Lengua y Literatura - Ministerio del Poder Popular para la Educación
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94 La reina, muy contenta, fue a cambiarse la toca negra por una colorada. El rey recogió su corona y se la colocó muy derecha en la cabeza. Y la fuente empezó a echar agua y a cantar. Este cuento entró por un callejón dorado y salió por otro plateado. Pero el tuyo, mi niño, no está empezado.
El cuento de las estrellas Oscar Alfaro En aquel tiempo la noche era azul, completamente azul, sin el lunar de una estrellita siquiera. La luz se ltraba difusamente a través del telón del cielo y los árboles, los animales y los hombres eran también azules en la noche. En la punta de la cordillera de los Andes, o sea, en medio camino al cielo, en aquel tiempo vivía un grupo de artistas nativos que sabían proyectar sombras chinescas contra el telón del rmamento. Eran tan hábiles que hasta podían pintar las sombras que lanzaban, de manera que aquello parecía una función cinematográ ca, a la cual asistían todos los niños del hemisferio. Y no solamente los niños, sino todos los animales de esta mitad de la tierra. Los ratones se trepaban a la punta de los árboles para ver mejor. Las víboras se paraban sobre la cola. Los cerditos y las tortugas, que siempre andan con la vista clavada al suelo, se tiraban panza arriba para ver a sus anchas la función. 95
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La reina, muy contenta,<br />
fue a cambiarse <strong>la</strong> toca negra<br />
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Este cuento entró<br />
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y salió por otro p<strong>la</strong>teado.<br />
Pero el tuyo, mi niño,<br />
no está empezado.