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Descargo - Dirección Cultural UIS - Universidad Industrial de ...

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Quinto Concurso<br />

Nacional <strong>de</strong> Cuento<br />

<strong>UIS</strong> - 2009<br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong>


Rapsodia para<br />

reclutas<br />

asustadizos<br />

Carlos Polo<br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong><br />

Bucaramanga, 2010


© <strong>Universidad</strong> <strong>Industrial</strong> <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r<br />

Quinto Concurso Nacional <strong>de</strong> Cuentos 2009<br />

<strong>Universidad</strong> <strong>Industrial</strong> <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r<br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong><br />

Rector <strong>UIS</strong>: Jaime Alberto Camacho Pico<br />

Vicerrector Académico: Álvaro Gómez Torrado<br />

Vicerrector Administrativo: Sergio Isnardo Muñoz<br />

Vicerrector <strong>de</strong> Investigaciones: Óscar Gualdrón<br />

Director <strong>de</strong> Publicaciones: Óscar Roberto Gómez Molina<br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong>: Luis Álvaro Mejía Argüello<br />

Impresión:<br />

División Editorial y <strong>de</strong> Publicaciones <strong>UIS</strong><br />

Coordinador Editorial: Luis Álvaro Mejía A.<br />

Primera Edición: febrero <strong>de</strong> 2010<br />

ISBN:<br />

<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>UIS</strong><br />

Ciudad Universitaria Cra. 27 calle 9.<br />

Tel. 6846730 - 6321349 Fax. 6321364<br />

divcult@uis.edu.co<br />

Bucaramanga, Colombia<br />

Impreso en Colombia


Contenido<br />

Bola <strong>de</strong> nieve 9<br />

El Tibirí Tabará 17<br />

Maria <strong>de</strong> los guardias 27<br />

El Abrazo <strong>de</strong> la Pantera 35<br />

Rapsodia para Reclutas Asustadizos 47<br />

El Ataque <strong>de</strong> los Súper Héroes 53<br />

Desfi le <strong>de</strong> Modas 59<br />

La serenata 71<br />

Una Chaqueta Totalmente Recubierta <strong>de</strong> Metal 81<br />

Una Serpiente enroscada <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la puerta 89<br />

Servicio obligatorio 105<br />

La vuelta es breve 111


Yo forme parte <strong>de</strong> un ejército loco,<br />

tenía veinte años y el pelo muy corto,<br />

pero mi amigo hubo una confusión<br />

porque para ellos el loco era yo.<br />

Sui generis.


“BOLA DE NIEVE”


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Luego <strong>de</strong> un largo y minucioso inventario <strong>de</strong> cada<br />

uno <strong>de</strong> los dolores y achaques que me asaltan por<br />

las noches; llego a la unánime conclusión que mis<br />

piernas, mi espalda, y mis pies, llevan la <strong>de</strong>lantera absoluta en<br />

esta carrera dura que sostienen todos mis quebrantos. Hoy,<br />

tuvimos un día pesado, toda la santa mañana escuchando el<br />

estribillo insistente <strong>de</strong> mi cabo Quintana “or<strong>de</strong>n cerrado mierda<br />

pà el soldao” Como un disco rayado, <strong>de</strong>mente y testarudo.<br />

Todo el día en el mismo terrible y machacado son: gritos,<br />

marcha, sol, sudor, más gritos, vueltas y otra vez más<br />

el con<strong>de</strong>nado estribillo “or<strong>de</strong>n cerrado mierda pà el soldao”.<br />

Encima la recogida <strong>de</strong> esta noche se me antojó larga, <strong>de</strong>nsa,<br />

eterna, extenuante. Toda la mañana con el volteo <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l<br />

terrible sol <strong>de</strong> fuego: <strong>de</strong> pecho, saltarines, vuelta a los cinco<br />

postes, vuelta al morro, vuelta a la plaza <strong>de</strong> armas. Atención<br />

fi rm, a discreción, con compás march. El coro <strong>de</strong> voces<br />

repetitivas se instala como barcos burlones en las costuras<br />

<strong>de</strong> mis piernas, una punzada constante e irremediable se<br />

ríe <strong>de</strong> mí a carcajadas, apretando sus dientes en mi espalda,<br />

diminutos escarabajos punzantes bailan <strong>de</strong>saforados como<br />

pequeñas pirañas hambrientas alimentándose en mis talones.<br />

El esquivo sueño por fi n aparece saludando mi catre con<br />

sorna paciencia, poco a poco, se relajan mis huesos y la<br />

carne cansada afl oja ante el inminente po<strong>de</strong>río <strong>de</strong>l cansancio.<br />

“Or<strong>de</strong>n cerrado mierda pà el soldao.” Se repite en mi cabeza el<br />

último eco agónico <strong>de</strong>l día. Me fundo en el mar oscuro <strong>de</strong>l<br />

sueño:


Carlos Polo<br />

pie, reclutas inmundos, pecuecudos y feos, que no merecen<br />

la papa que se comen ni el aire que respiran. De pie, cosas<br />

con ojos, quién dijo que el soldado duerme, foquean como<br />

la verga <strong>de</strong>l Papa ¡Les quedan diez segundos para presentarse<br />

en la plaza <strong>de</strong> armas!>> Los gritos estallan como truenos<br />

feroces retumbando en la madrugada. Mi cabo Rey vestido<br />

<strong>de</strong> civil golpea con fuerza los fríos tubos <strong>de</strong> los catres con<br />

una tabla recia, entre grito y zumbido, la confusión colectiva<br />

se <strong>de</strong>spereza con la efectiva rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l cerebro programado.<br />

El<br />

<strong>de</strong>sbarajuste es total, saltamos <strong>de</strong> los catres como gallinas<br />

asustadizas perseguidas por un gato. Mi cabo Rey bolea<br />

tabla y pata a diestra y siniestra en una actitud totalmente<br />

<strong>de</strong>squiciada. Pérez, mi lanza, evi<strong>de</strong>ntemente fastidiado corre<br />

a mi lado medio dormido aún.<br />

Mientras las protestas saltan <strong>de</strong> las bocas como<br />

lagartijas.<br />

Los cuarenta reclutas <strong>de</strong>l quinto pelotón formamos, en<br />

una plaza <strong>de</strong> armas oscura, vacía, dormida, arrullada por el<br />

fuerte aliento <strong>de</strong> los vientos alisios, que nos eriza la piel con<br />

su gélida bienvenida:


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

les guinda! Partida <strong>de</strong> grasosos, a tierra, a tierra, veintidós,<br />

veintidós <strong>de</strong> pecho, a ver si <strong>de</strong>spiertan, silencio, silencio o<br />

trasnochan conmigo la semana entera. Allá Pelufo me <strong>de</strong>ja<br />

la guachafi ta si no quiere que vaya y le coja a pata la vulva,<br />

silencio ¡Atención fi rm!>> El golpe seco <strong>de</strong> los talones<br />

chocando se siente a pesar que no llevamos las botas: > Paternina disocia bajo, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí:<br />

Mi cabo se<br />

acomoda las puyas <strong>de</strong> su canoso y puntado cabello con las<br />

manos, observa <strong>de</strong> reojo la tabla que reposa en el piso como<br />

queriendo indicar que el que piense en insubordinarse le<br />

espera un doloroso encuentro con dicha tabla. > Las palomas se <strong>de</strong>sbandan raudas<br />

al alojamiento en busca <strong>de</strong> jabón. Algunos soldados <strong>de</strong> los<br />

otros pelotones con los que compartimos el alojamiento<br />

<strong>de</strong>spiertan curiosos preguntando qué suce<strong>de</strong>, entre protestas,<br />

juramentos, maldiciones, entramos a los baños a cumplir la<br />

jodida or<strong>de</strong>n. La bola <strong>de</strong> nieve, consiste en intentar cubrir la<br />

piel con la espuma <strong>de</strong>l jabón. Esta, <strong>de</strong>be quedar lo más blanca<br />

posible, todo a las carreras, para no caer entre los últimos, que<br />

seguramente les acomodan su buen castigo. Pérez protesta<br />

con todo su fervor. Parra se ríe nerviosamente, mientras<br />

intenta <strong>de</strong>sesperadamente cubrir su cuerpo con espuma.<br />

Pacheco brega con todas sus fuerzas. Porras se queja con<br />

sentimiento mencionando algo relacionado con su casa y la<br />

dulce compañía <strong>de</strong> su abuelita. Los primeros en volar son<br />

Guerrero, Ochoa y Móvil, lo que sirve como <strong>de</strong>tonador para<br />

que el resto nos olvi<strong>de</strong>mos <strong>de</strong> la espuma y emprendamos la<br />

carrera hacia la plaza <strong>de</strong> armas. En el camino la juguetona<br />

13


Carlos Polo<br />

perrita Relevo nos acompaña con sus ladridos en esta loca<br />

carrera. El viento nos enfrenta golpeándonos el rostro, un<br />

frío atroz nos arropa sin piedad. Novoa grita: > Llegamos exhaustos uno a uno<br />

formando en hilera: Cinco, diez, veinte, por lo general me<br />

acomodo en el grupo <strong>de</strong> los primeros diez, <strong>de</strong> esta forma<br />

evito el seguro castigo que siempre le espera al grupo <strong>de</strong> los<br />

últimos. <br />

En medio <strong>de</strong> temblores y sacudidas volamos como palomas<br />

aterrorizadas, sintiendo el frío, el ridículo que signifi ca andar<br />

cuarenta sujetos <strong>de</strong>snudos y enjabonados por la plaza <strong>de</strong><br />

armas a esta hora <strong>de</strong> la madrugada y en pleno diciembre, esto<br />

provoca un ataque indomable <strong>de</strong> risa estúpida. Bor<strong>de</strong>amos a<br />

toda prisa los cinco postes: <br />

Al <strong>de</strong>saparecer <strong>de</strong> la vista <strong>de</strong> mi cabo, bajamos el ritmo<br />

<strong>de</strong> la carrera para tomar aliento, un trote suave con el que<br />

alcanzamos una vez más los baños: <br />

comenta Ríos con el rostro enrojecido por la ira, restregando<br />

con fuerza el jabón en todo su cuerpo. La entrada <strong>de</strong> súbito<br />

<strong>de</strong> mi cabo Rey en las duchas silencia todos los comentarios:<br />


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

afuera, formar, afuera ya mismo. >> Pier<strong>de</strong> por un segundo<br />

el equilibrio y nos salvamos por un pelo <strong>de</strong> una catástrofe<br />

inimaginable. Trastabilla, se apoya en el marco <strong>de</strong> la puerta<br />

y vuelve a vociferar: > Justo enfrente <strong>de</strong>l<br />

alojamiento, <strong>de</strong>scubiertos, tiritando, chorreando espuma,<br />

agua y soberbia. Obe<strong>de</strong>cemos las disparatadas ór<strong>de</strong>nes: Los alojamientos<br />

cercanos se adornan con ojos curiosos que se asoman. Un<br />

brillo burlesco se adivina en las pupilas: <br />

Bailamos entre pompas espumosas, entre moscas, bailamos<br />

entre rostros <strong>de</strong> asombro, <strong>de</strong> perplejidad, al compás <strong>de</strong> un<br />

vals ebrio, los pies se <strong>de</strong>slizan acompañados por risas tímidas<br />

que se convierten en carcajadas gradualmente. Bailamos<br />

<strong>de</strong>snudos, jabonosos, una tonada <strong>de</strong>l absurdo, una fotografía<br />

incoherente para evocar la risa, bailamos, levitamos entre<br />

luciérnagas felices y chicharras cantaoras. Canta mi cabo, cantan los grillos, cantan los<br />

perros, los gatos, cantan las pupilas burlonas asomadas en<br />

las ventanas, cantamos nosotros, canta la luna, las chicharras,<br />

los Alisios, el batallón entero canta este vals <strong>de</strong> la locura. Y<br />

bailamos con nuestros lanzas, <strong>de</strong>snudos, cubiertos <strong>de</strong> frío y<br />

blanca espuma. Bailan nuestras carnes con el viento, bailan<br />

15


Carlos Polo<br />

las estrellas trémulas y distantes, bailamos, bailamos, en medio<br />

<strong>de</strong> la pequeña plaza, sin enten<strong>de</strong>r por qué, riendo <strong>de</strong> nosotros<br />

mismos, <strong>de</strong> la ridícula y extraña apariencia que tenemos aquí<br />

bailando un vals mal tarareado. Continúa el cacareo <strong>de</strong>mente<br />

<strong>de</strong> mi cabo: <br />

16


“EL TÍBIRI TÁBARA”


LA BAHÍA<br />

Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Hemos estado rodando más <strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong> la noche,<br />

como veletas averiadas girando y girando por el camellón sin<br />

sentido alguno. La brisa loca <strong>de</strong> diciembre dispara pequeños<br />

proyectiles <strong>de</strong> arena con una fuerza <strong>de</strong>scomunal y <strong>de</strong>smedida<br />

que atenta contra nuestros ojos. Uno que otro músico<br />

fracasado frente al mar tocando el acor<strong>de</strong>ón totalmente<br />

intoxicado <strong>de</strong> alcohol y <strong>de</strong> tristeza, tratando <strong>de</strong> robarle las<br />

sonrisas y ¿Por qué no? Uno que otro billete a los turistas<br />

ingenuos, que a esta hora lucen enrojecidos como tomates<br />

maduros por la exposición <strong>de</strong>smedida al sol. La Bahía, nos<br />

ofrece este limitado paisaje <strong>de</strong>sértico <strong>de</strong> fl ores, arrullado por<br />

la música líquida <strong>de</strong>l océano. Nuestra búsqueda ha arrojado<br />

como resultado una misión absolutamente fallida. Mi cabo<br />

Gutiérrez intenta aprovechar su día <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso. López se<br />

encuentra <strong>de</strong> permiso y yo estoy hoy en la calle gracias a<br />

un permiso especial. Mi cabo Gutiérrez, observa su reloj<br />

frunciendo el ceño visiblemente molesto, se empina la cerveza<br />

en lata hasta acabar con el contenido y suelta una dura ráfaga:<br />

> A esta hora, el quinto pelotón <strong>de</strong> la<br />

compañía Bravo, está haciendo el cambio más fuerte <strong>de</strong> turno,<br />

en el retén ubicado en la entrada <strong>de</strong>l balneario. Este turno es<br />

19


Carlos Polo<br />

<strong>de</strong> lo más feroz, sólo para graduados en el curso intensivo<br />

<strong>de</strong> bombillo. Me empino mi cerveza y me siento afortunado<br />

porque hoy estoy lejos <strong>de</strong> ese con<strong>de</strong>nado chicharrón. Salimos<br />

<strong>de</strong>l Batallón entusiasmados, con la loca i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> conseguir un<br />

grupo <strong>de</strong> tres lindas turistas y pegarnos la bailada <strong>de</strong>l año,<br />

pero nada, nada, puro mito, eso <strong>de</strong> que andan por ahí sueltas<br />

<strong>de</strong> madre, al alcance como mangos bajitos, mito, simplemente<br />

mito. Hemos visitado diferentes discotecas, bares, esta<strong>de</strong>ros,<br />

expendios <strong>de</strong> licores y nada, lo mismo, cada vela con su santo,<br />

todas acompañabas y presiento que aunque estemos <strong>de</strong> civil,<br />

el olor a recluta nos <strong>de</strong>lata. Supongo que uniformados nos<br />

hubiera ido mucho mejor, total ¿Qué? Normal ¡Figuró! De<br />

malas como un… La segunda casa <strong>de</strong>l soldado es sin lugar a<br />

discusión el bur<strong>de</strong>l. Soltamos las riendas y nos ponemos en<br />

marcha. López se emociona con la i<strong>de</strong>a y frota sus manos<br />

con visible alegría.<br />

LA CALLE DIEZ<br />

Nuestros instintos primarios nos han arrastrado justo aquí,<br />

en la zona <strong>de</strong> tolerancia <strong>de</strong> la ciudad. Un número consi<strong>de</strong>rable<br />

<strong>de</strong> esta<strong>de</strong>ros, cabarets <strong>de</strong> mala calaña, “ollas”, expendios <strong>de</strong><br />

alucinógenos, nidos <strong>de</strong> todo tipo <strong>de</strong> marginales, hampones,<br />

travestidos, alcohólicos, navegantes <strong>de</strong>l maravilloso mar <strong>de</strong> la<br />

noche. Neones que rezan coloridos nombres al viento: “La<br />

Tremenda pea”, “El Ñiágara en bicicleta”, El Callejón <strong>de</strong>l amor”<br />

y otros que no leo por mera pereza. Mi cabo Gutiérrez<br />

conoce cada uno <strong>de</strong> los susodichos lugares, incluso los que<br />

pasan discretamente por simples casas resi<strong>de</strong>nciales. La calle<br />

es una sola actividad comercial febril, ventas ambulantes <strong>de</strong><br />

cigarrillos, dulces, frituras, comida chatarra y el gran palacete<br />

<strong>de</strong>l colesterol: orejita <strong>de</strong> puerco, longaniza, lengua puyada,<br />

chuleta, chinchurria, papas chorreadas, panza, morcilla,<br />

hígado encebollado, papita criolla, ceso guisado, guacamol,<br />

20


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

empanadas, caramañola, patacón pisao, relleno, cuajo, bofe,<br />

entresijo y todo tipo <strong>de</strong> exquisiteces para paladares duros y<br />

exigentes.<br />

EL TÍBIRI TÁBARA<br />

Vengo a <strong>de</strong>cirle adiós, a los muchachos, porque pronto me voy, para<br />

la guerra.<br />

Truena la voz <strong>de</strong> El jefe por unos viejos parlantes ubicados<br />

estratégicamente en cada esquina <strong>de</strong>l cielo raso, justo en el<br />

centro <strong>de</strong> la pequeña sala <strong>de</strong> estar cuelga un extraño híbrido<br />

entre lámpara y abanico <strong>de</strong> techo que cabecea peligrosamente,<br />

a un lado, la famosa esfera <strong>de</strong> espejos rebota los refl ejos<br />

coloridos <strong>de</strong> unas luces robadas a una serie <strong>de</strong> viejos árboles<br />

<strong>de</strong> Navidad. La <strong>de</strong>coración es una extraña mezcla entre<br />

objetos viejos y usados y cierta señorial altivez <strong>de</strong> un pasado<br />

esplendoroso y congelado. Mesones y sillones tipo siglo<br />

diecinueve, una cabeza <strong>de</strong> alce momifi cada observando<br />

las noches y presa en una pared. Una pequeña barra que<br />

<strong>de</strong>sentona con el resto <strong>de</strong>l ambiente, totalmente mo<strong>de</strong>rna y<br />

actualizada, escapando <strong>de</strong>l fuerte tufo anacrónico que <strong>de</strong>stila<br />

el bar en general. Cuadros añejos y <strong>de</strong>svencijados adheridos<br />

a las pare<strong>de</strong>s como sanguijuelas hambrientas. Uno que otro<br />

afi che <strong>de</strong> esos que regalan los adolescentes enamorados,<br />

acumulados <strong>de</strong> forma <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada en los rincones. Las<br />

bellas damas <strong>de</strong> compañía, se atalajan, se acicalan entre<br />

sí. De los parlantes <strong>de</strong>saliñados se escapa la voz <strong>de</strong> Celio<br />

González, la inolvidable Sonora Matancera, nos arropa con<br />

su magnánima virtuosidad, Cien mil cosas, se baila sola por<br />

una pista abandonada.<br />

Mi cabo Gutiérrez se pavonea como el gran señor <strong>de</strong> la<br />

casa. Nos sentamos en el rincón más apartado muy cerca <strong>de</strong><br />

21


Carlos Polo<br />

la barra, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> surge una enorme gorda morena, dos por<br />

dos, dos <strong>de</strong> ancho y dos <strong>de</strong> largo, una especie <strong>de</strong> tractomula<br />

rebosante e imponente. Vestida con una bata blanca <strong>de</strong> esas<br />

que tejen las indias Guajiras. De su cuello cuelgan severos<br />

collares, amuletos, guacas y ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> in<strong>de</strong>scifrables<br />

minerales y metales. Un turbante <strong>de</strong> colores escon<strong>de</strong> su<br />

cabello. Saluda con cierta confi anza y dulzura a mi cabo. Por<br />

su parte, López habla con sus ojos sorprendido por el hecho<br />

y la presencia po<strong>de</strong>rosa <strong>de</strong> Whitney. Como se hace llamar la<br />

portentosa madame: propietaria, consejera, acompañante,<br />

trabajadora, Dj, gurú, guía espiritual y toda una suerte <strong>de</strong><br />

apelativos que se atribuye mientras comenta con mi cabo<br />

Gutiérrez, los pormenores <strong>de</strong>l chochal más grandioso <strong>de</strong><br />

“La Bahía más linda <strong>de</strong> América” Chasquea sus <strong>de</strong>dos en el<br />

aire y dos lindas chicas aparecen en la escena como por arte<br />

<strong>de</strong> magia. Una tercera mujer <strong>de</strong>socupa en nuestra mesa una<br />

ban<strong>de</strong>ja metálica provista con hielo, limón, sal, ron, vasos<br />

<strong>de</strong>sechables y una pequeña copa <strong>de</strong> cristal. López se frota las<br />

manos y ríe, ríe, como un niño suelto en una dulcería.<br />

EL CUENTO TRISTE<br />

En la vida hay amores que nunca pue<strong>de</strong>n olvidarse.<br />

Cheo Feliciano le roba una grata sonrisa a su piano <strong>de</strong><br />

cola. Mientras en la mesa las cartas marcadas se <strong>de</strong>stapan<br />

sin vergüenza y pudor alguno. Mi cabo Gutiérrez sube al<br />

calor <strong>de</strong> la intimidad <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> Whitney. López intenta<br />

sacarle las palabras a una tímida compañía. A mi lado, una<br />

dulce trigueña con ojos <strong>de</strong> almíbar, cabello negro, coposo,<br />

que le cae hasta los hombros, cuenta sobre su niñez en la<br />

comuna, el abuso carnal <strong>de</strong> un padrastro alcohólico, una<br />

casucha <strong>de</strong>svencijada colgando <strong>de</strong>l cerro, don<strong>de</strong> el dinero<br />

entraba gracias al expendio <strong>de</strong> drogas: marihuana, coca,<br />

22


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

bazuco y <strong>de</strong>más <strong>de</strong>rivados. Una historia triste, repetida,<br />

absolutamente angustiante y conmovedora. La bella trigueña<br />

trae una minifalda blanca plisada, <strong>de</strong>jando al <strong>de</strong>scubierto sus<br />

po<strong>de</strong>rosas piernas, un body <strong>de</strong>l mismo color que asegura con<br />

torpeza un par <strong>de</strong> maracas portentosas. Su rostro, maquillado<br />

ligeramente, ofrece una sonrisa iluminada que irradia en la<br />

oscuridad <strong>de</strong>l lugar como luciérnagas fi jas, atrapadas en su<br />

boca. La pequeña puta agradable y lozana, me tiene atrapado<br />

en sus puños ¡Estoy atrapado! me ha atrapado su historia <strong>de</strong><br />

sangre, <strong>de</strong> dolor y miseria. Me atrapó su sueño marino, su<br />

fuga, su inocente malicia, su agradable conversación. Tú eres<br />

mi hermano <strong>de</strong>l alma realmente el amigo.<br />

López, vocifera al compás <strong>de</strong> la canción y se empaca<br />

un trago doble <strong>de</strong> ron, encargando cerveza para todos en<br />

la mesa. Roxana, se acercara a mi oído con tal <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za y<br />

ternura susurra. <br />

Nuestras miradas se sostienen por unos instantes eternos,<br />

don<strong>de</strong> ronda con su <strong>de</strong>licado perfume un amor <strong>de</strong> primavera.<br />

Mi cabo lleva más <strong>de</strong> dos horas <strong>de</strong>saparecido, supongo<br />

que pesan los privilegios <strong>de</strong> la antigüedad. López, ha caído<br />

redondo y su cabeza reposa en la mesa, enterrada entre sus<br />

brazos cual avestruz. Roxana y Catalina entradas en absoluta<br />

confi anza van y vienen con botellas <strong>de</strong> contrabando que<br />

compramos por fuera <strong>de</strong>l local por economía. En la pretina<br />

<strong>de</strong> mi jeans <strong>de</strong>scolorido guardo las evi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l <strong>de</strong>lito.<br />

LOS SÚPERHOMBRES DE ACERO<br />

Mi gato se está quejando, que no pue<strong>de</strong> vacilar, don<strong>de</strong> quiera que<br />

se mete, su gata, su gata, lo va a buscar, <strong>de</strong> noche brinca la verja, esa<br />

que está behind <strong>de</strong> su house.<br />

El sabroso tun, tun, <strong>de</strong> El ratón me <strong>de</strong>vuelve la moral<br />

<strong>de</strong>secha. López, no levanta el moco, mi cabo no baja <strong>de</strong><br />

23


Carlos Polo<br />

su encuentro carnal, Roxana y Catalina no regresan <strong>de</strong> su<br />

expedición al estanco <strong>de</strong> licores. Llevo más <strong>de</strong> media hora<br />

escuchando la sarta <strong>de</strong> idioteces <strong>de</strong> un par <strong>de</strong> polochos, que se<br />

jactan <strong>de</strong> sus huevos <strong>de</strong> acero, <strong>de</strong> su gran hombría, las balas,<br />

el plomo, la selva, antinarcóticos, contraguerrilla, grupos elite<br />

y no sé cuántas maricadas más. Chillan, en voz alta para que<br />

todos escuchen sus gran<strong>de</strong>s hazañas <strong>de</strong> súperhombres <strong>de</strong><br />

acero. Más plomo, más lluvia <strong>de</strong> balas, más y más y más <strong>de</strong> la<br />

misma joda. > Se me escapa la impru<strong>de</strong>ncia en medio <strong>de</strong>l<br />

tedio y mi natural ten<strong>de</strong>ncia a jo<strong>de</strong>rlo todo. Mis posibilida<strong>de</strong>s<br />

con Roxana van mucho más allá <strong>de</strong> los reglamentarios ocho<br />

minutos en una habitación rota y <strong>de</strong>svencijada. Esta putica<br />

me agrada, y mucho, no me puedo contar mentiritas a mí<br />

mismo. Siento que la energía fl uye entre ambos. Creo que<br />

los dos necesitamos urgentemente que alguien nos escuche:<br />

>. Grita el superhombre <strong>de</strong><br />

acero visiblemente aturdido y molesto. Su compañero, un poco más tranquilo<br />

al principio, se <strong>de</strong>sbarajusta totalmente, salta <strong>de</strong> su silla.<br />

En medio <strong>de</strong> la oscuridad no puedo medir bien a ninguno<br />

<strong>de</strong> estos pen<strong>de</strong>jos que se me echan encima rugiendo: > Me acuella el tipejo bajo, algo<br />

fofo que tengo enfrente: > Les escupo el <strong>de</strong>safío a los ojos sin asomo <strong>de</strong><br />

pedos aguados: > Ladra el tipejo, entre otras, fl aco y<br />

largo como una Maríapalito. No entiendo ¿Qué suce<strong>de</strong>?<br />

¿Qué me suce<strong>de</strong>? la pregunta es justamente a<strong>de</strong>cuada ¿Qué<br />

me pasa? ¿A mí qué me vienen este par <strong>de</strong> bocones? ¿Por<br />

qué tengo que dañarme <strong>de</strong> esta manera el buen rato? a lo<br />

mejor el lavado <strong>de</strong> cerebro se acaba <strong>de</strong> vomitar justo en sus<br />

caras ¿Qué sé yo? Un puñetazo <strong>de</strong>l que tiene la apariencia<br />

<strong>de</strong> una Maríapalito, palpita en mi estómago:


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

por uno, solo para solo, como varones <strong>de</strong> verdad ¿Por qué<br />

no me sueltan? ¿Por qué carajo me pegan? ¿No qué son muy<br />

machos? ¿No que son el putas <strong>de</strong> la caja <strong>de</strong> fósforos?>> Un<br />

golpe en el pómulo <strong>de</strong>recho me sobresalta y logró soltarme.<br />

Roxana aparece en escena, visiblemente nerviosa se interpone<br />

cubriendo con su bonito cuerpo, mi rabia y mis insultos.<br />

> Roxana me retiene contra la pared, mientras<br />

el par <strong>de</strong> cobar<strong>de</strong>s tratan <strong>de</strong> golpearme. > Los insulta Roxana totalmente<br />

acelerada. Recuerdo el cadáver vidrioso <strong>de</strong> la última botella<br />

que reposa tranquilo en mi pretina, meto la mano hurgando<br />

en mis pantalones. Los palanganos bocones transpiran un<br />

miedo súbito que se trepa por sus ojos y se marchan a toda<br />

prisa. Catalina intenta infructuosamente <strong>de</strong>spertar a López.<br />

Roxana me abraza asustada y cariñosa, soba mi rostro<br />

dolorido > Una furia indómita<br />

explota en mis entrañas, no puedo soportar que este par <strong>de</strong><br />

bocones me hayan golpeado y se esfumen así, como así, no<br />

más, tan frescos. Tengo que sacarme como sea este clavo<br />

que me ar<strong>de</strong> en el pecho. Me escurro como puedo con paso<br />

fi rme y <strong>de</strong>cidido busco la salida. El par <strong>de</strong> verdolagas bocones<br />

intentan salir <strong>de</strong>sesperados gritando al portero. > Enciendo el motor a mil y corro con todas mis<br />

fuerzas. Algún cabrón <strong>de</strong>spistado vertió restos <strong>de</strong> gaseosa en el<br />

piso, los lisos tacones <strong>de</strong> mis texanas se <strong>de</strong>slizan y caigo como<br />

una papaya madura. El sujeto <strong>de</strong>lgaducho aprovecha y me<br />

estrella dos patadas en las costillas. Roxana vuelve a intervenir.<br />

En mis oídos se fi ltra en medio <strong>de</strong> los gritos, el barullo y<br />

la confusión, los acor<strong>de</strong>s <strong>de</strong> New York, New York, la voz<br />

melosa <strong>de</strong> Frank Sinatra se burla <strong>de</strong> mi torpeza. Mis refl ejos<br />

adormilados reaccionan lentos y logro por fi n ponerme en<br />

25


Carlos Polo<br />

pie. Me escabullo una<br />

vez más. Alcanzó al con<strong>de</strong>nado fl acucho con una patada<br />

que lo pone a trastabillar. El sujeto fofo, abandona el taxi<br />

que tenía <strong>de</strong>tenido y se me viene encima como un toro. La<br />

Maríapalito <strong>de</strong>snutrida recupera el equilibrio y lo remato con<br />

otra patada, esta vez, con tanta fuerza y potencia, que ambos,<br />

resultamos tirados en el piso. Su compañero aprovecha y me<br />

patea el rostro con saña. Alcanzo a escuchar una especie <strong>de</strong><br />

crujir, una especie <strong>de</strong> explosión en mi cabeza, toda la escena<br />

se me presenta en cámara lenta: el fl aco con<strong>de</strong>nado está <strong>de</strong><br />

pie pateándome el estómago, su amigo me busca él rostro<br />

con la punta <strong>de</strong> sus zapatos <strong>de</strong> charol, en la entrada <strong>de</strong>l bar,<br />

mi cabo Gutiérrez corre hacia mí. Roxana, discute con el<br />

portero para que la <strong>de</strong>jen salir. Catalina, saca a López como<br />

a una marioneta borracha. Madrazos e insultos estallan en<br />

mis ojos, una retirada, un taxi que huye a toda prisa. Una fuga<br />

vil y traicionera, otra herida inevitable, cierta sensación <strong>de</strong><br />

humedad en mi espalda aumenta mi incomodidad, expelo un<br />

esputo rojo <strong>de</strong> mi boca, lo persigo con la mirada, el líquido<br />

carmesí se mezcla con el pequeño arroyo que cruza toda la<br />

Calle Diez, a lo mejor alguna alcantarilla se encuentra averiada.<br />

El hilillo <strong>de</strong> sangre navega cual barquito <strong>de</strong> papel solitario,<br />

transportando los sueños quebrados <strong>de</strong> un niño taciturno,<br />

se enreda en las botas <strong>de</strong> mi cabo Gutiérrez que se acerca<br />

chapoteando <strong>de</strong>sprevenido en el arroyo, lo sortea y se aleja<br />

lento como la vida, agónico y doloso. Una sonrisa malévola<br />

se acomoda en mi rostro malherido. Observando la absurda y<br />

alocada manera en que ha terminado este con<strong>de</strong>nado permiso<br />

especial esta noche, la noche <strong>de</strong> mi cumpleaños.<br />

26


“MARÍA DE LOS<br />

GUARDIAS”


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

La calle suda un acre vapor que <strong>de</strong>sdibuja los<br />

objetos en la distancia, la lengua feroz <strong>de</strong> la canícula<br />

lame con <strong>de</strong>leite el asfalto masoquista que sonríe<br />

indiferente. Detrás <strong>de</strong> los cerros, un mar victorioso saluda a<br />

sus nuevos visitantes “Playa brisa y mar” La irónica misiva<br />

calienta mis oídos y me roba una sonrisa sarcástica “Playa<br />

brisa y mar”<br />

Hace más <strong>de</strong> un mes, llegamos trasladados a este lugar.<br />

Gracias a los favores y las recomendaciones <strong>de</strong> mi teniente<br />

Cristancho que nos escogió como el pelotón más sobresaliente<br />

<strong>de</strong> la compañía y nos regaló aquel discurso pomposo sobre la<br />

mística, la entrega, el espíritu <strong>de</strong> cuerpo y el temple militar…<br />

Debimos adivinar la trampa, el ardid enroscado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

la puerta, pero nada, caímos, redondos como viles huevas<br />

“Playa brisa y mar” Claro, entre guardias <strong>de</strong> ocho largas<br />

y ten<strong>de</strong>nciosas horas, y esta tenaz monotonía, en este<br />

con<strong>de</strong>nado retén eterno, don<strong>de</strong> suce<strong>de</strong> siempre lo mismo, la<br />

misma gasolinera en mitad <strong>de</strong> la nada, los mismos burlones<br />

autos transitando sin cesar, la misma carretera polvorienta<br />

y hambrienta, este terrible eterno verano, la misma luna<br />

siniestra y evocativa, la misma gélida e insidiosa brisa. Y pues<br />

nada, normal como un hijueputa, estamos en el Glorioso.<br />

Tres turnos, tres largos turnos soportando los mismos<br />

autos repletos <strong>de</strong> turistas, los mismos camiones huraños<br />

retozando en el playón. Esta monótona, maquinal y<br />

29


Carlos Polo<br />

coordinada operación, poco a poco me viene alterando los<br />

nervios.<br />

Anoche por poco y le <strong>de</strong>scargo el fusil a un pobre cuidador<br />

<strong>de</strong> carros. Me encontraba en el turno más cabrón y jodido<br />

<strong>de</strong> todos, en mitad <strong>de</strong> una ardorosa lucha con el sueño, las<br />

uñas <strong>de</strong> Morfeo ensartándose en mi cráneo, cabeceándome,<br />

pestañeándome, mordiéndome los labios, cacheteándome la<br />

cara. De repente una especie <strong>de</strong> sombra atravesó furtiva los<br />

matorrales, como a<strong>de</strong>ntrándose o bajando <strong>de</strong> la falda <strong>de</strong>l cerro.<br />

Lo primero que se me vino a la mente fue la historia macabra<br />

<strong>de</strong>l “zorro solo” Esa especie <strong>de</strong> fantasma o brujo que opera<br />

solitario caminando los montes como una sombra. El mito<br />

reza, que el “zorro solo” posee la virtud <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecerse en<br />

la maleza, <strong>de</strong> mimetizarse como un camaleón, <strong>de</strong> convertirse<br />

en el animal que se le antoje. Su modus operandi es simple y<br />

escueto. Degüella al adormilado recluta para llevarse el fusil<br />

y la munición. Recuerdo claramente que atravesé los árboles<br />

en saltos vigilados, con la sangre transitando loca por las<br />

venas, totalmente ofuscado y la piel <strong>de</strong> gallina, como pu<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>saseguré el fusil, y monté la recámara. Justo en el lugar<br />

don<strong>de</strong> había divisado el extraño movimiento encontré a un<br />

triste parroquiano con los pantalones abajo, soltando los<br />

residuos <strong>de</strong> su estómago, el pobre sujeto gritaba <strong>de</strong>sesperado<br />

y visiblemente asustado y con las manos en alto.<br />

><br />

La situación a estas alturas aún me produce risa y algo <strong>de</strong><br />

gracia, a pesar <strong>de</strong> este maldito calor y esta falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso<br />

que me tiene quisquilloso y paranoico. Vengo intentando<br />

aceitar mis nervios, <strong>de</strong>spedazados por la falta <strong>de</strong> sueño. Este<br />

es mi cuarto día <strong>de</strong> castigo, redoblando turno, por turno, ya<br />

no sé a qué horas se va el día y aparece la noche. Todas mis<br />

lanzas intentan levantarme la moral, me regalan cigarrillos,<br />

refrescos o simples espaldarazos. Mi malogrado festejo <strong>de</strong><br />

30


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

cumpleaños me <strong>de</strong>jó estas contusiones leves en el rostro, la<br />

ojeriza po<strong>de</strong>rosa <strong>de</strong> mi teniente, las fl ojas bromas <strong>de</strong>l pelotón<br />

y este con<strong>de</strong>nado castigo. Entiendo que incluso pue<strong>de</strong> ser<br />

justo, porque me volé todos los conductos al no presentarme<br />

a la hora indicada ¡Pero, bueno, que se le pue<strong>de</strong> hacer! Encima<br />

estuvo el complicado asunto <strong>de</strong> la pelea con los verdolagas<br />

palanganos en el bar El Tibirí Tabará.<br />

Mi teniente no me quiere ni ver ¡Mierda! Siento como si<br />

me fuera a <strong>de</strong>svanecer con el fogaje que <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> esta maldita<br />

carretera.<br />

Mi teniente está fuera, <strong>de</strong> permiso por varios días. Por<br />

lo menos no tengo que cruzarme con su mirada <strong>de</strong> loco,<br />

recriminatoria y compulsiva. El mando <strong>de</strong>l pelotón lo tiene mi<br />

sargento Gómez. Esto para nosotros es una especie <strong>de</strong> total<br />

¡Viva Colombia! El personal se acomoda en los puestos que<br />

se le antoja y andamos un poco más fl exos y tranquilos.<br />

Porras el soldado tontín, se me acerca con su cara <strong>de</strong><br />

idiota tramador tratando <strong>de</strong> escon<strong>de</strong>r una sonrisa pícara<br />

atravesada en su boca: Da una vuelta, un<br />

ro<strong>de</strong>o y vuelve a acercarse: Su brazo apunta a<br />

nuestra <strong>de</strong>recha, don<strong>de</strong> los camioneros estacionan. Al lado<br />

<strong>de</strong> una hermosa tractomula púrpura brillante, muy nueva se<br />

encuentra recostada una mujer <strong>de</strong>lgada, <strong>de</strong> cabello corto y<br />

<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado, con una indumentaria colorida y <strong>de</strong>scoordinada.<br />

Luce unos tenis viejos color blanco, visiblemente sucios, unas<br />

medias como <strong>de</strong> futbolista blancas con franjas rojas, una falda<br />

rosada no muy corta y una camisa salmón un poco masculina,<br />

el colmo <strong>de</strong>l a<strong>de</strong>fesio lo corona un extraño sombrero amarillo<br />

tejido, como <strong>de</strong> lana.<br />

Porras, me acompaña en la inspección observando cada<br />

uno <strong>de</strong> mis gestos <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación:


Carlos Polo<br />

vio ¿Está como bacana, no?>> Me quito unas insistentes<br />

gotas <strong>de</strong> sudor que se balancean por mi frente y le regaló mi<br />

mejor mirada <strong>de</strong> compasión a este soldadito <strong>de</strong> los palotes.<br />

Supongo que acaba <strong>de</strong> conocer al amor <strong>de</strong> su vida: La pequeña puta<br />

colorida, se contonea muy histriónica, muy exagerada en<br />

sus movimientos. Mientras Porras contiene una ansiedad<br />

mal disimulada atrapada En su sonrisa. ><br />

Pelufo, huele <strong>de</strong> lejos el extraño tocino que se viene<br />

cocinando y se acerca con un rostro interrogativo pasándome<br />

un Belmont encendido: > Porras dirige la mirada <strong>de</strong> Pelufo<br />

con sus ojos y este cae en cuenta que aquí se mueve un agite<br />

raro. Porras, canta: Pelufo lo mira <strong>de</strong>sconfi ado, dirige su rostro<br />

al parquea<strong>de</strong>ro, se <strong>de</strong>tiene unos cuantos segundos, le suena<br />

un coscorrón en el casco y se abre como un paraguas recién<br />

comprado.<br />

En menos <strong>de</strong> cinco minutos han <strong>de</strong>sfi lado por aquí: López,<br />

mi cabo Gutiérrez, Pérez, Paternina, hasta mi sargento.<br />

Echan la ojeada como quien no quiere la cosa y regresan a<br />

sus puestos. Porras, continúa con su dilema y no se atreve a<br />

cantarle a otro la misma canción porque sabe que le espera un<br />

sinnúmero <strong>de</strong> bromas pesadas. No le he dicho un sí, tampoco<br />

un no, me distrae tenerle en vilo, se ha convertido en una<br />

especie <strong>de</strong> distractor para olvidarme que llevo cuarenta y ocho<br />

horas aproximadamente sin un <strong>de</strong>cente y reparador sueño.<br />

32


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

La operación se montó en menos <strong>de</strong> lo que canta un gallo<br />

y muchos se manejaron igual o peor que la misma ave. Mi<br />

sargento y mi cabo inauguraron la carpa, por supuesto que<br />

fueron ellos los primeros. Justo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los camiones, en una<br />

zona don<strong>de</strong> el monte es espeso, allí, María, más conocida en<br />

estos momentos como La catarrito, ya que en medio <strong>de</strong> los<br />

fulgores <strong>de</strong> la cabalgata, carraspea fuerte y lanza un po<strong>de</strong>roso<br />

gargajo a un lado.<br />

La fi esta se organizó por turnos <strong>de</strong> tres, diez minutos <strong>de</strong><br />

duración para cada cual, cada uno con su papel higiénico,<br />

sus quinientos pesos, los que tenían para los preservativos<br />

llevaron su seguro. Todo organizado con sus respectivas<br />

guardias y relevos. A quinientos por cabeza.<br />

María, se viene pasando por el papayo a todo el quinto<br />

pelotón <strong>de</strong> la compañía Bravo. El más sobresaliente, los que<br />

ganamos el privilegio <strong>de</strong> estar repelando retén en esta bella<br />

ciudad don<strong>de</strong> todo es “Playa, brisa y mar”. Porras, alcanzó a<br />

pasar <strong>de</strong> sexto, y eso por ser él, el gran <strong>de</strong>scubridor <strong>de</strong> nuestra<br />

nueva amiga.<br />

Mi teniente Cristancho no regresa aún <strong>de</strong> su permiso,<br />

mi sargento se atrevió a cancelar mi castigo temporalmente,<br />

mientras dura la ausencia <strong>de</strong>l comandante. Algunos como<br />

Pelufo repiten todavía, una semana <strong>de</strong>spués con María, que<br />

a estas alturas subió la tarifa a mil pesitos, barato y accesible<br />

para los chicos <strong>de</strong>l fusil. Ayer por la madrugada Castillo<br />

<strong>de</strong>scubrió otra dama <strong>de</strong> la noche. La dama camina esta misma<br />

zona, sin embargo, la gorda <strong>de</strong> enormes tetas, tiene como<br />

consigna y como máxima, no revolcarse con pobres reclutas<br />

rasos, para ella: camioneros, subofi ciales, ofi ciales y gente<br />

que ella consi<strong>de</strong>re como gente bien ¡Con soldaditos ni por el<br />

chiras! Castillo, que proviene <strong>de</strong> una familia acomodada, le ha<br />

ofrecido por mero orgullo el triple <strong>de</strong> lo que le pue<strong>de</strong> pagar<br />

un camionero y doña Tetas continúa en sus papeles. Por ahí<br />

33


Carlos Polo<br />

nos enteramos que mi sargento y los dos cabos comieron el<br />

fruto <strong>de</strong> ese árbol prohibido. Mientras los simples mortales<br />

se contentan con la fl aca seca y medio loca que canta y<br />

escupe gargajos mientras la poseen “ Yo soy la María, María<br />

es mi gracia, pero a mi me llaman María <strong>de</strong> los guardias; Yo soy la<br />

María, María, no ando con razones, razones, yo llevo por mi cuenta,<br />

por cuenta, cinco batallones” En una nota absurda, hostigante y<br />

<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte, como el sol brutal que achicharra esta carretera,<br />

larga y trasnochadora, don<strong>de</strong> la compañía Bravo respon<strong>de</strong> por<br />

el reten que funciona las veinticuatro horas <strong>de</strong>l día. Y como<br />

única distracción esta pobre puta loca cantando.<br />

“Yo soy la María, María es mi gracia, pero a mi me llaman María<br />

<strong>de</strong> los guardias”<br />

34


“EL ABRAZO DE LA<br />

PANTERA”


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Evadirse <strong>de</strong>l cuartel resulta por lo general una tarea<br />

sencilla, aunque esto no le quite el fuerte contenido<br />

<strong>de</strong> peligro que ello implica, esa dosis exacta <strong>de</strong><br />

adrenalina que se fi ltra por los poros y estalla en el corazón,<br />

para recordarnos la <strong>de</strong>lgada línea que separa nuestra inocente<br />

aventura y las nefastas consecuencias que traería consigo el<br />

gran problema que signifi ca ser <strong>de</strong>scubiertos. Arrojamos los<br />

malos pensamientos en una meada colectiva, terminado el<br />

rito nos llenamos <strong>de</strong> valentía y a rodar.<br />

Por lo general solo se espera que termine la recogida y que<br />

el trompeta le robe las notas melancólicas a su instrumento<br />

para anunciar el término <strong>de</strong> otra trabajosa jornada. Tomamos<br />

el rumbo <strong>de</strong>l viejo y conocido Morro, gracias a la facilidad<br />

que nos ofrece y el menor grado <strong>de</strong> difi cultad que signifi ca<br />

tomar este camino.<br />

En menos <strong>de</strong> cinco minutos apuramos el par <strong>de</strong> calles<br />

que en <strong>de</strong>finitiva nos alejan <strong>de</strong>l territorio militar. Nos<br />

atropellamos torpes y apretujados en el primer taxi que<br />

divisamos indicándole nuestro <strong>de</strong>stino a un conductor osco<br />

y quisquilloso, que nos mira con <strong>de</strong>sconfi anza. Al sentirnos<br />

lo sufi cientemente alejados, botamos por fi n el miedo por la<br />

ventanilla celebrando la primera victoria <strong>de</strong> la noche envueltos<br />

en esa extraña sensación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r que nos regala la confi anza.<br />

El taxi, se estaciona justo enfrente <strong>de</strong>l Bur<strong>de</strong>l que a esta hora<br />

está totalmente atiborrado y concurrido por la más diversa<br />

37


Carlos Polo<br />

fauna <strong>de</strong> melancólicos, malandrines, solitarios, aventureros<br />

nocturnos. De entrada tropezamos con una rubia satinada,<br />

exageradamente maquillada, enseñándonos sus generosos<br />

pechos que se escapan <strong>de</strong> un gran escote que no <strong>de</strong>ja nada a<br />

la imaginación, un pantaloncito caliente que termina con unas<br />

medias veladas negras y unos tacones plataforma charolados.<br />

La rubia escandalosa sostiene un cigarro en sus labios y<br />

<strong>de</strong>ja escapar un misterio atrapado en sus lentes <strong>de</strong> contacto<br />

coloridos. Vi<strong>de</strong>s, se impresiona y por poco no pasa <strong>de</strong> la<br />

pequeña puertecilla <strong>de</strong> entrada, don<strong>de</strong> un neón trasnochador<br />

reza en luces lunáticas el nombre <strong>de</strong>l bar “Jerry”. Una<br />

ven<strong>de</strong>dora ambulante anuncia a todo pulmón los precios <strong>de</strong> su<br />

variopinta mercancía: chicles, condones, cigarrillos, ungüentos<br />

chinos, laxantes, consoladores, retardantes y toda una suerte<br />

<strong>de</strong> artículos dignos <strong>de</strong>l más sofi sticado sex shop. Pasamos<br />

en medio <strong>de</strong> un callejón estrecho que produce la sensación<br />

<strong>de</strong> estar atravesando una especie <strong>de</strong> túnel. Desembocamos<br />

en un amplio patio lleno <strong>de</strong> árboles, mesas, sillas, una tarima<br />

amplia <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra en don<strong>de</strong> se sobreentien<strong>de</strong> que se efectúan<br />

los actos. Al fondo una pequeña barra don<strong>de</strong> se encargan los<br />

licores y funciona también la cabina <strong>de</strong>l DJ.<br />

Pérez sonríe satisfecho y arranca con sus augurios:<br />

El veredicto es unánime, solo para calentar<br />

motores encargamos cervezas. Vi<strong>de</strong>s, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> recordar a<br />

la rubia <strong>de</strong> la entrada, está que sale a buscarla y la sienta en<br />

nuestra mesa. La cosa anda como tranquila y un poco lenta,<br />

aún no llegan todas las chicas al lugar, así que sólo se ven por<br />

ahora, sueltas, una que otra puta recién bañada haciendo un<br />

pacto con la noche para que ésta le traiga dinero, diversión y<br />

buena suerte. De unos parlantes negros y <strong>de</strong> vieja apariencia<br />

se reproducen las canciones <strong>de</strong> Jerry Rivera. Pérez se empina<br />

su cerveza soltando unos pases tímidos a un lado <strong>de</strong> la mesa.<br />

38


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Vi<strong>de</strong>s, va en busca <strong>de</strong> la rubia extravagante. López levanta<br />

su cerveza y brinda.<br />

<br />

Amén. El bueno <strong>de</strong>l DJ. Suelta una canción <strong>de</strong> Paul Simon que<br />

se conoce en el argot popular con el nombre onomatopéyico<br />

<strong>de</strong> “Los Sapitos” Otra ronda <strong>de</strong> cerveza visita nuestra mesa,<br />

atendida por un marica calvo, fl aco, con rostro <strong>de</strong> águila, que<br />

no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> soltar lente a mi cremallera. Espero que Vi<strong>de</strong>s logre<br />

traer consigo a la rubia <strong>de</strong> sus sueños a ver si nos <strong>de</strong>shacemos<br />

<strong>de</strong> esta loca pajarraca y carroñera. Lentamente el bar entra<br />

en sabor y las mesas se llenan con rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> todo tipo <strong>de</strong><br />

sujetos, mujeres, transgeneristas, habitantes asiduos <strong>de</strong> la<br />

noche y la luna. Chicas <strong>de</strong> corte sadomasoquista, vestidas con<br />

cueros metal y charol. Trajes rojos, minifaldas, espaldas libres,<br />

todo tipo <strong>de</strong> transparencias y perfumería barata. El DJ fun<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>spacio una canción <strong>de</strong> Héctor Lavoe poco a poco hasta<br />

llegar al silencio total y el pajarraco que nos atien<strong>de</strong> se sube a<br />

la tarima, hace una venia y la gente aplau<strong>de</strong>: Las palmas retumban en el<br />

aire acompañadas por el humo <strong>de</strong> cigarrillos baratos que<br />

se encien<strong>de</strong>n con natural indiferencia. La Tyson resulta ser<br />

una negra recia, musculosa, que menea unas largas trenzas<br />

postizas y baila con avezado tino una canción <strong>de</strong> Gloria<br />

Gainer. La rutina no escapa <strong>de</strong> los consabidos requiebros,<br />

contoneos, sacudidas pélvicas y coqueteos animales con el<br />

tubo <strong>de</strong> metal. De una rega<strong>de</strong>ra improvisada escapa un chorro<br />

controlado <strong>de</strong> agua y La Tyson enjabona su cuerpo con unos<br />

agraciados movimientos sensuales con los que atrapa a su<br />

público sin lugar a discusión. López se carcajea sin tapujos,<br />

comentando entre risas:


Carlos Polo<br />

bolita <strong>de</strong> nieve, por acá no está mi cabo Rey que yo sepa, ja,<br />

ja, ja, ja. Por lo menos ésta si aguanta verla, pero los jopos<br />

<strong>de</strong> estos grasosos, vaselinos, ni por el putas, ja, ja, ja, ja. >><br />

Vi<strong>de</strong>s regresa sin compañía y enmarcado en el rostro un gesto<br />

<strong>de</strong> fracaso, encarga una cerveza y se embelesa con la danza<br />

<strong>de</strong> La Tyson. Una chica forrada <strong>de</strong> negro <strong>de</strong> pies a cabeza nos<br />

pasa a un lado <strong>de</strong>jándonos tontos, se acomoda justo en la<br />

mesa contigua y todos miramos, atraídos por una especie <strong>de</strong><br />

magnetismo hipnótico. Las pupilas curiosas la <strong>de</strong>voran, en<br />

contados instantes ya sabíamos <strong>de</strong> su cabellera negra como<br />

la soledad, <strong>de</strong> sus cejas tupidas totalmente encontradas e<br />

intactas, <strong>de</strong> su blancura mortecina, <strong>de</strong> su elegante escote<br />

<strong>de</strong> araña, <strong>de</strong> la ranura <strong>de</strong> la falda que comienza justo en la<br />

perdición para cualquier pelele como nosotros, <strong>de</strong> su labial<br />

oscuro montado en unos gran<strong>de</strong>s y carnosos labios, <strong>de</strong> sus<br />

felinos movimientos al acercar un cigarro a su boca y el<br />

gatuno coqueteo <strong>de</strong> su risa glacial. Los aplausos rabiosos nos<br />

<strong>de</strong>vuelven la luci<strong>de</strong>z perdida y como autómatas aplaudimos el<br />

fi nal <strong>de</strong>l show <strong>de</strong> la po<strong>de</strong>rosa Tyson. López, me mira directo<br />

a los ojos sonriendo y bota un tonto comentario: Boto una bocanada <strong>de</strong><br />

humo en forma <strong>de</strong> círculo y juego un poco con él pasando <strong>de</strong><br />

repente al truco que llaman La catarata: Jiménez, se entromete<br />

<strong>de</strong> gratis y apunta Vi<strong>de</strong>s, hasta ahora pendiente<br />

<strong>de</strong>l túnel a ver si <strong>de</strong>semboca por fi n la rubia <strong>de</strong> sus sueños,<br />

también replica machacando unas palabras: <br />

El pajarraco homosexual vuelve al micrófono anunciando el<br />

siguiente espectáculo. Una rubia pequeña y disfrazada como<br />

40


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

estrella Pop <strong>de</strong> los ochentas es anunciada como Madonna Ice,<br />

<strong>de</strong> fondo Material Girl anima los oídos, mientras, Madonna Ice<br />

se <strong>de</strong>sviste haciendo malabares entre el hielo seco con olor<br />

a confeti. Un par <strong>de</strong> adolescentes con los rostros repletos<br />

<strong>de</strong> acné, vestidos con smoking y lentes oscuros, suben una<br />

especie <strong>de</strong> tina repleta <strong>de</strong> hielo partido en cubos. La diminuta<br />

Madonna Ice se zambulle y le hace el amor a los trocitos fríos,<br />

se revuelca, se retuerce entre gestos lascivos absolutamente<br />

convincentes.<br />

Al calor <strong>de</strong> la décima cerveza me levanto envalentonado<br />

escuchando los aplausos que La Madonna enhielada le roba a<br />

la audiencia. Me siento justo al lado <strong>de</strong> la misteriosa mujer a<br />

la que mis lanzas acusan <strong>de</strong> estar mirándome con insistencia.<br />

Ahora que estoy aquí, justo enfrente suyo, no me cabe la<br />

menor duda que he sido víctima <strong>de</strong> una vulgar trampa, caí<br />

redondo como el vil estúpido que soy y que he sido siempre,<br />

he sabido caer, me han encendido como un auto viejo y<br />

averiado, apunta <strong>de</strong> empujones. <br />

Mal, muy mal, en su gesto asoma un <strong>de</strong>jo <strong>de</strong> aburrimiento total<br />

que me <strong>de</strong>sarma: Con mi rostro totalmente<br />

<strong>de</strong>scompuesto le digo todo: El diminutivo me resulta ofensivo y<br />

aborto por completo la misión. Me levanto sin <strong>de</strong>cir más:<br />

Pérez me enseña la mano mostrando la señal que todo<br />

anda bien, acompañado por una divertida sonrisa. Jiménez<br />

mueve los pies obe<strong>de</strong>ciendo a los embrujos <strong>de</strong> Los Hermanos<br />

Zuleta. El acor<strong>de</strong>ón repica en el patio y los presentes aprietan<br />

con cierta extraña confi anza los ajenos cuerpos con los que<br />

visitarán en contados minutos las habitaciones <strong>de</strong> las <strong>de</strong>licias.<br />

41


Carlos Polo<br />

La verdad no entiendo por qué <strong>de</strong>cidí sentarme ahí, entre<br />

otras mi cartera no es que me respal<strong>de</strong>, por un momento<br />

pensé, en… no sé, quizás <strong>de</strong>mostrarle a mis códigos que<br />

sí podía levantarme a la extraña mujer, que sé yo, creo que<br />

todo esto es una total pérdida <strong>de</strong> tiempo, así que recojo mis<br />

apuestas y vuelvo con mis códigos. > pregunta con intriga Vi<strong>de</strong>s: <br />

Pérez me palpa el hombro y señala a la mujer que me llama<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su mesa con insistencia: Todos optan por apoyar<br />

el discurso <strong>de</strong> Pérez y vuelvo con la chica <strong>de</strong> negro que me<br />

recibe esta vez con una bonita sonrisa. En la tarima el ave rapaz,<br />

anuncia entusiasmado el nuevo número. Las gemelas Fantásticas,<br />

al ritmo <strong>de</strong>nso <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> Electro Trip Hop Jungle Acid.<br />

O una maricada por el estilo, dos fl acas largas muy parecidas<br />

entre sí, se toquetean entre visaje sado, una puesta en escena<br />

con látigos, todos los <strong>de</strong>más utensilios <strong>de</strong> rigor que vienen<br />

al caso, taches, cueros, metal, esposas, argollas para tortura.<br />

El asunto se torna mucho más duro e inquietante. Las chicas<br />

se pasan la lengua por sus cuerpos, se golpean, se asfi xian,<br />

se cuelgan, se acarician en una locura voraz y mórbida sin<br />

igual. Inesperadamente, un enano musculoso con el rostro<br />

forrado con una máscara <strong>de</strong> cuero negro, se materializa en<br />

la tarima para atravesar con su instrumento <strong>de</strong>scomunal a las<br />

<strong>de</strong>licadas gemelas por todos los agujeros viables e imaginables<br />

y el pajarraco grita enloquecido por el micrófono las hazañas<br />

<strong>de</strong> El pequeño Hércules. La misteriosa dama <strong>de</strong> negro llama<br />

mi atención preguntando a quemarropa si me gustaría tener<br />

42


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

sexo esta noche: La lluvia <strong>de</strong> aplausos estalla a rabiar, al<br />

parecer entre más bizarro y pervertido el numerito, mayores<br />

niveles <strong>de</strong> aceptación entre este extraño y dispar auditorio:<br />

No puedo reprimir un<br />

síntoma inequívoco <strong>de</strong> timi<strong>de</strong>z. <br />

No sé si son extrañas i<strong>de</strong>as mías, pero me parece escuchar o<br />

sentir, no <strong>de</strong> la manera convencional en que se escuchan o se<br />

sienten las cosas, pero, si <strong>de</strong>forma muy sutil y leve, percibo<br />

una especie <strong>de</strong> ronroneo <strong>de</strong>licado que se escapa <strong>de</strong>l cuerpo<br />

<strong>de</strong>…<br />

<br />

Más que risa, un maullido disfrazado <strong>de</strong> risa se fuga <strong>de</strong> sus<br />

labios: Joe<br />

Arroyo truena potente en el stereo y la gente se emociona<br />

entonando la canción en voz alta. “Que bonita fue esa noche,<br />

que misteriosa noche, otra, otra noche, otra.


Carlos Polo<br />

cotizada. >> Una vez más, el raro ronroneo vuela por el aire<br />

como queriendo ser <strong>de</strong>velado: Menea los hombros y la actitud me hace pensar<br />

en un felino en celo, incluso hasta este momento caigo en<br />

cuenta <strong>de</strong>l extraño maquillaje que trae puesto, exalta sus ojos<br />

<strong>de</strong> tal manera, que por un segundo creo observar como se<br />

encien<strong>de</strong>n al ritmo <strong>de</strong> las luces intermitentes. Algo me dice<br />

que me aleje, que podría salir mal librado <strong>de</strong> este juego en<br />

don<strong>de</strong> yo podría terminar convertido en cazador cazado.<br />

Imploro por un poco <strong>de</strong> ayuda, sólo un guiño, una seña, para<br />

po<strong>de</strong>r escabullirme y escaparme <strong>de</strong> aquí, creo reconocer una<br />

seña en las manos <strong>de</strong> Pérez, me levanto aliviado prometiendo<br />

por <strong>de</strong>ntro recompensar a Pérez por haber escuchado mi<br />

telepático llamado: Me atrinchero lo<br />

mejor que puedo, a salvo, lejos <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> esta pantera<br />

misteriosa. Me ubico <strong>de</strong> tal forma en que no puedo mirarla<br />

más a los ojos, justo es ese lugar don<strong>de</strong> siento que mis fuerzas<br />

fl aquean. Pérez niega rotundamente haber realizado seña<br />

alguna y todos vuelven hacer fuerza para que domestique<br />

a la fi era <strong>de</strong> negro. Ahora estoy totalmente seguro <strong>de</strong> haber<br />

terminado con este tonto jueguito. Como un extraño sortilegio<br />

<strong>de</strong> mal agüero solo terminar el pensamiento y me sobresalta<br />

observar a la calculadora y elegante dama <strong>de</strong> negro que se<br />

levanta <strong>de</strong> su mesa con esa grácil <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> los felinos. Se<br />

acerca a mí con la mano extendida: Andamos hasta el centro <strong>de</strong> la pista, don<strong>de</strong> nos<br />

apercollamos fuerte y movemos nuestros cuerpos al son <strong>de</strong> la<br />

pegajosa tonada <strong>de</strong>l grupo Niche. “Una aventura es más bonita,<br />

sino miramos el tiempo en el reloj, una aventura es más bonita”. A<br />

medida que la canción nos arrulla, la chica me atrapa <strong>de</strong>fi nitiva<br />

y mortalmente en sus garras, el roce <strong>de</strong> sus senos en mi pecho,<br />

44


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

la cercanía, la fricción. Bailamos tan cerca, tan juntos, tan<br />

lento, que siento como si se me fueran las luces y ahora si<br />

estoy infi nitamente perdido: <br />

Siento el mismo extraño temblor en su cuerpo y esta vez es<br />

absolutamente físico. Al mismo tiempo adivino el rugido<br />

feroz que se escon<strong>de</strong> en lo más íntimo <strong>de</strong> su ser y una extraña<br />

corriente helada recorre mis extremida<strong>de</strong>s erizando toda mi<br />

piel: La fuerza <strong>de</strong> la gravedad ejerce<br />

mucho más presión entre nosotros queriendo chocarnos,<br />

<strong>de</strong>sintegrarnos, fundirnos, <strong>de</strong>saparecernos: Por un momento vuelvo en mí y escapo<br />

<strong>de</strong>l encantamiento inventándome una hábil treta: Miento con soltura y <strong>de</strong>scaro: Bueno, que les cuento, perdí, en este juego el cazador<br />

terminó cazado. Atravesábamos el callejón que a esta hora<br />

se me antoja más una gruta, un camino que conduce justo al<br />

nido <strong>de</strong> la pantera. Me engulleron las pare<strong>de</strong>s y fue lo último<br />

que supe <strong>de</strong> mí.<br />

Llevó más <strong>de</strong> veinte días hospitalizado en el dispensario<br />

<strong>de</strong> mi batallón, tengo enganchado a mi brazo izquierdo un<br />

frasco que gotea penicilina pura, y en mi brazo <strong>de</strong>recho un<br />

frasco <strong>de</strong> suero fi siológico. No tolero nada sólido ya que<br />

mi garganta se convirtió en un purulento mazacote <strong>de</strong> pus<br />

en carne viva. Y todos los cuadros, mis comandantes, mis<br />

códigos, mis lanzas, los médicos, las enfermeras y mi familia<br />

en general me han hecho la misma absurda y repetitiva<br />

45


Carlos Polo<br />

pregunta ¿Cómo es eso <strong>de</strong>l abrazo <strong>de</strong> La pantera? Créanme<br />

(aunque esto es ya mucho pedir), lo he intentado, siempre<br />

que trato <strong>de</strong> organizar bien todas mis i<strong>de</strong>as y recordar lo que<br />

sucedió esa noche, esa fantástica noche, esa otra noche, otra, noche,<br />

otra. Aun no sé qué respon<strong>de</strong>r.<br />

46


“RAPSODIA<br />

PARA RECLUTAS<br />

ASUSTADIZOS”


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

El turno <strong>de</strong> tres a seis, es sin lugar a dudas el más<br />

pesado <strong>de</strong> todos, el grupo marcha con la modorra<br />

prendida en la espalda. El batallón entero está<br />

reducido al silencio absoluto <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scanso, un frío tímido se<br />

cuela travieso por los botones <strong>de</strong>l uniforme. Mi cabo Quintana<br />

se encuentra <strong>de</strong> SS (subofi cal <strong>de</strong> servicio) comanda el grupo<br />

<strong>de</strong> semidormidos <strong>de</strong>sdichados que obe<strong>de</strong>cemos como<br />

autómatas. Uno a uno, vamos relevando al turno <strong>de</strong> doce a<br />

tres. Pérez se queda en casas fi scales, Parra en el dispensario,<br />

Paternina en transporte y vamos meticulosamente marchando<br />

y dándole la oportunidad a nuestros lanzas que se vayan a<br />

<strong>de</strong>scansar. La perrita Relevo ja<strong>de</strong>a expectante moviendo la<br />

cola acompañándonos con su fi <strong>de</strong>lidad incorruptible. De<br />

hecho su nombre, Relevo, le fue otorgado gracias a ese<br />

extraño vicio que agarró <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy cachorra acompañando<br />

a la guardia en los diferentes turnos. Llegamos por fi n a mi<br />

puesto. Mi inquietud crece <strong>de</strong> manera incontrolable. Jiménez<br />

me mira directo a los ojos y lee el miedo galopando veloz<br />

en mis pupilas. Relevo se inquieta al llegar a este maldito<br />

y con<strong>de</strong>nado puesto. Se queja queriendo moverse <strong>de</strong> ahí<br />

inmediatamente, chilla, ladra, se mueve inquieta, me mira a<br />

la cara compa<strong>de</strong>ciéndose <strong>de</strong> mí, ladra en dos ocasiones y se<br />

aleja sin más. Pino, choca mi mano y huelo el alivio que huye<br />

a su lado marchando. El turno completo se aleja con el quier<br />

dos, quier dos, quier dos, musical <strong>de</strong> las botas, monótono y<br />

tranquilo. La ansiedad se dispara y reviso con <strong>de</strong>tenimiento<br />

cada uno <strong>de</strong> los rincones más cercanos, sólo alcanzó a divisar<br />

49


Carlos Polo<br />

este tenebroso paisaje oscuro; monte, árboles, más monte, la<br />

garita solitaria, los berracos tres postes, el arroyo incansable<br />

y la soledad bailando en los ojos <strong>de</strong> la luna, grillos, sapos,<br />

chicharras cantando el blues <strong>de</strong> los solitarios, y este miedo<br />

galopante que se encien<strong>de</strong> en mi pecho.<br />

Revisó las provisiones, todo en or<strong>de</strong>n, el paquete <strong>de</strong><br />

Marlboro en el bolsillo, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la camiseta la revista<br />

erótica para calmar la ansiedad, los fósforos en el bolsillo<br />

izquierdo, la imagen <strong>de</strong>l diablillo rojo en la caja <strong>de</strong> fósforos<br />

me trae una libre asociación y se aguza esta temible angustia.<br />

Pienso en voz alta mientras expulso el humo que se<br />

escapa, luego <strong>de</strong> envenenar mis pulmones. Los primeros<br />

mosquitos impru<strong>de</strong>ntes hacen presa en los pedazos <strong>de</strong> piel<br />

<strong>de</strong>scubierta. Los alojamientos <strong>de</strong> la compañía ASPC se ven<br />

diminutos y tan lejanos. Como única compañía los moscos y<br />

el arroyo que saludan mi estúpida ansiedad. Una nube oscura,<br />

intensa, <strong>de</strong>nsa, se interpone entre la luna y mi miedo, ahora<br />

no compartido. Saco la revista a ver si las chicas <strong>de</strong>snudas me cambian<br />

este <strong>de</strong>sagradable cassette, a ver si por fi n me tranquilizo.<br />

Arrancó con el registro <strong>de</strong> una rubia aciliconada bañada en<br />

espuma, totalmente <strong>de</strong>snuda montando una Harley Davinson<br />

cromada. Se acomoda en el ambiente un frío duro, palpable,<br />

asfi xiante, que me saca brutalmente <strong>de</strong>l trance. Un<br />

silencio abismal me abruma como el peso <strong>de</strong> cien ladrillos<br />

sostenidos en la cabeza. Camino un poco para evitar el<br />

ataque voraz <strong>de</strong> estos estúpidos nervios. Enciendo<br />

otro cigarro para <strong>de</strong>scubrir un temblor incontrolable en<br />

mis manos, camino ro<strong>de</strong>ando el perímetro <strong>de</strong> mi puesto <strong>de</strong><br />

50


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

guardia. El frío rasga con mortal burla mis sentidos, no sé<br />

qué suce<strong>de</strong> con los insectos y las <strong>de</strong>más alimañas <strong>de</strong> por acá,<br />

<strong>de</strong> repente las chicharras, los sapos, los grillos, abandonaron<br />

su canto. La piel se me eriza como gallina <strong>de</strong>splumada.<br />

Continúo como un<br />

trompo loco y zaran<strong>de</strong>te en torno a los tres postes. La luna<br />

está escondida consumiendo algún tipo <strong>de</strong> droga <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una<br />

cortina negra. Siento como choca un pequeño instrumento<br />

sólido en mi pecho, como una pequeña piedrecilla, luego en<br />

mi hombro <strong>de</strong>recho, lo mismo en el izquierdo y esto se está<br />

poniendo feo: volteo con el corazón<br />

atascado en la garganta. ><br />

El extraño sonido proviene <strong>de</strong>l árbol<br />

que tengo a escasos metros. <br />

Una especie <strong>de</strong> bloque baja por mis intestinos y se acomoda<br />

al fi nal <strong>de</strong>l esfínter. A pesar <strong>de</strong>l abrumador frío, puedo jurar<br />

que por mi frente resbalan pequeñas gotas <strong>de</strong> sudor.<br />

Y esta vez, suena con tanta fuerza,<br />

que no me cabe la menor duda que una persona está montada<br />

en el maldito árbol, parece como si me estuvieran llamando:<br />

> se me escapa como<br />

un gruñido quebrado y traiciono mi público escepticismo.<br />

Por un segundo un pequeño <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> esperanza alumbra<br />

mis pensamientos. Una extraña lluvia <strong>de</strong> moscos cae sobre mí como<br />

aviones kamikaze, en tal cantidad alarmante que me resulta<br />

inverosímil. Mientras lucho con la súbita plaga, vuelve y juega.<br />

Sobre mis botas, <strong>de</strong> los postes, <strong>de</strong><br />

los árboles, <strong>de</strong> las plantas, <strong>de</strong> todos lados, surgen diminutos<br />

51


Carlos Polo<br />

sapos saltando. Una lágrima danzarina se balancea en<br />

la cornisa <strong>de</strong>l ojo como trapecista suicida. Escolopendras<br />

amenazantes surgen <strong>de</strong> la nada como batallones listos para<br />

el combate: frío, calor, sudor, ganas <strong>de</strong> vomitar, ganas <strong>de</strong><br />

cagar, ganas <strong>de</strong> orinar, <strong>de</strong> gritar: Algo se mueve en el con<strong>de</strong>nado árbol,<br />

como un revoloteo, una brisa, una risa, un aleteo: Apuntó el fusil, <strong>de</strong>saseguro<br />

y alineo: y vuelve el revoloteo. Bang,<br />

bang, bang. <strong>Descargo</strong> tres fogonazos. La alarma es general,<br />

la compañía <strong>de</strong> reacción toma posiciones. El batallón entero<br />

<strong>de</strong>spierta en una reacción alocada y brutal. ¡Alarma, alarma,<br />

alarma! La guardia reacciona. Los alojamientos encien<strong>de</strong>n<br />

las luces, las casas fi scales <strong>de</strong>spiertan <strong>de</strong> su profundo sueño,<br />

alcanzó a observar con asombro a una especie <strong>de</strong> gran pájaro<br />

negro que abandona el árbol como graznando, riendo, o<br />

simplemente silbando en un extraño y loco Que me <strong>de</strong>ja mudo, tonto y cagado<br />

<strong>de</strong>l susto, literalmente.<br />

52


“EL ATAQUE DE LOS<br />

SÚPERHÉROES”


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Aparentemente es una noche tranquila y rutinaria,<br />

sin embargo la inquietud es general, los cuerpos<br />

intentan reposar luego <strong>de</strong> una jornada dura <strong>de</strong><br />

aseo y volteo.<br />

Dentro <strong>de</strong> escasos dos días juramos ban<strong>de</strong>ra. Por fi n,<br />

se terminó la etapa <strong>de</strong> instrucción, toda la compañía va a<br />

tomar rumbos diferentes, algunos pasarán a la compañía<br />

<strong>de</strong> servicios, otros se convertirán en dragoneantes, otros,<br />

simplemente se quedarán en la fi la, los especialistas pasarán<br />

a diferentes batallones. Todo nos va cambiar a <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

día <strong>de</strong>l juramento <strong>de</strong> ban<strong>de</strong>ra. La moral es que nos vamos<br />

<strong>de</strong> licencia, quince días fuera <strong>de</strong>l batallón, quince días en<br />

nuestras casas, en nuestros hogares, una vez más nuestras<br />

cómodas habitaciones. La cercanía con la familia y los amigos<br />

que se <strong>de</strong>jaron hace ya más <strong>de</strong> tres meses, tres meses, en los<br />

que estuvimos totalmente acuartelados. Como les <strong>de</strong>cía, la<br />

inquietud danza en el ambiente, como gatos excitados saltan<br />

nuestros pensamientos por el tejado. Espero con impaciencia<br />

la señal, que aún no llega, hoy, soy juez y verdugo, hoy, es la<br />

noche, hoy, es el ataque <strong>de</strong> los superhéroes. Es la noche <strong>de</strong><br />

los justicieros.<br />

Por fi n termina el segundo turno <strong>de</strong> guardia, los diferentes<br />

centinelas se relevan, los minutos se vienen <strong>de</strong>slizando lentos,<br />

pasmosos, aguados. Observó cómo se levanta Aguaman, esto<br />

indica que ha llegado la hora y todo va andando tal como<br />

55


Carlos Polo<br />

lo programamos, atraviesa el alojamiento como una sombra<br />

acuática silenciosa y acechante. Preparó mi instrumento <strong>de</strong><br />

castigo, agarro la tabla que reposa al fi nal <strong>de</strong> la cabecera,<br />

esta es la más dura, la más resistente, la más gruesa, la<br />

más po<strong>de</strong>rosa, la acomodo al lado <strong>de</strong>l catre, observo con<br />

mesurada paciencia el sueño libido <strong>de</strong> mis compañeros <strong>de</strong><br />

alojamiento. Al otro lado una chispa <strong>de</strong> fuego me indica que<br />

el Incendiario también está listo. Veintitrés horas: el ataque<br />

<strong>de</strong> los superhéroes es inminente: Aguaman, Tablaman y el<br />

Incendiario se encuentran dispuestos a ejercer justicia como<br />

es <strong>de</strong>bido, es hora <strong>de</strong> ajustar las cuentas, que tiemblen todos<br />

los culpables, porque esta noche los paladines <strong>de</strong> la justicia<br />

no <strong>de</strong>scansan, tiemblen palomas, lambones, regalados, sapos<br />

<strong>de</strong> todo tipo e índole. Por cada gota <strong>de</strong> sudor gratis, por cada<br />

una <strong>de</strong> las volteadas inmerecidas, por cada error que pagó<br />

el pelotón injustamente, por cada trasnochada. Por mí y por<br />

todos mis lanzas, llegó el momento <strong>de</strong> ajusticiarlos, llegó el<br />

momento <strong>de</strong> aplicarles el rigor <strong>de</strong> la justicia, el ataque feroz<br />

<strong>de</strong> los superhéroes.<br />

Cubro el cuerpo entero con una sábana y balanceo la<br />

tabla en mi brazo <strong>de</strong>recho, comienzo a sudar copiosamente,<br />

esperando el momento exacto <strong>de</strong> arrancar con la misión.<br />

Aguaman entra con un bal<strong>de</strong> repleto sostenido en sus brazos,<br />

se <strong>de</strong>tiene en la cornisa <strong>de</strong>l tiempo. El Incendiario atraviesa<br />

los catres con el sigilo <strong>de</strong> un gato montés, cubierto con una<br />

sábana para mantener su i<strong>de</strong>ntidad totalmente oculta, como<br />

es <strong>de</strong>bido. Algunas cabezas se mueven, oliendo la carga<br />

dura que camina por el aire, ciertos cuerpos se <strong>de</strong>sperezan<br />

estirándose, algunas pupilas abiertas se aguzan. Un extraño<br />

estado <strong>de</strong> alerta aletea sudoroso entre los leves ronquidos<br />

<strong>de</strong> los que duermen <strong>de</strong>sprevenidos.<br />

Minuto 00: el Incendiario enreda un poco <strong>de</strong> papel higiénico<br />

en los pies <strong>de</strong> Hoyos. Culpable, culpable <strong>de</strong> lambonería,<br />

palanqueo, lloriqueo y lo más grave, aventar a sus códigos<br />

56


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

con los comandantes. Un sapo <strong>de</strong> este calibre no merece otra<br />

justicia que la fl ama ardiente y purifi cadora <strong>de</strong>l Incendiario, la<br />

chispa <strong>de</strong> fuego muer<strong>de</strong> con rapi<strong>de</strong>z el papel que comienza<br />

a ar<strong>de</strong>r en cuestión <strong>de</strong> segundos enredado en los pies <strong>de</strong>l<br />

con<strong>de</strong>nado sapo.<br />

Me acomodo justo al lado <strong>de</strong>l catre <strong>de</strong> Ibarra: culpable,<br />

culpable por ser una con<strong>de</strong>nada secretaría que ha evadido<br />

todos los volteos, las instrucciones más cabronas, la más duras<br />

trasnochadas, por haberme enviado a los con<strong>de</strong>nados tres<br />

postes, por organizar los putos turnos <strong>de</strong> guardia, por salir<br />

<strong>de</strong> permiso con <strong>de</strong>masiada frecuencia, por haber remplazado<br />

el fusil por una berraca máquina <strong>de</strong> escribir. La secretaria<br />

duerme plácidamente, para colmo <strong>de</strong> mi éxtasis se encuentra<br />

boca abajo, como esperando complacientemente el azote <strong>de</strong><br />

la justicia. Levanto el látigo con fuerza y energía.<br />

El bal<strong>de</strong> se bambolea en los brazos <strong>de</strong> Aguaman que<br />

observa rígido el ronquido potente <strong>de</strong> Porras, culpable,<br />

culpable <strong>de</strong> equivocarse con frecuencia en las instrucciones<br />

<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n cerrado, gimnasia básica con y sin armas, por lento,<br />

por todas las volteadas en su nombre, por las visitas a la<br />

guardia luego <strong>de</strong> las veintitrés horas gracias a alguna <strong>de</strong> sus<br />

incontables ineptitu<strong>de</strong>s.<br />

El grito <strong>de</strong>sesperado <strong>de</strong> Hoyos completa el ciclo:<br />

<br />

Aguaman suelta con fuerza el contenido <strong>de</strong>l bal<strong>de</strong> sobre el<br />

cuerpo relajado y plácido <strong>de</strong> Porras, el soldado tontín salta<br />

<strong>de</strong>l catre ofuscado con los ojos fuera <strong>de</strong> órbita, mira para<br />

todos lados mientras intenta quitar <strong>de</strong> su rostro los restos <strong>de</strong><br />

agua que chorrean por su cara y por todo su cuerpo: <br />

57


Carlos Polo<br />

Dejo caer con toda mi fuerza el rígido instrumento sobre<br />

el culo dormido <strong>de</strong> la secretaria, que en una tardía reacción<br />

interpone su brazo, el golpe seco produce un <strong>de</strong>licioso<br />

sonido que se hace acompañar con un doloroso lamento:<br />

<br />

Tres capas fantasmas revolotean por el alojamiento<br />

evadiéndose entre las sombras, <strong>de</strong>sapareciendo en la<br />

oscuridad. Entre llantos, carcajadas, gritos, lamentos, chifl idos<br />

vituperios, complicidad y sorpresa. Los superhéroes cumplen<br />

con éxito la primera <strong>de</strong> sus misiones.<br />

El vozarrón <strong>de</strong> mi teniente Cristancho retumba en el<br />

alojamiento como un grito ahorcado por el sueño, su voz se<br />

afl auta y <strong>de</strong>safi na: > Hoyos, Ibarra<br />

y Porras se atropellan entre sus quejas y lamentos, intentando<br />

explicar la situación a mi teniente, que escucha visiblemente<br />

complacido, intentando disimular una maliciosa y cómplice<br />

sonrisa que se acomoda en su boca, dándonos el saludo<br />

como nuevos y verda<strong>de</strong>ros soldados. Pérez me dispara una<br />

mirada poblada <strong>de</strong> fuego que chispea en sus ojos, mientras<br />

Pelufo me arroja una sonrisa oceánica, mojada y profunda.<br />

Hoy, dimos una muestra gratuita <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, ya sabemos como<br />

ajustar las cuentas entre nosotros. En escasos dos días, nos<br />

graduamos, por <strong>de</strong>cirlo <strong>de</strong> alguna manera, el día <strong>de</strong>l juramento<br />

<strong>de</strong> ban<strong>de</strong>ra es nuestro primer día como verda<strong>de</strong>ros soldados<br />

<strong>de</strong> la patria, <strong>de</strong> aquí para allá lo que venga ¡Normal, estamos<br />

en el glorioso!<br />

58


“DESFILE DE<br />

MODAS”


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

La terrible corneta aúlla <strong>de</strong>sesperada las burlonas<br />

notas que interrumpen con sarcástica alegría el<br />

<strong>de</strong>scanso que bosteza pudoroso por los diferentes<br />

pasillos a esta hora <strong>de</strong> la madrugada. Comienza el nuevo<br />

día con el ímpetu brioso <strong>de</strong> todos los cuarteles, el ajetreo<br />

monocor<strong>de</strong> <strong>de</strong> esta vida castrense: Gritos, correndillas,<br />

duchas ligeras, ór<strong>de</strong>nes presurosas. Una gama colorida e<br />

infi nita <strong>de</strong> diferentes tipos <strong>de</strong> afanes. > Por doquier los mismos gritos repetitivos,<br />

los coros <strong>de</strong> las botas zapateando su canción sin fi n. Los diferentes pelotones marchando,<br />

sacudiendo su mal sueño entre la bruma <strong>de</strong> chocolate <strong>de</strong><br />

esta madrugada, coloreada <strong>de</strong> un tono grisáceo y abrumador<br />

para estas almas que encien<strong>de</strong>n la nicotina lluviosa <strong>de</strong> otro<br />

día bajo las mismas nubes.<br />

La plaza <strong>de</strong> armas, los buques que lloran al río sus pesares,<br />

pasando apesadumbrados en el horizonte, la terquedad<br />

inmune <strong>de</strong>l jejen, las novelescas escobas <strong>de</strong>vorando el polvo.<br />

> Los simpáticos cánticos<br />

escalando las pare<strong>de</strong>s.<br />


Carlos Polo<br />

la cartuchera. >> Instrucciones, técnicas <strong>de</strong> combate regular<br />

e irregular, mecanismo <strong>de</strong> explosivos, minas antipersonales,<br />

combate cuerpo a cuerpo, gimnasia básica con armas. Las<br />

aspiradoras humanas cepillando los dientes a un batallón<br />

sucio y <strong>de</strong>saseado. Las hordas <strong>de</strong> jejenes mordiendo<br />

indiscriminadamente en busca <strong>de</strong> un poco <strong>de</strong> sangre. Mi<br />

teniente Cristancho preguntando por la calidad <strong>de</strong> la comida<br />

<strong>de</strong> esta semana. Como siempre, la misma tímida indiferencia<br />

silenciosa que nos tiene comiendo el potaje <strong>de</strong>sabrido que<br />

sirven en el rancho. La queja en tono bajo <strong>de</strong> los <strong>de</strong> siempre,<br />

disociando sin el valor serio que se necesita para hacer que las<br />

cosas cambien. Aún no entiendo cómo todos nos tragamos<br />

esta cómica monotonía sin chistar un poco, no entiendo cómo<br />

nadie revienta, nadie explota, nadie <strong>de</strong>struye con un poco <strong>de</strong><br />

ira toda esta automática obediencia.<br />

Hoy, mi teniente Leguizamón me atrapó con la gorra<br />

<strong>de</strong> revés y me hizo caminar en círculos y en cuclillas a su<br />

alre<strong>de</strong>dor por todo el con<strong>de</strong>nado batallón, como un satélite<br />

díscolo durante más <strong>de</strong> media hora. Mi cabo Quintana nos<br />

sacó un mierdón lo más <strong>de</strong> duro en pleno sol <strong>de</strong> mediodía,<br />

el pelotón quedó como molido a palos, supuestamente las<br />

escuadras encargadas <strong>de</strong>l aseo al rancho no están rindiendo<br />

para nada y todo el pelotón ha pagado el pato. ¡Normal<br />

como un…! ¡Estamos en el glorioso! La poca moral que<br />

me acompaña <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi última licencia, hoy, se ha venido<br />

<strong>de</strong>smoronando poco a poco, se suponía que, justo antes <strong>de</strong><br />

las dieciocho estaríamos gritando eufóricos ¡Viva Colombia!<br />

Atropellándonos como carros locos, para salir por la guardia<br />

ataviados con nuestra mejor ropa <strong>de</strong> civil para bebernos el<br />

fi n <strong>de</strong> semana.<br />

He tenido un con<strong>de</strong>nado mal día, he estado errático,<br />

confuso, distraído, lento. Con la cabeza en otro lado. El<br />

permiso <strong>de</strong> hoy era <strong>de</strong> suprema importancia para mí, llevo<br />

más <strong>de</strong> un mes esperando este con<strong>de</strong>nado día, todo tenía que<br />

62


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

confl uir, alinearse; el pago, el permiso, la buena disposición<br />

<strong>de</strong> Carla. Sin embargo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy temprano una especie <strong>de</strong><br />

confabulación cósmica me persigue, el pago se retrasó un par<br />

<strong>de</strong> días, y gracias a la inefi ciencia <strong>de</strong> las escuadras <strong>de</strong>l rancho<br />

nos quedamos todos comprometidos, acuartelados como<br />

castigo. No me he podido comunicar con Carla aún.<br />

A Carla la conocí en la última licencia, un par <strong>de</strong> noches<br />

antes <strong>de</strong> presentarme <strong>de</strong> regreso en el batallón. Carla me<br />

aseguraba que nosotros ya nos conocíamos, que nos habíamos<br />

visto muchas veces. Por acci<strong>de</strong>nte coincidimos en fi estas,<br />

amigos y lugares en común. Cuando el pelao Puya y el<br />

enano Eliú pasaron por casualidad por la terraza <strong>de</strong> mi casa<br />

acompañados por Carla, no se imaginaron que esa misma<br />

noche se iniciaría entre nosotros esta especie <strong>de</strong> apresurado<br />

amorío.<br />

La verdad es que la primera impresión no fue la mejor,<br />

se me antojaba que la chica hablaba muy rápido, alto y<br />

<strong>de</strong>masiado relajado, cinco minutos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aquello mis<br />

ojos rodaron por sus enormes melones apretados, por sus<br />

gruesas piernas expuestas a la brisa nocturna, gracias al<br />

pequeño pantaloncito caliente con que coqueteaba <strong>de</strong>scarada.<br />

Los muchachos comprendieron rápidamente la energía que<br />

fl uía en el ambiente y nos <strong>de</strong>jaron solos en las llantas <strong>de</strong> tractor<br />

que sirven como sillas en la cancha <strong>de</strong> micro que queda en la<br />

esquina. Esa noche anoté mis goles <strong>de</strong> diferente factura.<br />

Luego <strong>de</strong> un par <strong>de</strong> besos babosos, apresurados, que a<br />

Carla se le antojaron extraordinarios, pactamos una salida,<br />

esta salida, justo el día <strong>de</strong> hoy, no me ha <strong>de</strong>jado pensar bien,<br />

concentrarme, me ha tenido <strong>de</strong>satinado, como atontado. Mis<br />

males no parecen terminar nunca. No he logrado conseguirla<br />

en su casa, tampoco don<strong>de</strong> su abuela y las monedas se me<br />

terminaron <strong>de</strong> un momento a otro y nadie quiere prestarme<br />

una sola berraca moneda, <strong>de</strong> ahí en a<strong>de</strong>lante se vienen<br />

63


Carlos Polo<br />

agotando todos los recursos. No sólo es el hecho <strong>de</strong> la<br />

cantidad <strong>de</strong> ilusiones que me hice respecto a este día ¡No!<br />

Hay que agregar todo el tiempo invertido pensando en lo que<br />

podía y <strong>de</strong>bía suce<strong>de</strong>r, lo bien que lo iba ha pasar: la taberna,<br />

la música, la botella <strong>de</strong> ron, las caricias, el cuarto <strong>de</strong> hotel, sus<br />

provocativos melones al aire... No, para colmo, voy a quedar<br />

mal, la voy a <strong>de</strong>jar plantada. Me han cambroneado todo el día,<br />

nos voltearon duro y parejo a la hora <strong>de</strong>l almuerzo, el pago<br />

se retrasó, nos <strong>de</strong>jaron sin permiso <strong>de</strong>l fi n <strong>de</strong> semana, no me<br />

he podido comunicar con Carla. Nada, nada, <strong>de</strong> lo que tenía<br />

planeado y con lo que me había ilusionado va ha suce<strong>de</strong>r.<br />

Lo peor es que voy ha quedar como un con<strong>de</strong>nado falso.<br />

Encima nos espera una cita con mi cabo Quintana <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> las veintitrés y según, va a llover mierda <strong>de</strong>l zarzo. Qué<br />

más se le pue<strong>de</strong> pedir a un soleado día payaso y sonriente<br />

como éste.<br />

La corneta <strong>de</strong> recogida repite su lamento, ciertos cigarrillos<br />

esporádicos bombean el humo suicida que se a<strong>de</strong>ntra en<br />

los pulmones, las tontas chanzas <strong>de</strong> mal gusto se disparan<br />

por doquier. No me atrevo a<br />

participar <strong>de</strong> la tertulia con los <strong>de</strong>l cuarto pelotón, comparten<br />

un litro <strong>de</strong> aguardiente <strong>de</strong> contrabando entre chistes y cuentos<br />

exagerados sobre sexo y mujeres. Dentro <strong>de</strong> poco me toca<br />

presentarme con mi escuadra en la guardia y presiento que nos<br />

van a sacar la mierda. Después <strong>de</strong>l volteo <strong>de</strong> este mediodía con<br />

mi cabo, estoy seguro que solo fue un aperitivo, una antesala<br />

<strong>de</strong> lo que nos tiene preparado para esta madrugada.<br />

Llegamos cumplidos los mismos <strong>de</strong> siempre. Móvil,<br />

Ochoa, Novoa y Guerrero. Los <strong>de</strong>más van llegando al paso,<br />

tranquilos, como si nada. Mi cabo con su mejor rostro <strong>de</strong><br />

cinismo, fuma placidamente un Marlboro sentado en el<br />

puesto <strong>de</strong>l SS (Subofi cial <strong>de</strong> servicio). Una leve sonrisa<br />

maquiavélica se asoma con <strong>de</strong>scaro en su boca. Poco a poco<br />

64


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

se va completando el pelotón. Algunos con cierto <strong>de</strong>jo<br />

<strong>de</strong> indiferencia asomado en los ojos, otros, visiblemente<br />

molestos, y muchos se les nota aún los síntomas <strong>de</strong> un plácido<br />

sueño interrumpido: > La or<strong>de</strong>n me toma<br />

por sorpresa, doy un paso al frente <strong>de</strong>l personal y arranco<br />

con las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> mando: Mi cabo recibe el parte con<br />

solemnidad sin abandonar la extraña risa macabra enredada<br />

en su boca. Ladra cambiado<br />

y furibundo: <br />

Como siempre las quejas en voz baja, mientras fl exionamos<br />

ninguno se atreve a <strong>de</strong>cirle a mi cabo en su cara lo que piensa,<br />

lo que sienten <strong>de</strong> esta acuartelada sin motivo aparente. En mi<br />

cabeza se cruzan los melones <strong>de</strong> Carla y lamento esta suerte<br />

perra, a esta hora a lo mejor estuviera cabalgando sus colinas<br />

y en cambio, vamos por más <strong>de</strong> cincuenta repeticiones <strong>de</strong><br />

saltarines <strong>de</strong> caballería y el dolor en las rodillas comienza a<br />

ensañarse.<br />

Esta noche cerrada, sin luna, sin estrellas, rasca su<br />

indiferencia en la copa <strong>de</strong> los árboles. El segundo turno <strong>de</strong><br />

guardia marcha perezoso a su <strong>de</strong>stino, acompañados por la<br />

alegría absurda <strong>de</strong> Relevo que menea su cola marchando al<br />

mismo compás <strong>de</strong>l personal.<br />


Carlos Polo<br />

quepis, cucardas, todo, absolutamente todo ¡Carrera march!<br />

mo<strong>de</strong>litos, tratamiento especial a los diez últimos ¡March<br />

<strong>de</strong> acá!>> Comentarios sueltos en plena carrera, quejidos<br />

lastimeros, silencios obvios. La triste <strong>de</strong>sazón que produce<br />

la vista <strong>de</strong> los catres vacíos, recordándonos que a parte <strong>de</strong><br />

la fuerza disponible, la guardia y uno que otro castigado,<br />

estamos solos, somos los únicos idiotas que volteamos en<br />

un fi n <strong>de</strong> semana franco para todo el personal. Carla y sus<br />

bonitas piernas, el bar, la <strong>de</strong>liciosa música, la botella <strong>de</strong> ron<br />

¡Mierda! A cambio <strong>de</strong> eso volteando en la madrugada como<br />

recluta idiota. En este jodido instante me visto azarosamente,<br />

como puedo saco brillo a las cucardas, al escudo <strong>de</strong>l quepis,<br />

coloco las prensillas, me aseguro lo mejor que puedo las<br />

botas, acomodo las ligas. El resto <strong>de</strong>l personal por fi n se<br />

las creyó y están todos con la energía a tope, como siempre<br />

arranca Guerrero a la carrera y dispara la alarma, me le pego<br />

y vamos respirando profundo terminando <strong>de</strong> atalajarnos<br />

por el camino. En menos <strong>de</strong> diez minutos estamos frente a<br />

mi cabo que or<strong>de</strong>na y revisa: <br />

Un beso baboso, morboso, lenguado, lunado, te envío Carla.<br />

Mi cabo entreteje su trama con astucia y la promesa<br />

pone al personal a mil. Todos queriendo agarrar su fusil<br />

al tiempo, todos revisando el número, la serie. Pérez no<br />

encuentra su gorra y corre a don<strong>de</strong> la FD a conseguir una,<br />

aterrizamos en tiempo record en la guardia, mi cabo nos<br />

recibe con su misma cínica sonrisa.<br />

66


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

El pago<br />

atrasado, la servida <strong>de</strong> satélite a mi teniente Leguizamón, la<br />

puteada que me regaló mi teniente Cristancho, el sermón <strong>de</strong><br />

mi sargento, las tetas <strong>de</strong> Carla, este fl aco fusil que me estorba,<br />

el cansancio, la lengua afuera, la respiración difi cultosa, los<br />

chistes malos <strong>de</strong> Pérez: Las palabras<br />

mágicas <strong>de</strong> Alí Babá, ábrete sésamo, la entrada secreta a los<br />

gran<strong>de</strong>s tesoros <strong>de</strong> los cuarenta ladrones. Corremos como<br />

locos, <strong>de</strong>svistiéndonos en plena carrera, al llegar a mi catre<br />

recuerdo que hace más <strong>de</strong> quince días que voté las chanclas.<br />

Me toca botarme a don<strong>de</strong> la Fuerza Disponible para que me<br />

pasen unas mientras tanto, muy pronto me entero que no soy<br />

el único. Paternina implora por una jabonera, Porras por una<br />

toalla, Pérez por crema <strong>de</strong>ntal.<br />

A Becerra hoy le tocó en la FD, se burla y <strong>de</strong>mora un<br />

rato para facilitarme lo que necesito, en <strong>de</strong>fi nitiva no me<br />

alcanza el tiempo y no llego entre los cinco primeros. Total,<br />

sin pago, no hay nada que hacer, pero bueno. Cualquier<br />

cosa con tal <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> este con<strong>de</strong>nado encierro:


Carlos Polo<br />

en la pasarela todo tiene que estar perfecto y coordinado.<br />

Por cortesía <strong>de</strong> mi soldado Pino ¡Quince vueltas a la zona<br />

ver<strong>de</strong>!>> Entre Porras y Pino se asoma un leve roce que<br />

amenaza con terminar en golpes, sin embargo no va más<br />

allá <strong>de</strong> un simple cruce <strong>de</strong> insultos mutuos que se arrojan<br />

mientras cumplimos con la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> las quince vueltas.<br />

Aún conservamos la moral y la expectativa <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> aquí:<br />

El reto<br />

cada vez es más duro, más difícil, justo este uniforme, es algo<br />

que nadie, y puedo asegurarlo con propiedad, nadie tiene<br />

completo, a mi me faltan las botas Minguerra <strong>de</strong> caucho. No<br />

me tomo la molestia siquiera <strong>de</strong> llegar hasta mi catre. Me tiro<br />

directo don<strong>de</strong> la FD. Que a está hora juegan cartas, fuman<br />

y beben aguardiente clan<strong>de</strong>stinamente. Becerra consigue el<br />

uniforme completo, antes, me toca prometerle un préstamo,<br />

pues va perdiendo en el juego.<br />

El espectáculo en la guardia me resulta patético y doloroso.<br />

Alcanzó a meterme <strong>de</strong> número seis, lo que en realidad altera<br />

toda mi humanidad, es la tranquilidad con que llegan los<br />

con<strong>de</strong>nados sin las botas, la camiseta, la pantaloneta, nada. Me<br />

entero automáticamente que no tenemos ninguna esperanza:<br />

> El pelotón está agotado, <strong>de</strong>smoralizado.<br />

La gente se imaginaba con sus Carlas con sus amigos con<br />

su familia <strong>de</strong>scansando <strong>de</strong>l aseo las instrucciones el fusil el<br />

acoso los gritos los grillos los sapos los moscos los jejenes<br />

el fusil el uniforme el asare la mala comida los chinches las<br />

68


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

pulgas los insultos la humillación el mal baño el encierro los<br />

cabos los tenientes los cuadros los comandantes los catres<br />

las tablas los perros los gatos la soledad.<br />

Al terminar la vuelta número treinta. La terrible corneta<br />

aúlla <strong>de</strong>sesperada las burlonas notas, que interrumpen con<br />

sarcástica alegría el <strong>de</strong>scanso que bosteza pudoroso por los<br />

diferentes pasillos. Un sol enguayabado se asoma lento en<br />

el horizonte, los pájaros se <strong>de</strong>sperezan cantándole al nuevo<br />

día y la berraca corneta continúa tocando sus terribles notas,<br />

repetidas, burlonas y melancólicas.<br />

69


“LA SERENATA”


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Pom, pom, pomporompon, pom, pom, pompororompon.<br />

Retumba el bombo, explotan los sonidos<br />

<strong>de</strong> nuestra Big Band y la plaza <strong>de</strong> armas nos cocina<br />

como papas hervidas. Tra, tarataratá, tra, taratatá tra. Machaca<br />

el redoblante con insistente solemnidad.<br />

Tururú tururú, turututututú. Turututututú, turururú. Las<br />

trompetas zumban como enjambres <strong>de</strong> libélulas apasionadas.<br />

No es precisamente Dixie Gillespie dirigiendo los compases<br />

vertiginosos <strong>de</strong> un Bop, pero el placebo funciona y aligera<br />

el fastidio <strong>de</strong> este tedioso día interminable. Las voces <strong>de</strong><br />

mando reverberan con el ritmo <strong>de</strong> la banda <strong>de</strong> guerra: > El batallón entero es una colmena <strong>de</strong> hormiguitas<br />

frenéticas laborando, cada compañía cumple sus or<strong>de</strong>nes<br />

con un tesón obsesivo y maquinal. La ASPC maquilla con<br />

murales y toda suerte <strong>de</strong> pinturas, los árboles, las pare<strong>de</strong>s,<br />

retocan aquí y allá bregando con todas sus energías para<br />

cambiarle un poco el rostro a este viejo batallón <strong>de</strong>scuidado<br />

y sucio. Un fuerte olor a pintura nueva se pasea orondo<br />

marchando entre las fi las. Este olor en particular me dispara<br />

automáticamente la comezón <strong>de</strong> la nostalgia, y recuerdo con<br />

entrañable dulzura, los preparativos navi<strong>de</strong>ños en el barrio,<br />

los vecinos arreglando las fachadas <strong>de</strong> sus casas, pintura,<br />

luces y todos los motivos alusivos a la época. La nostalgia<br />

muer<strong>de</strong> mi oreja y me susurra muy quedo una canción <strong>de</strong>l<br />

73


Carlos Polo<br />

ayer que logra sonsacarme una sonrisa. Pom, pom, pom,<br />

pompororompon, pompororompon, pom, pom, pom.<br />

Nuestra Big Band marca el compás con una fría exactitud<br />

que <strong>de</strong>sconcierta. La compañía Antorcha prepara el <strong>de</strong>sfi le<br />

cuidando cada uno <strong>de</strong> sus pormenores y galas. Mi compañía,<br />

la Bravo, ensaya con incesante fatiga los pasos <strong>de</strong>tallados <strong>de</strong><br />

la calle <strong>de</strong> honor. Hoy, nos visita el Ministro <strong>de</strong> Justicia, los<br />

preparativos para este recibimiento nos ha costado horas y<br />

horas <strong>de</strong> volteo, trasnocho, trabajo extra, ensayos, baños <strong>de</strong><br />

sudor. Cada rincón, cada una <strong>de</strong> las instalaciones viene siendo<br />

sometida a registros, cambios, maquillaje. Incluso la pieza<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>tenidos le cambiamos el rostro. El ministro sólo<br />

estará un par <strong>de</strong> horas en el cuartel y nosotros llevamos un<br />

siglo preparando este acontecimiento; <strong>de</strong>sfi le, calle <strong>de</strong> honor,<br />

salvas, banda <strong>de</strong> guerra. Me pregunto si el gran ministro tendrá<br />

una i<strong>de</strong>a remota <strong>de</strong>l trabajo que nos ha costado prepararnos<br />

para su visita. Todos los cuadros, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los más altos mandos<br />

para abajo se traen una energía paranoica y colectiva que nos<br />

trae <strong>de</strong> cabeza, voleo duro y parejo <strong>de</strong> noche y <strong>de</strong> día sin parar,<br />

<strong>de</strong> aquí para allá intentando vestir a nuestro batallón con su<br />

mejor ropaje <strong>de</strong> gala. Por fi n, logramos una i<strong>de</strong>a aproximada a<br />

lo que todos queremos, luce como una meretriz escondiendo<br />

sus llagas <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> las lentejuelas y el excesivo rubor. A<br />

pesar <strong>de</strong> todo este trajín violento <strong>de</strong> los últimos meses hay<br />

que anotar un po<strong>de</strong>roso aspecto positivo <strong>de</strong> esta visita ¡Por<br />

fi n! Mejoraron el potaje que nos sirven en el rancho, las<br />

papas <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> ser esa especie <strong>de</strong> rocas peligrosas, la carne<br />

molida <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedir ese olor terrible, el arroz no es más,<br />

esa melcocha <strong>de</strong>sagradable. El ministro pasará revista a las<br />

instalaciones, al armamento y la alimentación, lo que tiene en<br />

este momento en jaque al comando mayor. Nos cambiaron<br />

los viejos fusiles G3A3 por Galil SAR, la calidad <strong>de</strong>l menú<br />

mejoró consi<strong>de</strong>rablemente, incluso los miércoles nos están<br />

sirviendo ban<strong>de</strong>ja paisa y <strong>de</strong> muy buena calidad, también este<br />

nuevo aspecto <strong>de</strong>l batallón que nos ha costado trasnocho,<br />

sudor y volteo.<br />

74


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Pom, pom, pompororompon, pom, pom, pom,<br />

pomporompon, pom, pom, pom. La banda <strong>de</strong> guerra <strong>de</strong>safi na<br />

un poco, sólo un poco y los vemos correr como locos con<br />

todos los chécheres al hombro bor<strong>de</strong>ando los cinco postes,<br />

sudorosos, exhaustos observan la risa <strong>de</strong>l sol que los lame<br />

con saña. Pérez el burlón profesional <strong>de</strong>l pelotón les grita<br />

indiscreto > Mi cabo Quintana contagiado <strong>de</strong> la paranoia<br />

general <strong>de</strong> los cuadros, se toma muy mal el chistecito y rechista<br />

fastidiado:<br />

> Pérez, frío como un<br />

pez en congelador, se cuadra, saluda y da media vuelta: > Mi cabo visiblemente irritado lo <strong>de</strong>rrite<br />

con la mirada sentenciando: > ><br />

Repone la falta y arranca a toda máquina traqueándole<br />

los huesos. Miramos como se empequeñece Pérez poco a<br />

poco en su carrera y mi cabo vuelve como si nada con las<br />

ór<strong>de</strong>nes repetitivas y rayadas <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> honor, los mismos<br />

movimientos automáticos, las mismas voces <strong>de</strong> mando, la<br />

misma sincronización, puntual, exacta, milimétrica Baaang. Estallan las<br />

salvas en el aire como una canción <strong>de</strong> amor en la madrugada<br />

a la orilla <strong>de</strong> un balcón: > Baaang.<br />

El condimentado olor <strong>de</strong> la pólvora baila en el ambiente<br />

aliñándonos como tomates secos bajo el sol <strong>de</strong> noviembre.<br />

Mi cabo Rey <strong>de</strong>semboca por el comando acercándose con<br />

cierto <strong>de</strong>jo <strong>de</strong> misterio, se suce<strong>de</strong> la obligada cortesía militar<br />

con el sabido saludo <strong>de</strong> las manos en la punta <strong>de</strong> la gorra,<br />

se sueltan en una conversación imperceptible para nuestros<br />

oídos, a propósito, lastimados por el fragor estruendoso<br />

<strong>de</strong> las salvas. Mi cabo Quintana nos observa <strong>de</strong> reojo un<br />

poco incomodo, se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> marcialmente <strong>de</strong> mi cabo Rey y<br />

75


Carlos Polo<br />

<strong>de</strong>saparece bor<strong>de</strong>ando el comando. Mi cabo Rey se acerca<br />

pomposo y serio, botando voces <strong>de</strong> mando como ráfagas:<br />

> Tras, tras. Traquean las<br />

botas con energía: > Este súbito<br />

cambio <strong>de</strong> mando me resulta sospechoso, tengo el po<strong>de</strong>roso<br />

presentimiento que un chicharrón <strong>de</strong> tres pisos nos espera: > Paternita<br />

y Pelufo contestan en coro > Lo<br />

dicho. Una responsabilidad <strong>de</strong> este tamaño no la ha probado<br />

ningún pelotón <strong>de</strong> la compañía hasta el momento:> Tras, tras, cantan las botas <strong>de</strong> la<br />

primera escuadra: ><br />

> Contestan al unísono Novoa<br />

y Ochoa. Los rostros varían como en una fi esta <strong>de</strong> máscaras<br />

<strong>de</strong>jando asomar una galopante preocupación sin mucho<br />

aspaviento y disimulo, algunos intentan asumir la pose <strong>de</strong>l<br />

soldado duro <strong>de</strong> acero, orgulloso y digno <strong>de</strong> la fuerza y el<br />

po<strong>de</strong>r que le otorgan los cueros: > Pom, pom, pom,<br />

pompororonpompon, pomporopompon, pom, pom, pom.<br />

La Pickup atraviesa las calles a gran velocidad, a<strong>de</strong>lante<br />

una avanzada motorizada, cuatro camionetas blindadas van<br />

peinando con rigor y meticulosidad la Calle <strong>de</strong> las Vacas, que<br />

a esta hora luce como si estuviera pa<strong>de</strong>ciendo una especie<br />

76


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

<strong>de</strong> resaca comatosa totalmente calmada y solitaria, vamos<br />

andando en medio <strong>de</strong> una calma briosa que aumenta el calor<br />

bajo la carpa <strong>de</strong> la Pickup. Tanta tranquilidad vomita una<br />

<strong>de</strong>sconfi anza sólida que se viene convirtiendo en inquietud<br />

y nerviosismo. Un silencio siniestro y duro como el metal,<br />

afi la los disímiles pensamientos <strong>de</strong>l pelotón. La caravana se<br />

<strong>de</strong>tiene <strong>de</strong> súbito, algunos autos inesperados se acercan con<br />

peligrosidad, poco a poco va <strong>de</strong>spertando una sensación<br />

<strong>de</strong>moledora que atraviesa nuestros cuerpos. La recia voz<br />

<strong>de</strong> mando <strong>de</strong> mi cabo dispara todas las alarmas <strong>de</strong>l pánico,<br />

un par <strong>de</strong> segundos ciegos paralizan al personal entero:> La or<strong>de</strong>n ar<strong>de</strong> como un fogonazo a<br />

quemarropa. Los primeros en reaccionar son los tiradores<br />

acompañados por mi cabo, que acomodan cada cual su<br />

ángulo <strong>de</strong> tiro, protegidos por la noble seguridad <strong>de</strong> un<br />

árbol. Priiiiiiiiiiiiiiiii, priiiiiiiiiiiiiiiiii, priiiiiiiiiiiiiiiiiii. Resoplan<br />

como locos los silbatos. Ochoa y Novoa congelan el tráfi co,<br />

manteniendo la distancia pru<strong>de</strong>nte que se necesita para estos<br />

casos entre los vehículos civiles y la caravana. La fuerza dura<br />

se esparce como un escudo alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las camionetas,<br />

con los fusiles cargados listos para escupir las ráfagas. La<br />

escolta privada baja <strong>de</strong> las camionetas con una sincronización<br />

olímpica y poco perceptible acomodando sus mo<strong>de</strong>rnas sub<br />

ametralladoras a punto para la reacción al fi lo <strong>de</strong>l camino.<br />

Tun, tun, tun, tun, mi corazón <strong>de</strong>lator <strong>de</strong>nuncia el miedo que<br />

me muer<strong>de</strong> los tuétanos. Tun, tun, tun, tun. La escuadra <strong>de</strong><br />

avanzada se <strong>de</strong>sliza en saltos vigilados buscando la punta <strong>de</strong><br />

la caravana, sospecho que <strong>de</strong> un momento a otro se va ha<br />

<strong>de</strong>satar la lluvia <strong>de</strong> fuego y es justo en un momento como<br />

este cuando uno se pregunta con insistencia ¿Qué hago aquí?<br />

Y se suelta la mente a recordar la comodidad <strong>de</strong>l hogar, la<br />

seguridad <strong>de</strong> la cama, los labios <strong>de</strong> Carla, el olor <strong>de</strong> mamá,<br />

una avalancha <strong>de</strong> cosas cotidianas que no tienen nada que ver<br />

con la situación extrema que se enfrenta. Tun, tun, tun, tun.<br />

El corazón <strong>de</strong>lator gritando a los cuatro vientos su temor, el<br />

77


Carlos Polo<br />

fusil inquieto y quisquilloso esperando la excusa para escupir.<br />

Tun, tun, tun, tun.<br />

> Nos volvemos sobre nuestros pasos a<br />

toda prisa y la caravana respira tomando un nuevo aliento, las<br />

miradas no disimulan el miedo que aún se pasea <strong>de</strong>scarado<br />

por la carpa: > Con el susto<br />

todavía enredado en la garganta nadie se atreve a emitir un<br />

sólo comentario, las emotivas miradas dialogan locuaces.<br />

Hasta que el personal <strong>de</strong> la escuadra <strong>de</strong> avanzada se le<br />

escapan los primeros comentarios sueltos El <strong>de</strong>tonante <strong>de</strong><br />

tanto alboroto y todo este <strong>de</strong>spliegue es poco menos que<br />

un chiste <strong>de</strong> mal gusto ¡Una vaca! ¡Una con<strong>de</strong>nada vaca!<br />

Atravesada en la calle, otra tontería más para atesorar en<br />

mi anecdotario cómico personal ¡Una vaca! Por ese berraco<br />

animal por poco me hago encima <strong>de</strong>l camuflado ¡Una<br />

con<strong>de</strong>nada vaca!<br />

Después <strong>de</strong> la recogida aún nos persigue el fantasma<br />

<strong>de</strong>l cuadrúpedo con cuernos que nos hizo pasar el susto <strong>de</strong><br />

la vida, aunque nadie tenga los sufi cientes pantalones para<br />

admitir que sintió miedo, el axioma queda colgado por ahí<br />

como sin dueño. Mi cabo Rey se acerca al alojamiento como<br />

una tromba vociferando: > > contesto sobresaltado,<br />

atolondrado y sorprendido: > Tras. Me<br />

cuadro fi rme justo enfrente <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong>l alojamiento.<br />

Me encuentro con mi cabo Rey todavía uniformado con<br />

prendas blancas y todo como si aún estuviera <strong>de</strong> comisión.<br />

La extraña situación me inspira <strong>de</strong>sconfi anza y siento una<br />

vez más el terrible olor <strong>de</strong>l chicharrón quemado:


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

y con armamento en la guardia en menos <strong>de</strong> diez minutos<br />

¡Ah! P, dígales que lleven la carga con salvas también. Pero<br />

joche, se movió, diez minutos ¡Yo veré!>> Justo lo que me<br />

temía, un chicharrón inesperado. El personal recibe con<br />

disgusto e incredulidad la nueva or<strong>de</strong>n, las especulaciones<br />

no se hacen esperar y cada quien cree saber el motivo <strong>de</strong> la<br />

or<strong>de</strong>n, que una cosa que la otra. A regañadientes y disociando<br />

<strong>de</strong> la peor manera embarcamos en la Pickup sin saber cual<br />

es nuestra misión. Mi cabo va en la cabina sumergido en un<br />

hermetismo inviolable, para López, toda oportunidad <strong>de</strong> salir<br />

<strong>de</strong>l batallón es una fi esta, los <strong>de</strong>más se quejan en vos baja <strong>de</strong><br />

cansancio y sueño. Llevamos más <strong>de</strong> media hora <strong>de</strong> camino<br />

y todavía no enten<strong>de</strong>mos nada <strong>de</strong> nada, la Pickup se <strong>de</strong>tiene:<br />

> Gruñe mi cabo, bajamos a la carrera<br />

prestos a sortear cualquier situación > La zona resi<strong>de</strong>ncial se agita con<br />

nuestra presencia, algunas puertas se cierran nerviosas, ciertas<br />

cortinas se corren y la luna se acomoda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su palco privado<br />

para chismosear un poco. Alcanzamos a <strong>de</strong>ducir en el aire<br />

<strong>de</strong> qué se trata la operación, es sin duda un allanamiento <strong>de</strong><br />

morada, las murmuraciones en la fi la suben <strong>de</strong> tono.<br />

> Tras. Crujen las botas:<br />

Fuuuuuuuuuuuu. Silba el viento: > Zuuuuuuuuum. Zumban las moscas: > Tros, tros. Se quejan los<br />

fusiles: > Cada vez enten<strong>de</strong>mos menos<br />

¿Qué carajos hacemos acá? ¿De qué se trata todo esto? Sin<br />

embargo estamos en el glorioso y aquí todo es a or<strong>de</strong>n, el<br />

superior siempre tiene la razón, nunca se equivoca, aplique<br />

las dos anteriores. Una máxima sagrada que te mantiene a<br />

salvo <strong>de</strong> palanqueadas pen<strong>de</strong>jas y una mala vida sin necesidad.<br />

> Baaang. Las<br />

bocas estruendosas <strong>de</strong> los fusiles cantan su nota enamorada:<br />

79


Carlos Polo<br />

> Baaang como <strong>de</strong> escopetarras<br />

metálicas escapan las notas <strong>de</strong> amor <strong>de</strong>l estaño: > Baaang. La linda esposa <strong>de</strong> mi cabo se asoma<br />

al balcón sorprendida y eufórica lo amonesta: > Mi cabo<br />

gira sobre sus talones, saluda militarmente a su mujer y grita<br />

emocionado: > Vuelve a girar: > Tras, tras, tras, tras, tras. El<br />

traqueteo <strong>de</strong> las botas subiendo a la Pickup; las risas, los<br />

guiños, los aplausos, una lágrima <strong>de</strong> la luna resbala dócil por<br />

la atmósfera bañándonos con su humedad.<br />

> Nos alejamos a gran velocidad observando con<br />

curiosidad las manos <strong>de</strong> la hermosa dama que reposa en el<br />

balcón, sosteniendo un músculo escarlata que palpita entre<br />

sus <strong>de</strong>dos.<br />

80


“UNA CHAQUETA<br />

TOTALMENTE<br />

RECUBIERTA DE<br />

METAL”<br />

Por ese pan <strong>de</strong> comer y el suelo para dormir.<br />

Registro para nacer, permiso para reír.<br />

Por <strong>de</strong>jarme respirar y por <strong>de</strong>jarme existir.<br />

Dios lepague.<br />

Chico Buarque


CONSTRUCTOR<br />

Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Su mujer le entregó el portacomidas, como siempre lo<br />

besó tímidamente y aprisa porque necesitaba terminar <strong>de</strong><br />

aten<strong>de</strong>r a los pequeños, éstos se enredaron en sus piernas<br />

queriendo retenerlo. Él, le obsequió un par <strong>de</strong> besos en las<br />

mejillas, se <strong>de</strong>spidió maquinalmente y emprendió el camino<br />

por las sólidas calles <strong>de</strong> concreto y el sábado lo acaricio en la<br />

cara con una brisa mágica. Entró en la construcción con su<br />

<strong>de</strong>jo <strong>de</strong> naufrago irredimible. A la hora <strong>de</strong>l almuerzo recordó<br />

los ojos <strong>de</strong> su mujer, sonrió como un pájaro mientras comía<br />

y esperó plácido y tranquilo el momento en que el andamio<br />

volviera a elevarse por los aires. La comida para él, es como<br />

una danza que se practica con todos los sentidos, mientras<br />

mastica la carne enredada en su boca, tararea una canción<br />

in<strong>de</strong>fi nida en voz quebrada, sin tener en cuenta el público<br />

improvisado que no lo escucha, que no presta atención a sus<br />

notas atravesadas que esquivan el tráfi co imposible. Eleva sus<br />

ojos al cielo agra<strong>de</strong>ciendo con respeto el buen día, el sol, el<br />

trabajo, el amor, sus hijos… la vida.<br />

FUNDIDO A NEGRO<br />

83


Carlos Polo<br />

FULL METAL JACKET<br />

Mis dimensiones exactas asustan a los burócratas encorbatados<br />

<strong>de</strong> la OTAN. 7,62 es mi calibre, y un sólo cartucho<br />

mío pesa escasos veinticuatro gramos, mido veintiocho<br />

coma ocho mm <strong>de</strong> largo, mi núcleo es <strong>de</strong> plomo sólido y<br />

peso exactamente ocho coma tres gramos, vuelo en espiral<br />

mordiendo en círculos, y el ánima que me expulsa posee 12”<br />

<strong>de</strong> paso para mayor precisión, cargo una chaqueta totalmente<br />

recubierta <strong>de</strong> metal.<br />

Soy herida, venganza, guerra, revolución, represión,<br />

salvación, lágrimas estallando en la noche, mis caricias son<br />

ensayos <strong>de</strong> la muerte, un beso mío contiene la sal voluptuosa<br />

<strong>de</strong>l dolor, golpeo y <strong>de</strong>struyo.<br />

No tengo amo ni dueño, soy mercenaria, me brindo como<br />

cualquier meretriz al primer postor, mi cuerpo es <strong>de</strong> plomo,<br />

mi alma es estaño y la pólvora me encien<strong>de</strong>, fui fabricada<br />

para incapacitar al enemigo, sin embargo no encuentro<br />

ningún reparo en matar, cuando silbo por los aires provoco<br />

plegarias y rezos.<br />

En este sábado ordinario, justo a esta hora, la hora <strong>de</strong>l<br />

almuerzo, el cañón corto me vomita y vuelo con mis colmillos<br />

preparados buscando una presa.<br />

GALIL SAR<br />

Nací para el asalto, el combate es mi hogar, mi estructura<br />

permite movimiento y acción con facilidad, soy un lujo en<br />

el <strong>de</strong>sierto y en la jungla, me muevo como un pez en el<br />

agua en los ambientes áridos, soy resistente a la arena y al<br />

fango, mi patria es Israel, provengo <strong>de</strong> una raza guerrera por<br />

naturaleza, mi pariente más cercano es conocido en todo<br />

84


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

el globo y su nombre provoca chispas en los ojos <strong>de</strong> los<br />

guerreros, “Kalashnikov”, se reza el nombre como un credo<br />

pagano y se dice por ahí que este es mi primer ancestro. Mi<br />

anatomía uniforme me ha regalado la aprobación directa <strong>de</strong><br />

los verda<strong>de</strong>ros entendidos, peso cinco kilos exactos, i<strong>de</strong>ales<br />

para el combate en terrenos difíciles, escupo en ráfagas y tiro<br />

a tiro uno a uno cada proyectil.<br />

Yo soy el único que lo sé, todos andan confundidos,<br />

cada teoría lanzada por ahí es una vulgar impru<strong>de</strong>ncia, un<br />

simple chiste mal organizado para <strong>de</strong>spistar a los fi scales, una<br />

distorsionada estupi<strong>de</strong>z, es tan sencillo como que el soldado X<br />

se aturdió, inclinó <strong>de</strong>masiado mi cañón hacia arriba, en medio<br />

<strong>de</strong>l traqueteo, el pobre soldado agitado por los nervios, no se<br />

enteró siquiera a don<strong>de</strong> fue a parar mi escupitajo <strong>de</strong> plomo,<br />

ni él mismo sabe a ciencia cierta qué sucedió en realidad.<br />

FLASHBACK<br />

SOLDADO X<br />

No entiendo por qué no se me sale <strong>de</strong> la cabeza <strong>de</strong> una<br />

buena vez, por qué precisamente a mí me ha afectado tanto<br />

este trágico acci<strong>de</strong>nte, si disparamos muchos, más <strong>de</strong> la<br />

mitad <strong>de</strong> la compañía, sin contar a los dragoneantes y a los<br />

cuadros. Saco mis cuentas a la ligera y me encuentro con que<br />

disparamos más <strong>de</strong> doscientos esta tar<strong>de</strong>.<br />

La mañana arrancó tranquila, nadie se esperaba semejante<br />

<strong>de</strong>sgracia. Cuando mi teniente Balza o “Pollo ronco” como<br />

lo llaman en el batallón gracias a su particular timbre <strong>de</strong> voz,<br />

<strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong> improvisto el polígono, no imaginamos siquiera la<br />

clase <strong>de</strong> problema que… Pero es que… Todo esto es una<br />

absurda locura.<br />

85


Carlos Polo<br />

Bueno, no es ningún secreto que <strong>de</strong>testo hacer polígonos,<br />

me atur<strong>de</strong>, me pone nervioso todo ese retumbar <strong>de</strong> los fusiles,<br />

el sol en los ojos, el polvo, el olor <strong>de</strong> la pólvora, las voces <strong>de</strong><br />

mando, el calor, los nervios…<br />

De repente mi teniente y los cuadros mandaron a cambiar<br />

las posiciones <strong>de</strong> tiro, así, a las correndillas, todo el personal<br />

corriendo <strong>de</strong> acá para allá. La súbita visita <strong>de</strong> los fi scales…<br />

midiendo cada centímetro con lupa, cada ángulo <strong>de</strong> tiro, la<br />

barrera, la ubicación <strong>de</strong> los puestos <strong>de</strong> fuego, preguntando<br />

<strong>de</strong>sconfi ados, eligiendo cada soldado al azar en un acelere<br />

<strong>de</strong>scontrolado, voces <strong>de</strong> mando, cambio <strong>de</strong> posiciones,<br />

fi scales preguntando, interrupción <strong>de</strong>l polígono ¿Qué es<br />

lo qué suce<strong>de</strong>? Que si las medidas <strong>de</strong> seguridad tal, que<br />

pascual, que simón. Luego las terribles bromas <strong>de</strong> las <strong>de</strong>más<br />

compañías. Gritándonos con sorna idioteces sin sentido. No<br />

entiendo cómo nos vamos convirtiendo en estos pedazos<br />

<strong>de</strong> roca indiferentes, porque a la fi nal todo nos termina<br />

resbalando, así, sin más.<br />

Mi teniente Balza cuidando su pellejo, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él se<br />

cierne la terrible sombra <strong>de</strong>l retardo <strong>de</strong> grado, “mi coronel<br />

ni hablar”, el comandante <strong>de</strong> la compañía muerto <strong>de</strong>l susto.<br />

Y el triste y célebre comentario burlón en cada uno <strong>de</strong> los<br />

pasillos, así, como si nada, entre chanzas y risas, como si la<br />

vida no costara un peso.<br />

CONSTRUCTOR<br />

Se acercó a su mujer con un paso tímido, se besaron aprisa<br />

como siempre, enredó los labios en las mejillas <strong>de</strong> sus hijos,<br />

se <strong>de</strong>spidió como un sábado atrapado en un portacomidas<br />

monótono, emprendió maquinalmente la caricia <strong>de</strong> sus pies<br />

por las calles, obsequió una risa mágica a la brisa <strong>de</strong>l día,<br />

entró irredimible en la construcción con los ojos <strong>de</strong> su mujer<br />

86


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

bailando en su mente, adivinando un <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida<br />

largo y solitario. Sonrió al andamio cuando lo transportaba<br />

al cielo, comió como un pájaro tarareando tranquilo. Un<br />

silbido musical como la muerte retumbó por los aires, bailó<br />

con todos sus sentidos el dolor que atravesó su carne, con<br />

su voz quebrada susurró una oración in<strong>de</strong>fi nida, elevó su<br />

voz al cielo y con respeto pidió por su vida, practicó en<br />

ese momento el más <strong>de</strong>voto sentido religioso, mientras los<br />

estallidos que provenían <strong>de</strong>l batallón cesaron, voló por los<br />

aires vomitando el almuerzo, maldijo lo imposible que resulta<br />

morir <strong>de</strong> está manera absurda, <strong>de</strong>sparramó todo su amor en<br />

medio <strong>de</strong>l tráfi co, se llevó consigo su último sol, el recuerdo<br />

<strong>de</strong> sus hijos, su mujer y lo mejor su vida.<br />

ELIPSIS<br />

SOLDADO X<br />

¿Han pasado cuanto? ¿Tres meses quizás? Todavía no me<br />

abandona la imagen <strong>de</strong>l obrero tendido en el piso, una muerte<br />

inútil en un sábado festivo cualquiera, aunque no pudimos<br />

verle siquiera, aún me pregunto ¿Qué sucedió? Lo mejor es<br />

que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese malogrado día se suspendieron las prácticas <strong>de</strong><br />

tiro. Hoy precisamente se reanudan, por allá en las canteras,<br />

a las afueras <strong>de</strong> la ciudad ¿Cómo ese <strong>de</strong>sgraciado proyectil<br />

atravesó la barrera? ¿Qué pasó con las medidas <strong>de</strong> seguridad<br />

<strong>de</strong> siempre? ¿Fueron tomadas al pie <strong>de</strong> la letra? ¿Cuál <strong>de</strong><br />

nosotros tenía el <strong>de</strong>stino marcado? Enrolarse precisamente<br />

para matar <strong>de</strong> esta estúpida manera a este triste sujeto.<br />

Una muerte injustifi cada que ni siquiera se dio en combate<br />

¡Valiente gracia! Los fi scales no han logrado esclarecer nada,<br />

por lo menos las otras compañías se han olvidado <strong>de</strong> gritarnos<br />

¡Mata obreros! El chiste resultó tan cruel que no sobrevivió<br />

una semana ¿Ese pobre tipo tendría mujer? ¿Hijos? ¿Estaría<br />

87


Carlos Polo<br />

enamorado? ¿De qué con<strong>de</strong>nado fusil se escaparía la mortal<br />

bala? A lo mejor soy el único <strong>de</strong> la compañía Bravo que<br />

todavía recuerda el inci<strong>de</strong>nte y que se pregunta <strong>de</strong> corazón<br />

¿Seré yo maestro? Prefi ero nunca llegar a saberlo.<br />

88


“UNA SERPIENTE<br />

ENROSCADA<br />

DETRÁS DE LA<br />

PUERTA”


INVERNO 1993<br />

DÍA UNO<br />

Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

BATALLÓN DE POLICÍA MILITAR,<br />

SEGUNDA BRIGADA 23: 30 PM.<br />

Nadie sabe a ciencia cierta qué está sucediendo. El cuartel<br />

entero es un hervi<strong>de</strong>ro frenético <strong>de</strong> soldados corriendo<br />

en todas direcciones. Voces <strong>de</strong> mando estallando por los<br />

aires reverberantes e insistentes. > Todas las compañías se encuentran redoblando<br />

en cuadro, incluso los intocables soldados <strong>de</strong> la ASPC<br />

(Compañía <strong>de</strong> Apoyo y Servicio al Combate) que por lo<br />

general no se uniforman y esta vez, también les fi guró un trozo<br />

<strong>de</strong> este hediondo chicharrón. Los especialistas en electricidad,<br />

los dibujantes, los albañiles, los diferentes estafetas ¡Hasta los<br />

rancheros! Todo el cuartel bien uniformado y armado como<br />

es <strong>de</strong>bido. El grupo especial UNASE (Unidad Anti Secuestro<br />

y Extorsión) que nunca forma y poco se entromete en los<br />

asuntos <strong>de</strong>l cuartel, también se encuentran listos y a punto<br />

para entrar en acción.<br />

Las Pickups engullen sus cargas disparatadamente y<br />

aceleran a toda prisa <strong>de</strong>sdibujándose en la puerta <strong>de</strong> la<br />

guardia. Los radio operadores, nuestros amigos los Chispas,<br />

voltean como locos al lado <strong>de</strong> su comandante recibiendo los<br />

91


Carlos Polo<br />

diferentes códigos y mensajes que se atraviesan como carros<br />

locos en los distintos radios. ¡Aúlla mi lanza Pelufo! Aúllan<br />

todos los radios operadores con este voleo <strong>de</strong>mencial.<br />

La compañía Antorcha es <strong>de</strong> las primeras en aten<strong>de</strong>r<br />

la reacción, lo siguen mi antigua compañía, la Bravo, que<br />

en estos momentos embarcan en las Pickups que quedan<br />

disponibles. Nunca antes habíamos asistido a semejante<br />

actividad tan frenética <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cuartel, por lo menos en<br />

lo que respecta a mi tiempo <strong>de</strong> servicio. Mis comandantes en<br />

esta nueva compañía esperan con ansiedad las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l<br />

comando central, entre las fi las se pasea un fuerte tufo <strong>de</strong><br />

ansiedad y excitación, al parecer, incluso, estos reclutas van<br />

a participar en el operativo. Cada comandante <strong>de</strong> pelotón<br />

ha reunido esta noche por lo menos un par <strong>de</strong> veces a sus<br />

cuadros incluyéndonos a nosotros los dragoneantes. Todo<br />

es un extraño y absoluto misterio, un enigma que se cierne<br />

sobre el techo <strong>de</strong> la guarnición sin prestarse siquiera a pedir<br />

excusas. Ór<strong>de</strong>nes y contraór<strong>de</strong>nes rebotan <strong>de</strong> aquí, para allá.<br />

Justo en un momento crucial como este, es don<strong>de</strong> reniego<br />

<strong>de</strong> mi teniente Cristancho, gracias a él estoy metido aquí en el<br />

batallón, encallado como una con<strong>de</strong>nada ballena lidiando con<br />

estos reclutas, mientras las <strong>de</strong>más compañías se encuentran<br />

en don<strong>de</strong> está la verda<strong>de</strong>ra acción, pase lo que pase, sea cual<br />

sea la situación, estoy absolutamente seguro que al lado <strong>de</strong><br />

mis códigos estuviera pasándola mucho mejor. Y no aquí<br />

metido, haciendo <strong>de</strong> niñera <strong>de</strong> estos reclutas. Nunca me<br />

imaginé que mi teniente me fuera a postular como posible<br />

dragoneante, se supone que ese honor sólo lo merecen los<br />

soldados <strong>de</strong>stacados, los sapos y regalados, en fi n, los buenos<br />

muchachos. Por mi parte yo siempre he cumplido mis ór<strong>de</strong>nes<br />

evitando darme mala vida, simplemente he sido un soldado<br />

que se evita problemas. En las diferentes instrucciones y<br />

prácticas, he estado un poco atento, sin embargo siento que<br />

no es para tanto, aún me duele que me hayan separado <strong>de</strong><br />

la fi la, <strong>de</strong> mi compañía, esto me ha costado algo <strong>de</strong> trabajo,<br />

92


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

la nueva adaptación y todo ese voltaje <strong>de</strong>l cambio, en fi n,<br />

normal, estamos en el glorioso y para atortolamientos yo<br />

sí que nada, para eso están otros. A estos reclus los traigo<br />

tramados apunta <strong>de</strong> voces <strong>de</strong>mando y diferente trama<strong>de</strong>ra<br />

cula y pen<strong>de</strong>ja, para algunos <strong>de</strong> mis códigos me he tomado<br />

muy a pecho el papel <strong>de</strong> dragoneante, sin embargo, el lepra<br />

que siempre he sido sigue habitando <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mis ojos.<br />

Supongo que estos niches <strong>de</strong>l pacífi co lo intuyen y por eso<br />

se andan con mucho cuidado, con guantes a la hora <strong>de</strong> tratar<br />

conmigo. Ellos saben que conmigo cero atortole, a lo bien,<br />

el que me camina <strong>de</strong>recho va conmigo en la buena, con la<br />

<strong>de</strong>recha, con la mano <strong>de</strong> la miel, sin embargo el que busca el<br />

otro lado, el lado <strong>de</strong> la hiel ¡Tenga pà que lleve! > Así <strong>de</strong> frescos y <strong>de</strong> tranquilos,<br />

nada <strong>de</strong> nervios, lo primero que yo aprendí en este lugar fue<br />

que aquí la vida se la da el soldado, o sea, uno mismo.<br />

Pertenezco ahora al cuarto pelotón <strong>de</strong> la compañía<br />

Camaleones, conmigo lidian a estos reclus mis códigos<br />

Guerrero, Villamizar y Bustamante. Entre los cuadros<br />

contamos con la suerte que en el cuarto pelotón nos<br />

comanda mi sargento Gómez, mi cabo Quintana y mi cabo<br />

Gutiérrez. Es un asunto hasta cómico observar a cada<br />

quien con su escuadra <strong>de</strong> ocho patitos andando para arriba<br />

y para abajo enseñándoles <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los himnos más básicos, la<br />

forma <strong>de</strong> saludar militarmente ¡hasta amarrarse las botas!<br />

En esta complicada lidia llevamos un par <strong>de</strong> meses y como<br />

novedad especial parece que nos va tocar afrontar un<br />

operativo con estos reclus que aún no terminan su período<br />

<strong>de</strong> instrucción.<br />

Mi capitán Lorduy camina impaciente <strong>de</strong> un lado a otro<br />

por el comando central, manotea, azuza a los diferentes<br />

comandantes, a los suiches, cabos, sargentos se les nota<br />

el nervio saltándole <strong>de</strong> los ojos; nosotros simplemente<br />

mantenemos al personal formado en un silencio <strong>de</strong> sepulcro<br />

93


Carlos Polo<br />

en medio <strong>de</strong> la plaza <strong>de</strong> armas, esperando una nueva or<strong>de</strong>n o<br />

la simple confi rmación <strong>de</strong> que esta compañía va a participar<br />

en el operativo <strong>de</strong> esta noche, el operativo... Este misterioso<br />

operativo que nos tiene a todos con los nervios afi lados hasta<br />

ahora no pasa <strong>de</strong> ser un extraño enigma.<br />

Un goteo mínimo, diluido, se precipita lento como el<br />

estertor agónico <strong>de</strong>l día, erizando nuestra piel que acusa el<br />

frío aumentando la impaciencia, no queda otra que esperar,<br />

esperar, esperar… porque aquí todo es a or<strong>de</strong>n.<br />

DÍA UNO<br />

BOULEVARD EL LIBERTADOR 20: P. M.<br />

El bulevar es un solo jolgorio colectivo, esta<strong>de</strong>ros<br />

vomitando con po<strong>de</strong>rosa inclemencia los sonidos <strong>de</strong> sus<br />

inmensos picós, en cada esquina ventas <strong>de</strong> comida ambulante,<br />

expendios <strong>de</strong> licores, tabernas, lugares <strong>de</strong> rumba, putea<strong>de</strong>ros.<br />

Gente caminando, oreando sus almas por las calles, hacia<br />

arriba y hacia abajo, en un sinsentido caótico. Ni el asomo<br />

leve <strong>de</strong> lluvia <strong>de</strong>tiene el tránsito <strong>de</strong> entes pensantes en busca<br />

<strong>de</strong> un instante <strong>de</strong> alegría, el perezoso sereno augura con su<br />

pesado llanto el <strong>de</strong>spertar <strong>de</strong> siniestros y amargos dolores.<br />

Las diferentes canchas <strong>de</strong>portivas repletas con sus asiduos<br />

habitantes, cada quien con su gente, con su combo, con su<br />

clan. Familias enteras paseando su <strong>de</strong>scanso, parejitas felices<br />

chupándose la sabia alegremente, autos que pasan raudos<br />

peinando la autopista, un estruendo <strong>de</strong> música, algarabía,<br />

habladuría y fi esta.<br />

Una patrulla conformada por cuatro soldados <strong>de</strong> la<br />

compañía Antorcha y su comandante, <strong>de</strong>sembocan por la<br />

94


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

parte baja <strong>de</strong>l bulevar. La cantimplora se pasea <strong>de</strong> mano en<br />

mano y cada soldado bebe con ansiedad y arruga el rostro<br />

automáticamente gracias al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l rabioso licor, estos<br />

soldados vienen evadidos <strong>de</strong> la base que se encuentra justo al<br />

lado <strong>de</strong>l puente. Cuándo un soldado se encuentra confi nado a<br />

una base, vive en un acuartelamiento permanente, cero salidas,<br />

cero permisos, cero planes, operativos, cualquier otra cosa que<br />

no incluya los quehaceres en la base. Este reducido grupo <strong>de</strong><br />

insubordinados pasean sus ojos babosos por las diferentes<br />

vitrinas, las luces <strong>de</strong> neón y los bellos culos prometedores <strong>de</strong><br />

las <strong>de</strong>scuidadas paseantes. Se encuentran en <strong>de</strong>sobediencia<br />

absoluta, esto suce<strong>de</strong> con <strong>de</strong>masiada frecuencia, lo único<br />

que se necesita es un comandante permisivo, una pequeña<br />

dosis <strong>de</strong> confi anza y luego ¿Por qué no? pegarse una rodadita<br />

inofensiva aproximadamente <strong>de</strong> una hora por don<strong>de</strong> anda la<br />

acción, la vida, el agite, la rumba.<br />

La juerga comenzó muy temprano en la base. Rodaron<br />

clan<strong>de</strong>stinamente unas cuantas botellas <strong>de</strong> licor <strong>de</strong><br />

contrabando, los oídos que se encendieron con facilidad, los<br />

ánimos que se subieron como la espuma, lo <strong>de</strong>más, es historia,<br />

abandonar el puesto, <strong>de</strong>jar la guarnición, toda esta suerte <strong>de</strong><br />

temerarias acciones que <strong>de</strong>sembocaron con nuestros soldados,<br />

paseándose con su respectivo armamento y uniforme <strong>de</strong><br />

combate por este bulevar <strong>de</strong> lo más caliente y popular <strong>de</strong><br />

la ciudad. Niñas vestidas <strong>de</strong> sábado oliendo a aventura, la<br />

música incitadora, el bembé, el agite y la salsa brava, la gente<br />

volcada a las calles... Para un soldado acuartelado por más <strong>de</strong><br />

dos meses, el simple hecho <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r contemplar a las masas<br />

transitar libres, es motivo <strong>de</strong> una po<strong>de</strong>rosa excitación y alegría.<br />

La cantimplora vuelve a rodar y el paseito inofensivo <strong>de</strong> una<br />

hora se va alargando como la mueca torcida <strong>de</strong> la tragedia<br />

que ríe y ríe a carcajadas.<br />

95


Carlos Polo<br />

DÍA DOS<br />

BOULEVARD EL LIBERTADOR 18: P. M.<br />

Apenas hemos podido pestañear, llevamos alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong><br />

veinticuatro horas boleando duro y parejo por el bulevar y sus<br />

diferentes barrios aledaños. Encima este clima lagrimoso y<br />

húmedo que nos hace las botas más pesadas, la piel <strong>de</strong> gallina<br />

y el ánimo gélido como jamaiquino paseando en Alaska. Esto<br />

es una locura <strong>de</strong> requisas, retén, planes fantasmas, revisión <strong>de</strong><br />

documentos, se trata <strong>de</strong> acordonar toda esta área. Incluso las<br />

fuerzas conjuntas en pleno, policías “Palanganos”, infantes<br />

<strong>de</strong> marina “Popeyes” volteando estos barrios <strong>de</strong> arriba abajo.<br />

La or<strong>de</strong>n es requisar a todo o el mundo, sacarle información.<br />

La or<strong>de</strong>n, es cabronear, molestar, irritar, que sepan que<br />

estamos aquí, y que no nos vamos a ir sin lo nuestro, la i<strong>de</strong>a<br />

es ser todo lo coercitivo posible, obviamente evitando los<br />

excesos. Anoche alcanzamos a incautar unas cuantas libras<br />

<strong>de</strong> alucinógenos, una que otra arma blanca y un par <strong>de</strong> armas<br />

cortas con el salvoconducto vencido, y nada <strong>de</strong> la información<br />

clave, nada sobre lo realmente importante.<br />

Algunos lanzas <strong>de</strong> la compañía Antorcha andan por ahí<br />

sueltos <strong>de</strong> civil, jalándole a la inteligencia militar, el imbécil <strong>de</strong><br />

Santoyo en plena labor <strong>de</strong> inteligencia no pue<strong>de</strong> tropezarse<br />

con algún uniformado por que se cuadra y regala un reporte<br />

atropellado <strong>de</strong> lo que supuestamente viene averiguando. Mi<br />

teniente Balza lo trae entre ceja y se ceja, se la tiene enfi lada,<br />

incluso hoy hizo la petición formal para que lo sacaran <strong>de</strong> las<br />

calles, porque lo único que hace es colocarnos en evi<strong>de</strong>ncia<br />

y emborracharse como un cerdo. Nájera, uno <strong>de</strong> los reclutas<br />

más atolondrados <strong>de</strong> mi nuevo pelotón, anoche revisó a un<br />

civil <strong>de</strong> la forma más torpe, se quitó el fusil y lo <strong>de</strong>jó al lado<br />

<strong>de</strong>l civil <strong>de</strong>sconocido, ayer mismo en la madrugada, le di su<br />

tratamiento especial en el rincón <strong>de</strong>l músculo y ajustamos esa<br />

cuenta. Ningún recluta que haya pasado por mis manos tiene<br />

96


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

<strong>de</strong>recho a cometer semejante babosada y mucho menos en<br />

plena calle y en código rojo como andamos en estos días, lo<br />

puse a repetir más <strong>de</strong> cien veces la forma en que se <strong>de</strong>be hacer<br />

una requisa <strong>de</strong> verdad, verdad, entre saltarines, fl exiones,<br />

jumbos, hidráulicos y rollos.<br />

Mis ojos se encuentran totalmente irritados, vidriosos,<br />

cuarteados, toda la energía que me produjo el hecho <strong>de</strong> salir<br />

a un operativo real se me ha venido yendo a la mismísima<br />

mierda, entre relevos y más relevos, intentamos que los turnos<br />

no se conviertan en esta atroz salvajada que nos tiene sin<br />

energía, el cansancio ya se siente en cada uno <strong>de</strong> los huesos, el<br />

patrullaje por estas calles, por el mismísimo bulevar ya se me<br />

antoja pesado, <strong>de</strong>nso e inofi cioso. Los pocos momentos en<br />

que regresamos al batallón se nos van entre ór<strong>de</strong>nes, nuevas<br />

instrucciones, tácticas, repaso <strong>de</strong> resultados y la dura presión<br />

que tenemos todos encima, a mí la verdad todo me importa un<br />

huevo y este berraco chicharrón ya se me antoja interminable<br />

y tedioso. Esta mañana un reservista insubordinado nos<br />

armó un terrible problema gracias a uno <strong>de</strong> los reclutas <strong>de</strong> la<br />

escuadra <strong>de</strong>l dragoneante Guerrero, el cacareo que se armó<br />

resultó complicado e incómodo, una pequeña tropa <strong>de</strong> viejas<br />

chismosas gritando, niños berreando, sujetos alebrestados y<br />

toda una locura que logramos disipar gracias a la colaboración<br />

<strong>de</strong> mi cabo Quintana y un pelotón <strong>de</strong> los antiguos <strong>de</strong> la<br />

Antorcha, <strong>de</strong> esta forma logramos amainar el pequeño foco<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sacato civil que se nos iba saliendo <strong>de</strong> las manos por un<br />

pelo. Que más se le pue<strong>de</strong> pedir a la lluvia, a los rayos, a las<br />

nubes y a este berraco día que no para <strong>de</strong> llorar.<br />

97


Carlos Polo<br />

DÍA UNO<br />

BOULEVARD EL LIBERTADOR 21: P. M.<br />

Uno nunca adivina cuando la terrible dosis <strong>de</strong> pasos<br />

equivocados lo van conduciendo a una <strong>de</strong>fi nitiva y brutal<br />

encrucijada <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino. Nuestros queridos soldados,<br />

emprendieron el camino errado <strong>de</strong> la manera más inocente<br />

y tonta, se embarcaron en una sarta <strong>de</strong> estupi<strong>de</strong>ces y erratas<br />

escuchando la voz <strong>de</strong>l licor que comenzó a susurrar en su<br />

cerebro una canción <strong>de</strong>safortunada. El grupo <strong>de</strong> soldados<br />

antiguos y su comandante inmediato, se soltaron en una<br />

suerte <strong>de</strong> arbitrarieda<strong>de</strong>s. Los civiles un poco amedrentados<br />

por los cueros y los fusiles no les quedó <strong>de</strong> otra que colaborar,<br />

así <strong>de</strong> chévere para los frescos y las gaseosas ¡Cómo no! ¡Si<br />

estos pobres muchachitos se <strong>de</strong>svelan en función <strong>de</strong> nuestra<br />

seguridad y protección! La cantimplora llenándose una, otra<br />

y otra y otra vez, con una rapi<strong>de</strong>z vertiginosa, poco a poco la<br />

compostura, el porte, la marcialidad, toda la cortesía militar<br />

se fue perdiendo, dándole paso a la más absoluta <strong>de</strong>sfachatez.<br />

En medio <strong>de</strong>l baile, el brindis, la espuma <strong>de</strong> la cerveza, los<br />

cigarrillos, los fusiles <strong>de</strong>scuidados, el vulgar <strong>de</strong>sajuste, el<br />

<strong>de</strong>scuidado <strong>de</strong>satalaje y el total relajamiento <strong>de</strong> los a<strong>de</strong>manes<br />

y los sentidos. Una terrible nube escon<strong>de</strong> todo el funesto<br />

llanto <strong>de</strong> porvenires amargos no tan lejanos. La risa fácil, los<br />

amigos <strong>de</strong> cinco minutos, y los temerarios consejos <strong>de</strong> don<br />

etílico bailando al bravo son <strong>de</strong> la Champeta. La noche cuando<br />

muer<strong>de</strong> no amaina y a estos los trae entre sus colmillos listos<br />

para engullirlos.<br />

98


DÍA TRES<br />

Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

PERÍMETROS DEL BARRIO EL LIBERTADOR<br />

8: A.M.<br />

Una información clave <strong>de</strong>l personal <strong>de</strong> inteligencia nos<br />

tiene enfrente <strong>de</strong> una casucha vieja y <strong>de</strong>rruida. Estacionamos<br />

mimetizados <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un camión ajado y <strong>de</strong>struido,<br />

intentando hacernos pasar como personal que se utiliza<br />

para el servicio <strong>de</strong> mudanzas. La avanzada lleva apostada<br />

en esta cuadra mucho más <strong>de</strong> las dos horas que llevamos<br />

nosotros. La carpa totalmente cubierta nos saca gotas <strong>de</strong><br />

sudor enmohecido, aumentando la sensación <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagrado e<br />

impaciencia <strong>de</strong> la que me siento preso y totalmente a merced.<br />

Este pequeño pelotón <strong>de</strong> asalto es un extraño hibrido entre<br />

personal <strong>de</strong> la Antorcha, la Bravo y tres <strong>de</strong> los dragoneantes<br />

que ahora estamos agregados a la compañía Camaleones.<br />

Una vez más le <strong>de</strong>bo el favor y la palanqueada a mi teniente<br />

Cristancho, que entre otras, supuso haber escogido a un grupo<br />

elite especial, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los cuales ¿Quién sabe por qué? me<br />

encuentro yo, la verdad preferiría estar en otro sitio, pero<br />

bueno, normal, estamos en el glorioso. Dos horas <strong>de</strong> espera y<br />

lucho con tenacidad con mi malhumor, con todo este maldito<br />

mal olor <strong>de</strong> esta con<strong>de</strong>nada olla <strong>de</strong> presión. De repente sin<br />

más ni más una contraor<strong>de</strong>n que nos llega a través <strong>de</strong>l radio<br />

operador, nos hace repentinamente abortar la operación.<br />

Volvemos al batallón frustrados, un poco más viejos y<br />

hambrientos, para colmo el rancho está cerrado, gracias a la<br />

naturaleza clan<strong>de</strong>stina <strong>de</strong> la misión nuestra comida también<br />

<strong>de</strong>sapareció clan<strong>de</strong>stinamente y nadie respon<strong>de</strong>, ni el ofi cial<br />

<strong>de</strong> servicio, ni los cuadros que comandaban la operación<br />

¡Normal como un hijueputa! Estamos en el glorioso, por si<br />

fuera poco el terrible aluvión nos envía <strong>de</strong> rebote una vez más<br />

al con<strong>de</strong>nado barrio El Libertador, a pasar el resto <strong>de</strong> la noche<br />

repelando retén en la entrada <strong>de</strong>l puente. Mis ojos se cierran<br />

solitos, callados, silenciosos, sin hacer ningún ruido, me<br />

99


Carlos Polo<br />

encuentro cabeceándome en cualquier sitio. Móvil me enseña<br />

un truco muy efectivo, obsequiándome un par <strong>de</strong> trozos <strong>de</strong><br />

palillos <strong>de</strong> esos con que se limpian los dientes <strong>de</strong> residuos <strong>de</strong><br />

carne y coloco los diminutos pedazos en mis párpados para<br />

evitar que los berracos ojos se me sigan cerrando. Tres días<br />

y no hemos alcanzado absolutamente nada y continuamos<br />

igual que el primero, sin verda<strong>de</strong>ros resultados positivos, y<br />

el batallón entero es una gran llaga que rasca, sangra, e irrita,<br />

entre cabroneo y puteadas <strong>de</strong> <strong>de</strong>sayuno, la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l día se<br />

recibe con agotamiento y <strong>de</strong>saliento. Mi coronel <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />

atril totalmente vehemente y enfurecido ladra como un perro<br />

rabioso ¡Resultados, resultados, resultados!<br />

DÍA UNO<br />

BOULEVARD EL LIBERTADOR 22: P.M.<br />

Un fuerte amago <strong>de</strong> la lluvia no evita que nuestros<br />

uniformados en <strong>de</strong>sacato continúen bebiendo a sus anchas<br />

totalmente enajenados, olvidando la promesa <strong>de</strong> volver en<br />

menos <strong>de</strong> una hora a la base. La voz se viene corriendo por<br />

todo el boulevard, nuestros soldados vienen amedrentando<br />

a las mujeres bonitas y a sus acompañantes, <strong>de</strong>tienen a los<br />

carros, intimidan a los administradores <strong>de</strong> los locales <strong>de</strong><br />

rumba, estos resisten con disimulada amabilidad los ataques<br />

y exigencias <strong>de</strong> nuestro cuarteto maravilla. Una chispa <strong>de</strong><br />

sensatez hace que el cabo intenté replantear el asunto, pero<br />

sus buenas intenciones rebotan abandonadas en la autopista,<br />

los refl ejos van abandonando uno a uno a los uniformados y<br />

en este instante son el comentario sensacional <strong>de</strong>l momento<br />

y la carcajada instantánea <strong>de</strong>l enterado. Continúan con su<br />

alocada carrera <strong>de</strong> <strong>de</strong>satinos por todo el bulevar, latas <strong>de</strong><br />

cerveza, cantimploras vacías, poco a poco van acumulando<br />

todo ese alcohol en la sangre, así, <strong>de</strong>sprevenidamente, así,<br />

100


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

como si nada, metiendo las botas al charco, como si la risa,<br />

como si la rumba, como si la música, como si la suerte, como<br />

si la muerte…<br />

DÍA CUATRO<br />

BATALLÓN DE POLICÍA MILITAR,<br />

SEGUNDA BRIGADA, FORMACIÓN ORDEN<br />

DEL DÍA 6: A. M.<br />

El soldado Bonfante es felicitado por el comando general,<br />

gracias a su gran labor <strong>de</strong> inteligencia, don<strong>de</strong> entregó las pistas<br />

para hallar el fusil G3A4 perdido en circunstancias confusas la<br />

noche <strong>de</strong>l sábado, Bonfante es retribuido con una licencia <strong>de</strong><br />

quince días y una suma mo<strong>de</strong>sta <strong>de</strong> dinero. En este momento<br />

mi lanza Bonfante que pertenece a la compañía Bravo es la<br />

envidia y la admiración <strong>de</strong> todos.<br />

Bonfante trabajó como infi ltrado en el perímetro <strong>de</strong>l barrio<br />

El Libertador, encontró la información exacta y verídica que<br />

condujo hasta el para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l fusil y su respectiva munición.<br />

El material bélico fue hallado en una olla o casa <strong>de</strong> expendio<br />

y consumo <strong>de</strong> alucinógenos. El armamento fue cambiado<br />

por alias Rasquiñita quien exigió a cambio <strong>de</strong> la entrega <strong>de</strong>l<br />

botín: una libra <strong>de</strong> marihuana, veinte papeletas <strong>de</strong> bazuco y<br />

la irrisoria suma <strong>de</strong> veinte mil pesos en efectivo. Rasquiñita<br />

vociferaba alucinado por todo el barrio su gran proeza, el<br />

comentario rodó hasta el billar “El Binomio <strong>de</strong> Oro” don<strong>de</strong><br />

fue interceptado por el soldado Bonfante, que llevaba tres<br />

días asistiendo al mismo atraído por un comentario suelto<br />

<strong>de</strong> una <strong>de</strong> las putas <strong>de</strong>l sector. El allanamiento se llevó<br />

acabo en horas <strong>de</strong> la madrugada con un saldo exitoso,<br />

una operación limpia, ejecutada con maestría por el grupo<br />

especial UNASE. Sin heridos, sin bajas. La recuperación<br />

101


Carlos Polo<br />

<strong>de</strong>l dichoso fusil le regaló al batallón un alivio profundo y un<br />

parte <strong>de</strong> tranquilidad que se estaba necesitando <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

los siniestros acontecimientos que nos tienen a todos con el<br />

corazón enlutado y la moral baja. La or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l día termina<br />

con ciertas palabras <strong>de</strong> incentivo <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> mi coronel,<br />

felicitaciones, más felicitaciones, y una que otra advertencia<br />

sobre la naturaleza <strong>de</strong> los terribles sucesos que condujeron a<br />

ese hecho bochornoso y <strong>de</strong>sagradable que el cuartel entero<br />

hoy lamenta.<br />

Ya en el alojamiento observo con envidia <strong>de</strong> la buena,<br />

como Bonfante se pier<strong>de</strong> en la guardia con su mejor ropa y<br />

el orgullo que se le quiere salir <strong>de</strong> la camisa, porque quizás en<br />

su vida no vuelva a ocurrirle algo tan extraordinario.<br />

Unas gotas <strong>de</strong> lluvia se <strong>de</strong>slizan lentas por la ventana,<br />

otras se estrellan con tal velocidad generando una percusión<br />

monótona y violenta que me encoge el corazón y el día se<br />

eclipsa repentinamente como un suspiro, un <strong>de</strong>spabilar, un<br />

chasquido, un truco, y nos envuelve un azaroso crepitar<br />

<strong>de</strong> gotas que explotan como metralla en el techo que nos<br />

cubre.<br />

DÍA UNO<br />

BOULEVARD EL LIBERTADOR 23: P.M.<br />

El que conduce este barco borracho hace rato que ha<br />

perdido <strong>de</strong> vista el control <strong>de</strong> sus propios actos, mucho menos<br />

pue<strong>de</strong> ni siquiera pensar en los <strong>de</strong> sus subordinados que a<br />

esta hora <strong>de</strong>tienen carros arbitrariamente, exigen cerveza en<br />

las licoreras, amedrentan a todo el que se les atraviese en el<br />

camino, entre vociferaciones <strong>de</strong> hacer cumplir la ley, porque<br />

ellos son la ley, llevan los cueros puestos y estos ¡Se tienen<br />

que respetar!<br />

102


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Uno <strong>de</strong> los soldados se aleja un poco <strong>de</strong>l grupo, en<br />

medio <strong>de</strong> su felicidad y euforia, levanta el fusil hacia el<br />

cielo, <strong>de</strong>sasegura y ¡Tracatá! suelta una ráfaga al viento; todo<br />

alre<strong>de</strong>dor se congela, hasta la música se asusta y guarda<br />

silencio, la atmósfera se carga con tal <strong>de</strong>nsidad, que se<br />

podría cortar un pedazo <strong>de</strong> aire y guardarlo en los bolsillos,<br />

la reacción <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> los uniformados se suce<strong>de</strong> en una<br />

suerte <strong>de</strong> cámara lenta, los dos soldados se acercan con los<br />

ojos fuera <strong>de</strong> si, el fusil aún caliente permanece apuntando<br />

a las estrellas, el tránsito <strong>de</strong>tenido, las miradas petrifi cadas,<br />

y <strong>de</strong> fondo como música inci<strong>de</strong>ntal el grito ensor<strong>de</strong>cedor<br />

<strong>de</strong> un trueno. Un trío que se suelta en forcejeo, en lucha,<br />

mientras el comandante observa atolondrado e incapaz <strong>de</strong><br />

mover un <strong>de</strong>do, y terminan <strong>de</strong> acomodarse las fi chas <strong>de</strong><br />

todo este terrible <strong>de</strong>satino. El cabo observa ensimismado<br />

como su pequeña fi esta se viene <strong>de</strong>shojando como un libro<br />

viejo don<strong>de</strong> está su historia, ya estaba escrita; los cuerpos<br />

<strong>de</strong>masiado cerca, las armas <strong>de</strong>masiado a punto, los gritos<br />

<strong>de</strong>masiado fuertes, las recriminaciones <strong>de</strong>masiado duras, la<br />

muerte <strong>de</strong>masiado atenta. La confusión <strong>de</strong> los brazos, los<br />

empujones, el jaloneo ¡Baaamg! Un soldado que se <strong>de</strong>sploma,<br />

dos que huyen <strong>de</strong>spavoridos, un subofi cial que llora enfrente<br />

<strong>de</strong> un charco tibio <strong>de</strong> sangre, una mano que <strong>de</strong>tiene un taxi,<br />

un auto que <strong>de</strong>saparece raudo por la autopista. Un drogadicto<br />

que aprovecha la confusión y se hace con el fusil y la<br />

munición marchándose aprisa y espabilado. Un cuerpo vació,<br />

<strong>de</strong>sprovisto <strong>de</strong> alma, <strong>de</strong> vida, <strong>de</strong> sueños, un fi nal estúpido<br />

para una noche <strong>de</strong> juerga, alegría, velocidad, <strong>de</strong>sacato. Un<br />

muerto que importó muy poco, que resultó menos valioso<br />

que el arma que sostenía entre sus manos.<br />

Al fi nal, la estruendosa carcajada <strong>de</strong> la tragedia que siempre<br />

estuvo sonriente, enroscada <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la puerta.<br />

103


SERVICIO<br />

OBLIGATORIO<br />

Mambrú se fue a la guerra, que dolor,<br />

que dolor, que pena, Mambrú se fue<br />

a la guerra y no sé cuando vendrá, do<br />

re mi, do re fa, no sé cuando vendrá.<br />

(Ronda Infantil)


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Diana <strong>de</strong>spertó agitada, los ojos envueltos en<br />

lágrimas, el cuerpo trémulo, la respiración entre<br />

cortada y un hormigueo que recorría su anatomía<br />

raudo y persistente:<br />

> llama Diana<br />

<strong>de</strong>sesperada entre sollozos:<br />

> Al mirar a su izquierda<br />

lo encuentra entre asombrado y curioso: > pregunta <strong>de</strong>sorientado. Diana se abalanza<br />

abrazándolo con fuerza Atragantándose entre sollozos: ><br />

Diana mueve la cabeza afi rmativamente entre los brazos <strong>de</strong><br />

Armando: > Se acomodan<br />

en la cama, Armando atento con una sonrisa bonachona en<br />

su rostro haciéndose el indiferente:


Carlos Polo<br />

como si no estuviéramos casados, y hablaste <strong>de</strong> la nena<br />

como si no tuviéramos una ¿Armando la nena?>> Un poco<br />

preocupado armando soba el cabello <strong>de</strong> Diana con la mayor<br />

ternura <strong>de</strong> la que es capaz: Diana se mueve<br />

incómoda: <br />

Diana sintió <strong>de</strong> repente un potente olor a alcohol<br />

medicinal, unas voces lejanas, unas manos que sobaban su<br />

pecho, su cabello, sus ojos se abrieron con difi cultad: > Pregunta<br />

sobresaltada, pudo reconocer a su suegra que le sobaba el<br />

pecho, a su hermana que acariciaba su cabeza y en los ojos<br />

<strong>de</strong> su suegra aquella tristeza; la misma que percibió en los<br />

ojos <strong>de</strong> Armando en esa horrible pesadilla: > Su suegra susurra con dulzura<br />

acariciándole el cabello y la cabeza. Diana más confundida<br />

todavía, observa el cuarto con <strong>de</strong>sconcierto y <strong>de</strong>tenimiento,<br />

queriendo enten<strong>de</strong>r mejor la situación.<br />

108


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

En el tocador, en el rincón <strong>de</strong>recho, sus ojos tropiezan y<br />

se enfocan con la foto ampliada que Armando le envió <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el Putumayo hacía escasos dos meses. Ahí estaba él, con su<br />

fusil, orgulloso <strong>de</strong> servir a la Patria.<br />

109


LA VUELTA ES<br />

BREVE


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

Acosta intenta hacerse enten<strong>de</strong>r por sus dos amigos<br />

y antiguos lanzas <strong>de</strong> cuartel. Velásquez con su<br />

mejor cara <strong>de</strong> seriedad impostada, afi rma a todo<br />

con gestos aprobatorios levantando las cejas y la cabeza.<br />

Charles dudoso siente que aquel asunto no pinta bien,<br />

y que lo expuesto por Acosta suena <strong>de</strong>masiado riesgoso.<br />

Ellos podrían estar <strong>de</strong>socupados, pateando piedras por las<br />

calles solitarias, sin posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> acceso a los estudios<br />

superiores y mucho menos <strong>de</strong> algún empleo que les ofrezca<br />

la oportunidad <strong>de</strong> resolver por sí mismos sus necesida<strong>de</strong>s<br />

básicas.<br />

Luego <strong>de</strong> terminar con el servicio militar obligatorio, cada<br />

cual por su lado intenta rebuscarse la vida como pue<strong>de</strong>, ya<br />

están lo sufi cientemente crecidos y es hora <strong>de</strong> hacer algo, es<br />

el momento en que el plato <strong>de</strong> la comida no es servido con<br />

los mismos ojos, la situación aprieta por todas partes, la tasa<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sempleo, a pesar <strong>de</strong> las mentiras <strong>de</strong> los noticieros va en<br />

aumento, para atrás como el cangrejo.<br />

El Cáspita con un grupo <strong>de</strong> llaves, se <strong>de</strong>dica a lo que<br />

por ahí <strong>de</strong>nominan (vueltas) mandados, cruces, business, lo<br />

que podría resumirse en todo tipo <strong>de</strong> travesuras que se le<br />

atraviesen en el camino, cositas sencillas: mover esto para<br />

acá, recoger aquello por allá, cobrar a tal, meterle miedo a<br />

pascual, todo tranquilo y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los limites, entre comillas,<br />

pero lo que se trae entre manos esta vez, suena muy <strong>de</strong>licado,<br />

113


Carlos Polo<br />

se supone que hay bastante billete en la juega, pero el riesgo<br />

es muy bravo y en lo que a mi respecta me gana el susto,<br />

no sé Cáspita, que es un jodido loco. No sé sin tengo los<br />

pantalones bien puestos, o si soy lo sufi cientemente torpe<br />

como para involucrarme en este cuento. Pero como nacimos<br />

pà brutos, me voy metiendo como la cucaracha, y aquí estoy,<br />

en la segunda reunión. Para sorpresa mía la famosa vuelta la<br />

está comandando un sargento activo conocido <strong>de</strong>l batallón.<br />

Al ver al sargento Quiñones me convenzo que tan enserio<br />

va este tren. Quiñones intenta meternos por los ojos a mí y<br />

a mis amigos y a más <strong>de</strong> tres <strong>de</strong>sconocido su rollo torcido,<br />

su vaca loca.<br />

Según pu<strong>de</strong> escuchar por ahí, los <strong>de</strong>sconocidos son<br />

policías retirados. La vuelta consiste en sacarle los operativos<br />

a los grupos especiales <strong>de</strong> inteligencia, se levantan los datos,<br />

la caleta, cuanta merca pue<strong>de</strong> a ver y tales, luego nosotros con<br />

los respectivos uniformes y todos los juguetes, allanamos las<br />

caletas, como si el asunto fuera ofi cial, incautamos la merca<br />

a los chicos malos y listo ¡La vuelta es breve! Esa joda se<br />

la pasa repitiendo Cáspita siempre que pue<strong>de</strong>, no hay por<br />

que preocuparse si lo que viene es plata pà tirar pal cielo, en<br />

cada vuelta los corones llegan los llones, ya no hay tiempo<br />

<strong>de</strong> inventar San Sebastián, todo <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la cantidad que<br />

se incaute y la modalidad <strong>de</strong> la merca que podría ser drogas,<br />

armas y otras varieda<strong>de</strong>s. Acosta está emocionado con el<br />

asunto, yo creo que ya se imagina comprando un motor <strong>de</strong><br />

alto cilindraje, pasándose el billete por la barriga, el huevo y<br />

el hígado. Por otro lado su <strong>de</strong>sespero es más que entendible,<br />

lleva <strong>de</strong>masiado tiempo calentando silla, como dicen los<br />

abuelos. Sus suegros y su novia ya quieren que se legalice el<br />

polvo, mejor dicho al hombre le suenan las campanas, esta<br />

listo y empacado para el casorio, en estos días tuvimos una<br />

conversación y el hombre sólo quiere coronar un par <strong>de</strong><br />

vueltas pà plantarse y lo <strong>de</strong>más vendrá por añadidura, a la<br />

114


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

buena <strong>de</strong> Dios. Velásquez por su parte sólo quiere probar<br />

fi nura y entre otras el va don<strong>de</strong> va Acosta así es y seguirá<br />

siendo por los siglos <strong>de</strong> los siglos.<br />

El sargento Quiñones agarró confi anza con Acosta <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

recluta en el batallón. Quiñones ha trabajado en grupos<br />

especiales como el Pau, el Unase, el Goes, siempre ha sido<br />

un tipo estricto pero muy cercano con la tropa y Acosta se<br />

prendió <strong>de</strong> él, se convirtió en su protegido, yo no pertenecía<br />

a su pelotón, pero gracias al Cáspita trabamos amistad y<br />

ahora estoy en este embarque lleno <strong>de</strong> dudas y temores, sin<br />

embargo prefi ero que las cosas sigan su rumbo y me arrastren,<br />

que más da.<br />

Fíjate brother como andan las cosas torcidas, eso es breve,<br />

en un pestañeo y arrancamos los reentrenamientos, fogueó<br />

con armas largas y cortas, polígonos, madrugones, trote,<br />

pista y combate, volteo en forma, dos meses <strong>de</strong> física y pura<br />

saca<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> mierda, hasta que llegue el famoso día D.<br />

El equipo ganador lo conformamos, los tres extombos,<br />

mis amigos, tres soldados activos, el sargento y yoyito. Las<br />

armas se consiguieron en el mercado negro, los uniformes,<br />

distintivos y <strong>de</strong>más todo esta ready, eso lo levantaron ellos<br />

<strong>de</strong>l mismo material <strong>de</strong> inten<strong>de</strong>ncia allá en el batallón.<br />

Estamos acuartelados en una fi nca que le facilitaron al<br />

sargento muy alejada <strong>de</strong> la ciudad, aquí se continúa con<br />

los entrenamientos, los simulacros <strong>de</strong> allanamiento, por<br />

momentos tengo la sensación <strong>de</strong> estar como un nene gran<strong>de</strong><br />

jugando a los pistoleros, pero el tren está en marcha hace<br />

rato y como reza el refrán <strong>de</strong> un gran amigo ¡Pà atrás ni pà<br />

coge impulso!<br />

Llevamos acá metidos poco más <strong>de</strong> una semana, apartados<br />

<strong>de</strong> todo y <strong>de</strong> todos, acá en el mismo culo <strong>de</strong> la mula don<strong>de</strong><br />

115


Carlos Polo<br />

se pasa trabajo para todo, hasta con el agua, que hay que<br />

buscarla por allá en un con<strong>de</strong>nado pozo, incomunicados,<br />

carentes <strong>de</strong> toda comodidad mínima, como sacrifi cio para<br />

estar concentrados ¡En la jugada!<br />

Quiñones arma su operativo con tranquilidad, va, viene,<br />

cada que pue<strong>de</strong>, según él y Cáspita estos operativos ya se<br />

habían hecho positivos y con mucho éxito, por allá por tierra<br />

perdida, don<strong>de</strong> el sargento había sacado su buena tajada, con<br />

un grupo similar a este sin tener ningún tras pie, el asunto<br />

funcionó su rato hasta que le vino traslado y aquí no había<br />

encontrado el personal <strong>de</strong> confi anza y sobre todo que se le<br />

midieran a la vuelta. Velásquez y yo caímos <strong>de</strong> pura carambola,<br />

gracias a Acosta. Quiñones cada que pue<strong>de</strong> nos muestra unos<br />

planos, indica posiciones, ángulo <strong>de</strong> tiro, en estos días nuestras<br />

familias están convencidas que nosotros andamos en el<br />

parque Tayrona <strong>de</strong> playa, brisa y mar y la impaciencia ganando<br />

la partida, el aislamiento, la repetidora <strong>de</strong>l sargento: La misma vaina siete días completitos, el tablero el<br />

pisa papel, los garabatos, y esto se me antoja una mala película<br />

<strong>de</strong> acción, y la verdad ya ni sé, como estoy metido en esto,<br />

pasando trabajo, esperando un operativo que pue<strong>de</strong> salir mal<br />

¿Por qué? Es la pregunta que me hago con reiterada<br />

impaciencia, lealtad, amistad, necesidad, dármelas <strong>de</strong>l bravo,<br />

sabrá Juaco, pero aquí estamos, durmiendo en hamacas que<br />

me producen tortícolis, chupando mosquitos, sin po<strong>de</strong>r ver<br />

siquiera un culito atractivo, no más las caras feas <strong>de</strong> revolver<br />

<strong>de</strong> los ex policías que únicamente conversan entre sí. Observo<br />

a mis amigos, unos pelaos sanos, medio locos pero sanos al<br />

fi n al cabo y metidos en este cuento, cada cual con sus motivos<br />

individuales. Yo por mi parte lo que quiero es quitarme <strong>de</strong><br />

encima la acosadora <strong>de</strong> la vieja con el taqui, taqui, <strong>de</strong> fl ojo,<br />

holgazán, vago, y todos esos cumplidos, si coronamos ya<br />

imagino las caras, cuando pillen que estoy manejando los<br />

pesos, les daría esa lección que siempre he querido, que esa<br />

116


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

vaina para mi no sirve, no vale nada, mostraría que tan<br />

<strong>de</strong>spegado soy <strong>de</strong> lo material lo poco que <strong>de</strong> verdad me<br />

interesa el dinero, eso sí, necesito una cuartada para lo <strong>de</strong>l<br />

billete, toca inventarse algo, lo que sea. Quiñones vuelve con<br />

su discurso repetido, que si la táctica y toda la carreta completa<br />

y tales, con la variante <strong>de</strong>fi nitiva que la vuelta es mañana, ya<br />

sin más, se acerca el día D, aprobar fi nura mi brother. Acosta<br />

no para <strong>de</strong> hablar en toda la noche, Velásquez es una chimenea<br />

andante con un fume, que fume y soltando simples<br />

monosílabos como loco nuevo, lo que hacen los nervios. Por<br />

mi parte me ataca la pensadora y como repite Cáspita en tono<br />

burlón: Es cierto y siento que no es<br />

para menos, que tal si me encanastan, o si me pegan un<br />

plomazo en la pierna y me quedo invalido, que tal si… me<br />

toca pegarle un plomazo alguno y el cabrón <strong>de</strong> Cáspita<br />

vociferando un montón <strong>de</strong> bravuconadas: Los nervios<br />

viejo, los nervios, en esta inútil preocupación se nos acaba el<br />

tiempo. Quiñones llega como una tromba rugiendo or<strong>de</strong>nes<br />

en un acelere maníaco, estando todavía la noche tranquila y<br />

silenciosa ¡Al carajo toda la paz! Comienza la correndilla, a<br />

uniformarse, las armas, los pasa montañas, los distintivos<br />

militares y corra y repita la misma joda <strong>de</strong> toda la semana, en<br />

la puerta los Camperos encendidos prestos a la acción, nos<br />

ubicamos por equipos en los carros, don<strong>de</strong> nos envuelve un<br />

calor infernal cuando bajan la carpa, Cáspita en un déle que<br />

déle: Estamos tan bien equipados que se me antoja estar<br />

metido en la pantalla gran<strong>de</strong>, soy uno <strong>de</strong> los protagonistas<br />

<strong>de</strong> Fuerza Delta. Dentro <strong>de</strong>l campero nos arropa una<br />

oscuridad incomoda y <strong>de</strong> miedo, ahora tenemos por <strong>de</strong>lante<br />

este camino pedregoso y <strong>de</strong>stapado que nos sacu<strong>de</strong> hasta la<br />

ultima tripa nos mantiene metidos en el papel. Los carros se<br />

estacionan <strong>de</strong> repente y el susto es <strong>de</strong> lo más berraco, el nudo<br />

en la garganta, la presión en el estomago ¡Falsa alarma!<br />

117


Carlos Polo<br />

Continuamos por este camino <strong>de</strong>startalado, no puedo mirar<br />

el reloj por el mismo temor, el susto compadre, el culillo que<br />

se mete entre el estomago, otra parada ¡Ayayay, mi mama! Ya<br />

es hora, nada <strong>de</strong> nervios, no le <strong>de</strong> mente, nada <strong>de</strong> nervios,<br />

cinco minutos <strong>de</strong> absoluta quietud, silencio, tensión, sudor<br />

frío. La voz enérgica <strong>de</strong> Quiñones que ladra: Ahora si, pasa montañas abajo, buscar<br />

posiciones, andar por este tramo ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> monte, el cadillo<br />

adhiriéndose a los uniformes, creando la primera sensación<br />

<strong>de</strong> angustia, las pullitas molestas, a<strong>de</strong>lante, a<strong>de</strong>lante,<br />

<strong>de</strong>sasegurar y preparar los fusiles para el jaleo. Velásquez,<br />

Cáspita y yo, el equipo <strong>de</strong> apoyo nos rezagamos, a<strong>de</strong>lante<br />

marchan los <strong>de</strong> choque, en comparación con los garabatos<br />

<strong>de</strong>l tablero orientarse acá es un cuento distinto, bueno un<br />

poco <strong>de</strong> sentido común y el entrenamiento regalan sus<br />

resultados, vamos bien, vamos bien, eso es lo que creo, los<br />

puestos estratégicos están don<strong>de</strong> <strong>de</strong>ben estar y esto mejora,<br />

los nervios se van amansando, ya se ve la totalidad <strong>de</strong> la fi nca,<br />

el objeto <strong>de</strong> registro, el grupo <strong>de</strong> choque comienza el festejo<br />

¡Rock and roll! Los primeros fogonazos, puertas abajo, la<br />

cosa anda bien, no hay resistencia, nosotros aquí quietos,<br />

todo es a or<strong>de</strong>n. Quiñones saca <strong>de</strong> la casona a tres mujeres<br />

y varios niños berreando y gritando asustados, las or<strong>de</strong>nes<br />

tajantes y el personal que se tien<strong>de</strong> al piso, los soldados sacan<br />

dos tipos sin camisa y medio dormidos con los brazos en<br />

alto y los ojos <strong>de</strong>sorbitados. La seña indicada y ¡Acción!<br />

Velásquez me acompaña, Cáspita se queda en la retaguardia,<br />

como lo envidio. Franqueamos la puerta para iniciar el<br />

registro, la búsqueda <strong>de</strong> la merca. Cuando le diga brother si<br />

la nota es torcida…. ¡La fi esta se agua! ¡Esto se jodió! Entran<br />

raudas un par <strong>de</strong> camionetas con personal militar armado<br />

hasta los dientes saludando <strong>de</strong> lo lindo, con un traqueteo<br />

enloquecido, BALA, compadre, BALA, los sujetos se esparcen<br />

por la maleza echando plomo, todos estamos sorprendidos<br />

y hechos un con<strong>de</strong>nado lío. Quiñones ladra or<strong>de</strong>nes, como<br />

pue<strong>de</strong> utiliza los radios <strong>de</strong>sesperado manda cambiar las<br />

118


Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

posiciones <strong>de</strong> los conductores para intentar una salida, tirado<br />

aquí boca abajo, con los mojones cruzados, no me atrevo a<br />

contestar el fuego, aguantando las ganas <strong>de</strong> llorar, <strong>de</strong> correr,<br />

<strong>de</strong> llamar a mi vieja, un grito <strong>de</strong>l sargento me saca <strong>de</strong>l shock:<br />

> Hasta que por fi n saco fuerzas, asomo el fusil<br />

por encima <strong>de</strong>l muro y disparo, disparo, mis propios tiros<br />

aumentan el pánico <strong>de</strong> toda esta locura, un chillido agudo<br />

queda zumbando en mis oídos y disparo tres veces más, dicen<br />

que el susto se aplaca ¡Que va, estoy en las mismas! Cagao<br />

<strong>de</strong>l susto, me gustaría estar en mi casa escuchando música,<br />

como un vago, inofi cioso pero tranquilo, el panorama no es<br />

nada tranquilizador, la balacera cada vez es más tesa. Quiñones<br />

gesticulando, mandando, gritando, mi nerviosismo me impi<strong>de</strong><br />

enten<strong>de</strong>r un pito. Alcanzo a pillar a Velásquez saltar y en<br />

saltos vigilados abandona el lugar. Cáspita dispara por la<br />

ventana encarnizado, puteo con todos los bríos puteo por<br />

que soy un idiota metido en este lío cabrón, disparar sin saber<br />

a don<strong>de</strong> se alojará esa bala, soltar los tiros por una obligación<br />

con mis compañeros, encomendarse a Dios, a chucho, a todos<br />

los santos vigentes, la promesa <strong>de</strong> siempre el mismo no vuelvo<br />

hacer esto o lo otro, el negocio con los duros <strong>de</strong> allá arriba,<br />

porque esto esta es bravo, aquí no hay tu tía, un poco tar<strong>de</strong><br />

me doy cuenta que la gente está en retirada, en arrastre bajo<br />

y saltos vigilados voy andando también, unos silbidos agudos<br />

rozan mi cabeza y no quiero ni imaginar <strong>de</strong> qué se trata, un<br />

poco más y me quedo sin cráneo ¡Mamá! Voy coronando la<br />

salida, un poco más, vamos mijo, anda, esto está mejorcito<br />

por acá, <strong>de</strong> pie, corre, mijo corre, ya estamos en la parte <strong>de</strong><br />

atrás <strong>de</strong> esta vaina, corre papito que te dan. Velásquez gritando<br />

enloquecido: > Algunos <strong>de</strong>l equipo<br />

están en <strong>de</strong>sbandada por la maleza, en la retaguardia quedaron<br />

otros cubriéndonos, voy como loco don<strong>de</strong> van los <strong>de</strong>más, se<br />

me olvidó la instrucción y toda esa vaina, lo único que quiero<br />

es salir <strong>de</strong> aquí, los tiros ya se escuchan lejos. Velásquez a mi<br />

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Carlos Polo<br />

lado gritando: Siento que se<br />

encien<strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> turbo y me convierto en un bólido<br />

<strong>de</strong> la formula uno, que Montoya ni que Montoya, al cabo <strong>de</strong><br />

unos quince minutos <strong>de</strong> carrera encontramos uno <strong>de</strong> los<br />

carros, con el último aliento subimos azarados y temblando,<br />

llegamos unos pocos y el conductor no espera a nadie y<br />

arranca <strong>de</strong> una, a toda: > Or<strong>de</strong>na, sin esperar<br />

más nos ponemos manos a la obra, esto es bien <strong>de</strong>licado,<br />

rueda el supuesto plan <strong>de</strong> contingencia, la ropa civil está lista,<br />

tiramos las armas, los uniformes en la caleta, Cáspita:<br />

Velásquez enredado cambiándose<br />

contesta mal humorado: El conductor se estaciona, quita la carpa<br />

<strong>de</strong>l carro, cambia unas cuantas cosas, <strong>de</strong> las que no me doy<br />

por enterado, con las mismas sube y arranca a toda como<br />

alma que lleva el diablo. Velásquez ataca a preguntas al<br />

conductor: > El man no contesta una sola palabra, como si<br />

el asunto no le interesara. Un soldado y uno <strong>de</strong> los ex policías<br />

vienen con nosotros y como si nada, cero preguntas, cero<br />

respuestas, tirándoselas <strong>de</strong> mudos, haciendo gestos idiotas.<br />

Por fi n salimos <strong>de</strong>l monte, el carro agarra carretera a gran<br />

velocidad, vamos callados, llenos <strong>de</strong> sudor y digiriendo todavía<br />

el susto. A eso <strong>de</strong> un par <strong>de</strong> kilómetros pasamos por un pueblo<br />

<strong>de</strong>sconocido y todo igual, sin novedad alguna, con la<br />

incertidumbre <strong>de</strong> la suerte <strong>de</strong> Cáspita y el resto, continuamos<br />

el camino, en la carretera el conductor abre por fin la<br />

con<strong>de</strong>nada boca: Y<br />

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Rapsodia para reclutas asustadizos<br />

como si le hubieran engrapado la jeta, no contesta ninguna<br />

pregunta por más insistencia mía o <strong>de</strong> Velásquez, con esa<br />

actitud nos <strong>de</strong>ja en este barrio al sur occi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la ciudad<br />

sin <strong>de</strong>cir una sola palabra, todo está dicho, supongo que sabe<br />

lo que hace, así son estas cosas, caminamos un poco, callados<br />

aturdidos y sin saber cómo un llanto impru<strong>de</strong>nte se me escapa<br />

impidiéndome seguir la marcha, organizar las i<strong>de</strong>as, el llanto<br />

más sincero y puro <strong>de</strong> los últimos años. Velásquez observa<br />

en silencio y no dice nada, la experiencia es dura también<br />

para él, sobre todo sin saber nada <strong>de</strong> Cáspita, a estas alturas<br />

cualquier cosa pudo pasar por allá.<br />

Tres meses <strong>de</strong>spués. Velásquez, uno <strong>de</strong> mis hermanos,<br />

la madre <strong>de</strong> Cáspita y mi persona, llegamos a visitarlo en el<br />

hospital <strong>de</strong> la cárcel, el muy bellaco se permite chistes estando<br />

aquí encanastado, por si fuera poco recuperándose <strong>de</strong> dos<br />

heridas <strong>de</strong> bala, esperando el juicio sin saber a ciencia cierta<br />

cuantos años le van a meter, sin ninguna vergüenza empieza<br />

con sus bravuconadas: ><br />

Todos concentrados, escuchando en un silencio ceremonioso:<br />

<br />

Seudónimo<br />

CHARLES MILLER<br />

121

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