Núm. 30 Noviembre - Asociación Gaditana Jacobea "Vía Augusta"
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artística de Eduardo Chillida, a parte de las<br />
famosas esculturas de hierro empotradas en la<br />
roca, este parque cuenta con una especie de<br />
canalizaciones por dónde se canaliza el agua<br />
del mar, y ésta acaba siendo expulsada junto<br />
con una corriente de aire por unos orificios<br />
practicados en el suelo. Estos orificios hacen<br />
las delicias de los niños, y no tan niños. Por<br />
eso apuntaba el curioso comportamiento del<br />
ser humano, cuando tiene la posibilidad de<br />
establecer una regresión a la infancia, muy<br />
pocos se resisten a ello. Yo en esta ocasión, me<br />
resistí.<br />
Nuestra primera etapa jacobea<br />
comenzó a las siete de la mañana y arribamos<br />
al albergue de San Sebastián a eso de las tres<br />
de la tarde. La salida de Irún no revistió ningún<br />
tipo de problema y en pocos minutos<br />
estábamos pasando por la continuación del<br />
humedal del día anterior, desde donde<br />
podíamos intuir el Santuario de Nuestra Señora<br />
de Guadalupe, que era la primera dificultad<br />
que debíamos salvar. Las vistas que se tienen<br />
desde el santuario de Irún y Hendaya (Francia)<br />
son sencillamente espectaculares, pero nada<br />
que ver con las que contemplaría a<br />
continuación que lo serían aún más<br />
espectaculares. Porque el camino continúa<br />
subiendo y subiendo, en una escalada que<br />
parece no tener fin. Además tomé la ruta<br />
señalada para “peregrinos alpinistas”, debo<br />
reconocer que es una ruta muy dura, pero<br />
cuando coronas la montaña, el esfuerzo<br />
realizado tiene su recompensa. Las vistas que<br />
tienes son simple y llanamente magníficas.<br />
Comentar que esta magnificencia de vistas es<br />
debido a que el tiempo está acompañando, ha<br />
amanecido y nos ha hecho un día excepcional.<br />
Nada que ver con el brumoso y lluvioso día de<br />
ayer, hoy hace un día con un sol radiante, así<br />
que las vistas son sencillamente espectaculares.<br />
Realizo todo el camino por la divisoria<br />
de las montañas, rumbo a coronar el “temido”<br />
monte Jaizquibel. En este camino me<br />
encuentro con un variopinto grupo de<br />
peregrinos que también han optado por misma<br />
ruta que yo. Con este grupo comparto unos<br />
cuantos kilómetros de camino y de<br />
conversación. Deciden parar a descansar, yo<br />
decido continuar para no perder ritmo. Una vez<br />
coronado Jaizquibel, comienzo un vertiginoso<br />
descenso y tras afrontar la parte más dura de<br />
este descenso, decido hacer una parada técnica<br />
para reponer fuerzas y recuperar el aliento. Me<br />
<strong>Asociación</strong> <strong>Gaditana</strong> <strong>Jacobea</strong> «<strong>Vía</strong> Augusta»<br />
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llaman la atención las cuadradas torres de<br />
vigilancia que están repartidas a lo largo de<br />
toda la costa. Según puedo leer en los paneles<br />
informativos, eran utilizadas para la vigilancia<br />
de la costa ante posibles intrusiones francesas,<br />
así como puntos donde se hacían fuertes<br />
algunos rebeldes carlistas durante las guerras<br />
Carlistas del siglo XIX.<br />
Antes de llegar a Pasajes de San Juan,<br />
decido tomar una ruta alternativa (que es<br />
seguir un GR), pero al final tengo que desistir<br />
porque el camino se empieza a complicar y a<br />
ponerse verdaderamente peligroso y no es plan<br />
de jugarnos la vida. Así que decido desandar el<br />
camino, volver al punto de inicio y seguir las<br />
indicaciones de la tranquilizadora flecha<br />
amarilla. Pero este “fracaso” no ha sido vano<br />
porque durante unos kilómetros he disfrutado<br />
de unas vistas de los acantilados de la costa<br />
realmente maravillosas.<br />
Una vez hemos llegado a Pasajes de<br />
San Juan, tomamos una pequeña embarcación<br />
que nos pasa a la otra orilla. Tras abandonar la<br />
barca comienza un “calvario” de escaleras que<br />
parece no tener fin. Esta subida de escaleras<br />
hay que tomársela con mucha calma porque es<br />
un tramo realmente duro y los kilómetros ya<br />
empiezan a hacer mella en las piernas. En el<br />
tramo de subida me adelantan los peregrinos<br />
que dejé subiendo a Jaizquibel, yo decido<br />
descansar y continuar a mi ritmo. Una vez<br />
coronado el tramo de escaleras, comienza un<br />
tramo de sube y baja realmente duro para el<br />
peregrino de a pie, pero en este tramo ¡me<br />
encuentro a “bicigrinos”! No entiendo cómo<br />
pueden meter la bici por aquí, ¡si andar es ya<br />
auténticamente difícil y complicado, no<br />
entiendo cómo pueden hacerlo con una bici!<br />
Tras incontables repechos y descensos<br />
avistamos la ansiada y bella San Sebastián. El<br />
camino ha venido discurriendo por un entorno<br />
natural envidiable. Llegamos a un mirador<br />
sobre el que podemos ver San Sebastián, la<br />
playa que vemos es la playa de Zurriola,<br />
ponemos rumbo a ella. Una vez llegamos a la<br />
playa, aún nos quedan unos cuantos kilómetros<br />
hasta llegar al albergue (que está en la zona de<br />
la playa de Ondarreta, al lado de dónde tenía el<br />
hotel cuando estuve trabajando en Kutxa).<br />
En el camino hasta el albergue paso<br />
junto al Kursaal, cruzo el puente sobre el río<br />
Urumea, y decido realizar el camino largo, es<br />
decir, realizo todo el camino bordeando la