strong>el</strong>f from the dominion of the contexts of which it<br />

has been part.” 11 En fin, para mí <strong>el</strong> caso <strong>de</strong> hatzamarka <strong>de</strong>muestra la importancia <strong>de</strong> ir<br />

más allá <strong>de</strong> etimologías creadas al vu<strong>el</strong>o en base <strong>de</strong> una serie <strong>de</strong> reglas fonológicas que se<br />

plantean como si fueran eficaces herramientas <strong>de</strong> investigación por parte d<strong>el</strong> lingüista<br />

(aquí Lakarra), científicamente irrefutables y lingüísticamente inap<strong>el</strong>ables.<br />

Otra anécdota respecto al posible simbolismo <strong>de</strong> hatzamarka es ésta. En la Edad<br />

Media a<strong>de</strong>más d<strong>el</strong> ‘down-count’, hay otra cosa curiosa en cuanto al conteo manual: <strong>el</strong> <strong>de</strong><br />

asignarle un valor <strong>de</strong> ‘14’ a una mano. Esto se hacía contando las articulaciones <strong>de</strong> todos<br />

los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> una mano, teniendo en cuenta que <strong>el</strong> pulgar tiene solamente dos. Por eso<br />

cabían 14 unida<strong>de</strong>s en una mano, 28 en dos, y 56 si uno contaba también los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> los<br />

pies. En pocas palabras, es un sistema <strong>de</strong> conteo que encierra un número septenario 12 y<br />

11 Para un estudio <strong>de</strong>dicado al marco teórico que apoya esta alegación y <strong>el</strong> acercamiento metodológico<br />

llamado LCAS (“language as a complex adaptive system”) véase Frank (2008b; 2009c).<br />

12 Como se sabe <strong>el</strong> sistema metrológico tradicional vasco empleaba unida<strong>de</strong>s que eran múltiplos <strong>de</strong> siete<br />

(Frank 1992, 1993, 1996a, b, 1998, 1999a, b, e, 2001a, b, c, 2008d, 2009a, in prep.-a, f, g; Frank and<br />

Patrick 1993).

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